Muchos judíos y organizaciones judías fueron conscientes de los peligros del sionismo

Abba Solomon, Common Dreams, 5 febrero 2024

Traducido del inglés por Sinfo Fernández


Abba A. Solomon es el autor de «The Speech, and Its Context: Jacob Blaustein’s Speech ‘The Meaning of Palestine Partition to American Jews’, presentado ante el Baltimore Chapter American Jewish Committee, 15 febrero 1948″.

Las organizaciones judías que ahora son firmes partidarias del Estado israelí se preocupaban por las mismas cuestiones por las que ahora protestan los palestinos.

Cuando en noviembre de 1917 el gobierno británico emitió la Declaración Balfour a favor de una patria judía en Palestina, muchos miembros y funcionarios del Comité Judío Estadounidense (AJC, por sus siglas en inglés) habían observado que, de tener éxito, el objetivo de un Estado judío que gobernara la tierra multiétnica de Palestina conduciría a la opresión de los no judíos.

En una reunión del comité ejecutivo de abril de 1918 en la que se consideró la Declaración, un miembro señaló el objetivo del AJC de proteger los derechos civiles y religiosos de los judíos que vivían como minorías en todo el mundo, pero le preocupaba que un Estado judío pudiera oprimir a los no judíos:

Si se establece un hogar nacional en Palestina, es posible que allí también sean necesarios los buenos oficios de este Comité para proteger a una minoría contra una mayoría arrogante.

En 1919, el presidente del AJC, Louis Marshall, afirmó que una declaración del AJC sobre la Declaración Balfour había sido definitiva al rechazar el sionismo político:

En abril pasado, el Comité Judío Americano definió su posición en términos que no podían ser malinterpretados, que indicaban que, si bien saludaba con satisfacción la Declaración Balfour, lo hacía debido a las dos condiciones anexas, a saber, que no afectaría a los derechos de los habitantes no judíos de Palestina y que no debía considerarse que afectaba en modo alguno a la condición de los judíos que vivían en otras tierras.

En septiembre de 1946, cuando la organización adoptó a regañadientes una postura favorable a la partición y comenzó a presionar a la ONU y al gobierno estadounidense, el presidente del AJC, Joseph Proskauer, dijo a su junta: «El llamado Estado judío no se llamará así, sino que llevará alguna designación geográfica apropiada. Será judío sólo en el sentido de que los judíos formarán la mayoría de la población».

Las principales organizaciones judías sabían que la imposición de un Estado judío en Palestina en contra de los deseos declarados de sus habitantes no judíos daría lugar a una violencia y opresión sin fin.

Los perniciosos resultados de insistir en forzar la soberanía judía sobre Palestina -y necesariamente perturbar la vida árabe allí- eran bien comprendidos dentro de las organizaciones judías y en la prensa general.

En noviembre de 1939, Louis D. Brandeis se opuso a una visita prevista a Estados Unidos del líder sionista Chaim Weizmann: «Él (Brandeis) creía que todo era un error. Temía que Weizmann presionara con su plan de acción política, basado en un futuro reajuste de poblaciones».

En una reunión en febrero de 1940 con el presidente Franklin D. Roosevelt, Weizman dijo que «por supuesto que ellos (los judíos) compensarían a los árabes de manera razonable por todo lo que obtuvieran», creando una Palestina judía e incentivando a los árabes a marcharse.

El historiador George Antonius escribió en el muy leído libro “The Arab Awakening” árabe (1939) que «la lógica de los hechos es inexorable. Demuestra que no se puede hacer sitio en Palestina para una segunda nación si no es desalojando o exterminando a la nación que la posee».

El periodista I.F. Stone escribió en una visita a Palestina en 1945: «Sin el movimiento sionista, lo que se ha logrado en Palestina nunca habría sucedido… Pero la fuerza asociada a tal movimiento tiene también sus correspondientes defectos, y los defectos del sionismo son su incapacidad para tener en cuenta los sentimientos y aspiraciones del árabe palestino”.

Un memorándum de la CIA de noviembre de 1947 señalaba que «muchas organizaciones sionistas [estadounidenses], aunque apoyan los objetivos de un Hogar Nacional para los judíos, no abogan por una nación judía independiente en Palestina.»

En una carta pública, Albert Einstein, Hannah Arendt y otros afirmaron que, en los años previos a la creación del Estado, los terroristas judíos «inauguraron un reino de terror en la comunidad judía de Palestina. Golpeaban a los profesores por hablar en su contra, fusilaban a los adultos por no dejar que sus hijos se unieran a ellos. Mediante métodos mafiosos, palizas, destrozos de ventanas y robos generalizados, los terroristas intimidaron a la población y exigieron un pesado tributo”.

