Eleanor Goldfield, Truthout, 13 abril 2024
Traducido del inglés por Sinfo Fernández

Eleanor Goldfield es una creativa radical, periodista y cineasta, además de copresentadora con Mickey Huff de «The Project Censored Show» en Pacifica Radio, y del «Common Censored Podcast» con Lee Camp. Todos sus escritos, música, cine y arte se pueden encontrar en Art Killing Apathy.
«¡Su oportunidad de poseer un trozo de Tierra Santa!», exclama el alegre texto publicitario de un sitio web inmobiliario destinado a atraer a compradores de Estados Unidos y Canadá para que adquieran terrenos situados en Israel y en una serie de asentamientos israelíes en Cisjordania. El sitio describe cinco ofertas de venta de terrenos que se han presentado esta primavera en Estados Unidos y Canadá.
Otro acto de venta de terrenos celebrado en Baltimore invitaba a los asistentes a «¡Comprar su casa en Israel ahora!». Pero, como en los otros eventos, los asistentes no podían ser cualquiera interesado en unas tierras recién robadas. Hay que ser judío, pero no cualquier tipo de judío.
Me lo contó Greg Kaplan, un miembro de la comunidad judía local que quería saber más sobre estos eventos restrictivos y que intentó apuntarse al evento de venta de terrenos del 1 de abril en Baltimore, organizado por la agencia inmobiliaria CapitIL, con sede en Jerusalén:
“Me llamó Shmuly Eisenmann, de CapitIL. Me preguntó dónde rezaba, quién era el rabino allí y el número del rabino, pareciendo incrédulo de que yo no tuviera el número del rabino guardado en mi teléfono. Me dijo que lo comprobaría con el rabino y me preguntó si el rabino sabría quién era yo. Le dije que probablemente no, porque no iba mucho a la shul (escuela). Me preguntó si había alguien en otra shul que pudiera responder por mí.”
A Kaplan no se le permitió entrar en el acto, que estaba programado en Shomrei Emunah, «una shul y centro judío de servicio completo» de Baltimore cuya lista de conferenciantes y académicos residentes incluye a un teniente coronel del ejército israelí.
Gillian Stoll, miembro de la sección de Nueva Jersey de IfNotNow, que intentó inscribirse en el acto de Teaneck (Nueva Jersey) el 31 de marzo, recibió una serie de llamadas telefónicas. En la primera llamada, Stoll admite haber sido sorprendida por una serie de preguntas que incluían el nombre de su templo y rabino, su número directo, así como cuál era la lectura en el templo esa semana. Ella dio el nombre de su antiguo rabino y templo, y el hombre que llamaba pareció satisfecho por el momento, ofreciendo que habían tenido que cancelar previamente «debido a los manifestantes». Entonces «recibió una segunda llamada de otro tipo no tan amable diciendo que había llamado al rabino y que no había oído hablar de mí… y me preguntó cuántos años tenía… y si había estado en Israel». A Stoll tampoco se le permitió entrar en el acto.
Huelga decir que yo, como judía laico que no ha ido al templo desde 2007 y cuyo último encuentro con un rabino fue cuando uno de ellos cantaba junto a mí en una acción antisionista, ni siquiera recibí una llamada telefónica. Y aunque estas prácticas discriminatorias pueden ser necesarias para evitar un grupo de manifestantes antisionistas en tu entorno, son, de hecho, ilegales.
Un reciente comunicado de prensa de la Comisión Jurídica de la Asamblea Palestina para la Liberación (PAL) señalaba que estos actos de venta de terrenos «son ilegales en virtud de la Ley de Vivienda Justa de 1968 y la Ley de Derechos Civiles de 1965, ya que se deniega la inscripción, la entrada y la participación por motivos de identidad (es decir, raza, etnia, origen nacional y religión)».
La comisión añadió que estos actos violan no sólo la legislación estadounidense, sino también el derecho internacional en lo que se refiere a que los anfitriones «exhiben y ofrecen propiedades en los asentamientos de Cisjordania reconocidos como ilegales por el Departamento de Estado de Estados Unidos y por el derecho internacional», incluido «el artículo 49 de la Convención de Ginebra… La Corte Internacional [CIJ] de Justicia declaró en 2004 que los asentamientos constituyen graves violaciones del derecho internacional y, por tanto, crímenes de guerra, y también están siendo examinados actualmente por la CIJ en el contexto del caso Sudáfrica versus Israel por crímenes de genocidio, y por la Corte Penal Internacional».
