¿Cuándo pedirá perdón Israel por sus crímenes contra los palestinos?

Gideon Levy, Middle East Eye, 26 septiembre 2023

Traducido del inglés por Sinfo Fernández


Gideon Levy es columnista de Haaretz y miembro del consejo editorial del periódico. Levy se incorporó a Haaretz en 1982, donde pasó cuatro años como subdirector. Ha recibido el Premio Euro-Med de Periodismo 2008, el Premio Leipzig de la Libertad 2001, el Premio del Sindicato de Periodistas Israelíes 1997 y el Premio de la Asociación de Derechos Humanos de Israel 1996. Su nuevo libro, The Punishment of Gaza, acaba de publicarse en Verso.

Escribo estas líneas desde Tel Aviv en el Yom Kippur, el día más sagrado del calendario judío.

En esta ocasión, el día se ve ensombrecido por el 50 aniversario de la guerra de 1973, conocida como la guerra del Yom Kippur. De todas las guerras de Israel, ésta fue la más traumática para los israelíes, y el viejo Israel busca ahora su alma bajo esa sombra.

El significado religioso y tradicional más amplio del Yom Kippur y los días que lo preceden son siempre un momento de examen de conciencia y, sobre todo, un momento en el que buscamos el perdón por los pecados que hemos cometido.

Los rituales ceremoniales están saturados de clichés, incluida la bendición de desear a los demás que «hagan una dedicatoria para un buen año», que es como la gente se saluda por la calle, en lugar de decir «shalom» (paz) al acercarse la festividad.

Se supone que Israel debe expiar sus pecados colectivos en el Yom Kippur y que los judíos israelíes deben expiar sus pecados individuales; sin embargo, esto no ha sucedido de forma debida en año alguno, y este año menos que nunca.

A Israel nunca se le ha ocurrido pedir el perdón más importante de todos los que debería buscar: pedir perdón al pueblo palestino. Israel nunca ha pedido perdón por sus pecados hacia los palestinos perpetrados en 1948, ni por los cometidos contra ellos continuamente desde 1948, ni siquiera por los pecados que ha cometido contra ellos durante este último año, como exigen la ley y la tradición judías todos los años.

Además, este último año ha sido muy duro para Israel y los palestinos, un año en el que Israel ha estado gobernado por el gobierno de extrema derecha más extremista de su historia.

Perdida toda la vergüenza

Este es el año en que no sólo no hay nada que decir sobre pedir perdón a los palestinos, sino que también es el año en que Israel ha perdido toda vergüenza por los crímenes que ha cometido contra ellos.

Es el año en que los ministros del gobierno, refiriéndose a un criminal judío condenado por quemar viva a una familia palestina mientras dormía en su casa, han llamado santo y víctima al autor de los crímenes. La campaña exigiendo la liberación de Amiram Ben-Uliel se hizo viral en Israel y en cuestión de días recaudó más de 400.000 dólares a través de micromecenazgo para apoyar acciones en su favor.

Este es el perdón que buscan muchos israelíes: el de un hombre que voluntariamente prendió fuego a una casa en plena noche y fue condenado en un tribunal de justicia, una rareza en el Israel de 2023, donde los judíos casi nunca son llevados ante la justicia, ya sean soldados o civiles, por sus crímenes contra los palestinos.

Algunos israelíes han avanzado ya un paso más y buscan el perdón del asesino en lugar de sus víctimas. No sólo niegan que sea un asesino; algunos creen que, dado que los palestinos a los que mató eran inocentes, incluido un bebé, este acto le convierte en santo. Esto es lo que ocurre cuando se pierde toda vergüenza.

Un verdadero autoexamen espiritual para cada israelí, como el que implica el Yom Kippur, o en cualquier otro momento del año, implicaría necesariamente una rendición de cuentas por las acciones perpetradas contra el pueblo palestino. En el plano nacional, esa rendición de cuentas ni siquiera ha comenzado.

Incluso cuando Israel firmaba acuerdos como los Acuerdos de Oslo, hace ahora exactamente treinta años, no se trataba de asumir responsabilidades ni de pedir perdón: estas cosas ni siquiera estaban sobre la mesa.

Una comisión de la verdad y la reconciliación al modo sudafricano post-apartheid es completamente descabellada en el caso de Israel; no es más que una fantasía, completamente alejada de la realidad. No es difícil imaginar el impacto positivo que podría tener en las relaciones entre Israel y el pueblo palestino el hecho de que Israel asumiera la responsabilidad de sus crímenes.

