El discurso de Kamala Harris acabó con cualquier esperanza de que en sus planes figure poner fin al genocidio de Gaza

Joe Gill, Middle East Eye, 23 agosto 2024

Traducido del inglés por Sinfo Fernández


Joe Gill ha trabajado como periodista en Londres, Omán, Venezuela y Estados Unidos para periódicos como Financial Times, Morning Star y Middle East Eye. Tiene un máster en Política de la Economía Mundial de la London School of Economics. X: @gill_joe

Cualquier esperanza de que Kamala Harris condicionara o suspendiera el suministro de armas y la financiación del genocidio que Israel está perpetrando en Gaza quedó aniquilada por su discurso del jueves en la Convención Nacional Demócrata (CND).

Ante una multitud enfervorizada que coreaba «Estados Unidos, Estados Unidos, Estados Unidos», Harris utilizó un lenguaje muy familiar: «Siempre defenderé el derecho de Israel a defenderse, y siempre me aseguraré de que Israel tenga capacidad para defenderse. Porque el pueblo de Israel no debe enfrentarse nunca más al horror que una organización terrorista llamada Hamás causó el 7 de octubre, incluida la incalificable violencia sexual y la masacre de jóvenes en un festival de música».

Las referencias a la violencia sexual y a la masacre del festival se han utilizado durante mucho tiempo para legitimar la guerra de Israel contra toda Gaza, que dura ya casi un año.

Mientras tanto, los palestinos son violados en las cárceles israelíes, y los políticos israelíes dicen abiertamente que eso es algo que está justificado. Harris, como la mayoría de los líderes estadounidenses, no tuvo nada que decir al respecto.

Describió lo ocurrido en Gaza en los últimos once meses como «devastador», «desesperado» y «desgarrador». En el léxico de los políticos liberales a favor de la guerra, estas palabras son un facsímil vacío y sin contenido alguno de empatía.

Las palabras que buscaban los defensores de la paz estuvieron totalmente ausentes: nada sobre el vasto catálogo de crímenes de guerra de Israel, ni siquiera un toque  de atención al criminal de guerra en jefe Benjamin Netanyahu, quien, después de todo, quiere que Donald Trump vuelva a la Casa Blanca. Sea cual sea el candidato proguerra que salga victorioso en noviembre, el líder israelí gana.

Voces palestinas excluidas

Cuando Joe Biden anunció el mes pasado que no se presentaría a la reelección como candidato demócrata, hubo un suspiro de alivio entre quienes habían visto al presidente declaradamente sionista suministrar a Israel miles de millones de dólares en ayuda letal desde el primer día de la guerra. ¿Podría una nueva candidata poner fin a la campaña de Israel, que ha matado al menos a 40.000 palestinos?

La esperanza era que Harris, a pesar de su historial como demócrata centrista pro-Israel y vicepresidenta leal a Biden, cambiara el tenor de la política estadounidense sobre Gaza y presionara de algún modo a Netanyahu para llegar a un acuerdo de alto el fuego.

La convención demócrata de Chicago ha sido escenario de numerosas protestas a favor de Palestina, en las que los participantes decían que no podían votar a Harris mientras la administración Biden-Harris siguiera suministrando armas para el genocidio de Israel.

El lunes, la congresista progresista Alexandria Ocasio-Cortez recibió el encargo de reunir a la izquierda del Partido Demócrata en apoyo de Harris. En su discurso en la CND, dijo que Harris estaba «trabajando incansablemente para asegurar un alto el fuego en Gaza y traer a los rehenes a casa». Muchos se preguntaron qué había sido de la intrépida crítica demócrata del establishment elegida en 2018.

Más tarde, ella gugleó en una protesta por el Movimiento de los No Comprometidos (Uncommitted) fuera de la sala de convenciones, prometiendo su apoyo.

Otras congresistas progresistas, como Ilhan Omar, tuvieron el valor de unirse en solidaridad con los delegados propalestinos. Ilhan declaró esta semana: «Si realmente quisieran un alto el fuego, simplemente dejarían de enviar las armas. Es así de sencillo».

