Puede que sea genocidio, pero no va a detenerse

Chris Hedges, The Chris Hedges Report, 26 enero 2024

Traducido del inglés por Sinfo Fernández


Chris Hedges es un periodista ganador del Premio Pulitzer que fue corresponsal en el extranjero durante quince años para The New York Times, donde ejerció como jefe de la Oficina de Oriente Medio y de la Oficina de los Balcanes. Entre sus libros figuran: American Fascists: The Christian Right and the War on AmericaDeath of the Liberal Class,  War is a Force That Gives Us MeaningDays of Destruction, Days of Revolt, una colaboración con el dibujante de cómics y periodista Joe Sacco. Con anterioridad, había trabajado en el extranjero para The Dallas Morning News, The Christian Science Monitor y NPR. Fue, hasta 2022, el presentador del programa On Contact, nominado en 2017 a los premios Emmy.

La Corte Internacional de Justicia (CIJ) se negó a aplicar la exigencia más crucial presentada por los juristas sudafricanos: «Que el Estado de Israel suspenda inmediatamente sus operaciones militares en y contra Gaza». Pero, al mismo tiempo, asestó un golpe devastador al mito fundacional de Israel. Israel, que se pinta a sí mismo como eternamente perseguido, ha sido acusado con credibilidad de cometer genocidio contra los palestinos de Gaza. Los palestinos son las víctimas, no los autores, del «crimen de crímenes«. Un pueblo, antaño necesitado de protección frente al genocidio, es ahora potencialmente autor del mismo. La sentencia del tribunal cuestiona la propia razón de ser del «Estado judío» y pone en tela de juicio la impunidad de la que Israel ha disfrutado desde su fundación hace 75 años. 

La CIJ ordenó a Israel que adoptara seis medidas provisionales para impedir actos de genocidio, medidas que serán muy difíciles, si no imposibles, de cumplir si Israel continúa con sus bombardeos de saturación sobre Gaza y sus ataques masivos contra infraestructuras vitales.

El tribunal pidió a Israel «que impida y castigue la incitación directa y pública a cometer genocidio». Exigió a Israel «tomar medidas inmediatas y efectivas para permitir la provisión de los servicios básicos y la asistencia humanitaria que se necesitan urgentemente”. Ordenó a Israel que protegiera a los civiles palestinos. Pidió a Israel que protegiera a las cerca de 50.000 mujeres que están dando a luz en Gaza. Ordenó a Israel que adoptara «medidas efectivas para impedir la destrucción y garantizar la conservación de las pruebas relacionadas con las denuncias de actos comprendidos en el ámbito de aplicación de los artículos II y III de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio contra miembros del grupo palestino en la Franja de Gaza».

El tribunal ordenó a Israel «tomar todas las medidas a su alcance» para impedir los delitos que equivalen a genocidio, como «matar, causar graves daños físicos y mentales, infligir al grupo condiciones de vida calculadas para provocar su destrucción física total o parcial, e imponer medidas destinadas a impedir los nacimientos dentro del grupo».

Ordenó a Israel que volviera a informar en un mes para explicar qué había hecho para aplicar las medidas provisionales.

Gaza era bombardeada con bombas, misiles y proyectiles de artillería mientras se leía el fallo en La Haya: al menos 183 palestinos han muerto en las últimas 24 horas. Desde el 7 de octubre han muerto más de 26.000 palestinos. Casi 65.000 han resultado heridos, según el Ministerio de Sanidad palestino. Miles más están desaparecidos. La matanza continúa. Esta es la cruda realidad.

Traducido a lengua vernácula, el tribunal está diciendo que Israel debe alimentar y proporcionar atención médica a las víctimas, cesar en sus declaraciones públicas de apología del genocidio, preservar las pruebas del genocidio y dejar de matar a civiles palestinos. Vuelvan e informen dentro de un mes.

Es difícil ver cómo se pueden lograr estas medidas provisionales si continúa la matanza en Gaza.

