Farah Adnan, New Lines Magazine, 8 enero 2024
Traducido del inglés por Sinfo Fernández

Farah Adnan es una periodista y cineasta independiente iraquí.
La noticia fue desgarradora. En abril de 2023, Fayi Hussein, una niña de 7 años, fue secuestrada, violada y asesinada, y su cuerpo arrojado a la basura en la antigua zona de Mashraq, en Basora, sur de Iraq. El barrio está inmerso en la pobreza y muchas personas viven en viviendas informales.
El padre de la niña había salido a comprar pan para la comida del iftar durante el mes de Ramadán, el mes de ayuno y adoración entre los musulmanes en Iraq y el mundo árabe. Fayi iba detrás de su padre.
“Cuando su padre llegó a casa, mi hija se quedó en la puerta de la casa y no entró. Le pedí a su padre que la trajera, pero ya no pudo encontrarla», dice la madre de la niña, Nihad Qais.
Fayi había desaparecido para no regresar jamás. Las cámaras de vigilancia de un vecino mostraron a un joven de unos 30 años dándole una pequeña cantidad de dinero a la niña, quien luego se iba con él. Otras imágenes de vigilancia confirmaron que se la había llevado y la familia pudo identificar al hombre, que era vecino de la zona, y se enfrentó a él.
“El joven mentía y negaba, y en ese momento su padre y su tío derribaron la puerta de la casa del joven para buscarla, pero no encontraron nada”, dijo la madre de Fayi. La esposa embarazada del sospechoso y su madre vivían con él, pero al parecer no estaban en casa ese día.
La familia de Fayi se puso en contacto con la policía y él finalmente admitió que la había atraído y se la había llevado a su casa. Allí la violó y la mató, estrangulándola con sus manos. Luego, envolvió su cuerpo con una manta y lo arrojó a un contenedor de basura cerca de su casa.
Nihad dijo que a Fayi le habían diagnosticado un trastorno de espectro autista e hiperactividad, y que estaba recibiendo tratamiento por la actividad constante que la había obligado a abandonar la escuela. Dijo que la familia también estaba sufriendo a nivel económico y no podía cubrir los costos de la atención médica de otra hija, que tiene una enfermedad neurológica.
El 15 de mayo de 2023, el Tribunal Penal de Basora lo condenó a muerte. Al día siguiente, el Consejo Judicial Supremo emitió una declaración en su sitio web oficial que decía: “El poder judicial iraquí ha dictado varias sentencias que van desde la ejecución hasta 15 años de prisión para violadores de niñas”. Además del caso de Fayi en Basora, el comunicado citaba al Tribunal Penal de Rasafah en Bagdad que condenó a muerte a un criminal por secuestrar y violar a dos niñas en Bagdad, y al Tribunal Penal del Distrito de Salahuddin, en el centro de Iraq, que condenó a un delincuente a 15 años de prisión por la violación de un niño.
El trágico caso de Fayi pone de relieve el problema de los secuestros de niños en Iraq. Si bien fue atraída, secuestrada y asesinada por alguien de su vecindario que fue encontrado, juzgado y condenado, muchos secuestros de niños en Iraq no se resuelven nunca. Las familias de los niños no tienen idea de dónde están, ni siquiera si están vivos o muertos. Los funcionarios del gobierno no pueden proporcionar cifras y las motivaciones de los secuestros varían ampliamente.
Mientras investigaba la historia de Fayi, estuve en contacto con muchas familias iraquíes cuyos hijos e hijas habían sido secuestrados: más de 16 familias en total de diferentes regiones de Iraq. Tienen muchas historias diferentes que contar.
Fayi fue secuestrada y asesinada por un violador de niños. Pero muchos otros niños en Iraq han sido secuestrados por grupos armados que querían nuevos reclutas, o secuestrados por familias en disputas sectarias, o para pedir un rescate, o incluso para traficar con órganos humanos.
A principios de 2023, el Servicio de Seguridad Nacional (SSN) detuvo a una banda acusada de secuestrar y matar a dos niñas en Bagdad con el objetivo de extorsionar a su familia. El SSN publicó vídeos que muestran los momentos en que las cámaras de vigilancia registraron el secuestro de las dos niñas y cómo posteriormente detenían a la banda.