Un régimen cruel y discriminatorio

Después de más de cien años de sionismo, que para los palestinos ha significado cien años de desposesión, opresión, matanza, destrucción, humillación, pérdida de derechos y pérdida de dignidad, en Israel no hay ni un susurro de pensamiento sobre asumir responsabilidades y tratar de expiar, como los judíos están obligados a hacer por la ley judía en el día sagrado de la expiación cuando se están escribiendo estas líneas.

Por el contrario, al igual que el asesino Ben-Uliel es la víctima a los ojos de los israelíes extremistas, la mayoría de los israelíes se ven a sí mismos como la víctima, y sólo como la víctima, en el contexto de sus relaciones con sus verdaderas víctimas, los palestinos.

Sólo posicionándose falsamente como las víctimas pueden los israelíes hacer frente a su pasado, negándolo y reprimiéndolo como pocas naciones han conseguido negar su pasado junto con su presente. Una nación de inmigrantes tomó el control de una tierra ya habitada durante cientos de años, reprimió a sus habitantes, les privó de sus tierras y posesiones, expulsó a muchos de ellos y oprimió al resto, se hizo con el control de la tierra y estableció un Estado que es, por definición, un Estado en el que existe la supremacía judía.

Este año, Israel también perdió la vergüenza al definir el sionismo como supremacía judía. Mientras Israel se ve arrinconado por un gobierno de extrema derecha, un impresionante movimiento de protesta ha salido a la calle mes tras mes para luchar por la democracia.

Sin embargo, esta sorprendente protesta ignora la cuestión de la supremacía judía inherente a la sociedad, y sólo exige la vuelta al statu quo ante, es decir, democracia para los judíos en el Estado judío que controla una tierra en la que viven dos naciones de igual tamaño.

Una nación vive bajo un régimen democrático que actualmente está en peligro, y la otra nación vive bajo una de las peores dictaduras militares del mundo. Pocas naciones en el mundo viven bajo un régimen tan cruel, depredador y discriminatorio. Sin embargo, esto es ignorado por el movimiento de protesta democrática tan admirado por casi todo el mundo.

Una nación entera en actitud de negación

Llevamos más de cien años privando a los palestinos de sus tierras, sus propiedades, su modo de vida, su cultura y su dignidad. Aunque los métodos operativos han cambiado a lo largo de los años, la intención permanece constante. El objetivo era y sigue siendo intentar que se quede aquí el menor número posible de palestinos, si es que se queda alguno.

Este es el verdadero significado de un Estado «judío y democrático». Es la única manera de resolver la contradicción entre judaísmo y democracia en la realidad de un Estado binacional. En 1948, Israel expulsó a cientos de miles de personas, e incluso si algunas de ellas básicamente huyeron aterrorizadas, en cualquier caso, nunca se les dio la oportunidad de regresar. Israel impuso entonces un régimen militar a los palestinos restantes que residían dentro de su dominio, denominándolos «árabes israelíes«.

Pocos meses después de que el régimen militar dentro de Israel llegara a su fin, en 1966, fue sustituido por una ocupación militar de los territorios palestinos que ha continuado desde entonces. Casi siete millones de palestinos viven bajo control israelí de diversas formas, en Israel, Cisjordania y Gaza.

Condiciones de privación en todos los ámbitos de la vida para los ciudadanos palestinos del Estado; tiranía militar para los súbditos palestinos apátridas de Cisjordania y Jerusalén Este; y condiciones carcelarias para los palestinos de la Franja de Gaza, la mayor jaula del mundo para seres humanos.

La brutalidad es el único medio de preservar todo eso. No hay forma no violenta de preservar una realidad tan atroz.

El régimen militar emplea a diario una violencia cruel. Se perpetran crímenes de guerra cada hora en cooperación con las milicias armadas de colonos. Y los israelíes contemplan todo esto con negación y represión. Se mienten a sí mismos y permanecen complacientes o morbosamente indiferentes. La mayoría no conoce y, sobre todo, no quiere conocer la realidad, mientras que la mayoría de los medios de comunicación israelíes hacen su parte al no molestar a los israelíes con un retrato real de la inmoralidad reinante que se niegan a ver.

Así es como hemos llegado a este estado de cosas, en el que toda una nación vive en la negación. Así es como hemos acabado donde estamos ahora, para que cuando se acerque el día de la expiación, nadie piense en pedir perdón a la mayor víctima de Israel.

Foto de portada: Un familiar del palestino Yusef Radwan, asesinado por las fuerzas israelíes durante una protesta en la valla fronteriza entre Israel y Gaza, llora su muerte durante su funeral en Jan Yunis, en el sur de la Franja de Gaza, el 20 de septiembre de 2023 (Reuters).

Voces del Mundo

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