Los palestinos masacrados en Nuseirat no existen para los medios racistas coloniales de Occidente

Lina Alsaafin, Middle East Eye, 10 junio 2024

Traducido del inglés por Sinfo Fernández


Linah Alsaafin es una periodista palestina que escribe para Al Jazeera, The Times Literary Supplement, Al Monitor, The News Internationalist, Open Democracy y Middle East Eye.

Los detalles de la operación militar conjunta estadounidenseisraelí que el sábado mató e hirió a casi 1.000 palestinos en el campo de refugiados de Nuseirat apenas evocan el heroísmo festivo o la precisión que los titulares de los medios de comunicación occidentales esparcen efusivamente en sus portadas.

Pero en un mundo distópico en el que la matanza gráfica de al menos 50.000 hombres, mujeres y niños en ocho meses apenas hace pestañear a los dirigentes del orden gobernado del Norte Global, se podría perdonar que se pensara que cualquier misión que destruya cientos de vidas civiles mientras se recupera a cuatro cautivos es motivo de celebración.

Peor aún es cuando los 274 palestinos muertos y los 698 heridos en la masacre del campo de refugiados de Nuseirat se borran deliberadamente de la cobertura informativa, o se reconocen sucintamente como una ocurrencia tardía en un titular o vagamente en un subtítulo.

La portada dominical del New York Times, un periódico que ha destruido voluntariamente sus últimos vestigios de credibilidad para actuar como taquígrafo descarado de la propaganda israelí, mostraba con orgullo el titular «El ejército israelí libera a 4 rehenes en una misión en Gaza».

La portada va acompañada de una foto sonriente de un cautivo israelí liberado (mencionado por su nombre) y rodeado de soldados triunfantes. Los palestinos muertos quedan relegados a una nota a pie de página.

La BBC y Reuters siguen una línea similar, eligiendo titular con «Cuatro rehenes israelíes liberados en una redada en el centro de Gaza» y «Las fuerzas israelíes rescatan a cuatro rehenes vivos de Gaza, según declaraciones del ejército» respectivamente.

La CNN optó por centrarse en la logística en lugar de en las víctimas masivas: «La operación israelí para rescatar a cuatro rehenes requirió semanas de preparación», escribió con toda seriedad.

El Washington Post fue más directo en su tono: «Un raro día de alegría en medio del derramamiento de sangre: 4 rehenes rescatados con vida». Un segundo titular seguía encabezando con «Cuatro rehenes israelíes rescatados con vida» y añadía la cifra no concluyente de palestinos muertos como epílogo: «Al menos 210 personas muertas en Gaza, según las autoridades».

Y luego está The Sunday Times, inequívoco y descarado en su tono, escrito con una especie de estilo sin aliento, como si describiera la redundante trama de una película de acción de Hollywood:

«Una audaz incursión devuelve a Gaza una motocicleta como rehén», comenzaba el titular, antes de continuar en la página siguiente con: «Un ataque quirúrgico, un feroz tiroteo y las celebraciones rompieron la tranquilidad del sábado».

Se omite por completo la carnicería que este «ataque quirúrgico» dejó a su paso, los cuerpos mutilados de palestinos que yacían despanzurrados en las calles del mercado, las decenas de edificios y viviendas destruidos.

Deshumanización rampante

Hay una sensación macabra incluso cuando se menciona a los palestinos en la voz pasiva que hemos llegado a esperar de estos medios de noticias, desprovistos de contexto y desvinculados de quién les está haciendo qué.

The Guardian sobresale en su propio ejemplo de cobertura del atroz asalto del sábado: «Israel rescata a cuatro rehenes aunque los ataques matan a 93 palestinos en las cercanías».

El lector se queda maravillado ante la flagrante disociación y el enorme agujero argumental. ¿Qué atentados? ¿Quién los llevó a cabo? ¿Qué significa «en las cercanías»?

A fin de cuentas, estos titulares no son ninguna sorpresa y son el producto de décadas de deshumanización desenfrenada. En la declaración del Departamento de Estado estadounidense sobre la operación no se menciona a los palestinos muertos, porque sencillamente los cuerpos negros y marrones no importan a sus intereses imperialistas.

Que la operación de rescate de cuatro israelíes se haga a costa de unos cientos de palestinos es, como dice la académica y editora de Jadaliyya Maya Mikdashi, «racismo colonial sin adulterar».

No hay razón para alegrarse por el hecho de que 274 palestinos hayan tenido que ser brutalmente asesinados para que estos cuatro cautivos israelíes -sanos y en plena forma, a diferencia de las figuras rotas, maltrechas y esqueléticas de los palestinos liberados de las cárceles israelíes- puedan estar de vuelta con sus familias.

De todos modos, no era necesario asesinar a nadie, ya que Hamás había ofrecido, al parecer, liberar a los civiles cautivos el pasado mes de octubre a cambio de que el ejército israelí no invadiera la Franja de Gaza.

Según el portavoz del ala militar de Hamás, Abu Obeida, en la operación, que calificó de «complejo crimen de guerra», también murieron algunos otros cautivos israelíes, pero no especificó sus circunstancias ni cuántos fueron asesinados. «El enemigo pudo recuperar a algunos de los cautivos cometiendo una horrible masacre, pero mató a varios más en el proceso», dijo.