El Movimiento de los No Comprometidos había pedido modestamente a la CND que incluyera a un orador palestino en el escenario principal, pero la CND se negó. El movimiento puso fin a su sentada el jueves, al término de la convención.

Un día antes, los padres del rehén estadounidense-israelí Hersh Goldberg-Polin, secuestrado durante el ataque del 7 de octubre dirigido por Hamás contra el sur de Israel, hablaron en el escenario de la CND para pedir la liberación de los cautivos de Gaza. No se invitó a ningún orador palestino.

«Lo menos que podrían hacer es permitir que un palestino estadounidense, o alguien directamente afectado por esta guerra, hablara desde el escenario principal de la CND», dijo June Rose, delegada de Rhode Island, según un informe de ABC.

Al mismo tiempo, algunos activistas y votantes han planteado problemas ante el hecho de que el movimiento de los No Comprometidos haya exigido un alto el fuego y un embargo de armas, pero siga uniéndose incondicionalmente al Partido Demócrata y a Harris en estas elecciones. Como resultado, se argumenta, están cediendo toda la influencia que podrían utilizar para demostrar al partido que, en noviembre, no va a poder confiar en los 730.000 votos de los No Comprometidos.

«No da a la gente otra alternativa, algo… más allá de los dos partidos que realmente conduzca a un cambio real en Gaza», dijo el trabajador sindical Jared Houston a Middle East Eye fuera de la convención, añadiendo que el movimiento pro-Palestina debería “presionar a los delegados que tienen estas creencias para que abandonen el Partido Demócrata”.

En pie de guerra

El discurso de Harris, por su parte, ofreció bromitas a la «clase media» estadounidense, esa categoría imprecisa que indica a los votantes con aspiraciones y trabajadores que ella es una de ellos.

«Yo vengo de la clase media», dijo. «Mi madre llevaba un presupuesto estricto. Vivíamos dentro de nuestras posibilidades. Y nos conformábamos con lo que había».

Señal a los mercados: nada de gastos generosos para programas sociales. Ningún demócrata neoliberal que se precie menciona jamás lo innombrable: los estadounidenses de clase trabajadora que viven de cheque en cheque.

Harris reservó su fuego en el discurso para amenazar a los enemigos de Washington –Irán, Rusia, China-, y a los delegados les encantó.

«Como comandante en jefe, me aseguraré de que Estados Unidos tenga siempre la fuerza de combate más fuerte y letal del mundo», atronó, añadiendo después: «Nunca dudaré en emprender cualquier acción que sea necesaria para defender nuestras fuerzas y nuestros intereses contra Irán y los terroristas respaldados por Irán».

Esa es la amenaza que se esconde tras la masa de fuerzas estadounidenses desplegadas en el Mediterráneo en preparación de una respuesta de Irán-Hizbolá ante los recientes asesinatos gemelos israelíes en Beirut y Teherán.

Harris tenía poco que decir sobre Palestina, aparte de las habituales palabras cálidas que los palestinos han arrojado hace tiempo al cubo de la basura de las falsas promesas de los diplomáticos estadounidenses. Que ella y Biden estaban trabajando para garantizar que «Israel esté seguro, los rehenes sean liberados, el sufrimiento en Gaza termine y el pueblo palestino pueda hacer realidad su derecho a la dignidad, la seguridad, la libertad y la autodeterminación».

Utilizar la palabra «libertad» en relación con Palestina puede resultar atrevido en términos políticos estadounidenses, con la atenta mirada del lobby israelí muy cerca. Pero es una regla de hierro fundido de la política estadounidense que la primera cláusula de tales frases sea siempre «que Israel esté seguro», lo que sólo significa una cosa para los palestinos: más ocupación, limpieza étnica y guerra sin fin.

(Aza Essad ha colaborado en la elaboración de este artículo desde la CND en Chicago).

Foto de portada: La candidata presidencial estadounidense Kamala Harris habla en la Convención Nacional Demócrata en Chicago, Illinois, el 22 de agosto de 2024 (Andrew Caballero-Reynolds/AFP).

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