La revista mensual Commentary (entonces publicada por el AJC) informaba en marzo de 1948: «Los terroristas nos derrotaron», admiten los oficiales británicos. «No pudimos localizarlos. La población judía les tenía demasiado miedo como para ayudarnos».

El AJC sabía, por los informes de noticias y por su corresponsal en el lugar de los hechos en Palestina, del fervor militante que se estaba creando por un Estado judío entre el componente sionista.

Las milicias sionistas radicales ejercían una violencia cada vez mayor contra los árabes, los administradores del mandato británico y los judíos insuficientemente sionistas de Palestina. El terrorismo sionista se extendió a incidentes como el asesinato en 1944 del administrador británico Lord Moyne en El Cairo, el atentado de 1946 contra el Hotel Rey David de Jerusalén y los ataques contra comunidades, mercados y autobuses árabes. El terrorismo se extendió al extranjero con bombardeos de instalaciones británicas en Roma (1946) y Viena y de un tren de tropas británico (1947).

En diciembre de 1947, el analista del AJC Milton Himmelfarb escribió que una de las razones del cambio de postura del AJC a favor de la partición de Palestina fue que «las actividades de los terroristas en Palestina, y que los carteles y declaraciones de sus partidarios aquí y en el extranjero, llevaron a varias personas del AJC a preguntarse si un Estado judío era el principal enemigo. Empezaron a pensar que, una vez creado el Estado, al menos los diarios de Nueva York ya no publicarían titulares desgañitándose sobre explosiones en el Hotel Rey David y ahorcamientos de sargentos británicos; en resumen, ‘más vale un mal final que un mal sin fin'».

En la cúspide de la aplicación del plan de partición, un análisis del AJC sobre la próxima «sionización» de los judíos en Estados Unidos advertía que los judíos de la diáspora serían reclutados para la causa sionista «más allá de cualquier consideración de bien o mal».

El líder terrorista y futuro primer ministro israelí Yitzchak Shamir dirigió el asesinato en septiembre de 1948 del mediador de la ONU, Conde Folke Bernadotte, en Jerusalén para frustrar los esfuerzos del diplomático por fomentar el compromiso sobre las tierras tomadas por Israel más allá del plan de partición y el retorno de los refugiados árabes que el nuevo Estado de Israel había forzado.

En una sección-borrador que se eliminó de un discurso del 15 de febrero de 1948 que el presidente (y futuro presidente del AJC) Jacob Blaustein pronunció sobre el tema de la partición de Palestina, informaba de que «grupos terroristas de judíos palestinos tomaron la ofensiva» y que «si la Partición fracasa, es más que probable que estos extremistas judíos recurran al terrorismo y a la violencia a pesar de los esfuerzos por controlarlos”.

En los años transcurridos desde entonces, el AJC y otras organizaciones judías de la corriente dominante han renunciado a cualquier idea de frenar las ambiciones nacionalistas judías, han abandonado la preocupación que tenían por el derecho al retorno de los palestinos exiliados de sus hogares y sirven en Estados Unidos como defensores de cualquier poder militar que el gobierno israelí ejerza contra el pueblo no judío de Palestina.

Los dirigentes judíos estadounidenses siguieron cada vez más el ejemplo de Israel y, en 1953, el AJC puso en marcha un programa de propaganda proisraelí, alimentado por el cónsul israelí en Nueva York con falsedades evidentes como que Israel era una «hazaña de colonización única en la historia, que se llevó a cabo sin desplazar a nadie».

Las principales organizaciones judías sabían que la imposición de un Estado judío en Palestina en contra de los deseos declarados de sus habitantes no judíos daría lugar a una violencia y opresión sin fin. Esto ha demostrado ser cierto, y lo más reciente está siendo la destrucción metódica por parte de Israel de los medios de vida de millones de personas en Gaza, y el aumento del terror estatal y de los colonos contra los residentes de la Cisjordania ocupada.

[Las citas anteriores proceden del libro del autor: The Speech and its Context: Jacob Blaustein’s Speech, «The Meaning of Palestine Partition to American Jews”, Given to the Baltimore Chapter, American Jewish Committee, February 15, 1948].

Foto de portada: Chaim Weizmann y Lord Montagu de la Comisión Sionista, 1917. El estadista anglo-judío Lord Edwin Samuel Montagu (1879-1924), fue ministro británico de Municiones en 1916 y secretario de Estado para la India desde 1917 hasta 1922. Chaim Weizmann (1874-1952), fotografiado aquí en la cabecera de la mesa, fue presidente de la Organización Sionista Mundial (OSM), y en 1949 se convirtió en el primer presidente del Estado de Israel. (Jewish Chronicle/Heritage Images/Getty Images)

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