Cartografía de los impactos y conflictos provocados por los elementos de tierras raras

Mariana Walter, Claudia Custodio, Volahery Andriamanantenasoa, John Feffer, Foreign Policy in Focus, 28 noviembre 2023

Traducido del inglés por Sinfo Fernández


Mariana Walter es ecóloga política y economista ecológica y miembro del equipo de Dirección y Coordinación del EJAtlas. Claudia Custodio presta apoyo a la comunicación y gestión de proyectos del Observatorio de la Deuda para la Globalización (ODG). Volahery Andriamanantenasoa es directora de programas del CRAAD-OI. John Feffer es el director de Foreign Policy In Focus en el Institute for Policy Studies. Como parte de la Red Global de Elementos de las Tierras Raras, en 2023 el ODG, el Atlas de Justicia Medioambiental, el Institute for Policy Studies y el CRAAD-OI lideraron una iniciativa de colaboración con organizaciones de base e investigadores de más de 20 países para documentar los conflictos socioambientales relacionados con la cadena de suministro de los ETR.

Los elementos de tierras raras (ETR) son un grupo de 17 elementos químicos considerados fundamentales para la digitalización y la transición energética. Aunque se denominan «raros», en realidad no lo son en la corteza terrestre y pueden encontrarse en muchos lugares. Los ETR tienen propiedades magnéticas, ópticas y electrónicas únicas que los hacen cruciales (y difíciles de sustituir) para muchos usos como turbinas eólicas, paneles solares, vehículos eléctricos, pantallas LED y LCD, discos duros, cables de fibra óptica, catalizadores, aleaciones de acero, tecnologías del hidrógeno y todo tipo de motores eléctricos para coches, juguetes o drones. Sin embargo, los ETR no sólo son estratégicos para las baterías eólicas, solares o eléctricas, sino también para la ingeniería de defensa y aeroespacial: para fabricar aviones, misiles, satélites y sistemas de comunicaciones. De hecho, la propuesta de la Comisión Europea para la Ley de Materias Primas Críticas de la UE, publicada en la primavera de 2023, menciona la necesidad estratégica de estos materiales para la transición ecológica y digital, así como para la defensa y la industria aeroespacial.

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) sugiere que, para cumplir los objetivos de Emisiones Netas Cero, la extracción de ETR tendría que multiplicarse por diez de aquí a 2030. De hecho, ya ha aumentado más de un 85% entre 2017 y 2020, impulsada principalmente por la demanda de imanes permanentes para la tecnología eólica y los vehículos eléctricos.

Según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés), en 2022 China fue responsable del 70% (210.000 toneladas métricas) de la producción mundial de ETR, seguida de Estados Unidos (14,3%), Australia (6%), Myanmar (4%), Tailandia (2,4%), Vietnam (1,4%), India (0,96%), Rusia (0,86%), Madagascar (0,32%) y Brasil, entre otros. Las reservas de ETR están documentadas en más de 34 países. Después de China (44 millones de toneladas), las segundas mayores reservas se encuentran en Vietnam (22 millones de toneladas), seguido de Rusia y Brasil (21 millones de toneladas cada uno). En cuanto al procesamiento, el 87% tiene lugar en China, mientras que el 12% se realiza en Malasia (por Lynas Rare Earths, una empresa australiana) y el 1% en Estonia (AIEA 2022).

Los ETR comprenden los 15 elementos del grupo de los lantánidos de la tabla periódica (lantano, cerio, praseodimio, neodimio, prometio, samario, europio, gadolinio, terbio, disprosio, holmio, erbio, tulio, iterbio y lutecio). También incluyen el itrio y el escandio por sus propiedades físicas y químicas similares.

Las presiones para extraer y procesar ETR se están acelerando a nivel mundial. Sin embargo, la extracción de ETR se ha relacionado con mayores impactos ambientales que otros minerales y metales. Los ETR suelen estar presentes en concentraciones muy bajas y combinadas; esto significa que su extracción y separación son caras, requieren grandes cantidades de energía y agua y generan grandes cantidades de residuos. Además, suelen estar mezclados con distintos elementos radiactivos y peligrosos como el uranio, el torio, el arsénico y otros metales pesados, que suponen elevados riesgos de contaminación para la salud y el medio ambiente. Los métodos de extracción incluyen la minería a cielo abierto (que generalmente implica un uso intenso de agua), la minería subterránea y la lixiviación in situ (Haque et al., 2014).