«Sin un alto el fuego, la orden no funciona», declaró tajantemente Naledi Pandor, ministra sudafricana de Relaciones Internacionales, tras el fallo.

El tiempo no está del lado de los palestinos. Miles de palestinos morirán dentro de un mes. Los palestinos de Gaza representan el 80% de todas las personas que padecen hambruna o hambre catastrófica en el mundo, según Naciones Unidas. Se prevé que a principios de febrero toda la población de Gaza carezca de alimentos suficientes, y que medio millón de personas padezcan inanición, según la Clasificación Integrada de la Fase de Seguridad Alimentaria, basada en datos de organismos de la ONU y ONG. La hambruna es obra de Israel.

En el mejor de los casos, el tribunal -aunque no se pronunciará hasta dentro de unos años sobre si Israel está cometiendo genocidio- ha dado licencia legal para utilizar la palabra «genocidio» para describir lo que Israel está haciendo en Gaza. Esto es muy significativo, pero no es suficiente, dada la catástrofe humanitaria en Gaza.

Israel ha lanzado casi 30.000 bombas y proyectiles sobre Gaza, ocho veces más bombas que las que Estados Unidos lanzó sobre Iraq durante seis años de guerra. Ha utilizado cientos de bombas de 1.000 kilos para arrasar zonas densamente pobladas, incluidos campos de refugiados. Estas bombas «destructoras de búnkeres» tienen un radio de destrucción de 30 metros. El ataque aéreo israelí no se parece a nada visto desde Vietnam. Gaza, de sólo 32 kilómetros de largo y ocho de ancho, se está convirtiendo rápidamente, por diseño, en inhabitable.

Israel no dudará en continuar con su ataque argumentando que no está violando las directivas del tribunal. Además, la administración Biden vetará sin duda la resolución del Consejo de Seguridad que exige a Israel la aplicación de las medidas provisionales. La Asamblea General, si el Consejo de Seguridad no aprueba las medidas, puede votar de nuevo pidiendo un alto el fuego, pero no tiene poder para hacerlo cumplir.

Defense for Children International-Palestina versus Biden fue presentada en noviembre por el Centro de Derechos Constitucionales contra el presidente Joe Biden, el secretario de Estado Antony Blinken y el secretario de Defensa Lloyd Austin. El caso cuestiona la incapacidad del gobierno estadounidense para impedir la complicidad en el genocidio del pueblo palestino por parte de Israel. Pide al tribunal que ordene al gobierno de Biden que cese en su apoyo diplomático y militar y cumpla con sus obligaciones legales en virtud del derecho internacional y federal.

La única resistencia activa para detener el genocidio de Gaza la proporciona el bloqueo del Yemen en el Mar Rojo. Yemen, asediado durante ocho años por Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos, ha sufrido más de 400.000 muertes por inanición, falta de atención sanitaria, enfermedades infecciosas y el bombardeo deliberado de escuelas, hospitales, infraestructuras, zonas residenciales, mercados, funerales y bodas. Los yemeníes saben demasiado bien -desde al menos 2017 múltiples agencias de la ONU han descrito que Yemen vive «la mayor crisis humanitaria del mundo»- lo que están soportando los palestinos.

La resistencia de Yemen -cuando se escriba la historia de este genocidio- lo diferenciará de casi todas las demás naciones. El resto del mundo, incluido el mundo árabe, se repliega en condenas retóricas desdentadas o apoya activamente la aniquilación por Israel de Gaza y sus 2,3 millones de habitantes.

