El ilegal comercio del alcohol en Bagdad

Tom Westcott, Middle East Eye, 12 mayo 2024

Traducido del inglés por Sinfo Fernández


Tom Westcott es un escritor itinerante que presenta noticias y artículos de Oriente Medio y más allá. Es muy probable que actualmente se encuentre en algún lugar de Oriente Medio o del Norte de África.  Escribe regularmente para publicaciones internacionales y sutrabajo ha aparecido en TimesMiddle East Eye y Sada . Ha sido columnista de Land Rover Monthly durante ocho años y colabora con otras publicaciones.

Tras las anchas puertas metálicas de un edificio de aspecto inofensivo en un barrio residencial del centro de Bagdad, miles de cajas de alcohol se apilan hasta las vigas más altas.

Torres de famosas marcas internacionales se alzan junto a bebidas de fabricación local, meticulosamente ordenadas según los tipos de alcohol. Entre las paredes de cajas hay pasillos que conducen de una sala a otra, revelando un almacén muy bien dispuesto y surtido.

El personal, exclusivamente cristiano, está ocupado organizando los almacenes de alcohol y cargando las entregas. La mayoría se destinan a los puntos de venta de alcohol, bares y clubes nocturnos de Bagdad, pero algunos, escondidos en vehículos civiles, se dirigirán más al sur, para ser introducidos de contrabando en el corazón de Iraq.

«Seguimos operando, pero de forma ilegal», afirma el propietario, Tony, que lleva más de 30 años trabajando en el sector del alcohol. Dice que, desde que en marzo de 2003 se aprobó la ley que prohíbe la importación y venta de alcohol, ahora todo se realiza con sobornos.

Junto con el aumento de los impuestos, el pago de cuantiosos sobornos en cada puesto de control es ahora el principal gasto al que se enfrenta lo que se ha convertido en una industria clandestina.

Todo el alcohol entra en el país a través del Kurdistán iraquí, ya que el Gobierno Regional Kurdo semiautónomo, que controla sus propias fronteras terrestres, no hace cumplir la legislación. Desde allí, se transporta en camiones hasta Bagdad, pasando por media docena de puestos de control, cada uno de los cuales exige un pago.

Según Samir, comerciante de alcohol: «Antes costaba unos 3.000 dólares transportar un camión cargado de alcohol del Kurdistán a Bagdad, pero ahora la media es de 50.000 dólares porque tenemos que pagar impuestos y luego tenemos que pagar en cada puesto de control que pasamos, y estamos hablando de seis o siete puestos de control en cada viaje».

Estos puestos de control se han vuelto tan lucrativos que se dice que los mandos militares pagan sus propios sobornos internos para que se les asignen puestos de control específicos a lo largo de las rutas utilizadas por los camiones que transportan suministros de alcohol hacia la capital.

A pesar de la prohibición, también hay que obtener licencias comerciales. «Seguimos teniendo que solicitarlas y pagarlas, pero ahora no recibimos facturas ni documentación oficial», afirma Tony.

Mostró uno de los pocos documentos que se expiden ahora, que permite atravesar Bagdad a pequeños camiones cargados de alcohol. Lo describió como «oficial pero no oficial», encogiéndose de hombros con resignación porque así son ahora las cosas.

El almacén de Bagdad acumula varias marcas locales de cerveza, fabricadas en las pocas cervecerías iraquíes que siguen funcionando en el norte de Iraq, pero éstas se enfrentan a problemas similares.

Un cervecero, que habló bajo condición de anonimato, dijo: «La fábrica sigue funcionando porque yo pago. Este año he pagado impuestos y la licencia, pero sin que quede ningún rastro en papel».

El alcohol en Bagdad

Iraq tiene una larga historia de consumo de alcohol: a la antigua Mesopotamia se le atribuye la invención de la cerveza, y el exlíder iraquí Sadam Husein se refería al whisky como «la bebida nacional de Iraq».

Las minorías cristiana y yazidí del país han trabajado en la industria del alcohol iraquí a lo largo de todo un siglo, después de que unas leyes aprobadas en la década de 1920 permitieran esta actividad sólo a los no musulmanes.

«El gobierno empezó a poner muchas dificultades para renovar las licencias de alcohol a partir de 2009», explicó Samir a MEE.