La Comisión Jurídica PAL ha presentado notificaciones y quejas ante fiscales generales y autoridades encargadas de conceder licencias inmobiliarias, y también ha enviado cartas formales de cese y desistimiento junto con cartas de notificación y demanda en relación con sus conclusiones.
Hena Zuberi, la portavoz de PAL, cuando le preguntaron por las respuestas de los anfitriones u organizadores, declaró:
“La respuesta que hemos recibido ha sido el cambio de los eventos por Internet o la retirada de los patrocinadores, al menos públicamente. Aunque no ha sido una comunicación directa con nosotros, se ha producido como consecuencia directa de nuestra acción legal y ha supuesto una importante victoria legal y popular para el caso y la campaña en general. Gracias a esta acción hemos cancelado varios actos y hemos trasladado otros a Internet.”
Uno de ellos estaba previsto en Flatbush (Brooklyn), en el Khal Bnei Avrohom Yaakov Simcha Hall, y fue trasladado a Internet tras la acción legal y las protestas locales. De hecho, es imposible decir si la acción legal, la acción directa o una combinación de ambas ha impulsado la cancelación o el traslado de los actos de venta de terrenos. En cualquier caso, está claro que los anfitriones y organizadores se sienten incómodos con la atención que han atraido, como debe ser.
En la página web en la que se anuncia el acto de Flatbush, así como los de Montreal, Toronto, Teaneck (Nueva Jersey) y Lawrence (Nueva York), se puede leer: «Nuestros expertos ponentes responderán a todas sus preguntas sobre la compra de bienes inmuebles en Israel, centrándose en: Jerusalén, Tel Aviv, Ramat Beit Shemesh, Modiin, Givat Shmuel, Raanana, Neve Daniel, Efrat, Motza, Haifa, Ma’ale Adumim, Ashkelon, Netanya».
Cuando envié esta lista de nombres de lugares a Nora Barrows-Friedman, editora asociada de The Electronic Intifada que ha cubierto Palestina durante 20 años y tiene un profundo conocimiento de varias zonas demarcadas y fronteras, me explicó:
“Neve Daniel y Efrat son asentamientos importantes en la zona entre Belén y Hebrón, en Cisjordania. Efrat es el asentamiento que los palestinos llaman «la serpiente» porque es un asentamiento estrecho pero largo que serpentea por encima de las colinas. Ma’ale Addumim es uno de los asentamientos más grandes de Cisjordania, y Ashkelon es la ciudad situada justo al norte de Gaza.”
Sin más información sobre Modiin, no pudo decir si es o no Modiin Illit, que es «parte del bloque de asentamientos Ariel/Maale Addumim/E-1». Sin embargo, incluso sin esa aclaración, está claro que gran parte de las propiedades que se ofrecen en al menos cinco de estos actos de venta de terrenos se encuentran en Cisjordania. Pero, como señaló Barrows-Friedman, «todo es tierra ocupada, por supuesto».
Mientras tanto, la violencia y los desplazamientos se han disparado, con unos 4.000 palestinos desplazados en Cisjordania en 2023, la mayoría después del 7 de octubre, según un informe de febrero de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA, por sus siglas en inglés).
Tamara Nassar, de The Electronic Intifada, informó a finales de marzo de que «las fuerzas israelíes y los colonos han herido a casi 5.000 palestinos en Cisjordania desde el 7 de octubre, más de 700 de ellos niños». The Express Tribune, periódico paquistaní asociado a The New York Times, informó el 30 de marzo de que Israel había confiscado unas 27.000 decáreas de tierra (unos 6.600 acres -27 kilómetros cuadrados-) en Cisjordania sólo desde el 7 de octubre.
Este desplazamiento y violencia se manifiesta de muchas formas diferentes, desde ataques aéreos y demoliciones selectivas mediante «operaciones militares», hasta ataques físicos por parte de colonos armados, pasando por lo que un amigo mío denominó una vez «genocidio de papel» en relación con los palestinos que carecen de permisos de construcción expedidos por Israel, permisos que básicamente ningún palestino puede obtener debido a las políticas discriminatorias de concesión de permisos del régimen de apartheid. Zuberi señala que, al igual que la violencia contra los palestinos, estos sucesos de venta de tierras «llevan ya sucediendo durante un período significativo… mucho antes de los recientes acontecimientos en Gaza».
