«Animales humanos»: El sórdido lenguaje detrás del genocidio de Israel en Gaza

Ramzy Baroud, Common Dreams, 26 octubre 2023

Traducido del inglés por Sinfo Fernández


Ramzy Baroud es periodista y director de The Palestine Chronicle. Es autor de cinco libros; el último de ellos es «These Chains Will Be Broken: Palestinian Stories of Struggle and Defiance in Israeli Prisons» (Clarity Press, Atlanta). El Dr. Baroud es investigador principal no residente en el Centro para el Islam y los Asuntos Mundiales (CIGA) de la Universidad Zaim de Estambul (IZU). Su sitio web es www.ramzybaroud.net

«Los tutsis sois como cucarachas. Os mataremos».

Los árabes son como «cucarachas drogadas dentro de una botella».

La primera cita era una línea repetida con frecuencia por la Radio Télévision Libre des Mille Collines, una emisora de radio ruandesa, a la que se culpa en gran medida de incitar al odio contra el pueblo tutsi.

La segunda la pronunció el ex jefe del Estado Mayor del ejército israelí, el general Rafael Eitan, en 1983, ante una comisión del parlamento israelí.

La emisora de radio ruandesa llena de odio sólo estuvo un año funcionando (1993-94), pero el resultado de su incitación fue uno de los episodios más trágicos y tristes de la historia moderna de la humanidad: el genocidio de los tutsis.

Compárese «Radio Genocidio» con la masiva propaganda israelí-estadounidense-occidental, que deshumaniza a los palestinos casi con un lenguaje idéntico al utilizado por los medios de comunicación hutus.

Muchos parecen olvidar que, mucho antes de la guerra de Gaza del 7 de octubre, e incluso mucho antes de la creación del propio Israel en 1948, el discurso sionista-israelí siempre ha sido el del racismo, la deshumanización, la eliminación y, en ocasiones, el genocidio descarado.

Si se elige al azar cualquier periodo de la historia israelí para examinar el discurso político que emana de las autoridades, las instituciones e incluso los intelectuales israelíes, se llega a la misma conclusión: Israel siempre ha construido una narrativa de incitación y odio, argumentando así constantemente a favor del genocidio de los palestinos.

Sólo recientemente, esta intención genocida se está haciendo evidente para muchas personas.

«Existe… un riesgo de genocidio contra el pueblo palestino», afirmaron los expertos de la ONU en una declaración el 19 de octubre. Pero este «riesgo de genocidio» no nace de acontecimientos recientes.

En efecto, las acciones políticas o militares efectivas en cualquier parte del mundo difícilmente tienen lugar sin un edificio de texto y lenguaje que facilite, racionalice y justifique esas acciones. La percepción que Israel tiene de los palestinos ilustra perfectamente esta afirmación.

Antes de la creación de Israel, los sionistas negaban la existencia misma de los palestinos. Muchos lo siguen haciendo.

En este caso, es lógico llegar a la conclusión de que Israel, en su propia mente colectiva, no puede ser moralmente culpable de matar a quienes nunca han existido.

Incluso cuando los palestinos aparecen en el discurso político israelí, se convierten en «animales sedientos de sangre«, «terroristas» o «cucarachas drogadas en una botella».

Sería demasiado cómodo etiquetar esto como simplemente «racista». Aunque el racismo está en juego aquí, este sentido de supremacía racial no existe simplemente para mantener un orden sociopolítico, en el que los israelíes son amos y los palestinos siervos. Es mucho más complejo.

Tan pronto como los combatientes palestinos de Gaza cruzaron la frontera sur de Israel, matando a cientos de personas, ni un solo político, analista o intelectual israelí pareció interesado en el contexto de este audaz acto.

El lenguaje posterior al 7 de octubre utilizado por los israelíes, pero también por muchos estadounidenses, creó la atmósfera necesaria para la salvaje respuesta israelí que siguió.

Al parecer, el número de palestinos muertos en los ocho primeros días de la guerra israelí contra Gaza ha superado el número de víctimas mortales que se produjeron durante la guerra israelí más larga y destructiva contra la Franja, apodada «Marco Protector», en 2014.

