Dra. Amira Abo el-Fetouh, Middle East Monitor, 26 febrero 2024
Traducido del inglés por Sinfo Fernández

La Dra. Amira Abo el-Fetouh es una escritora, novelista y guionista egipcia. Se licenció en la Facultad de Medicina Oral y Dental de la Universidad de El Cairo, así como en el Instituto Superior de Cine de la Academia de las Artes, en la especialidad de Crítica de Arte. Ha escrito dramas televisivos y ha presentado la serie El Caballero del Romance. Ha colaborado con varios periódicos. Entre sus obras: Journey of a Lifetime (2003) y Endless Loyalty (1978).
Cuanto más se ha intensificado la presión sobre los líderes del Estado sionista, más han prometido sus amigos en Occidente establecer un Estado palestino para poner fin al conflicto de 76 años entre israelíes y palestinos y estabilizar Oriente Medio. Sin embargo, esas “promesas” son enormes mentiras que se suman a muchas otras mentiras y promesas que se han evaporado a lo largo de los años.
Dado que el Estado sionista de Israel ha perdido militar, política, jurídica y moralmente desde la Operación Inundación de Al-Aqsa de octubre y su invasión de Gaza, sus amigos en Occidente –básicamente, y ante todo, los países que crearon el Estado de ocupación– están intentando sacarlo del hoyo que él mismo ha cavado. Por eso escuchamos voces en varias capitales occidentales que piden el establecimiento de un Estado palestino como parte de un acuerdo entre el enemigo sionista y los movimientos de resistencia palestinos en la Franja de Gaza para detener los combates. Esto lo dijo el secretario de Asuntos Exteriores británico, David Cameron, y se hizo eco del presidente estadounidense, Joe Biden. Los informes de los medios dicen que existe la creencia de que se han logrado avances significativos en general en este conflicto que podrían ayudar a resolver la crisis regional crónica.
En otras palabras, gato escaldado, del agua fría huy, como dice el refrán. Los palestinos cayeron en la trampa sionista en la década de 1990, después de que las fuerzas de ocupación israelíes fueran incapaces de controlar las consecuencias de la Primera Intifada en toda la Palestina ocupada. El Estado usurpador acudió a sus amigos para salvarlo, lo que condujo a las perversas negociaciones de Madrid de 1991 y a los malditos Acuerdos de Oslo firmados el 13 de septiembre de 1993. La promesa entonces era el establecimiento de un Estado palestino. Más tarde quedó claro que el verdadero objetivo era la coordinación de la seguridad entre la Autoridad Palestina y el Estado de ocupación para proteger a este último del pueblo palestino. La Autoridad Palestina siempre tuvo la intención de ser un brazo de las fuerzas de seguridad israelíes.
Oslo aseguró que la Organización para la Liberación de Palestina reconociera al Estado sionista y eliminara de su carta nacional la cláusula sobre la lucha armada para liberar Palestina desde el río hasta el mar, a cambio de un gobierno con muy poca autoridad y la promesa de establecer un Estado que todavía no ha visto la luz del día. En cambio, lo que sí hemos visto es el robo por parte de Israel de más tierra de la que fue asignada al Estado prometido y la construcción de asentamientos ilegales, reduciendo así el área del “Estado palestino” a menos del 20 por ciento de la tierra histórica de Palestina. Los desafortunados Acuerdos de Oslo también provocaron más asesinatos y arrestos del combatiente pueblo palestino bajo el pretexto de la coordinación de la seguridad con el Estado ocupante.
La OLP estaba contenta con esta autoridad imaginaria y sus procesiones de autos de lujo, alfombras rojas y aviones VIP, por lo que abandonó la lucha por la liberación y concedió esencialmente a Israel el derecho a existir en tierra palestina. Habiendo tomado el control de toda la tierra de Palestina, los enemigos están ahora buscando una patria alternativa para los palestinos.