El periódico israelí Yedioth Ahronoth informó de que Estados Unidos ha enviado 230 aviones de carga y 20 barcos repletos de proyectiles de artillería, vehículos blindados y material de combate a Israel desde los ataques del 7 de octubre, en los que murieron unos 1.200 israelíes. Se están enviando armas y material militar estadounidense a Israel -que se está quedando sin municiones- desde la base británica RAF Akrotiri en Chipre, según el sitio web de investigación británico Declassified UK. El periódico israelí Haaretz informó de que más de 40 aviones de transporte estadounidenses y 20 británicos, junto con siete helicópteros de carga pesada, han volado a RAF Akrotiri, a 40 minutos de vuelo de Tel Aviv. Al parecer, Alemania tiene previsto suministrar a Israel 10.000 cartuchos de munición de precisión de 120 mm. Si el tribunal falla en contra de Israel, estos países serán reconocidos por el tribunal internacional más importante del mundo como cómplices de genocidio.

La sentencia fue desestimada por los dirigentes israelíes.

El primer ministro Benjamín Netanyahu, tratando de describir la decisión de no exigir un alto el fuego como una victoria para Israel, dijo: «Como cualquier país, Israel tiene el derecho inherente a defenderse. El vil intento de negar a Israel este derecho fundamental es una flagrante discriminación contra el Estado judío, y fue justamente rechazado. La acusación de genocidio formulada contra Israel no sólo es falsa, sino indignante, y la gente decente de todo el mundo debería rechazarla”.

«La decisión del tribunal antisemita de La Haya demuestra lo que ya se sabía: este tribunal no busca la justicia, sino la persecución del pueblo judío», declaró el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir. «Callaron durante el Holocausto y hoy continúan con la hipocresía y la llevan un paso más allá».

La CIJ se fundó en 1945 tras el Holocausto nazi. El primer caso que se presentó ante el tribunal fue en 1947.

«Las decisiones que ponen en peligro la existencia continuada del Estado de Israel no deben ser escuchadas», añadió Ben-Gvir. «Debemos seguir derrotando al enemigo hasta la victoria total».

El tribunal, que rechazó los argumentos de Israel para desestimar el caso, reconoció «que la operación militar llevada a cabo por Israel tras el ataque del 7 de octubre de 2023 ha provocado, entre otras cosas, decenas de miles de muertos y heridos y la destrucción de viviendas, escuelas, instalaciones médicas y otras infraestructuras vitales, así como desplazamientos a escala masiva”.

El fallo incluía una declaración del secretario general adjunto de Asuntos Humanitarios y Coordinador de Ayuda de Emergencia de la ONU, Martin Griffiths, quien el 5 de enero calificó Gaza de «lugar de muerte y desesperación». El documento judicial continuaba:

… Las familias duermen a la intemperie mientras las temperaturas caen en picado. Las zonas donde se dijo a los civiles que se trasladaran por su seguridad han sido bombardeadas. Las instalaciones médicas sufren ataques incesantes. Los pocos hospitales que funcionan parcialmente están desbordados por los casos de traumatismos, carecen de todos los suministros necesarios y están inundados de personas desesperadas en busca de seguridad.

Se está produciendo un desastre sanitario. Las enfermedades infecciosas se están propagando en los refugios superpoblados a medida que las alcantarillas se desbordan. Unas 180 mujeres palestinas dan a luz a diario en medio de este caos. La población se enfrenta a los mayores niveles de inseguridad alimentaria jamás registrados. La hambruna está a la vuelta de la esquina.

Para los niños en particular, las últimas doce semanas han sido traumáticas: Sin comida. Sin agua. Sin escuela. Nada más que los aterradores sonidos de la guerra, día tras día.

Gaza se ha vuelto simplemente inhabitable. Sus habitantes son testigos de amenazas diarias a su propia existencia, mientras el mundo se limita a observar.

El tribunal reconocía que «un 93% de la población de Gaza, una cifra sin precedentes, se enfrenta a niveles críticos de hambre, con alimentos insuficientes y altos niveles de desnutrición. Al menos 1 de cada 4 hogares se enfrenta a «condiciones catastróficas»: sufren una falta extrema de alimentos y hambruna y han recurrido a la venta de sus posesiones y a otras medidas extremas para poder permitirse una simple comida. El hambre, la indigencia y la muerte son evidentes».