«Durante los cinco años siguientes fue muy difícil conseguir licencias, y la gente dejó de hacerlo o trabajó ilegalmente. Luego, hacia 2016, empezó a ser más fácil de nuevo».

Tras la derrota del grupo terrorista Estado Islámico (EI) en Iraq en 2017, el sector del alcohol floreció en Bagdad.

Una de las tiendas de alcohol que sobreviven en el céntrico barrio de Saadun, en Bagdad (Tom Westcott/MEE).

Las trampillas sin señalizar por las que antes se vendía alcohol se convirtieron en auténticos escaparates y, en el céntrico distrito de Saadun, los puntos de venta se expandieron, adornando los escaparates con letreros luminosos de populares marcas internacionales.

Pero, en 2023, el gobierno iraquí aprobó la ley que prohibía el alcohol, algo que, según los comerciantes, se hizo de forma solapada.

Yusuf, otro comerciante de alcohol, declaró: «Todas las leyes iraquíes nuevas o actualizadas deben pasar por tres lecturas y debates separados en el parlamento, pero esta ley se incluyó con varias otras leyes y, en las dos primeras lecturas, no mencionaron la prohibición del alcohol».

Exhalando una columna de humo de shisha a través de ignoradas bandejas cargadas de fruta y baklava en un restaurante de lujo de Bagdad, añadió: «En la tercera lectura se incluyó de repente la prohibición, lo que cogió por sorpresa a algunos legisladores, que no habían tenido tiempo de preparar argumentos en contra. Por eso la ley se aprobó tan fácilmente».

Ley dirigida a las minorías

Quienes siguen trabajando en el sector afirman que la ley se ha dirigido deliberadamente contra algunas de las minorías más asediadas de Iraq. Entre ellas están los yazidíes, que experimentaron un éxodo masivo después de que el Dáesh invadiera la región de Sinjar en 2014 y cometiera un genocidio contra ellos; y los cristianos, cuyo número se ha derrumbado de alrededor de 1,2 millones bajo Sadam a unos 250.000.

Irónicamente, la principal base de clientes de los comerciantes de alcohol nunca han sido las minorías, sino los musulmanes, y Yusuf calcula que alrededor del 80% de los iraquíes disfrutan de una copa.

«Ya hemos perdido en torno al 50% de las personas que trabajaban en este comercio, y sólo hablamos de las minorías iraquíes, ya que somos los únicos que podemos obtener licencias», afirmó, añadiendo que las delegaciones ante las oficinas del primer ministro, el presidente y el Tribunal Supremo de Iraq no habían llevado a ninguna parte. «Es imposible ver en esta ley otra cosa que un ataque deliberado contra las minorías de Iraq».

Según él, la legislación ha provocado que más cristianos iraquíes vuelvan a solicitar asilo en el extranjero. Justo cuando los miembros de la diáspora -expulsados por las ruinosas sanciones, la invasión liderada por Estados Unidos en 2003 que generó una brutal violencia sectaria y, finalmente, el Dáesh- comenzaban por fin a regresar, animados por la histórica visita de Su Santidad el Papa Francisco a Iraq en 2021 y la mejora de la seguridad y la estabilidad.

Samir dio: «Esta ley permite técnicamente a los policías detener a cualquier sacerdote por tener vino en el altar durante la celebración de la misa. No hay derechos para los cristianos en este país».

Los empobrecidos yazidíes de Iraq, que disponen de muy pocas fuentes de ingresos potenciales, también se sienten injustamente afectados.

«Esta ley afecta especialmente a los pobres», declaró a MEE Jalil, residente en Sinjar.

«Cientos de yazidíes trabajan vendiendo alcohol en Bagdad y envían dinero a casa para cubrir los gastos familiares y médicos. Cuando Bagdad se quede sin suministros, todos ellos perderán su medio de vida».

Alcohol aguado

En Sinjar, tierra ancestral de los yazidíes, los propietarios de tiendas y bares han malgastado millones de dinares iraquíes renovando licencias de alcohol que han quedado sin utilizar por las dificultades para traer suministros.

