Conflicto Israel-Líbano: Si la guerra se recrudece, Hizbolá será un enemigo formidable

Hicham Safieddine, Middle East Eye, 27 junio 2024

Traducido del inglés por Sinfo Fernández


Hicham Safieddine es catedrático de investigación de Historia del Oriente Medio Moderno y profesor asociado de Historia en la Universidad de Columbia Británica, Canadá. Es autor de Banking on the State: The Financial Foundations of Lebanon (SUP, 2019), editor de Arab Marxism and National Liberation: Selected Writings of Mahdi Amel (Brill, 2020), y coeditor de The Clarion of Syria: A Patriot’s Call against the Civil War of 1860 (CUP, 2019).

El belicismo de Israel contra el Líbano es una práctica habitual tanto en tiempos de guerra como de paz. Esta semana, el Telegraph británico publicó acusaciones, no confirmadas, de personal anónimo del aeropuerto, rápidamente desmentidas por funcionarios libaneses, de que el movimiento de resistencia libanés (Hizbolá) estaba importando y almacenando armas iraníes en el aeropuerto internacional de Beirut.

Esas temerarias declaraciones refuerzan la guerra psicológica de Israel, que ha alcanzado un punto álgido en medio de las especulaciones de que Tel Aviv está planeando un ataque a gran escala contra Líbano una vez que finalice sus operaciones en Rafah.

La noticia de que Israel ha vuelto a desplegar tropas de ataque en la frontera libanesa, junto con el despliegue regional de los portaaviones estadounidenses Eisenhower y Roosevelt en el Mediterráneo oriental, han echado más leña al fuego. 

Pero un análisis sosegado revela los graves problemas a los que se enfrentaría Israel si intensificara la actual guerra de desgaste hasta convertirla en una gran ofensiva. Desde el 8 de octubre, los ataques israelíes contra Líbano han causado muertes, traumas y desplazamientos de civiles, además de asesinatos de combatientes y comandantes de Hizbolá.

Sin embargo, estos ataques no han logrado disuadir a Hizbolá de infligir grandes pérdidas a cambio. Hizbolá afirma haber llevado a cabo más de 2.100 operaciones contra Israel en los últimos nueve meses, incluidos ataques contra puestos de vigilancia israelíes, bases militares y aviones no tripulados de alta tecnología.

Estas tácticas han permitido a Hizbolá obtener ventajas estratégicas sin precedentes: Por primera vez en la historia de las guerras de Israel contra el Líbano, las operaciones militares y los desplazamientos masivos ya no se limitan al lado libanés de la frontera. Más de 60.000 colonos israelíes han tenido que evacuar sus hogares en el norte.

La semana pasada, Hizbolá reveló mediante imágenes de drones su capacidad para identificar emplazamientos militares y de infraestructuras israelíes sensibles dentro de la Palestina ocupada como posibles objetivos de represalia. Israel sigue estando muy por encima de Hizbolá en cuanto a potencia de fuego. Pero junto con tácticas de guerra asimétrica y una voluntad férrea, su capacidad militar es lo suficientemente significativa como para infligir una destrucción a gran escala, lo que sirve de elemento disuasorio racional.

Irán y Estados Unidos

Y lo que es más importante, un ataque total contra el Líbano probablemente desembocaría en una guerra regional. Irán podría no interferir directamente, al menos no de forma inmediata, pero seguramente aceleraría todas las formas de apoyo material y militar para impedir una victoria israelí. El ataque de represalia de Irán contra Israel en abril, después de que este último bombardeara el consulado de Teherán en Damasco, demostró la voluntad de Irán de cruzar esa línea.

Como cabía esperar, los responsables políticos estadounidenses han expresado su apoyo a Israel en caso de que emprenda una guerra contra el Líbano. Pero el jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, Charles Brown, ha advertido de que Washington podría no ser capaz de defender a Israel contra una guerra a gran escala con Hizbolá del mismo modo que lo hizo durante el ataque iraní de abril.

Washington también podría tener que preocuparse por una reanudación de los ataques contra sus propias bases en Iraq y Jordania. En resumen, las cabezas más frías de Washington son conscientes de las nefastas consecuencias que tendría el estallido de una guerra a gran escala. Sin el apoyo directo de Estados Unidos y la luz verde de Washington, Israel es incapaz de iniciar, y mucho menos de ganar, esta guerra.

En el plano interno, el patrocinio estadounidense del ejército libanés ha impedido que éste desarrolle su capacidad ofensiva, a fin de que no la utilice contra Israel. El resultado es una fuerza débil y desmoralizada, apta para vigilar a la población, más que para vencer a Hizbolá. Aunque los adversarios políticos de Hizbolá, partidarios de Estados Unidos, tienen una poderosa presencia en los medios de comunicación, su impacto en la trayectoria de una guerra es limitado si no cuentan con una presencia militar.

Puede que Hizbolá haya perdido el apoyo activo de su aliado cristiano más fuerte, el Movimiento Patriótico Libre. Pero su decisión de abrir un frente de apoyo a Gaza ha rehabilitado su reputación entre los electores suníes tras su divisiva intervención en Siria, y algunos grupos suníes incluso han unido sus fuerzas a Hizbolá en sus operaciones contra Israel. Un frente unificado reduce el riesgo de fomentar las tensiones sectarias entre suníes y chiíes. 

La unidad bajo la bandera de la ayuda a Gaza es también un recordatorio de la causa fundamental de este conflicto: la guerra genocida de Israel contra el asediado enclave. Las autoridades estadounidenses persisten en sus esfuerzos por neutralizar el frente libanés desvinculándolo de Gaza, pero Hizbolá se ha mantenido firme en su adhesión a la estrategia de «unidad de frentes».

En resumen, la clave para poner fin a los combates en el frente norte es aplicar un alto el fuego permanente en Gaza. Ésa sería la postura racional y moral que deberían adoptar todas las partes. Pero la intransigencia de Israel, el apoyo de Washington, el doble lenguaje de Europa y la complicidad de los regímenes árabes han obstaculizado la conclusión de un acuerdo.

A medida que Israel reduce su campaña asesina sobre Rafah, y a falta de un cambio importante en la política interna israelí que conduzca a un acuerdo de alto el fuego de última hora, el primer ministro Benjamin Netanyahu puede lanzar su potencial criminal hacia el Líbano. Esto presentaría dos escenarios. El primero es que Israel intensifique sus ataques contra el Líbano bajo las actuales reglas de enfrentamiento. Otro escenario menos probable, pero posible, es que Israel lance una gran ofensiva.

Entonces podría producirse una conflagración regional. Si se produce, no se respetarán las líneas rojas. Poner fin a la guerra no será tan fácil como empezarla. La muerte y la destrucción serán un recordatorio más de que la paz y el colonialismo israelí son fundamentalmente incompatibles. Los pueblos de la región nunca estarán seguros ni serán libres mientras Palestina no lo sea.

Foto de portada: Simpatizantes del movimiento libanés Hizbolá ondean banderas libanesas y palestinas durante un discurso televisado de su líder, Hassan Nasrallah, el 3 de noviembre de 2023 (AFP).

Voces del Mundo

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