Protestas en los campus estadounidenses: Edward Said habría atesorado este momento

Hamid Dabashi, Middle East Eye, 20 mayo 2024

Traducido del inglés por Sinfo Fernández


Hamid Dabashi es catedrático Hagop Kevorkian de Estudios Iraníes y Literatura Comparada en la Universidad de Columbia de la ciudad de Nueva York, donde enseña Literatura Comparada, Cine Mundial y Teoría Postcolonial. Entre sus últimos libros figuran The Future of Two Illusions: Islam after the West (2022); The Last Muslim Intellectual: The Life and Legacy of Jalal Al-e Ahmad (2021); Reversing the Colonial Gaze: Persian Travelers Abroad (2020) y The Emperor is Naked: On the Inevitable Demise of the Nation-State (2020). Sus libros y ensayos se han traducido a numerosos idiomas.

Un fantasma recorre la Universidad de Columbia y otros campus estadounidenses de costa a costa: el de Edward Said

Los poderes del viejo y del nuevo sionismo genocida han entrado en una alianza impía para exorcizar este espectro: El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, el presidente estadounidense Joe Biden, el expresidente Donald Trump, gobiernos europeos, columnistas del New York Times y presentadores de Fox News.

Todos le están ladrando al árbol equivocado.

¿Qué parte de este levantamiento antisionista mundial no ha sido tachada de «antisemita» por sus oponentes en el poder? 

Durante más de medio siglo, el discurso político y público estadounidense ha estado violentamente dominado por la retórica proisraelí. No es casual que una universidad afiliada al nombre de Said, que enseñó en Columbia durante toda su vida académica, esté ahora cambiando esa hegemonía y poniendo a la defensiva el sionismo, la ideología supremacista judía de un Estado-guarnición. 

Los cánticos de «¡Palestina libre, libre!» resuenan desde hace meses, desde el campus de Columbia a todo el mundo. Said no está aquí para oírlo ahora, pero en el alma de su convicción, sabía que llegaría.

El año 2023 será recordado como el momento de nuestra historia en que el sionismo genocida fue finalmente juzgado en los campus universitarios estadounidenses. El legado de Said, y su compromiso de por vida con la causa palestina, están escritos en este levantamiento estudiantil. 

Historia crucial

Los historiadores de las ideas y los movimientos sociales pronto tendrán que comenzar la necesaria tarea de unir las piezas de esta historia; y la obra de la vida de un destacado pensador palestino, que sigue siendo una figura icónica en Columbia, será un componente importante de esa historia. 

Estos historiadores tendrán que tener en cuenta muchas fechas significativas. Una de ellas fue en el verano de 2002, cuando alrededor de media docena de profesores de Columbia se reunieron en uno de nuestros apartamentos para iniciar un llamamiento a la universidad para que desinvirtiera de las empresas que venden equipamiento militar a Israel. 

Apenas pudimos recoger 100 firmas entre nuestros colegas a favor del llamamiento, y fuimos rotundamente derrotados en el senado de la universidad al recogerse cientos de firmas más en contra de nuestro llamamiento.

La mayoría de nuestros oponentes eran profesores de medicina, empresariales, derecho y otras facultades profesionales, mientras que nuestros partidarios procedían casi exclusivamente de ciencias sociales y humanidades. 

Al año siguiente, organizamos un gran festival de cine palestino al que acudieron miles de aficionados para ver durante cinco días lo mejor del poderoso cine nacional. Said pronunció el discurso inaugural, y más tarde publicamos un libro de ensayos basado en el festival.

Poco después, creamos una página web sobre cine palestino y, a partir de ahí, establecimos el Centro de Estudios Palestinos, el primero de este tipo en un campus universitario de Estados Unidos o Europa. 

Poco después del 11-S, se creó un sitio web macartista llamado Campus Watch para difamar, abusar y calumniar nuestros nombres, en un aparente esfuerzo por atemorizarnos y silenciarnos. Unos años más tarde, el escritor David Horowitz publicó su infame libro The Professors: The 101 Most Dangerous Academics in America. Seis de nuestros colegas de Columbia ocupaban un lugar destacado. Said no era uno de ellos, ya que para entonces había fallecido. 

La marea cambia

Justo antes de que saliera el libro de Horowitz, los grupos pro-Israel preocupados porque la marea se volviera contra sus artimañas hicieron un supuesto documental sobre nosotros, que llamaron Columbia Unbecoming (2004). 

