Chris Hedges, The Chris Hedges Report, 14 agosto 2024
Traducido del inglés por Sinfo Fernández

Chris Hedges es un escritor y periodista ganador del Premio Pulitzer. Fue corresponsal en el extranjero durante quince años para The New York Times.

Avraham «Avi» Shlaim es un historiador israelí, profesor emérito de Relaciones Internacionales por la Universidad de Oxford y miembro de la Academia Británica. Forma parte del grupo de académicos israelíes que han planteado interpretaciones críticas de la historia del sionismo y de Israel.
El historiador y escritor Avi Shlaim detalla en su libro «Three Worlds: Memoirs of an Arab Jew» (Tres mundos: memorias de un judío árabe), a través de la experiencia personal y el análisis histórico, las mentiras sobre las que se construye esta narrativa.
«No hay historia de antisemitismo en el mundo árabe. El antisemitismo es una enfermedad europea», dice Shlaim a Chris Hedges. «En la década de 1930, el antisemitismo se exportó de Europa a Iraq en particular, y es sorprendente que no hubiera literatura antisemita en árabe. Así que la literatura antisemita tuvo que ser traducida de las lenguas europeas al árabe…»
Chris Hedges: A la edad de cinco años, en 1950, Avi Shlaim, exprofesor de Oxford en Relaciones Internacionales y uno de los historiadores preeminentes de Oriente Medio, se vio obligado a abandonar Iraq, donde las raíces de su familia se remontaban generaciones atrás. Huyeron al nuevo Estado de Israel. La otrora próspera comunidad judía de Bagdad, de la que él y su familia formaban parte, contaba con unas 130.000 personas antes de la creación del Estado sionista. Hoy casi ha desaparecido. En su libro Three Worlds: Memoirs of an Arab-Jew (Tres mundos: Memorias de un árabe-judío) evoca este mundo perdido, un mundo que era muy culto, multilingüe y vivía en armonía con suníes, chiíes y cristianos en la recién formada nación de Iraq tras el desmembramiento del Imperio Otomano a raíz de la Primera Guerra Mundial. Su relato contradice la versión oficial sionista, que sostiene que el antisemitismo está arraigado en el islam y que los judíos del mundo árabe antes de la creación del Estado de Israel en 1948 eran una minoría perseguida a la que había que rescatar y trasladar al nuevo Estado judío. «Los años 1950-51 marcaron un cataclismo para los judíos iraquíes», escribe el profesor Shlaim. «En el espacio de poco más de un año, casi toda la comunidad dejó atrás su antigua patria. Mi familia estaba entre ellos. Nuestro cómodo estilo de vida se derrumbó en torno a un cambio que ni siquiera podía comprender vagamente cuando era niño. Desde entonces, he intentado dar sentido a lo que ocurrió y por qué». Este éxodo, escribe, se convirtió en una rutina tras cinco atentados con bomba contra objetivos judíos en Bagdad entre 1950 y 1951. Quién llevó a cabo estos atentados terroristas, en los que resultaron heridos y muertos judíos, ha sido objeto de debate durante 75 años, con dos comisiones oficiales israelíes de investigación. La investigación del profesor Shlaim, basada en entrevistas con los implicados y en documentos israelíes, concluye que «tres de los cinco atentados fueron obra de la resistencia sionista», parte de un esfuerzo por atemorizar a los judíos para que se marcharan a Israel. Una vez en Israel, el profesor Shlaim y su familia, por ser de ascendencia árabe, sufrieron la discriminación de los judíos europeos que dominaban la vida política y cultural israelí.
Escribe: «Al ahondar en la historia de mi familia en Iraq comprendí mejor la naturaleza y el impacto global del sionismo… El sionismo fue un movimiento colonial de asentamientos de colonos… Mirando hacia atrás me parece totalmente indiscutible que la creación de Israel supuso una injusticia monumental para los palestinos. Tres cuartos de millón de palestinos, más de la mitad del total, se convirtieron en refugiados…
«Sin embargo, lo que la historia de mi familia me hizo comprender es que había otra categoría de víctimas del proyecto sionista: los judíos de las tierras árabes. Además, existía un vínculo entre la forma en que el movimiento sionista trataba a los árabes palestinos y la forma en que trataba a los judíos árabes. Ambos grupos eran un medio para un fin: la construcción de un Estado-nación judío exclusivo en el corazón de Oriente Próximo… Las mismas instituciones coloniales que desplazaron a los palestinos tenían la tarea de absorber a los emigrantes judíos de las tierras árabes. Y la misma mentalidad arrogante, eurocéntrica y orientalista recibió a los recién llegados judíos de Oriente». El profesor Avi Shlaim se nos incorpora para hablar de su libro Three Worlds: Memoirs of an Arab-Jews.
Avi Shlaim: Como usted ha señalado, mi propósito al escribir este libro era reanimar, recrear una civilización judía única de Oriente Próximo, que ha sido arrasada en el siglo XX por los fríos vientos del nacionalismo. Y mi libro es un intento de entrelazar la historia personal y familiar con una historia mucho más amplia de la comunidad judía de Iraq en la primera mitad del siglo XX. Y como usted ha señalado, mi relato contradice exactamente la narrativa sionista, que dice que ese antisemitismo perenne endémico en todo el mundo árabe e islámico, y que fue ese antisemitismo profundamente arraigado el que obligó a los judíos a abandonar el mundo árabe y venir al recién creado Estado de Israel. Y, en mi libro, intento dar un relato honesto de cómo era la vida en Iraq antes de nuestro traslado a Israel. Y uno de los puntos principales que se desprenden de mi relato es que había una larga tradición de armonía, una larga tradición de tolerancia religiosa entre las diferentes minorías. Y en Iraq hay muchas minorías. Había cristianos, había católicos, caldeos, turcomanos, yazidíes y judíos. Y los judíos no destacaban en Iraq.