Aunque hay grandes expectativas en relación con el reciclaje de ETR, éste sigue siendo una fuente marginal (menos del 1%). El reciclado de los ETR tropieza con numerosos obstáculos, como la baja concentración de los productos finales y la dificultad inherente a la separación de los distintos ETR entre sí. Además, el reciclaje dista mucho de ser una industria limpia, ya que requiere grandes cantidades de energía y genera residuos peligrosos.

El mapa de impactos y conflictos de las tierras raras

Los casos de resistencia socioambiental a la extracción, el procesamiento y el reciclaje de ETR documentados en el mapa señalan tendencias preocupantes en relación con los impactos y abusos ambientales, sociales y de derechos humanos históricos y actuales que tienen lugar a lo largo de las cadenas de suministro de ETR.

Comunidades de todo el mundo denuncian las graves repercusiones que la extracción, el procesamiento y el reciclaje de ETR tienen en el agua, el suelo, el aire y la salud de las comunidades. Dado que los ETR suelen estar presentes en concentraciones muy bajas y en combinación con elementos radiactivos y metales pesados, la minería y el procesamiento de ETR son muy arriesgados tanto desde el punto de vista medioambiental como social. El malestar social también se genera por la falta de transparencia y participación en los procedimientos de toma de decisiones y controles, incluido el desprecio por los derechos indígenas. Muchos de los casos documentados implican flagrantes abusos de los derechos humanos, con diferentes formas de violencia (represión, persecución legal, criminalización, violencia física) ejercida contra las comunidades locales, los defensores del medio ambiente y de los derechos humanos, así como contra las organizaciones de la sociedad civil.

Myanmar

Myanmar es uno de los principales exportadores de ETR a China. En la última década se ha producido un aumento significativo de la minería ilegal de ETR en el estado de Kachin, en la frontera entre China y Myanmar. Esta minería ilícita se ha llevado a cabo en colaboración con grupos armados, lo que ha dado lugar a violaciones de los derechos humanos y ha causado graves daños a los ecosistemas locales y a los medios de subsistencia de los habitantes de la región. Esta zona, antes famosa por sus bosques vírgenes, su rica biodiversidad y sus cursos de agua limpios, se está transformando en un paisaje marcado por la deforestación y la presencia de charcos tóxicos de color turquesa generados por la minería de tierras raras y agentes nocivos de lixiviación. Las actividades mineras están contaminando los arroyos, provocando la huida de los animales salvajes de la zona, afectando a los medios de subsistencia locales y causando múltiples problemas de salud entre las comunidades locales. Los informes señalan que cuando los líderes de las aldeas han intentado presentar quejas sobre el impacto de la minería de tierras raras en sus tierras y medios de vida, se han encontrado con amenazas e intimidación por parte de las milicias. En algunos casos, los aldeanos han sido golpeados o encarcelados por denunciar.

Madagascar

Las comunidades y organizaciones se están movilizando contra la extracción de tierras raras en la península de Ampasindava, al noroeste de Madagascar. Esta zona alberga los últimos bosques que quedan en el norte de Madagascar, reconocidos como un punto caliente de biodiversidad mundial y hogar de especies en peligro y vulnerables incluidas en la lista de la IUCN. El bienestar de las poblaciones de la península depende en gran medida del mantenimiento de estos ecosistemas, que les proporcionan numerosos productos (alimentos, energía, materiales de construcción, farmacopea y fuentes de ingresos) y servicios ecosistémicos (agua, protección contra ciclones, microclima, fertilidad del suelo). Desde 2016, las comunidades locales se oponen al proyecto minero por considerar que vulnerará muchos de sus derechos humanos. Esto incluye sus derechos sobre la tierra y sus medios de subsistencia, ya que la mayoría vive principalmente de la pesca y la agricultura, en particular de cultivos de exportación de alto valor añadido como la vainilla, el cacao y el café, que se pondrían en peligro. Desde el inicio del proyecto malgache de Tantalus Rare Earths -que fue adquirido por Reenova y luego por HARENA Resources Pty Ltd en 2023-, las comunidades locales se han visto afectadas y han denunciado el carácter irregular de los permisos mineros, la negligencia en los trabajos de rehabilitación de los pozos de prueba, la falta de participación local y de consentimiento libre, previo e informado, así como el desprecio por los impactos sociales, sobre los derechos humanos y medioambientales que se derivarían de este proyecto.