Aunque es evidente una escalada de la violencia, debemos tener cuidado para ver el 7 de octubre y sus secuelas como una continuación de esta violencia colonial, en lugar de un comienzo. Del mismo modo, la actual atención crítica que se presta a los sucesos de la venta de tierras es un mérito del crecimiento del movimiento palestino, no una indicación de que Israel haya adoptado una nueva táctica colonialista.
En resumen, ya sea en 1948, 1967, 2014 o en la actualidad, Palestina es una tierra ocupada, Israel mantiene el apartheid, y estos eventos de venta de tierras son una de las muchas tácticas que se utiliza para hacer desaparecer a un pueblo y una cultura indígenas, para borrarlos del mapa literal y figurativamente, tal y como se hizo aquí en los llamados Estados Unidos con los eventos de venta masiva de tierras en el oeste de las llamadas «tierras indias».
Fuera del acto de venta de tierras celebrado en la tierra robada conocida como Baltimore, nuestra protesta fue enérgica. Banderas palestinas ondeaban sobre mi cabeza junto con pancartas y carteles caseros que denunciaban el genocidio y exigían justicia y liberación. Los megáfonos llevaban el mensaje de «Palestina libre» y «La ocupación es un crimen».
Una mujer se detuvo frente a mí y me ofreció una caja de dátiles. Sonreí, cogí uno y le di las gracias. Ella me devolvió la sonrisa, se ajustó el hiyab y siguió abriéndose paso entre la pequeña multitud que se había congregado frente a Shomrei Emunah, donde estaba previsto el acto de venta de tierras.
Mientras tanto, al otro lado de la calle, frente a Shomrei Emunah, una multitud de contramanifestantes sionistas ondeaba la bandera israelí, y varios cruzaron la calle para provocarnos, escupiendo y gritando insultos y amenazas.
La presencia policial aumentó a lo largo de la tarde, pero apenas disuadió a los violentos sionistas de acosar a nuestro grupo de manifestantes pacíficos, algunos de los cuales estaban rezando. Varios conductores profirieron insultos y amenazas a su paso, y algunos dieron varias vueltas ondeando banderas israelíes y estadounidenses. Algunos coches aceleraron sus motores y frenaron en seco delante de nosotros, lo que me recordó de forma cruda y grotesca al terrorista de Charlottesville, Virginia, que chocó con su coche contra nuestro grupo de manifestantes antifascistas, matando a Heather Heyer e hiriendo a varios más.
A medida que avanzaba la tarde, nos enteramos de que la venta de terrenos se había trasladado en el último minuto a otro lugar. Una pequeña victoria, pero una victoria al fin y al cabo. Zuberi me dijo: «Estas victorias no habrían sido posibles sin la incesante presión ejercida por el equipo jurídico de PAL y el apoyo y la organización de base de las secciones locales de PAL y sus aliados». Esta organización de base incluía la sección de Baltimore de Jewish Voice for Peace (JVP), la oficina del Council on American-Islamic Relations en Maryland y American Muslims for Palestine (AMP), así como personas como yo que, aunque no estábamos afiliados a ninguna organización, sentimos la necesidad de manifestarnos.
Cassidy Cohen, de la sección de Baltimore de Jewish Voice for Peace, añadió: «Procedemos de una tradición judía que durante milenios se ha opuesto al imperio, la colonización y el nacionalismo, que valora todas las vidas humanas y está arraigada en la justicia social… Como judíos, nos oponemos a todo desplazamiento y genocidio de palestinos. Decimos nunca más para cualquier ser humano«.
En otras palabras, actuar en solidaridad con el incansable liderazgo palestino en la lucha por su liberación es el mandato de todos los que creemos en la justicia, especialmente nosotros los judíos.
Foto de portada: Sionistas rodean a manifestantes antisionistas con keffiyehs y una pancarta en la que se lee «Propiedades frente al mar construidas sobre cadáveres arrasados» frente a Shomrei Emunah en Baltimore, Maryland (Eleanor Goldfield).