Los judíos eran una minoría entre muchas, y existía una larga tradición de coexistencia entre las distintas minorías. Así que Iraq no tenía un problema judío, entre comillas, Europa tenía un problema judío. En Europa, los judíos eran el Otro. Europa tenía un problema judío. Adolf Hitler tenía lo que él creía que era una solución al problema judío. Iraq no tenía un problema judío. Iraq tenía muchas minorías, e Iraq era una sociedad plural con coexistencia. El relato sionista se detiene en la persecución y la miseria de los judíos en Iraq. La experiencia de mi familia y de la comunidad judía fue muy, muy diferente. Fue de coexistencia, y para mi familia y para mí, judíos, la coexistencia no era una idea abstracta. No era un sueño lejano. Era la realidad cotidiana. La verdadera conmoción se produjo cuando se creó Israel en 1948 y, como me decía mi madre, “cuando se creó Israel, todo se puso patas arriba”.
Chris Hedges: Uno de los puntos fascinantes en su libro es que hubo, en la década de 1930, el surgimiento de un partido antisemita. Pero, una vez más, se trataba de una importación europea, alimentada por el fascismo alemán. Ese es un punto fascinante, el hecho de que incluso las formas más virulentas de antisemitismo en Iraq fueron una importación europea.
Avi Shlaim: No había antecedentes de antisemitismo en el mundo árabe. El antisemitismo es una enfermedad europea. El antisemitismo nació en Europa. Se remonta a la Iglesia medieval, que perseguía a los judíos porque no aceptaban a Jesucristo como Hijo de Dios. En Oriente Medio, en el mundo árabe, no hubo una tradición paralela. En los años 30, el antisemitismo se exportó de Europa a Iraq en particular, y es sorprendente que no hubiera literatura antisemita en árabe. Así que hubo que traducir la literatura antisemita de las lenguas europeas al árabe, y un ejemplo es «Mein Kampf» de Adolf Hitler. La situación de los judíos en Iraq era muy, muy diferente a la de los judíos en Europa. En Iraq, los judíos no vivían en guetos. En Iraq, los judíos ejercían todas las profesiones. Europa tardó mucho más que el mundo árabe en aceptar a los judíos como ciudadanos iguales, y nosotros, mi familia y yo, en la comunidad judía, teníamos mucho más en común lingüística y culturalmente con nuestros compatriotas árabes que con nuestros correligionarios europeos. Así que formábamos parte del tejido de la sociedad iraquí. No éramos un cuerpo extraño. Había prósperas comunidades judías en todo el mundo árabe, en el Líbano, en Siria, en Iraq, en Egipto, en todo el norte de África, pero la comunidad judía de Iraq era la más exitosa, la más próspera y también la mejor integrada de todas las comunidades judías.
Chris Hedges: Su familia era bastante próspera. Su padre era un exitoso hombre de negocios. Así que usted creció con privilegios en Bagdad.
Avi Shlaim: En efecto, éramos una sociedad de clase media alta. Éramos muy privilegiados. Mi padre era un comerciante de mucho éxito. Vivíamos en una casa palaciega. Teníamos muchos sirvientes. Mi madre era una dama del ocio, y era un estilo de vida seguro, cómodo, casi sibarita. Un estilo de vida muy, muy cómodo. Y éramos realmente privilegiados, y no pretendo decir que fuéramos los típicos judíos de Iraq. Los judíos de Iraq pertenecían a todas las clases, y también había un gran número de judíos muy pobres en Iraq, así como una gran clase media. Así pues, escribo sobre mi propia experiencia y dejo claro que no generalizo sobre el resto de la comunidad judía de Iraq.
Chris Hedges: Quiero hablar del sionismo como ideología antes de hablar de la creación del Estado de Israel. No contaba con mucho apoyo entre los judíos de Iraq. Como usted escribe, el sionismo hizo hincapié en la conexión histórica del pueblo judío con su patria ancestral en Oriente Medio, pero engendró un Estado cuya orientación cultural y geopolítica lo identificaba casi exclusivamente con Occidente. Israel se veía a sí mismo y era considerado por sus enemigos como una prolongación del colonialismo europeo en Oriente Próximo, como si estuviera en Oriente Próximo, pero no fuera de él en este Estado eurocéntrico. Era imposible que la gente, como escribes de tu madre, se sintiera en casa, pero eso era típico de la mayoría de los judíos iraquíes. No se identificaban como sionistas.
Avi Shlaim: No, el sionismo fue un movimiento europeo de judíos europeos para judíos europeos. No se relacionaba realmente con los judíos de Oriente y, de hecho, los primeros líderes sionistas tendían a menospreciar a los judíos árabes o judíos de Oriente. Tendían a tener una visión orientalista de los árabes como un pueblo atrasado y primitivo, y los judíos del mundo árabe no eran vistos como mucho mejores, ligeramente mejores, pero no mucho mejores, como bastante atrasados e incultos. Y los líderes sionistas nunca prestaron mucha atención a los judíos de Oriente Medio hasta el Holocausto. El Holocausto eliminó la principal reserva de gente para el Estado judío. Y después del Holocausto, los líderes sionistas tuvieron que buscar judíos donde pudieran encontrarlos, en todos los rincones de la tierra para traerlos al recién nacido Estado de Israel, y eso incluyó a los judíos de las tierras árabes.