No cabe duda de que el uso de la fuerza militar letal no es la vía más práctica que liberará a los cautivos israelíes. La liberación de la mayoría de los cautivos israelíes, 105, se hizo mediante una tregua temporal que también supuso la liberación de prisioneros palestinos el pasado noviembre.

Los ataques israelíes contra la Franja de Gaza han matado a un número desconocido de cautivos israelíes, y entre los que fueron «rescatados» en febrero sólo había dos, a costa de asesinar a 74 palestinos.

Pero el primer ministro Benjamin Netanyahu, orgulloso ejecutor de este genocidio, y los cuadros igualmente violentos y extremistas que componen su gobierno, siempre fueron francos con sus intenciones. Nunca se trató de liberar cautivos israelíes ni de la seguridad de Israel.

Diezmar Gaza

Siempre se ha tratado de diezmar la Franja de Gaza, reducir su población y desplazar por la fuerza a los palestinos restantes, de acuerdo con la visión de un asentamiento colonial expansionista.

Los detalles de cómo se llevó a cabo esta supuesta misión de rescate, con el pleno apoyo y participación de Estados Unidos, son asombrosamente innobles.

Los soldados optaron por camuflarse en el interior de dos vehículos, entre ellos un camión de ayuda humanitaria, un crimen contra los derechos humanos y un flagrante acto de perfidia del que Occidente ha acusado repetidamente a Hamás sin presentar ninguna prueba creíble.

Abdullah Juda, un estudiante de farmacia de 23 años que ha sido desplazado cuatro veces, relata cómo, tras oír un alboroto en la calle, abrió la puerta y se encontró cara a cara con el camión. Incluso tuvo contacto visual con uno de los miembros de las fuerzas especiales.

«Del camión salía gente vestida de negro con cintas Qassam alrededor de la cabeza», escribió en X. «Por un momento, me sentí como en una película americana».

Juda cerró la puerta y corrió escaleras arriba hacia donde estaba su familia.

«Parecía literalmente que empezaban los horrores del día del juicio final», dijo. La familia se refugió en un lateral de la casa, mientras las balas llovían a su alrededor sin parar durante 30 minutos. El camión permaneció en su lugar, antes de que el fuego de cobertura lo alcanzara con un misil F-16, destrozando las ventanas de cristal de la casa e hiriéndolos a todos.

«Luego bajamos a la calle y echamos a correr. Cuando llegamos al final de la calle, destruyeron todo el bloque de viviendas, incluida la casa en la que estábamos. Nunca olvidaré los detalles de este día tan importante», terminó. «Lo más importante es que seguimos vivos».

El momento elegido para esta operación tampoco fue casual. Como para demostrar la absoluta arrogancia de causar intencionadamente el máximo de víctimas civiles, los aviones de guerra atacaron el abarrotado mercado durante el día para despejar el camino a las fuerzas estadounidense-israelíes una vez que fueran descubiertas.

El camión de ayuda también había partido del llamado muelle flotante de ayuda estadounidense, símbolo de una ocupación no tan hábilmente disimulada, que el sábado finalmente dio la razón a los escépticos cuando se reveló como una instalación militar israelí conjunta.

Todo esto no es sorprendente, y confirma el hecho de que a pesar de que Israel lleva a cabo esta brutal agresión contra los palestinos, no son más que los soldados de a pie de lo que siempre fue un genocidio suministrado, respaldado y pagado por Estados Unidos.

Prolongación del genocidio

El presidente Joe Biden, un ardiente sionista declarado, podría poner fin a esta pesadilla para los 2,3 millones de palestinos de la Franja de Gaza con una simple llamada telefónica.

Pero en los últimos ocho meses se ha negado a imponer una sola consecuencia al gobierno israelí. En lugar de ello, fomenta activamente la continuación del genocidio, al tiempo que emplea el doble lenguaje de los llamamientos y las propuestas de alto el fuego. Para él, la propia presencia de Israel y su papel como activo imperial valen más que cualquiera, si no todas, las vidas palestinas.

Como dice el exfuncionario del Departamento de Estado Aaron David Miller, «no cabe duda» de que Biden no alberga precisamente la misma profundidad de sentimientos y empatía hacia los palestinos que la que concede a los israelíes.

Por eso las horripilantes imágenes del cerebro expuesto de un niño, cuyo cuerpo inerte cobra vida de repente, no conmueven en absoluto a quienes están detrás del genocidio de Gaza.

Es por eso que los desgarradores testimonios de la masacre de Nuseirat de los supervivientes que presenciaron cómo las fuerzas israelíes-estadounidenses irrumpían en sus casas para ejecutar a sangre fría a sus familiares apenas se registran en el enfoque estadounidense de su propia arquitectura de violencia y brutalidad.

Pero esta matanza constante y esta barbarie innovadora no son más que la fachada de un cobarde que oculta lo que es a todas luces obvio: Biden y Netanyahu se precipitan hacia el abismo, y los efectos de prolongar este genocidio se volverán contra sus intereses más pronto que tarde.

Foto de portada: Un niño herido recibe asistencia en el Hospital de los Mártires de Al-Aqsa, tras un ataque israelí en el centro de la Franja de Gaza, 8 de junio de 2024 (Reuters).

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