Suecia

Se ha descubierto un yacimiento de ETR cerca de Jonköping, junto al lago Vättern (Suecia). Leading Edge Minerals, la empresa canadiense a la cabeza, afirma que el yacimiento será importante para todo el mundo y que los minerales se utilizarán sobre todo para tecnología verde. En 2009 se les otorgó una concesión. Sin embargo, el Tribunal Supremo Administrativo de Suecia anuló posteriormente la concesión porque Leading Edge Materials no había presentado una evaluación de impacto ambiental. Norra Kärr está situado cerca de una zona «Natura 2000» protegida por la legislación de la UE y cerca del lago Vättern que, a partir de 2020, abastecerá de agua dulce a 250.000 personas en Suecia. El grupo local Aktion Rädda Vättern («Acción para proteger Vättern») sigue de cerca los movimientos de las empresas. El proyecto sigue debatiéndose. Hay una propuesta para eliminar los requisitos de permiso para las concesiones mineras cerca de zonas Natura 2000.

Australia – Malasia

La empresa australiana Lynas Rare Earth Limited (Lynas) extrae minerales de tierras raras de su remota mina semiárida de Mt Weld, en Australia occidental. Los ETR se concentran y enriquecen en la mina en un concentrado de lantánidos (LC), que se transporta al Estado de Pahang, en Malasia. A continuación, el LC se procesa químicamente en la Planta de Materiales Avanzados de Lynas (LAMP, por sus siglas en inglés), situada en el polígono industrial de Gebeng, en una turbera tropical. Desde 2011, las comunidades del distrito de Kuantan han luchado contra la contaminación y los métodos inseguros de gestión y eliminación de residuos radiactivos de Lynas. Las acciones de estas comunidades han obtenido el reconocimiento y el apoyo de algunas organizaciones internacionales debido al enorme legado tóxico radiactivo de radionucleidos de larga vida como el uranio y el torio, metales pesados tóxicos (incluidos minerales residuales de tierras raras) y productos químicos. Aunque Lynas prometió retirar sus residuos radiactivos para obtener una licencia de explotación del Gobierno de Malasia, desde entonces ha incumplido ese compromiso legal construyendo una instalación de eliminación «permanente» sobre el suelo, científicamente insegura, en el pantano de turba próximo al LAMP. En Australia occidental, el mismo tipo de residuos tiene que eliminarse en vertederos subterráneos diseñados para estar aislados de la biosfera durante al menos 1.000 años y bajo control reglamentario durante al menos 10.000 años. Hasta la fecha, Lynas ha acumulado más de 1,5 millones de toneladas de residuos radiactivos en un pantano de turba húmedo y de baja altitud en Malasia, cerca de urbanizaciones y centros turísticos costeros. La campaña «Stop Lynas», impulsada por la comunidad, denuncia el lavado verde de la empresa y la falta de aplicación de la ley por parte del gobierno, los riesgos que suponen los residuos radiactivos y la contaminación peligrosa, el impacto en la disponibilidad de agua, los riesgos de cáncer a largo plazo para la comunidad y los daños a los medios de vida y ecosistemas locales.