Chris Hedges: Quiero hablar de eso, pero antes, usted escribe sobre la muy engañosa teoría de Samuel Huntington del choque de civilizaciones, y cómo descarta implícitamente la posibilidad de una identidad judeo-árabe. Y este tipo de choque de civilizaciones, según usted, ha tenido una gran influencia en el enfoque de algunos historiadores sionistas sobre el conflicto árabe-israelí. ¿Podría hablar un poco sobre este punto antes de entrar en lo que ocurrió en Iraq?
Avi Shlaim: Sí. Tras el colapso de la Unión Soviética, Samuel Huntington, profesor de Harvard, propagó la noción de choque de civilizaciones, en la que sostenía que el conflicto, tras la caída del imperio soviético, ya no era entre Estados-nación, sino entre civilizaciones, entre culturas. Creo que algunos estadounidenses necesitan siempre tener un enemigo. Durante la Guerra Fría, había un enemigo claro, la Unión Soviética, y todo giraba en torno al conflicto entre Oriente y Occidente. Y tras el colapso de la Unión Soviética, algunos estadounidenses necesitaron un nuevo enemigo, y Samuel Huntington conjuró uno, que es el islam radical. Por tanto, ahora el conflicto ya no era entre Estados-nación, sino entre Occidente y el resto, entre Occidente y el islam radical. Y curiosamente, el nombre original de lo que se convirtió en la guerra global contra el terrorismo era la guerra contra el islamismo radical. Esta noción de choque de civilizaciones es realmente simplista y superficial, y yo iría más lejos, diría que carece totalmente de valor, y desde luego no se aplica a la historia que yo viví. Mi familia y la comunidad judía abandonaron Iraq no por razones culturales o religiosas, ni por enfrentamiento con el resto de la sociedad iraquí. En mi familia, los motivos de nuestro desplazamiento fueron políticos, no ideológicos, no culturales.
Así que el choque de civilizaciones no tiene relevancia aquí. Y, sin embargo, esta noción fue recogida por algunos escritores israelíes de derechas como Benny Morris, por ejemplo, que escribió un buen libro sobre 1948, la primera guerra árabe-israelí. Y en la introducción dice que no fue un conflicto geopolítico convencional. Que, en un sentido más amplio, fue un conflicto entre la civilización judeocristiana y el islam. Así que creo que esto, de nuevo, es una completa tergiversación de la realidad. Fue un conflicto geopolítico muy tradicional entre judíos y árabes por un trozo de tierra. En resumen, creo que el choque de civilizaciones no nos ayuda a entender la naturaleza del conflicto árabe-israelí.
Chris Hedges: Y las consecuencias, usted utilizó la cifra de 850.000 judíos de los países árabes. Vd. tiene razón y yo estaba equivocado, yo dije 260.000. El éxodo forzoso de 850.000 judíos de los países árabes después de 1948, escribe usted, supuso una catástrofe, una Nakba judía, en referencia a la Nakba palestina de 1948 con 750.000 palestinos limpiados étnicamente, que estuvo a la par, cuando no más devastadora en sus consecuencias que la Nakba palestina. ¿Por qué escribe que fue cuando no más devastadora en sus consecuencias?
Avi Shlaim: Aquí es donde difiero de la narrativa sionista. La narrativa sionista dice que en 1948 los árabes atacaron el naciente Estado de Israel. Y que en el transcurso de la guerra, tres cuartos de millón de palestinos se convirtieron en refugiados. Que no fueron expulsados. Que se marcharon por voluntad propia o por órdenes superiores. Y al mismo tiempo, 850.000 judíos fueron expulsados del mundo árabe, y acabaron en Israel, y fueron forzados a salir de los países donde se hallaban por el antisemitismo, que fue el motor del desplazamiento. Que se trató de un doble éxodo. Es la teoría del doble éxodo, que en 1948 hubo un éxodo palestino de Palestina y un éxodo judío del mundo árabe a Israel. Que hubo un intercambio de población y que Israel no les debe nada ni a los árabes ni a los palestinos. Se trata de una teoría muy popular en la derecha israelí, a la que el primer ministro Benjamin Netanyahu es muy aficionado y que repite en todas las ocasiones imaginables. Que Israel es completamente inocente, que Israel fue atacado. Que Israel no es responsable en modo alguno del problema de los refugiados palestinos. Que son los árabes quienes agraviaron a los judíos, e Israel ofreció un refugio seguro a los judíos que huían de la persecución. Esa es la visión que es muy popular en Israel y que Netanyahu defiende todo el tiempo y, mientras hablamos, se está dirigiendo a las dos cámaras del Congreso en una sesión especial y sospecho que expondrá esta visión sionista de la historia del conflicto.
Chris Hedges: Hablemos un poco sobre el proceso de empujar u obligar a los judíos de Oriente Medio a huir de Iraq. Vd. investigó bastante, hubo cinco atentados como mencioné antes, para averiguar quién fue el responsable de esos atentados que convirtieron la especie de goteo de refugiados judíos de Iraq en una estampida. Háblenos de su investigación; es algo, en el libro lo expone, que le ha obsesionado como historiador durante gran parte de su carrera.