Mientras el mundo espera el veredicto de la CIJ, el genocidio de Israel continúa [Caricatura de Mohammad Sabaaneh]
Desde que la OLP depuso las armas, sus líderes se han distraído por el falso brillo de la autoridad y han vendido a muy bajo precio el derecho de ciudadanía de los palestinos. Lo he dicho antes, y lo diré de nuevo, quienes representan a la Autoridad Palestina ya no tienen derecho a hablar en nombre de los palestinos; ni tampoco el resto de gobernantes árabes que se postran en las escaleras de la Casa Blanca. Han vendido a su pueblo y a Jerusalén para complacer al enemigo sionista.
En décadas de negociaciones posteriores a Oslo –el llamado “proceso de paz”–, los palestinos han hecho concesión tras concesión, perdiendo tierras a causa de los asentamientos ilegales y personas a causa de desplazamientos y masacres. El Estado sionista ha tentado y distraído a los palestinos y al mundo árabe con una falsa “paz” mientras sus sueños de judaización se cumplen sobre los restos de la Palestina histórica. Jerusalén ha sido ya reconocida por Estados Unidos como la capital “indivisa” del Estado de apartheid de Israel.
La Segunda Intifada (Al-Aqsa) comenzó el 28 de septiembre de 2000 y restableció el espíritu de resistencia del pueblo palestino bajo los auspicios del difunto líder Yaser Arafat, quien regresó de Estados Unidos frustrado después de las conversaciones de Camp David con el entonces primer ministro israelí, Ehud Barak, y el Presidente estadounidense Bill Clinton.
Arafat se dio cuenta de que no tenía sentido intentar llegar a un acuerdo de paz con el Estado sionista y que era una ilusión pensar que habría un Estado palestino con Jerusalén como capital y el regreso de los refugiados palestinos a su tierra. Los palestinos mantuvieron grandes esperanzas en esto durante siete años después de los Acuerdos de Oslo; luego despertaron a la realidad y regresaron a la lucha para liberar a Palestina. El propio difunto líder palestino dirigió la intifada junto con el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas), que se había creado justo antes de la Primera Intifada y nunca abandonó el llamamiento a recuperar toda la Palestina histórica desde el río hasta el mar mediante una resistencia legítima a Ocupación israelí.
Esto inició una nueva fase de la lucha palestina que no terminó con el envenenamiento de Arafat en 2004 o la “retirada” de las tropas sionistas y la expulsión de los colonos de la Franja de Gaza el año siguiente; o el asesinato de los líderes de Hamás, el jeque Ahmed Yasin, el doctor Abdel Aziz Al-Rantisi y otros. Desde entonces, Israel ha lanzado cinco ofensivas militares en la Franja de Gaza (2008/9; 2012; 2014; 2021 y 2023) e impuso un bloqueo integral por tierra, mar y aire desde que Hamás ganó las elecciones al Consejo Legislativo Palestino de 2006. Nada de esto ha debilitado el apoyo al movimiento de resistencia o su determinación. El pueblo palestino está dispuesto a hacer sacrificios para liberar su tierra y ha asumido cargas que ningún pueblo en el mundo podría soportar en aras a su independencia, justicia y dignidad.
La operación de resistencia del 7 de octubre cambió la situación con un ataque sorpresa, en lugar de que los palestinos tuvieran que reaccionar ante las repetidas arremetidas israelíes. El enemigo sionista no ha logrado poner de rodillas a los palestinos de Gaza, a pesar de las matanzas masivas y la hambruna de civiles por parte de Israel y la destrucción de su infraestructura en el enclave. Tampoco ha logrado derrotar a Hamás ni lo ha obligado a rendirse. La brújula palestina ha vuelto a la posición que le corresponde, después de haber estado apuntando durante más de un cuarto de siglo en la dirección equivocada gracias a los traidores detrás de los Acuerdos de Oslo. Los palestinos ya no pueden aceptar las falsas promesas que aceptaron la Autoridad Palestina y su “sagrada” coordinación de seguridad; saben que un Estado palestino sólo puede lograrse mediante una resistencia legítima.
Foto de portada: Miles de personas marchan en Madrid a favor de la prohibición del comercio de armas con Israel y en apoyo al pueblo palestino el 25 de febrero de 2024.L [Burak Akbulut – Agencia Anadolu]