«Llegaremos hasta vosotros en un torrente turbulento»: La historia no contada de los atentados del 7 de octubre

Ramzy Baroud, CounterPunch.com, 29 diciembre 2023

Traducido del inglés por Sinfo Fernández


Ramzy Baroud es periodista y director de The Palestine Chronicle. Es autor de cinco libros; el último de ellos es «These Chains Will Be Broken: Palestinian Stories of Struggle and Defiance in Israeli Prisons» (Clarity Press, Atlanta). El Dr. Baroud es investigador principal no residente en el Centro para el Islam y los Asuntos Mundiales (CIGA) de la Universidad Zaim de Estambul (IZU). Su sitio web es www.ramzybaroud.net

Pocos esperaban que combatientes palestinos se lanzaran en paracaídas sobre el sur de Israel el 7 de octubre; que en lugar de capturar a un solo soldado israelí -como ocurrió en 2006-, cientos de israelíes, entre ellos muchos soldados y civiles, se encontraran cautivos en la asediada Gaza.

La razón de esta «sorpresa», sin embargo, es la misma por la que Israel sigue tambaleándose bajo el shock colectivo, que es la tendencia a prestar mucha atención a los discursos políticos y a los análisis de inteligencia de Israel y sus partidarios, mientras se descuida en gran medida el discurso palestino.

Para comprenderlo mejor, volvamos al principio.

La chispa

Entramos en 2023 con algunos datos deprimentes y oscuras predicciones sobre lo que esperaba a los palestinos en el nuevo año.

Justo antes de que comenzara el año, el enviado de Naciones Unidas para Oriente Medio, Tor Wennesland, dijo que 2022 había sido el año más violento desde 2005. «Demasiadas personas, en su inmensa mayoría palestinas, han resultado muertas y heridas», declaró Wennesland ante el Consejo de Seguridad de la ONU.

Esta cifra –171 muertos y cientos de heridos sólo en Cisjordania- no recibió mucha cobertura en los medios de comunicación occidentales. Sin embargo, el creciente número de víctimas palestinas quedó registrado entre los palestinos y sus movimientos de resistencia.

Mientras crecían la ira y los llamamientos a la venganza entre los palestinos de a pie, sus dirigentes seguían desempeñando su mismo papel tradicional: apaciguar los llamamientos palestinos a la resistencia, al tiempo que continuaban con su «coordinación de seguridad» con Israel.

El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, de 88 años, siguió repitiendo el viejo lenguaje sobre la solución de los dos Estados y el «proceso de paz», mientras reprimía a los palestinos que se atrevían a protestar contra su ineficaz, y corrupto, liderazgo.

Indefensos ante un gobierno israelí de extrema derecha con una agenda abierta para aplastar a los palestinos, ampliar los asentamientos ilegales e impedir la creación de un Estado palestino, los palestinos se vieron obligados a desarrollar sus propias estrategias defensivas.

La Guarida de los Leones -un grupo de resistencia multifaccional que apareció por primera vez en la ciudad de Nablús en agosto de 2022- creció en poder y atractivo. Otros grupos, antiguos y nuevos, aparecieron en escena en todo el norte de Cisjordania con el único objetivo de unir a los palestinos en torno a un programa no faccioso y, en última instancia, producir un nuevo liderazgo palestino en Cisjordania.

Estos acontecimientos hicieron saltar las alarmas en Israel. El ejército de ocupación israelí actuó con rapidez para aplastar la nueva rebelión armada, asaltando ciudades y campos de refugiados palestinos uno tras otro, con la esperanza de convertir esta revolución naciente en otro intento fallido de desafiar el statu quo de la Palestina ocupada.

Las incursiones israelíes más sangrientas se produjeron en Nablús el 23 de febrero, en Jericó el 15 de agosto y, sobre todo, en el campo de refugiados de Yenín.

La invasión israelí de Yenín del 3 de julio recordó, en términos de víctimas y grado de destrucción, a la invasión israelí de ese mismo campo en abril de 2002.

El resultado, sin embargo, no fue el mismo. Entonces, Israel había invadido Yenín, junto con otras ciudades y campos de refugiados palestinos, y había conseguido aplastar la resistencia armada durante años.

En esta ocasión, la invasión israelí no hizo sino encender una rebelión más amplia en los Territorios Palestinos Ocupados, creando un nuevo cisma en la ya deteriorada relación entre los palestinos, por un lado, y Abbas y su AP, por otro.