Avi Shlaim: En 1950 había 135.000 judíos en Iraq. A finales de 1952, sólo quedaban unos 10.000, y 125.000 judíos iraquíes acabaron en Israel. Llegaron a Israel con una maleta y 50 dinares. Lo habían perdido todo. En 1950-51 explotaron cinco bombas en locales judíos de Bagdad. Yo sabía por mi familia y mis parientes que Israel tenía algo que ver con las bombas para obligarles a marcharse, y esto alimentó el resentimiento árabe-iraquí-judío contra el Estado de Israel, y me obsesioné con esta cuestión de quién lanzó las bombas, no cuando me convertí en historiador, sino ya de niño. Cuando me convertí en historiador en 1982, cuando pasé un año sabático en los archivos estatales de Israel en Jerusalén, pedí un archivo llamado Iraq de 1950 y me dijeron que este archivo estaba cerrado. Le pregunté al archivero estatal por qué estaba cerrado, porque habían pasado más de 30 años, y me dijo que lo comprobaría. Y al día siguiente, me dijo, porque en este archivo hay algunos documentos del Mossad. Y yo pensé, ajá, hay documentos del Mossad, por eso intentan ocultar la verdad. Y le dije, ¿por qué no quitas los documentos del Mossad y dejas los del Ministerio de Asuntos Exteriores? Y me contestó que lo intentaría. Al día siguiente me dijo: «Lo siento, todo el expediente está cerrado y no puedo divulgar nada del mismo», y yo pensé: «Es posible que haya una prueba en ese expediente, y por eso no quieren divulgarlo».
Pero yo soy historiador, no soy un teórico de la conspiración. Así que suspendí la valoración hasta que empecé a trabajar en mi autobiografía, y entonces me encontré con dos fuentes de pruebas que implican a Israel en los atentados, en tres de las cinco bombas, una fuente fue Yaakov Karkoukli, un anciano iraquí amigo de mi madre, que era activista de la resistencia sionista, y me habló con todo lujo de detalles de sus actividades, de los sobornos que pagaban, de los documentos que falsificaban, de las acciones para acelerar, para permitir, primero la emigración ilegal desde Iraq, y después de 1950 la emigración legal. Porque en 1950 los iraquíes aprobaron una ley que decía que cualquier iraquí judío que quisiera irse tenía un año para registrarse y podía abandonar el país. Así que él fue una fuente, y me dijo que tenía un colega llamado Yusef Basri que era responsable de tres de las cinco bombas, y que su controlador, el controlador de Basri, era un oficial de inteligencia israelí llamado Max Bineth, que tenía su base en Teherán, porque en aquellos días, el Sha de Irán tenía relaciones encubiertas con Israel. Así que Max Bineth era el controlador de Basri, que fue el responsable de las tres bombas. Esa es una fuente de pruebas, pero todos sabemos que hay trampas en las pruebas orales. La otra prueba es un informe de la policía iraquí, una página que me dio Karkoukli, que da nombres, que nombra a Basri y a su ayudante, Shalom Salih Shalom. E informa de lo que dijeron en el interrogatorio después de ser capturados. Así que ahora tengo tanto la historia oral como pruebas contundentes que condujeron, y creo que juntas, a pruebas incontrovertibles de que Israel tuvo que ver con las bombas que pretendían atemorizar a los judíos y precipitar su éxodo de Iraq a Israel.
Chris Hedges: Y Bineth termina en El Cairo, también aparentemente supervisando actividades terroristas contra objetivos occidentales durante el régimen de Nasser y se suicida en una celda de la cárcel. Así que esta táctica de terrorismo, el terrorismo patrocinado por los sionistas, no se limitaba a Iraq.
Avi Shlaim: Este es un punto realmente crucial, que los atentados en las calles de Bagdad en 1950-51 no fueron una operación aislada, fue una operación de falsa bandera, pero formaba parte de un patrón de operaciones sionistas de falsa bandera en el mundo árabe. Y la otra operación de falsa bandera significativa es la que acabas de mencionar. En Israel se llama el percance. El percance, o el asunto Lavon. Pinhas Lavon era el ministro de defensa israelí en 1954 cuando una red de espías y saboteadores judíos egipcios fueron atrapados con las manos en la masa cuando una bomba en un cine explotó prematuramente, creando humo, lo que llevó a la redada de toda la red. Y el propósito de esta operación era crear resentimiento entre el recién establecido, recién instalado régimen de Nasser y Occidente, y así trasladar a Occidente que el régimen de Nasser no era de fiar. Gran Bretaña acababa de firmar un acuerdo para retirarse de la zona del Canal de Suez, y así se pretendía obligar a Gran Bretaña a permanecer en la zona del Canal de Suez. Y el líder de esta red era un viejo conocido, Max Bineth. Fue capturado y se suicidó en una prisión egipcia.