“El crimen organizado se ha extendido ampliamente en Iraq, especialmente después de la fase del Dáesh, incluso con fines comerciales; se llevan a los niños a la región del Kurdistán y luego los venden a otros países [generalmente con fines de trata de personas], además del chantaje financiero, venta de órganos y agresión sexual”, dijo Ibtisam Al-Hilali, legisladora iraquí y miembro del Comité Parlamentario sobre Mujeres, Familia y Niños. «Hasta la fecha, se desconocen las estadísticas».
El Índice 2023 de la Iniciativa Global contra la Delincuencia Organizada Transnacional clasificó el grado de delincuencia en Iraq por encima del de dos años antes, ubicándolo en el octavo lugar entre 193 países de todo el mundo, el segundo de 46 países de Asia y el primero de 14 países de Asia Occidental.
“Lamentablemente, todas las zonas son vulnerables al secuestro de niños, especialmente las más pobres. La mayoría de los niños secuestrados son varones para su uso en el comercio, la venta de órganos, la mendicidad y, por lo general, los niños secuestrados tienen entre 8 y 13 años”, dijo Al-Hilali. «La proporción de padres que venden a sus hijos está muy extendida debido a la pobreza, pero una gran proporción sigue siendo con fines de trata, venta, convivencia sexual y, en consecuencia, asesinato».
Al-Hilali señala que, si los niños secuestrados se resisten a los intentos de agresión sexual de sus captores, a menudo son asesinados y arrojados en edificios abandonados o cerca de un río.
Los esfuerzos legales para mejorar la situación de los niños han tenido que hacer frente a algunas dificultades, dice Al-Hilali, señalando las cuestiones políticas que han retrasado durante años un proyecto de ley de protección infantil en el Parlamento.
“Ha habido una primera lectura de la ley en la Cámara de Diputados y discusiones profundas con todos los organismos responsables y gubernamentales y con algunos ministerios para incluir todos los párrafos que protegen al niño y aplicar el castigo máximo para quienes intenten secuestrarlos”, dice Al-Hilali.
Y añade: «Estamos avanzando con la legislación porque se ha convertido en una necesidad urgente cumplir con los acuerdos internacionales firmados por Iraq, pero hasta ahora no hay una voluntad política real para aprobar la ley».
Las propuestas legislativas podrían incluir la pena de muerte o prisión de 15 años para algunos de los delitos, penas que ya existen en algunas otras leyes iraquíes.
Hady Ismail (seudónimo), defensor de los derechos humanos, dijo que las causas del secuestro de niños en Iraq varían de una región a otra. Por ejemplo, después de 2005, los padres de algunas zonas se mostraron reacios a enviar a sus hijos a escuelas en zonas controladas por grupos armados como Al Qaida, donde llevaban a cabo ataques cerca de escuelas y hospitales infantiles como distracción para permitirles secuestrar niños con fines de rescate o reclutamiento.
Ismail dijo que el aumento en los secuestros de niños entre 2014 y 2017 se produjo por diferentes razones. “En ese período, Dáesh estaba secuestrando niños para lavarles el cerebro y reclutarlos dentro de campos en Iraq para trasportar armas y luego reubicarlos en Siria, Turquía y otros países. Algunos niños han regresado con sus padres, pero aún no se conoce el destino del resto”.
«El gobierno iraquí no tiene todavía una base de datos sobre cuántos niños han sido secuestrados en todos los gobernorados iraquíes», añadió Ismail.
Después de que el grupo del Dáesh entrara en Mosul en 2014, según Juma Saleh, un hombre de la etnia de los shabak asociado con el ejército iraquí y que vive en el distrito de Hamdaniya en Bartella, en el norte de Iraq, miembros del Dáesh secuestraron a su sobrino, Hassan Atala Saleh, de 16 años, así como a dos de los hermanos adultos de Juma Saleh.
Juma Saleh había criado a Hassan con sus propios siete hijos, después de que el padre del niño muriera de cáncer cuando él aún era un bebé y su madre se volviera a casar y abandonara al niño.