Bayan Obo, China

Bayan Obo es una ciudad minera industrial que ha extraído y procesado ETR, así como hierro y niobio (entre otros materiales) en Mongolia Interior, China, desde la década de 1960. Es el mayor yacimiento de minerales ETR del mundo. En 2019 produjo el 45% de los ETR del mundo. Décadas de operaciones han provocado la contaminación masiva del suelo y el agua locales con metales pesados, flúor y arsénico, que han estado envenenando gravemente a los habitantes y ecosistemas locales. Las actividades mineras industriales a largo plazo han producido enormes cantidades de residuos que contienen elementos de tierras raras, así como elementos químicos tóxicos, metales pesados y elementos radiactivos. Esta contaminación afecta a la cuenca del río Amarillo, de la que dependen cerca de 200 millones de personas para el agua potable, el riego, la pesca y la industria. Bayan Obo es un recordatorio mundial de los enormes peligros, los riesgos de contaminación radiactiva y las consecuencias para la salud que conllevan la extracción y el procesamiento de ETR.

¿Qué repercusiones hemos observado?

Violencia, criminalización y abusos de los derechos humanos

Las prácticas comunes documentadas en el mapa incluyen la falta de reconocimiento de los derechos de las comunidades, sus medios de vida y sus visiones del mundo (por ejemplo, en Madagascar, Brasil, India, Suecia y Finlandia), así como otras formas de violencia, como amenazas directas, intimidación y falsas acusaciones contra los defensores del medio ambiente (por ejemplo, en Myanmar, India y China). La minería de ETR avanza en Myanmar en el contexto de una dictadura, con frecuentes ejemplos de persecución y violencia contra las comunidades.

Impacto medioambiental y sanitario

Los ETR suelen encontrarse en bajas concentraciones. Por ello, es necesario procesar enormes cantidades de mineral para obtener pequeñas cantidades, lo que genera grandes pilas de residuos. Además, los ETR suelen estar combinados, lo que significa que se necesitan grandes cantidades de energía y materiales para separarlos. Por último, en muchos casos los ETR coinciden con elementos radiactivos y peligrosos. Por consiguiente, la extracción, el procesamiento, la separación y el refinado son fuentes potenciales de residuos peligrosos y contaminantes para el agua, el suelo, el aire y los cuerpos humanos.

En Bayan Obo (China) funciona desde hace décadas el mayor yacimiento de extracción y procesamiento de ETR de la Tierra, lo que ha provocado una devastadora contaminación de las aguas superficiales y subterráneas, el suelo y el aire, afectando gravemente a la salud de los ecosistemas y las comunidades locales. Del mismo modo, la contaminación ambiental (y la competencia china) provocaron el cierre de las operaciones de ETR en la mina de Mountain Pass (EE. UU.) en la década de 2000; no obstante, esta operación se ha reactivado recientemente para garantizar el suministro de ETR de EE. UU. Los ETR también se extraen como materiales secundarios de minas antiguas y ya conflictivas desde el punto de vista social y medioambiental, como en Brasil (mina de niobio en Araxá, Brasil) o en Madagascar (mina de óxido de titanio en Mandena).

Desde 2011, las comunidades del distrito de Kuantan, en Malasia, han luchado contra la operación de procesamiento de ETR de Lynas y su contaminación asociada, la gestión insegura de los residuos radiactivos y los métodos de eliminación. Las comunidades de Kachin, en Myanmar, protestan contra las explotaciones mineras ilegales de ETR que han contaminado sus territorios y sus medios de vida. Además, los centros de reciclaje de residuos electrónicos como el de Guiyu (Guangdong, China) se han asociado a la contaminación por metales pesados del suelo, el agua e incluso la sangre humana.

Impactos en el agua

La minería y el tratamiento de metales no son las únicas actividades que consumen mucha agua y pueden poner en peligro el abastecimiento de agua de las comunidades. Las actividades relacionadas con los ETR son también una fuente de contaminantes peligrosos y radiactivos que han dejado legados de contaminación en antiguas (Bayan Obo en China, Mountain Pass en EE. UU.) y nuevas explotaciones (Malasia, Myanmar). El acceso al agua y su calidad figuran entre las principales preocupaciones que movilizan a las comunidades locales. Es el caso de Norra Kärr (Suecia), donde el proyecto minero está cerca del lago Vättern. Se utiliza ácido sulfúrico para separar los minerales de tierras raras de otros minerales. Los residuos se almacenan en balsas de residuos. A los grupos ecologistas les preocupa que tanto los ácidos como los minerales (que pueden incluir uranio y torio) se filtren al entorno y, en concreto, al lago Vättern, lo que podría contaminar el agua potable de cientos de miles de personas.