Se suicidó después de enterarse de que el Gobierno iraquí había solicitado su extradición a Iraq por las cosas que hizo en 1950-51. Esta es la conclusión a la que llego, que las operaciones de falsa bandera no se llevan a cabo en Iraq, sino que forman parte de la estrategia sionista para tratar con el mundo árabe, y haré otra puntualización. Lo que Israel hizo en ambos casos es terrible: enviar a un oficial de inteligencia israelí a reclutar judíos iraquíes decentes y ponerlos en contra de su país, convertirlos en espías y, lo peor de todo, convertirlos en terroristas. Fue un caso en el que Israel patrocinó el terrorismo de judíos contra otros judíos en países árabes. Es una terrible acusación contra Israel.
Chris Hedges: Bueno, también deberíamos tener claro que el Mossad israelí, o grupos clandestinos, envió todo tipo de armas y explosivos a Iraq y los escondió en sinagogas.
Avi Shlaim: Lo hicieron, y después de que atraparon a Basri y a su ayudante, Shalom Salih Shalom, Shalom fue el que manejó el [inaudible], así que llevó a la policía iraquí a la sinagoga, donde tenían las armas y el transmisor y a todos los escondites en todas las casas judías. Y se trataba de un lote muy importante de armas, granadas de mano… el responsable de todo esto fue el movimiento sionista, y se justificó diciendo que estaban entrenando a judíos locales para la autodefensa; que no se puede justificar el uso de estas armas, estas granadas de mano, el TNT… para operaciones terroristas que asustaran a los judíos. Algunos de mis críticos sionistas lo niegan por completo. Dicen que yo inventé esta historia, que Israel no tuvo nada que ver con estos atentados.
Otros dicen que sí, que puede que tuviera algo que ver, pero que el éxodo no se produjo por las bombas, sino por el antisemitismo, por la persecución oficial de los judíos. Que eso fue lo que expulsó a los judíos. Ahora bien, no es parte de mi argumento que las bombas fueran el factor crítico del éxodo. Acepto que la persecución oficial fue la razón principal del éxodo, pero las bombas fueron uno de los factores. Hay que tenerlas en cuenta. Y si supiera con certeza que ni un solo judío iraquí salió de Iraq hacia Israel a causa de las bombas, seguiría diciendo que esta operación, esta operación de falsa bandera, es una terrible acusación contra el Estado de Israel, porque Israel se creó para proporcionar un refugio seguro a los judíos que huían de las persecuciones. Israel no se creó para desestabilizar y atemorizar y crear inseguridad a los judíos de la diáspora.
Chris Hedges: ¿Tengo razón en que, tras los atentados, el número de judíos iraquíes que decidieron huir a Israel aumentó exponencialmente?
Avi Shlaim: Sí, en marzo de 1950, cuando se aprobó la ley que permitía a los judíos marcharse, sólo unos pocos miles eligieron esta opción. La mayoría prefirió quedarse, pero luego el número de judíos que se inscribieron para marcharse siguió aumentando a lo largo de ese año; se pueden correlacionar las bombas con el aumento del número de judíos que se marcharon, pero insisto en que no forma parte de mi argumento que las bombas fueran la razón principal de que los judíos abandonaran Iraq. El proceso, el éxodo, fue un proceso complejo, y hay muchos factores, y este es uno de los factores que he destacado, y para el que he proporcionado pruebas irrefutables.
Chris Hedges: Y debemos tener claro que, tras la creación del Estado de Israel en 1948, muchos gobiernos árabes empezaron a discriminar y perseguir a sus minorías judías, tachándolas, fueran o no partidarias del sionismo, de ser una especie de quinta columna dentro de su propio país…
Avi Shlaim: Sin duda, indiscutiblemente, es así. Pero la razón del cambio también tiene algo que ver con el sionismo. El sionismo dio a los judíos una dimensión territorial por primera vez en dos milenios y medio, el sionismo condujo a la creación del Estado de Israel en 1948, logró su objetivo principal. Ahora había un Estado judío, y para cualquier árabe al que no le gustaran los judíos, esto era una excusa para intentar deshacerse de ellos. En Iraq existía el partido [inaudible], que era un partido nacionalista de derechas, antisemita, antijudío, que pedía confiscar las propiedades de los judíos iraquíes y expulsarlos. Eran partidos de derechas en otros países árabes. Lo que había cambiado en 1948 es que ahora había un Estado judío, y cualquier árabe, al que no le gustaran los judíos, podía ahora dirigirse a ellos y decirles: «Vosotros no pertenecéis aquí. No sois de aquí. Sois extranjeros. Sois forasteros. Sois los hermanos de los sionistas que han desplazado a nuestros hermanos palestinos». Así que ahora era más fácil para cualquier antisemita volverse contra los judíos y los judíos de Iraq, que habían sido un elemento positivo en la sociedad iraquí, un elemento muy positivo, en la construcción de la nación desde la Primera Guerra Mundial, eran vistos ahora cada vez más como una quinta columna.
Chris Hedges: Justo antes de entrar en su experiencia una vez que emigró a Israel, usted escribe que la operación de empujar a los judíos a Israel rindió, aparte de su carga humana, cientos de miles de libras en divisas fuertes. Esta operación también fue muy rentable para los sionistas.
Avi Shlaim: Fue rentable porque la ley que permitía a los judíos salir del país les permitía salir con sólo 50 dinares, y llegaron a Israel 125.000 judíos. Así que multiplique 125.000 por 50 dinares, esto fue en 1950-51, cuando Israel estaba muy escaso en divisas fuertes y esto fue una fuente, una fuente importante, de divisas fuertes, y además a los judíos iraquíes se les daba el tipo de cambio oficial, que no era un tipo favorable. Sí, Israel ganó bastante en divisas fuertes como resultado de la llegada de los judíos iraquíes.