«El Kurdistán tiene un enfoque interesado de esta ley. La ignoran al seguir importando y vendiendo alcohol allí, pero aplican otros aspectos de la legislación, confiscando el alcohol en los puestos de control, con la esperanza de aumentar sus propios ingresos atrayendo a turistas nacionales deseosos de beber porque el Kurdistán es la única zona de Iraq donde el alcohol sigue siendo barato», afirmó.

Las personas que intentan transportar alcohol a Sinjar desde otros lugares de Iraq se enfrentan a penas de cárcel, y al menos tres lugareños han pasado varios meses en prisión antes de ser puestos en libertad.

«Esta ley está teniendo un impacto significativo en la economía local, ya que el comercio de alcohol era una buena fuente de ingresos, que hizo millonarios a algunos yazidíes y aumentó los ingresos de miles de personas», dijo Jalil.

Incluso el número de bebedores de Sinjar está disminuyendo, ya que los precios de las cervezas y licores de peor calidad casi se han triplicado.

Aunque algunos se han enriquecido con el comercio de alcohol, los reducidos márgenes de beneficio ya no hacen que merezca la pena correr los riesgos de siempre.

Declara Tony: «Todos hemos sido secuestrados en algún momento, y ahora el riesgo es aún mayor. Siempre son las milicias, nos retienen una semana o dos y pagamos para que nos liberen. Pagamos por todo».

Guaridas secretas para beber

El almacén de Bagdad cuenta con una discreta tienda adyacente, cuyas paredes están forradas con una impresionante variedad de licores. El más caro es Johnnie Walker Blue, que se vende a 200 dólares la botella, mientras que los más populares son wiskis internacionales más baratos.

Aquí, los consumidores pueden comprar al por menor o al por mayor, pero los que se acercan a comprar unas cuantas botellas, embolsadas tres veces para garantizar su graduación y sutileza, son una fracción de los clientes que tenía antes el establecimiento.

El aumento de los costes operativos se ha trasladado inevitablemente al consumidor. Una lata de cerveza que costaba 1.5000 dinares (1,14 dólares) hace un año se vende ahora a 5.000 dinares, y una botella de vodka, que antes costaba 10.000 dinares, cuesta ahora unos 30.000 dinares.

Estas subidas de precios, acompañadas del aumento de los precios mundiales y de la devaluación de la moneda, han provocado un importante descenso de la clientela y de los beneficios, y la bebida se ha convertido en dominio exclusivo de los iraquíes más ricos. 

«El iraquí medio con un salario básico no puede permitirse beber ahora, y vemos cómo la gente recurre cada vez más a las drogas», afirma Samir. «Antes de 2003, apenas había drogas en Iraq, pero ahora, sobre todo en el último año, el escenario de la droga se ha amplificado realmente».

Añadió que, mientras que el alcohol es considerado haram (prohibido) por el Corán, no existe tal proscripción para las drogas, por lo que éstas parecen halal (religiosamente aceptables).

Muchos puntos de venta de alcohol de la capital han vuelto a cerrar sus escaparates, retirando la señalización y reanudando la venta nocturna a través de escotillas. Pero en otros lugares el comercio sigue funcionando abiertamente.

Aunque las tiendas de alcohol de Saadun han disminuido mucho en el último año, un puñado de ellas anidan entre hoteles de precio económico, antros secretos para beber y locales de comida para llevar.

Un taxista, maniobrando entre el denso tráfico, dijo: «Es ilegal, pero está permitido. Todas estas tiendas tienen que pagar para seguir abiertas, y pagan mucho».

Aunque el negocio clandestino del alcohol sigue, de momento, en pie, los comerciantes no tienen ni idea de cuánto puede durar.

«En más de 30 años trabajando en este sector, y a pesar de todo lo que ha ocurrido en Iraq, ésta es la peor situación que he visto», afirmó Tony, propietario de un almacén.

«Y, a menos que consigamos algún apoyo para esta industria -que es el pan de cada día de muchas minorías iraquíes- por parte de los países europeos, no veo cómo va a cambiar esto».

(Todos los nombres de los entrevistados han sido modificados para proteger sus identidades.)

Foto de portada: Un dependiente coloca botellas de whisky en una estantería de una tienda de licores en el distrito de Batawin, en Bagdad, el 5 de diciembre de 2020 (AFP).

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