Según The Defense for Children International-Palestine, cada 15 minutos muere un niño palestino y, según el Ministerio de Sanidad palestino, más del 70% de todas las víctimas de Gaza son mujeres y niños.

Para Israel, ninguno de estos hechos importa. En la mente del presidente israelí Isaac Herzog, a menudo percibido como un «moderado», la «retórica sobre que los civiles no están implicados es absolutamente falsa». Son objetivos legítimos, simplemente porque «podrían haberse sublevado, podrían haber luchado contra ese régimen malvado», dijo en referencia a Hamás.

Por lo tanto, «es toda una nación la responsable», según Herzog, que prometió venganza.

Ariel Kallner, miembro del partido Likud del primer ministro Benjamin Netanyahu, explicó el objetivo de Israel tras la guerra de Gaza. «Ahora mismo, el objetivo es: ¡Nakba! Una Nakba que eclipse a la de 1948″, dijo.

El mismo sentimiento transmitió el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, el hombre responsable de traducir la declaración de guerra de Israel en un plan de acción: «Estamos luchando contra animales humanos y actuaremos en consecuencia», dijo el 9 de octubre. «En consecuencia» significaba aquí que «no habrá electricidad, ni alimentos, ni combustible. Todo está cerrado». Y, desde luego, la muerte de miles de civiles.

Dado que las máximas autoridades políticas de Israel ya han declarado que todos los palestinos son colectivamente responsables de los sucesos del 7 de octubre, esto significa que todos los palestinos son, según la valoración de Gallant, «animales humanos», que no merecen piedad.

Como era de esperar, los partidarios de Israel en Estados Unidos y otros países occidentales se unieron al coro, utilizando también el lenguaje más violento y deshumanizador, cimentando así el discurso político israelí dominante entre la gente de a pie.

La aspirante a la presidencia de Estados Unidos Nikki Haley declaró a Fox News el 10 de octubre que el ataque de Hamás no era sólo contra Israel sino que «es un ataque contra Estados Unidos». Fue entonces cuando hizo su siniestra declaración, mientras miraba directamente a la cámara: «Netanyahu, acaba con ellos, acaba con ellos… ¡acaba con ellos!».

Aunque el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y su secretario de Estado, Antony Blinken, no utilizaron exactamente las mismas palabras, ambos hicieron comparaciones entre los sucesos del 7 de octubre y los atentados terroristas del 11 de septiembre. El significado detrás de esto no requiere ninguna elaboración.

Por su parte, el senador estadounidense Lindsey Graham movilizó a los partidarios conservadores y religiosos estadounidenses, declarando el 11 de octubre, también en Fox News: «Estamos en una guerra religiosa… Hagan lo que tengan que hacer… Arrasen el lugar».

Se pronunció -y se sigue pronunciando- un lenguaje mucho más siniestro. El resultado se transmite a todas horas. Israel está «acabando» con la población civil de Gaza, está «arrasando» miles de hogares, mezquitas, hospitales, iglesias y escuelas. De hecho, está produciendo otro doloroso episodio de la Nakba.

Desde el «los palestinos no existían» de Golda Meir (1969) al «los palestinos son bestias que caminan sobre dos piernas» de Menachem Begin (1982), al «los palestinos son como animales, no son humanos» de Eli Ben Dahan (2013), pasando por otras numerosas referencias racistas y deshumanizadoras, el discurso sionista permanece inalterado.

Ahora, todo está encajando, el lenguaje y la acción están perfectamente alineados. Tal vez sea hora de empezar a prestar atención a cómo el lenguaje genocida de Israel se traduce en un genocidio real sobre el terreno. Lamentablemente, para miles de civiles palestinos, esta toma de conciencia llega demasiado tarde.

Foto de portada: El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, que calificó a los palestinos de «animales humanos», uno al lado del otro.  ( Amos Ben-Gershom /Handout/Anadolu Agency via Getty Images).

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