Chris Hedges: Y también debemos señalar que su madre, que aparece como una especie de fuerza de la naturaleza a lo largo de todo el libro, se las arregla para sacar de contrabando sus diamantes, junto con, creo, seis alfombras orientales. Vd. se quedó en un hotel en Chipre durante un mes. Su padre se quedó atrás y tuvo que huir finalmente a través de la frontera, fcon gran riesgo, a Irán, no se reunió con Vd. hasta pasado un año. Hablemos de cómo era la vida de los judíos árabes en el Estado sionista. Fue una experiencia bastante amarga para usted, aunque, cuando llega a la adolescencia, se sintió atraído por Herut, el partido muy derechista de Menachem Begin. Pero hablemos del efecto que tuvo sobre usted y su familia, estar en un Estado que estaba, ya sabe, dominado por judíos europeos.
Avi Shlaim: Como dije antes, mi familia era muy privilegiada. Éramos muy ricos y, además, mi madre tenía la ciudadanía británica porque su padre era intérprete del consulado británico en Bagdad. Por tanto, en junio de 1950, mi madre, mi abuela, mis dos hermanas y yo salimos de Bagdad en un vuelo regular a Nicosia, en Chipre, y desde allí fuimos en barco a Haifa. Una vez que llegamos a Israel, no fuimos, como el resto de los judíos iraquíes, a campos de tránsito. Nos fuimos a vivir con el tío de mi madre en Ramat Gan, en una casa muy grande. Mi familia y yo no sufrimos tanto como la gran mayoría de los judíos iraquíes de a pie, que cuando llegaron a Israel los rociaron con DDT. Traten de imaginar el impacto que esto tendría en un judío que llegara a la Tierra Prometida y fuera tratado como un animal y rociado con pesticidas. Y desde el aeropuerto, estos judíos fueron llevados a campos de tránsito en Ma’abarot. Las condiciones en las Ma’abarot eran pésimas. Eran tiendas de campaña, chabolas. Las condiciones sanitarias eran muy malas, la comida era inadecuada y de muy mala calidad. Pero, sobre todo, el problema del choque cultural, de llegar a un nuevo país con un idioma diferente, y los administradores de las Ma’abarot eran todos judíos asquenazíes. No tenían ni idea de quiénes eran esos recién llegados. No tenían ni idea de su estatus, sus calificaciones, sus logros en Iraq. Pensaban que esa gente, en lugar de quejarse, debería estar agradecida por todo lo que se hacía por ellos. Así que fue un comienzo muy inestable para los judíos iraquíes en Israel.
Chris Hedges: En el libro señala que, a menudo, los judíos árabes, especialmente las mujeres, tenían una educación superior a la de los judíos asquenazíes o europeos que los despreciaban. Usted escribe sobre los dirigentes sionistas: «Simplemente no entendían las costumbres, la cultura ni las aspiraciones de los judíos iraquíes. Pensaban que eran atrasados y primitivos y esperaban que ocuparan su lugar en la parte inferior de la jerarquía social y que estuvieran agradecidos por todo lo que se les daba. Los olim (inmigrantes judíos) procedían de nueve países árabes diferentes, pero para los administradores de los campos de tránsito, todos eran iguales». Y luego escribe que el establishment israelí estaba empeñado en suprimir la cultura árabe y borrar la identidad de los judíos de Oriente obligándolos a vivir en un crisol europeo asquenazí. David Ben Gurion, el primer ministro, se refirió a los inmigrantes del este como hordas salvajes, y Abba Eban, a quien yo conocí, afirmó que el objetivo debía ser inculcarles un espíritu occidental y no dejar que nos arrastraran a un Oriente antinatural. Este orientalismo estaba muy extendido y lo sufrió en la escuela, aunque finalmente terminó en la Universidad de Cambridge, en Inglaterra, convirtiéndose en un erudito destacado; aquello ¿no coloreó tus primeras experiencias, que hubiera una hostilidad abierta hacia ti como judío iraquí?
Avi Shlaim: De hecho, cuando era niño, tuve un sentimiento de inferioridad por ser un niño iraquí, por ser iraquí. Yitzhak Bar Moshe, un pariente lejano mío, escribió muchos libros, y uno de ellos trataba sobre la salida de Iraq en ese período, y dice que salimos de Iraq como judíos y llegamos a Israel como iraquíes. Y esto fue cierto para mí y mi familia. En Israel, nos sentíamos fuera de lugar. Sentíamos que no pertenecíamos. Mi padre nunca dominó realmente el idioma hebreo y la aliyá, la inmigración a Israel, se describe como aliyá, que literalmente significa ascenso, como si ascendiéramos a Israel. Pero en nuestra experiencia, el traslado de Iraq a Israel fue una yerida pronunciada, un pronunciado descenso desde un alto estatus en Iraq a los márgenes de la sociedad israelí. Sí, hubo una actitud orientalista por parte de los dirigentes israelíes, y no había forma de escapar de ella. El sentimiento de inferioridad regía mi relación con la sociedad israelí, y sólo muchos años después empecé a entender mi vida en Israel y por qué me iba tan mal en la escuela. Una cosa que aprendí como estudiante y que no comprendía cuando era un niño fue que la élite asquenazí también ha llevado a cabo un proceso sistemático de desarabización de los judíos árabes.
