Cuando Namibia planta cara a Alemania demuestra que Gaza ha revolucionado el Sur Global

Ramzy Baroud, Middle East Monitor, 16 abril 2024

Traducido del inglés por Sinfo Fernández


Ramzy Baroud es periodista y director de The Palestine Chronicle. Es autor de cinco libros, el último de ellos es «These Chains Will Be Broken: Palestinian Stories of Struggle and Defiance in Israeli Prisons» (Clarity Press, Atlanta). El Dr. Baroud es investigador principal no residente en el Centro para el Islam y los Asuntos Mundiales (CIGA) de la Universidad Zaim de Estambul (IZU). Su sitio web es www.ramzybaroud.net

La distancia entre Gaza y Namibia se mide en miles de kilómetros, pero la distancia histórica es mucho más cercana. Precisamente por eso Namibia fue uno de los primeros países en adoptar una postura firme contra el genocidio israelí en Gaza.

Namibia fue colonizada por los alemanes en 1884, mientras que los británicos colonizaron Palestina en la década de 1920, entregando el territorio a los colonizadores sionistas en 1948. Aunque los tejidos étnico-religiosos de Palestina y Namibia son diferentes, sus experiencias históricas son similares.

Es fácil suponer que la historia que une a muchos países del Sur Global es sólo la de la explotación y victimización occidentales. Sin embargo, también es una historia de lucha y resistencia colectivas.

Namibia está habitada desde la prehistoria. Esta arraigada historia ha permitido a los namibios, a lo largo de miles de años, establecer un sentimiento de pertenencia a la tierra y entre sí, algo que los alemanes no comprendieron ni apreciaron. Cuando los alemanes colonizaron Namibia, la llamaron «África Sudoccidental Alemana» e hicieron lo que todos los demás colonialistas occidentales han hecho con prácticamente todos los países del Sur Global, desde Palestina a Sudáfrica, pasando por Argelia y más allá: intentaron dividir al pueblo, explotaron sus recursos y masacraron a los que se resistieron.

A pesar de ser un país con poca población, el pueblo de Namibia se resistió a sus colonizadores, lo que provocó la decisión alemana de exterminar a los nativos; mataron, literalmente, a la mayoría de la población.

Desde el comienzo del genocidio israelí en Gaza, Namibia ha respondido a la llamada de solidaridad con los palestinos, junto con muchos países africanos y sudamericanos, como Colombia, Nicaragua, Cuba, Sudáfrica y Brasil, así como China y muchos otros.

Aunque la interseccionalidad es una noción muy celebrada en el mundo académico occidental, no es necesaria ninguna teoría académica para que las naciones oprimidas y colonizadas del Sur Global muestren solidaridad entre sí. Por eso, cuando Namibia adoptó una postura firme contra el mayor apoyo militar a Israel en Europa -Alemania-, lo hizo basándose en que Namibia es plenamente consciente de su historia.

El genocidio alemán de los pueblos nama y herero (1904-1907) se conoce como el «primer genocidio del siglo XX».

La unidad entre Palestina y Namibia está ahora cimentada en el sufrimiento mutuo.

Sin embargo, no ha sido Namibia quien ha presentado una demanda contra Alemania ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ). Es Nicaragua, un país centroamericano que también se encuentra a miles de kilómetros tanto de Palestina como de Namibia. El caso nicaragüense acusa a Alemania de violar la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio. Considera a Alemania -con razón- copartícipe del genocidio en curso de los palestinos.

Esta acusación por sí sola debería aterrorizar al pueblo alemán, en realidad, al mundo entero, ya que Alemania está relacionada con genocidios desde sus primeros días como potencia colonial. El horrendo crimen del Holocausto, y otros asesinatos en masa llevados a cabo por el gobierno nazi de Alemania contra los judíos y otros grupos minoritarios en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, fueron una continuación de los crímenes alemanes cometidos contra los africanos décadas antes.

El análisis típico de por qué Alemania sigue apoyando a Israel se basa en la culpa alemana por el Holocausto. Sin embargo, esta explicación es en parte ilógica y en parte errónea. Ilógica porque si Alemania ha interiorizado realmente cualquier sentimiento de culpa por sus anteriores asesinatos en masa, no tendría sentido que Berlín añadiera aún más culpa ayudando e instigando el asesinato de decenas de miles de palestinos. Si realmente existe un sentimiento de culpa, no es genuino.

Y la explicación es errónea porque pasa completamente por alto el genocidio alemán en Namibia. Increíblemente, el gobierno alemán tardó hasta 2021 en reconocer la horrible matanza en ese pobre país africano, aceptando finalmente pagar una compensación de sólo mil millones de euros en «ayuda comunitaria» en el transcurso de tres décadas.

El apoyo del gobierno alemán a la ofensiva militar de Israel contra los palestinos de Gaza no está motivado por la culpa, sino por un paradigma de poder que rige las relaciones entre los países coloniales. Muchos países del Sur Global entienden muy bien esta lógica, de ahí su creciente solidaridad con Palestina.

La brutalidad israelí en Gaza, así como el sumud, la resiliencia y la resistencia palestinas, están inspirando al Sur Global a reclamar su papel central en las luchas de liberación anticolonial.

La revolución en la perspectiva del Sur Global -que culmina con el caso de Sudáfrica en la CIJ, y también con la demanda nicaragüense contra Alemania- indica que el cambio no es el resultado de una reacción emocional colectiva. Por el contrario, es parte integrante de la cambiante relación entre el Sur Global y el Norte Global.

África lleva años experimentando un proceso de reestructuración geopolítica. Las rebeliones antifrancesas en África Occidental, que exigen una verdadera independencia de los antiguos amos coloniales del continente, además de la intensa competencia geopolítica en la que participan Rusia, China y otros países, son signos de tiempos cambiantes.

Y, con esta rápida reordenación, están surgiendo un nuevo discurso político y una nueva retórica popular, a menudo expresados en el lenguaje revolucionario que emana de Níger, Burkina Faso, Malí y otros países.

Sin embargo, el cambio no se está produciendo únicamente en el frente retórico. El auge de los BRICS como nueva y poderosa plataforma de integración económica entre Asia y el resto del Sur Global ha abierto la creencia de que las alternativas a las instituciones financieras y políticas occidentales son realmente posibles.

En 2023 se reveló que los países BRICS acaparan ya el 32% del PIB total mundial, frente al 30% de los países del G7. Esto tiene un gran valor político, ya que cuatro de los cinco fundadores originales de los BRICS son firmes partidarios de los palestinos.

Mientras Sudáfrica ha defendido el frente legal contra Israel, Rusia y China luchan contra Estados Unidos en el Consejo de Seguridad de la ONU para instaurar un alto el fuego. El embajador de Pekín en La Haya llegó a defender la lucha armada palestina como legítima según el derecho internacional. Ahora que la dinámica mundial favorece a los palestinos, es hora de que su lucha vuelva al abrazo del Sur Global, donde las historias comunes siempre servirán de base para una solidaridad significativa.

Foto de portada: Delegación de Namibia asistente a las audiencias del procedimiento consultivo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) sobre las consecuencias jurídicas de las prácticas de Israel en los territorios palestinos en La Haya, Países Bajos, el 23 de febrero de 2024 [Nikos Oikonomou/Anadolu via Getty Images].

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