De hecho, pocos días después de que Israel concluyera su ataque contra el campo, Abbas salió con miles de sus soldados para advertir a los afligidos refugiados de que «la mano que rompa la unidad del pueblo… será cortada de su brazo».

Sin embargo, mientras la rebelión popular seguía cobrando impulso en Cisjordania, los informes de los servicios de inteligencia israelíes empezaron a hablar de un plan compuesto por el jefe adjunto del buró político de Hamás, Saleh Arouri, para desencadenar una Intifada armada.

La solución, según el diario israelí Yedioth Ahronoth, citando fuentes oficiales israelíes, era matar a Arouri.

De hecho, la atención y la contraestrategia de Israel se centraron intensamente en Cisjordania, ya que Hamás, en Gaza en ese momento, desde el punto de vista de Israel, parecía desinteresado en una confrontación total.

Pero ¿por qué llegó Israel a esa conclusión?

Error de cálculo

Varios acontecimientos importantes, del tipo que habrían empujado a Hamás a tomar represalias, han tenido lugar sin que se produjera ninguna respuesta armada seria por parte de la Resistencia en Gaza.

El pasado diciembre, Israel había jurado su gobierno más derechista de la historia. Los ministros de extrema derecha Itamar Ben-Gvir y Bezalel Smotrich llegaron a la escena política con los objetivos declarados de anexionarse Cisjordania, imponer el control  militar sobre la mezquita de Al-Aqsa y otros lugares sagrados musulmanes y  cristianos palestinos y, en el caso de Smotrich, negar la existencia misma del pueblo palestino.

Sus promesas se tradujeron rápidamente en hechos bajo el liderazgo del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. Ben-Gvir quería enviar a sus electores el mensaje de que la toma de la mezquita de Al-Aqsa por Israel era inminente.

En repetidas ocasiones asaltó u ordenó asaltos a Al-Aqsa con una frecuencia sin precedentes. La más violenta y humillante de estas incursiones se produjo el 4 de abril, cuando soldados golpearon a los fieles que rezaban en el interior de la mezquita durante el mes sagrado del Ramadán.

Los grupos de resistencia de Gaza amenazaron con represalias. De hecho, se dispararon varios cohetes desde Gaza hacia Israel, que sirvieron simplemente como recordatorio simbólico de que los palestinos están unidos, independientemente de dónde se encuentren en el mapa geográfico de la Palestina histórica.

Sin embargo, Israel ignoró el mensaje y utilizó las amenazas palestinas de represalias y los ocasionales «ataques de lobos solitarios» –como el de Muhannad al-Mazaraa en el asentamiento ilegal de Maale Adumim- como capital político para encender el fervor religioso de la sociedad israelí.

Ni siquiera la muerte del preso político palestino Khader Adnan, el 2 de mayo, parece haber modificado la postura de Hamás. Algunos incluso sugirieron que existía una ruptura entre Hamás y la Yihad Islámica Palestina (YIP) tras la muerte de Adnan como consecuencia de una huelga de hambre en la prisión de Ramleh.

Ese mismo día, la YIP lanzó cohetes contra Israel, ya que Adnan era uno de sus miembros más destacados. Israel respondió atacando cientos de objetivos dentro de Gaza, en su mayoría viviendas civiles e infraestructuras, lo que causó la muerte de 33 palestinos y heridas a 147 más.

El 13 de mayo se declaró una tregua, de nuevo sin participación directa de Hamás, lo que tranquilizó aún más a Israel al considerar que su sangriento ataque contra la Franja había logrado algo más que un objetivo militar -a menudo denominado «segar la hierba»-, sino también político.

Sin embargo, la estimación estratégica de Israel resultó equivocada, como atestiguan los ataques bien coordinados de Hamás del 7 de octubre en el sur de Israel, dirigidos contra numerosas bases militares, asentamientos y otras posiciones estratégicas.

Pero ¿estaba Hamás siendo engañosa? ¿Ocultando sus verdaderos objetivos estratégicos en previsión de ese gran acontecimiento?

“Torrente turbulento”

Un rápido examen de las recientes declaraciones y del discurso político de Hamás demuestran que el grupo palestino apenas guardaba secretos sobre su futura actuación.