Todo el sistema educativo estaba orientado a la desarabización de los judíos de los países árabes y a convertirlos en nuevos israelíes. Lo que suponía borrar nuestra historia. La historia judía era la historia de los judíos en Europa y el historiador judío-estadounidense Salo Baron acuñó la frase, la frase lacrimógena, la versión lacrimógena de la historia judía, es decir, la historia judía como un ciclo interminable de persecución, discriminación, violencia y hostilidad, que culminó en el Holocausto. Esto puede aplicarse, aunque yo no lo creo, a la historia de los judíos en Europa, pero no se aplica en absoluto a nuestra historia en Iraq. Una de las cosas que quería lograr en este libro era reescribir, o escribir, nuestra historia en Iraq tal como la viví y como la vivió mi familia, en lugar de permitir que el historiador sionista subsumiera la historia, nuestra historia, bajo la versión lacrimógena de la historia judía.
Chris Hedges: Hablemos de su atracción por Herut, de Menachem Begin, que llevó a cabo actividades terroristas en el período previo a la creación del Estado de Israel, contra los británicos y los palestinos, así como su servicio militar en el ejército de Israel, dos experiencias que le acercaron mucho a abrazar la narrativa sionista. Pero empecemos por Begin, porque ciertamente no era amigo del mundo árabe. Quiero decir, había una gran tendencia racista dentro de Herut y Mapai era el Partido Laborista gobernante, pero estaba dominado por Europa; hablemos de esa atracción por la extrema derecha, y luego de sus experiencias en el ejército israelí.
Avi Shlaim: Sí, empecemos por Begin, que era un nacionalista de extrema derecha, y no tenía nada que ofrecer a los judíos orientales en el frente socioeconómico, porque apoyaba el capitalismo y su agenda interna no atraía, o no debería haber atraído, a los judíos orientales pobres y empobrecidos. Pero sí era nacionalista, y también un orador fascinante. Y la forma en que se dirigió a mí y a la multitud en la plaza principal de Ramat Gan que vino a escucharlo fue… nos dijo: somos hermanos, somos iguales. Todos somos israelíes patriotas. A lo que nos enfrentamos es a la élite Mapai, la élite obrera. Son ellos los que te miran por encima del hombro. Yo no te miro por encima del hombro. Así que jugó con nuestro sentido de alienación y explotó la arrogancia de la élite Mapai, y así fue como nos llegó a nosotros y a los judíos orientales, porque éramos forasteros y teníamos una tendencia a querer pertenecer. Queríamos establecer nuestras credenciales nacionalistas. Por eso nos atrajo Menachem Begin y su tipo de sionismo.
Chris Hedges: Muy similar a Trump, muchas personas desposeídas sienten que él expresa sus quejas, aunque, por supuesto, es una especie de raíz de su propia esclavitud. Y hablemos de las Fuerzas de Defensa de Israel, y usted dice que la Guerra de los Seis Días fue el punto culminante de su… Por cierto, en el libro hace una observación muy acertada sobre la diferencia entre patriotismo y nacionalismo, y que el nacionalismo necesita enemigos, eso es lo que define al nacionalismo. Pero hablemos de su experiencia en las Fuerzas de Israel y sus efectos sobre usted.
Avi Shlaim: Me incorporaron a las Fuerzas de Defensa de Israel cuando tenía 18 años, y ese fue el punto culminante de mi identificación con el sionismo y el Estado de Israel. Existe una extensa literatura académica sobre el nacionalismo, en particular, tenemos el libro de Benedict Anderson sobre comunidades imaginadas. Pero yo sentía el nacionalismo en mis huesos cuando era niño. Sabía lo que significaba. La ceremonia de incorporación se celebró en las colinas de Judea al anochecer, con una descarga de fusilería que iluminó el cielo y todos gritamos al unísono: «A sangre y fuego, Judea cayó. A sangre y fuego, Judea se levantará de nuevo». Recuerdo que tenía la clara sensación de que éramos un país pequeño y amante de la paz, rodeado de depredadores árabes que querían arrojarnos al mar. Tenía una profunda creencia en la justicia de nuestra causa. Y, como todos mis colegas, éramos realmente nacionalistas. Estábamos dispuestos a defender y morir por nuestro país. Pero ese fue el punto culminante de mi identificación con el proyecto sionista.
Cuando estalló la Guerra de los Seis Días en junio de 1967, yo era estudiante de historia en Cambridge, y mi desencanto con Israel comenzó lentamente a partir de ese período, porque la Guerra de los Seis Días fue un punto de inflexión en la historia de Oriente Medio, pero también fue un punto de inflexión en mi historia personal, porque había servido a mediados de los años 1960 con orgullo y lealtad en las Fuerzas de Defensa de Israel, porque pensaba, en ese momento, que hacían honor a su nombre, eran las Fuerzas de Defensa de Israel. Pero después de la victoria en 1967, Israel capturó los Altos del Golán, Cisjordania y el Sinaí, e Israel se convirtió en una potencia colonial de pleno derecho, y las Fuerzas de Defensa de Israel se transformaron de un ejército regular, en la fuerza policial brutal de un imperio colonial brutal. Así que ese es el comienzo de un largo proceso de desencanto con Israel y el sionismo.