Se lanzaron falsas acusaciones de «antisemitismo» contra nosotros y los viejos grupos liberales, desde el New York Times hasta The Nation, se movilizaron para denunciarnos. Hubo proyecciones privadas de la película ante nuestra alta administración en otro esfuerzo por asustarnos y silenciarnos. Fuimos acorralados, difamados y sometidos a un poderoso régimen de inquisición sionista en Nueva York. 

Fue, y sigue siendo, una guerra desagradable. 

El régimen de inquisición sionista ha gobernado Columbia al igual que ha gobernado Nueva York y el Congreso de EE. UU., con puño de hierro. Cómo se atreve una banda de inadaptados árabes y musulmanes a cuestionar el poder del lobby israelí en el país; ¡los multimillonarios sionistas no quieren ni oír hablar de ello!

El destacado intelectual palestino-estadounidense Edward Said murió en septiembre de 2003, «sin poder ver los frutos de su inquebrantable trabajo» (MENA/AFP)

El Washington Post publicó recientemente un informe que documenta cómo un grupo de ricos «titanes empresariales» animó al alcalde de Nueva York, Eric Adams, a enviar a la policía al campus de Columbia para dispersar a los manifestantes. 

Todos teníamos razones para creer que el poder de los sionistas militantes, ricos y poderosos era indestructible. El levantamiento pacífico, decidido y resuelto en nuestro campus, y luego en todo el mundo, demostró que estábamos equivocados. 

Podemos retrotraer la historia de estos acontecimientos a las décadas de 1970 y 1980, cuando Said se convirtió en la voz más elocuente en lengua inglesa para expresar el terror que los sionistas estaban perpetrando contra los palestinos. La publicación de su libro fundamental, La cuestión palestina (1979), podría considerarse el acontecimiento clave que marcó el surgimiento de una voz poderosa contra el régimen de inquisición sionista. 

Toda una vida de lucha

A lo largo de la década de 1990, Said se opuso rotundamente a la farsa de los Acuerdos de Oslo. En septiembre de 1993, se negó a participar en el espectáculo del apretón de manos en el jardín de la Casa Blanca, que supuso la pérdida de los derechos palestinos en favor de Israel.

Lo que surge del escrutinio de los Acuerdos de Oslo, escribió Said en octubre de 1993, «es un acuerdo que es más defectuoso y, para la mayoría del pueblo palestino, más desfavorable de lo que muchos habían supuesto en un principio». Las vulgaridades del desfile de moda de la ceremonia de la Casa Blanca, el degradante espectáculo de Yaser Arafat dando las gracias a todo el mundo por la suspensión de la mayoría de los derechos de su pueblo, y la fatua solemnidad de la actuación de Bill Clinton, como un emperador romano del siglo XX guiando a dos reyes vasallos a través de rituales de reconciliación y pleitesía: todo esto sólo oscurece temporalmente las proporciones verdaderamente asombrosas de la capitulación palestina». 

Tras toda una vida de lucha, Said murió en septiembre de 2003, incapaz de ver los frutos de su inquebrantable labor. Dos décadas después, su alma profética seguramente mira con una sonrisa a sus progenitores que lloran en su campus: «¡Palestina libre, libre!». 

El levantamiento estudiantil global que comenzó en Columbia, y que como un incendio se ha ido extendiendo por todo el mundo, tiene un largo y arduo camino por delante. Los perniciosos intentos de difamar falsamente este levantamiento como «antisemita» pretenden ocultar el hecho de que en su núcleo mismo hay una tradición profética judía de liberación, representada audazmente por nuestros estudiantes y profesores judíos. 

Los campus universitarios estadounidenses son hoy el lugar del fin de la hegemonía sionista, y esto enfurece a algunos elementos poderosos y autocomplacientes ricamente incrustados en los consejos de administración, los antiguos alumnos, el profesorado, los estudiantes y los padres. Pero el proverbial genio está fuera de la botella y no hay forma de volver a meterlo. 

Columbia y otros campus universitarios son los precursores de un cambio que ya no tiene marcha atrás. Durante más de medio siglo, la ficción sionista dominó nuestro campus, mientras la realidad palestina era negada, denigrada y demonizada. Said murió sin ver cómo la verdad que él había propiciado y potenciado cambiaría la faz de nuestra historia, mientras un sonoro golpe de voces y tambores resuena bajo las ventanas de su antiguo apartamento del campus: «¡Palestina libre, libre!» 

Foto de portada: Manifestación de estudiantes propalestinos a las puertas de la Universidad de Columbia en Nueva York el 30 de abril de 2024 (Leonardo Muñoz/AFP).

Voces del Mundo

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