«Cuando el Dáesh entró en Mosul, dejé mi casa con mi esposa y mis hijos y me fui a la región del Kurdistán, pero Hassan no aceptó venir con nosotros y se quedó en casa con mis dos hermanos, Waadallah Saleh y Mahmud Saleh», dijo Juma Saleh.
Los hermanos tenían en ese momento unos 40 años. Waadallah usa una silla de ruedas, ya que le amputaron la pierna izquierda como resultado de una lesión en la guerra entre Iraq e Irán.
Hassan y sus dos tíos tuvieron que desplazarse a otra zona, pero quedaron atrapados en la región bajo control del Dáesh.
“Seguimos en contacto con ellos y luego les cortaron las comunicaciones”, dice Juma Saleh. “Después de unos diez días, llamé a mi hermano Waadallah nuevamente y una persona del Dáesh llamada Abu Bakr Al-Anbari habló conmigo. Me maldijo, me insultó y me dijo: ‘Los hemos entregado a todos al tribunal de la Sharia’… Esta fue la única llamada entre el Dáesh y yo desde entonces, y no conozco el destino de Hassan y mis dos hermanos. ¿Están vivos o muertos? ¿Están dentro o fuera de Iraq?”
En junio de 2023, UNICEF afirmó en un comunicado de prensa que Naciones Unidas había verificado 315.000 violaciones graves contra los niños en conflictos entre 2005 y 2022 en todo el mundo. En Iraq, más de 3.000 murieron y casi 6.000 quedaron mutilados desde 2008 hasta finales de 2022.
En 2004, la situación era precaria en Faluya, en el oeste de Iraq. Salem Tahsin (seudónimo), director de televisión retirado, estaba tratando con varios medios de prensa que le pedían que cubriera los acontecimientos de Faluya. «Sentí que iba a correr algún tipo de riesgo debido a los controles de Al Qaida, así que me negué a ir», dice Tahsin.
Luego, Tahsin fue secuestrado en Bagdad. «Traté con medios de prensa extranjeros y árabes, y en ese momento cualquier prensa no iraquí era el objetivo, y debido a mi trabajo con ellos, me secuestraron», dice.
Tahsin no sabe quién lo secuestró, pero lo retuvieron durante unos seis días en una casa abandonada, donde fue sometido a severas torturas. Todavía tiene las cicatrices, a pesar de haber pasado por un largo viaje de tratamiento fuera de Iraq.
“Querían que les diera información sobre los periodistas y explicarles por qué no fui a Faluya. Nos vendaron los ojos y escuché las voces de otras personas retenidas en otras habitaciones”, añade.
Durante un tiempo después de su liberación, Tahsin trabajó con empresas de telecomunicaciones para proporcionar servicios de Internet a varios hospitales y locales gubernamentales. «Visité campamentos para las fuerzas de la coalición y soldados estadounidenses para proporcionarles también servicios de Internet», dijo, y agregó que luego fue vigilado y recibió mensajes amenazantes, alrededor de siete de ellos escritos y otros por teléfono, en los que le decían que lo iban a matar.
El hijo de Tahsin, que entonces tenía tres años, fue secuestrado en Bagdad. El niño, que padecía asma, estaba a punto de ir al médico con su madre y su hermano cuando una mujer se bajó de un coche delante de su casa y en un instante secuestró al niño y huyó del lugar.
Días después, la familia recibió una nota pidiéndoles que llamaran a un número específico, aunque el grupo no se identificó.
«Así comenzaron una serie de negociaciones con un grupo armado», dijo Tahsin. “Podía escuchar por teléfono los gritos de mi hijo mientras lo golpeaban con la mano”.
Después de aproximadamente una semana, la familia y los captores acordaron entregar una suma de dinero para liberar al niño. Tahsin dijo que cuando el niño fue liberado, no se movía, era como un cadáver. El examen médico reveló que le habían drogado y cuando despertó actuó de manera muy agresiva. Luego, la familia comenzó a planificar el tratamiento psicológico y físico del niño fuera de Iraq.
Después llegó una nota amenazadora que contenía cinco balas, una para cada miembro de la familia. Tahsin relató el contenido de la nota: “No estás escuchando. Te dijimos que te fueras, pero todavía estás aquí. El valor que tienes para nosotros es el valor de estas cinco balas”.