Impactos en ecosistemas frágiles y (des)protegidos

Muchos de los proyectos de extracción de ETR propuestos se desarrollan en zonas protegidas reconocidas o en puntos calientes de biodiversidad: en Asia (Myanmar, Vietnam, India), África (Madagascar, Kenia, Malawi), América Latina (Brasil, Chile) o incluso en Europa (Groenlandia, Suecia). La extracción de ETR también está relacionada con la destrucción de zonas costeras y ecosistemas en la India (extracción intensiva de arena), y con posibles impactos en los océanos. Hay proyectos de minería de aguas profundas en Nueva Zelanda y Noruega (entre otros) que están actualmente en suspenso ante los inciertos y graves riesgos medioambientales y biológicos que entraña esta nueva frontera minera.

Impactos sobre los medios de vida tradicionales, los conocimientos tradicionales y el patrimonio cultural/lugares sagrados

Muchas de las minas actuales y propuestas operan en territorios indígenas de todo el mundo, poniendo en peligro lugares sagrados, así como otras zonas de importancia cultural donde las comunidades cazan y recolectan medicinas tradicionales. Es el caso de Madagascar, Malasia, Chile y Finlandia, entre muchos otros.

Falta de información y de consulta pública

En los casos documentados, las empresas proporcionaron poca o ninguna información sobre sus proyectos, impidieron la participación significativa de la comunidad y, en el caso de las comunidades indígenas, violaron sus derechos al consentimiento libre, previo e informado. La mayoría de los casos documentados en el mapa están relacionados con quejas de las comunidades locales por falta de transparencia y escasos espacios de participación. Se pueden encontrar ejemplos en Chile, España, Suecia, Madagascar, India, Kenia, Malawi…

Poder corporativo

Los proyectos de ETR están controlados por empresas con sede principalmente en China, EE. UU., Canadá y Australia (véase Liu et al., 2023). En la actualidad, una megaempresa -China Rare-Earths Group- controla el 70% de la producción de ETR del país (SCRREEN). En los casos analizados, encontramos una mezcla de empresas nacionales (a veces estatales) y extranjeras que llevan a cabo operaciones relacionadas con los ETR. Las principales empresas que extraen ETR a escala mundial son Lynas Corporation, Iluka, Alkane Resources (las tres con sede en Australia), Shenghe Resources (con sede en China) y Molycorp (con sede en Estados Unidos). De ellas, la minera australiana Lynas Rare Earths Ltd. (LYC.AX) es la principal interesada. (LYC.AX) participa en un procesador de tierras raras en Malasia, el mayor fuera de China. En 2022, la empresa firmó un acuerdo con el Departamento de Defensa de EE. UU. para construir una instalación de separación de tierras raras en Texas, que se espera que esté operativa en 2025.

La geopolítica de los ETR

Como la demanda de ETR está aumentando rápidamente, hay una búsqueda global para asegurar el acceso y el control. El dominio chino del mercado (70% de extracción y 85% de procesamiento) ha suscitado temores en Estados Unidos y la Unión Europea. En el contexto de las crecientes tensiones entre China y Occidente, esta «guerra fría de los minerales» ha transformado la geopolítica de las materias primas críticas, incluidos los elementos de tierras raras.

En los últimos años, por ejemplo, Estados Unidos ha intentado «asegurar la cadena de suministro» diversificando sus fuentes de elementos de tierras raras. Esto se ha traducido en una mayor explotación minera nacional (reactivación del yacimiento de Mountain Pass, en California, y procesamiento del mineral in situ en lugar de enviarlo a China), así como en la exploración de nuevos yacimientos en lugares como Bear Lodge, en Wyoming. La Unión Europea también está fomentando el desarrollo de proyectos de extracción de ETR en la región, como sucede en Suecia, Finlandia, España y Serbia. China está asegurando su suministro de ETR mediante el desarrollo de proyectos de extracción en Asia, África y América Latina.