Dos semanas antes de que comenzara 2023, en un mitin celebrado en Gaza el 14 de diciembre, el líder de Hamás en Gaza, Yahya Sinwar, tenía un mensaje para Israel: «Iremos hacia vosotros en un torrente turbulento. Iremos hacia vosotros con cohetes interminables; iremos hacia vosotros en una avalancha ilimitada de soldados… como una marea periódica».

La respuesta inmediata al ataque de Hamás fue la previsible solidaridad de Estados Unidos y Occidente con Israel, llamamientos a la venganza, la destrucción y aniquilación completas de Gaza y los planes revitalizados de desplazar a los palestinos de Gaza a Egipto -de hecho, también desde Cisjordania, a Jordania-.

La guerra israelí contra la Franja, que también comenzó el 7 de octubre, ha causado un número de víctimas sin precedentes en comparación con todas las guerras israelíes contra Gaza, de hecho, contra los palestinos durante cualquier época de la historia moderna.

Rápidamente se empezó a utilizar el término «genocidio», inicialmente por intelectuales y activistas, y finalmente por expertos en derecho internacional.

«El asalto genocida de Israel sobre Gaza es bastante explícito, abierto y desvergonzado», escribió el 13 de octubre el profesor asociado de Estudios sobre el Holocausto y el Genocidio de la Universidad de Stockton, Raz Segal, en un artículo titulado «Un caso de genocidio de libro de texto».

A pesar de ello, la ONU no pudo hacer nada. El secretario general, Antonio Guterres, declaró el 8 de noviembre que la ONU no tiene «ni dinero ni poder» para impedir un posible genocidio en Gaza.

En esencia, esto supuso la inutilización de los sistemas jurídico y político internacionales, ya que cada intento del Consejo de Seguridad de exigir un alto el fuego inmediato y permanente ha sido bloqueado por Estados Unidos y los demás aliados occidentales de Israel.

A medida que aumentaba el número de muertos entre una población hambrienta en Gaza -todos privados de alimentos según la estimación del 28 de noviembre del Programa Mundial de Alimentos-, los palestinos resistieron en toda la Franja de Gaza.

Su resistencia no sólo se limitó a atacar o tender emboscadas a los soldados israelíes invasores, sino que, de hecho, se basó en la legendaria firmeza de una población que se negó a ser debilitada o desplazada.

Sumud

Este sumud continuó, incluso cuando Israel empezó a atacar sistemáticamente hospitales, escuelas y todos los lugares que, en tiempos de guerra, se consideran «lugares seguros» para una población civil asediada.

De hecho, el 3 de diciembre, el jefe para los Derechos Humanos de la ONU, Volker Türk, afirmó que «no hay ningún lugar seguro en Gaza». Esta frase fue repetida a menudo por otros funcionarios de la ONU, junto con otras como «Gaza se ha convertido en un cementerio de niños», como señaló por primera vez el portavoz de UNICEF, James Elder, el 31 de octubre. Esto no dejó a Guterres otra opción que invocar, el 6 de diciembre, el artículo 99, que permite al secretario general «señalar a la atención del Consejo de Seguridad cualquier asunto que, en su opinión, pueda amenazar el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales».

La violencia israelí y el sumud palestino se extendieron también a Cisjordania. Consciente del potencial de resistencia armada en Cisjordania, el ejército israelí lanzó rápidamente grandes y mortíferas incursiones en innumerables ciudades, pueblos y campos de refugiados palestinos, matando a cientos, hiriendo a miles y deteniendo a otros miles.

Pero Gaza siguió siendo el epicentro del genocidio israelí. Aparte de una breve tregua humanitaria del 24 de noviembre al 1 de diciembre, junto con algunos intercambios de prisioneros, la batalla por Gaza -de hecho, por el futuro de Palestina y del pueblo palestino- continúa, a un precio de muerte y destrucción sin parangón.

Los palestinos saben muy bien que la lucha actual significará o bien una nueva Nakba, como la limpieza étnica de 1948, o bien el comienzo de la reversión de esa misma Nakba, como en el proceso de liberación del pueblo palestino del yugo del colonialismo israelí.

Aunque Israel está decidido a acabar con la resistencia palestina de una vez por todas, es obvio que la determinación del pueblo palestino para conquistar su libertad en los próximos años es mucho mayor.

Voces del Mundo

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