Tahsin huyó de Iraq con su familia y ahora vive en un país extranjero. Ahora tiene 50 años y su hijo unos 20 años. “Mi hijo actualmente recuerda pequeños detalles del secuestro”, dijo Tahsin, “pero debido a lo que pasó con él, además de los viajes frecuentes, la falta de integración y el acoso escolar, todo esto en conjunto le ha creado una situación psicológica complicada. Ahora vive a base de sedantes prescritos por los médicos y trató de quitarse la vida en la adolescencia”.
Después de su fuga de Iraq, Tahsin no recibió más amenazas. Pero en 2007, “apareció una lista de un grupo armado que contenía los nombres de periodistas que no querían en Iraq, incluido mi nombre. Aproximadamente un mes después de que secuestraran a mi hijo y saliéramos del país, dos de mis primos fueron asesinados”. Los primos eran especialistas en física nuclear. Ellos y sus familias se encontraban en casa en ese momento.
“No sé si [los asesinos] son el mismo grupo que secuestró a mi hijo o no, y después de todo lo que pasó me resulta imposible regresar a Iraq”, dijo Tahsin.
El Dr. Hatem (seudónimo), en ese momento médico consultor y director de un hospital en Bagdad, dijo que “en 2014, y con anterioridad, oíamos hablar de robos de recién nacidos de vez en cuando. En nuestro hospital hubo dos casos de secuestro en 2010 y en 2011, motivados por venganza de clanes, y, en 2014, una pandilla que traficaba con niños entró nuevamente en mi clínica privada, eran alrededor de unos 14 pistoleros”.
“En dos casos de secuestro pudimos recuperar a los niños y nos vimos obligados a reconocer el caso cuando los delincuentes fueron arrestados; como médicos y enfermeras no hay protección para nosotros”, dijo el médico. “A finales de 2014 también hubo un caso de secuestro en nuestro hospital de un niño recién nacido y todavía hoy sigue secuestrado”.
Tanto en el derecho internacional como en el iraquí, existen muchos estatutos diseñados para proteger a los niños de secuestros y delitos similares. La aplicación de la ley es ya otra cuestión.
Iraq “se adhirió a la Convención de La Haya sobre los Aspectos Civiles de la Sustracción Internacional de Menores en 2013”, explicó el experto jurídico Haider Al-Sufi, “y aceptó la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño en 1994”.
A nivel nacional, “el Código Penal iraquí núm. 111 de 1969 contiene muchos párrafos que pueden conducir a la pena de muerte o cadena perpetua cuando un niño es secuestrado, especialmente si es sometido a violación y tortura”, añadió. «También tenemos una ley para el cuidado de menores y jóvenes, y una ley contra el terrorismo y la mendicidad».
«Pero tenemos debilidades en la investigación y lucha contra el crimen, con una falta de tecnologías modernas para detectar el crimen antes de que ocurra», dijo.
El mayor general retirado Imad Alo, director del Centro de Acreditación de Seguridad y Estudios Estratégicos en Bagdad, atribuyó los secuestros, en parte, a determinadas medidas gubernamentales anteriores, como una amnistía general en 2018, en la que “los autores de delitos de secuestro fueron incluidos en dicha amnistía y salieron a la calle a formar bandas nuevamente, a pesar de que ya se habían dictado sentencias en su contra”.
Jaled Al-Mahanna, portavoz del Ministerio del Interior iraquí, dijo que el departamento de investigación criminal del ministerio recopila datos sobre delitos y que «el secuestro es uno de los delitos que se ha reducido mucho en Iraq».
Sin embargo, es difícil conseguir cifras oficiales sobre la sustracción de niños en el país. Si bien el ministerio ofrece estadísticas generales sobre delitos en informes anuales, en los que se hacen públicos no hay cifras relacionadas con el secuestro de niños.
(Este informe ha sido escrito con el apoyo del Fondo de Resiliencia de la Iniciativa Global Contra el Crimen Organizado Transnacional.)
Foto de portada: En Mosul, Iraq, los niños disfrutan en un parque durante el Eid al-Fitr en abril de 2023 (Ismael Adnan Yaqub/Agencia Anadolu vía Getty Images).