Entre otras políticas, la Ley de Reducción de la Inflación estadounidense exige a los fabricantes de coches eléctricos que al menos el 40% del contenido mineral de sus baterías proceda de Estados Unidos o de países aliados (léase: no de China). Ese porcentaje aumentará hasta el 80% en 2027. Washington no sólo está luchando por asegurar sus propios minerales críticos, sino que también está obligando a sus aliados a reducir el comercio con China y a competir por los minerales en otras partes del mundo. Del mismo modo, la Comisión de la UE presentó la Ley de Materias Primas Críticas (2023), que establecía ambiciosos objetivos para 2030: alcanzar el 10% de la extracción de minerales críticos, el 40% de la transformación en países europeos y que un máximo del 65% de las materias primas estratégicas consumidas en la UE en cualquier fase relevante de la transformación proceda de un único tercer país.

En este contexto, en el verano de 2023 Pekín impuso controles a la exportación de galio y germanio, componentes críticos de las células solares, la fibra óptica y los microchips utilizados en los vehículos eléctricos, la informática cuántica y las telecomunicaciones. En agosto, las exportaciones chinas de estos minerales cayeron de casi 9 toneladas métricas a cero.

Al mismo tiempo, otros países industrializados han emprendido esfuerzos para garantizar su propio acceso a las materias primas, incluidos los ETR. Estos esfuerzos por «asegurar la cadena de suministro» se presentan como una oportunidad para que los países del Sur Global aumenten sus ingresos e incluso ganen influencia desarrollando un mayor procesamiento y fabricación, así como exigiendo mayores derechos de propiedad intelectual en futuros acuerdos. Sin embargo, los impactos y conflictos en torno a la expansión de las cadenas de suministro de ETR apuntan a la exacerbación y creación de nuevas «zonas de sacrificio» en las que se destruyen comunidades y ecosistemas en torno a los lugares de extracción o procesamiento de minerales. Este reto se aplica también a las regiones ricas en minerales del Norte Global. La nueva geopolítica de los elementos de tierras raras no sólo enfrenta a Occidente con China, sino que abre un debate urgente sobre la insostenibilidad social y medioambiental y las injusticias de los actuales escenarios de transición energética.

Cuestiones políticas urgentes

El mapa documenta cómo las cadenas de suministro de ETR se están expandiendo rápidamente con un gran coste medioambiental y social. Mientras que la cuestión central para las economías industrializadas ha seguido siendo cómo asegurar urgentemente las fuentes que puedan satisfacer una demanda en auge de materiales críticos para una transición ecológica y digital, el Mapa de Impactos y Conflictos de los ETR pone de relieve la distribución cada vez más insostenible e injusta de las cargas medioambientales, sociales y sanitarias sobre las comunidades a lo largo de las cadenas de suministro mundiales de ETR. Algunas cuestiones deben abordarse con urgencia, como, por ejemplo:

  • ¿Cómo podemos concebir procesos de transición energética y digitalización ambientalmente justos y sostenibles que no exacerben prácticas injustas e insostenibles ni violen los derechos humanos?
  • ¿Cómo podemos cuestionar y replantear los escenarios de demanda energética (energía para qué, para quién, a qué coste) y establecer límites claros?
  • ¿Cómo podemos replantearnos el diseño industrial (prolongando la vida útil de los productos, aumentando el reciclaje y disminuyendo los residuos electrónicos, la generación de residuos y el uso de energía)?
  • ¿Cómo podemos desarrollar políticas de transición energética que no dejen de lado los derechos medioambientales, sociales o de participación en nombre de la urgencia climática (por ejemplo, buscando soluciones más allá de los parches tecnológicos)?
  • ¿Cómo garantizar que esta transición tenga en cuenta los límites biofísicos?

Fuente ilustración de portada: Shutterstock.

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