La sentencia, que cita a Philippe Lazzarini, comisario general del Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (UNRWA, por sus siglas en inglés), prosigue:

“Los refugios de UNRWA, superpoblados e insalubres, se han convertido en el ‘hogar’ de más de 1,4 millones de personas», dice la sentencia. «Carecen de todo, desde alimentos hasta higiene e intimidad. Viven en condiciones inhumanas, donde las enfermedades se propagan, incluso entre los niños. Viven en lo invivible, con el reloj avanzando rápidamente hacia la hambruna.

La situación de los niños en Gaza es especialmente desgarradora. Toda una generación de niños está traumatizada y tardará años en poder curarse. Miles han muerto, han quedado mutilados y huérfanos. Cientos de miles están privados de educación. Su futuro está en peligro, con consecuencias de gran alcance y duraderas».

El tribunal también se refirió expresamente a los comentarios realizados por múltiples altos cargos del gobierno israelí que abogaban por el genocidio, entre ellos el presidente y el ministro de Defensa. Las declaraciones del gobierno y otros funcionarios constituyen un elemento crucial del componente de «intención» cuando se trata de establecer el delito de genocidio.

Citó al ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, quien declaró -dos días después del ataque dirigido por Hamás del 7 de octubre- que había ordenado un «asedio total» de la ciudad de Gaza, sin que se permitiera «ni electricidad, ni alimentos, ni combustible».

«He liberado todas las restricciones. . . Ya han visto contra qué luchamos. Luchamos contra animales humanos. Esto es el Dáesh de Gaza», dijo Gallant al día siguiente a las tropas israelíes concentradas en torno a Gaza. «Gaza no volverá a ser lo que era antes. No habrá Hamás. Los eliminaremos a todos. Si no tardamos un día, tardaremos una semana, tardaremos semanas o incluso meses, pero llegaremos a todos los sitios».

La CIJ citó al presidente de Israel, Isaac Herzog, diciendo: «No es cierta esta retórica de que los civiles no son conscientes, no están implicados. Es absolutamente falsa. Podrían haberse sublevado. Podrían haber luchado contra ese régimen malvado que se apoderó de Gaza en un golpe de Estado. Pero estamos en guerra. Estamos en guerra. Estamos defendiendo nuestros hogares». Herzog continuó: «Estamos protegiendo nuestros hogares. Esa es la verdad. Y cuando una nación protege su hogar, lucha. Y lucharemos hasta romperles el espinazo».

La decisión de hoy fue leída por la actual presidenta de la CIJ, la jueza Joan Donoghue, abogada estadounidense que solía trabajar en el Departamento de Estado y el Departamento del Tesoro de Estados Unidos antes de incorporarse al Tribunal Mundial en 2010.

«En opinión del Tribunal, los hechos y circunstancias mencionados son suficientes para concluir que al menos algunos de los derechos reclamados por Sudáfrica y para los que solicita protección son plausibles», rezaba el texto. «Este es el caso con respecto al derecho de los palestinos de Gaza a ser protegidos de actos de genocidio y actos prohibidos relacionados identificados en el Artículo III, y el derecho de Sudáfrica a buscar el cumplimiento por parte de Israel de las obligaciones de este último en virtud de la Convención».

De la sentencia se desprende claramente que el tribunal es plenamente consciente de la magnitud de los crímenes de Israel. Esto hace que la decisión de no pedir la suspensión inmediata de la actividad militar israelí en y contra Gaza sea aún más penosa. 

Pero el tribunal asestó un golpe devastador a la mística que Israel ha utilizado desde su fundación para llevar a cabo su proyecto colonial de asentamientos contra los habitantes indígenas de la Palestina histórica. Hizo creíble la palabra genocidio cuando se aplica a Israel.

Imagen de portada: Tinta roja (por Mr. Fish).

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