Chris Hedges: Escribe hacia el final del libro que Israel nunca se vio a sí mismo como parte de Oriente Medio, ni quiso integrarse en el entorno regional. Los judíos orientales, con su conocimiento del árabe y su experiencia directa de vida en países árabes, podrían haber servido de puente entre Israel y sus vecinos. Sin embargo, el establishment asquenazí no tenía ningún interés en construir un puente de ese tipo. Bajo el liderazgo de David Ben Gurion, construyó Israel como un estado fortaleza con una mentalidad de asedio que atribuía intenciones genocidas a sus vecinos. Veía a Israel como parte de Occidente y utilizó la relación especial con los Estados Unidos no para resolver su conflicto con los palestinos, sino para prolongar y afianzar su control sobre los territorios ocupados. Y, por supuesto, ahora tenemos el genocidio en Gaza.
Avi Shlaim: Los padres fundadores de Israel nunca pensaron en Israel como parte de Oriente Medio; Ze’ev Jabotinsky describió al Estado judío como el que sostenía el muro entre Europa y la barbarie oriental. Theodor Herzl, el visionario del Estado judío, también consideraba que el Estado judío formaba parte de Europa, cultural y espiritualmente, y David Ben Gurion, el primer ministro, dijo una vez que nos encontramos en Oriente Medio sólo como resultado de un accidente geográfico. Que nuestros valores y nuestra cultura nos hacen parte de Occidente. Y la orientación geopolítica de Israel siempre ha sido la de ser parte de Occidente. Israel, desde Ben Gurion hasta Benjamin Netanyahu, siempre se ha resistido a la integración en la región, y Netanyahu es un ejemplo extremo de islamófobo, de alguien que odia a los árabes, de alguien que no quiere tener nada que ver con el mundo árabe, que sólo cree en la dominación israelí sobre palestinos y árabes. Y yo, ingenuamente, solía esperar que los mizrajíes, los judíos árabes, pudieran servir de puente entre Israel y sus vecinos, pero como escribí en mi libro, los dirigentes asquenazíes de Israel no estaban interesados en construir puentes. Sólo les interesaba la hegemonía y la dominación israelíes. Por eso los judíos árabes nunca sirvieron de puente, pero eso no quiere decir que no sean capaces de hacerlo. Y en mi libro, en el epílogo, digo que mi propia experiencia de vivir entre árabes me anima a creer que esta polarización, esta división que ha provocado Israel, no es inevitable. Mi experiencia me permite pensar de forma innovadora, pensar en un futuro mejor para nuestra región que el actual y deprimente Estado en el que Israel está llevando a cabo una guerra contra los palestinos y perpetrando un genocidio en Gaza. Sigo creyendo que es posible un futuro mejor, y que debería ser un futuro que vuelva al pasado, al cosmopolitismo, al pluralismo y a la coexistencia entre musulmanes y judíos que existía antes de que se estableciera el Estado de Israel.
Chris Hedges: Al final del libro escribe: «El resultado a que he llegado es que deberíamos apoyar un Estado democrático entre el río Jordán y el mar Mediterráneo con derechos iguales para todos sus ciudadanos, independientemente de su etnia o religión. La solución democrática de un solo Estado». En los campus universitarios de Estados Unidos ha habido estudiantes que han sido arrestados por utilizar ese término, del río al mar. Pero Vd. no apoya, como yo tampoco apoyo, la solución de los dos Estados, y defiende la idea de una persona, un voto, en un Estado democrático.
Avi Shlaim: Yo solía apoyar la solución de dos Estados, pero Israel la ha liquidado. Israel ha acabado con la solución de dos Estados con los asentamientos, con la expansión de los asentamientos, con la anexión de Jerusalén Este mediante la construcción del muro de seguridad en Cisjordania, que anexiona de hecho una gran parte de Cisjordania a Israel. Lo que queda son enclaves árabe-palestinos en Cisjordania, rodeados por los asentamientos y bases militares israelíes, que no son una base para un Estado viable. Se ha puesto de moda decir que la solución de dos Estados está muerta. Yo diría que la solución de dos Estados nunca nació, porque ningún gobierno israelí desde 1967 ha ofrecido una fórmula para una solución de dos Estados que fuera aceptable para los palestinos más moderados. Y, en segundo lugar, ninguna administración estadounidense ha empujado jamás a Israel hacia la solución de dos Estados. Por eso he avanzado hacia la adopción de la solución de un Estado como la única solución democrática. Y nuestros estudiantes de Oxford han utilizado el lema del río al mar. Los he apoyado todo el tiempo contra las autoridades universitarias que llamaron a la policía y los disolvieron. Los estudiantes me dieron una camiseta con el logo de la universidad que dice: Del río al mar. En Estados Unidos, pueden arrestarte por este lema, pero lo que para mí significa no es el desmantelamiento de… Lo que para mí significa es la igualdad de derechos para todos los que viven entre el río y el mar, igualdad de derechos, eso es esencial, un elemento esencial de la democracia y también libertad para todos desde el río hasta el mar. Esto es exactamente lo opuesto a la situación actual, en que Israel ha establecido un régimen de apartheid en toda la Palestina del Mandato; el gobierno israelí es cada vez más abiertamente racista; el gobierno israelí rechaza hoy la solución de un solo Estado porque es un Estado supremacista judío, un Estado de apartheid. Esta situación es completamente inaceptable para mí, es por eso que defiendo la noble visión de un Estado con igualdad de derechos para todos sus ciudadanos.