El régimen de Bashar Al-Asad: La necesidad y el pretexto del ocupante

Nizar Sahli, Middle East Monitor, 13 septiembre 2024

Traducido del inglés por Sinfo Fernández


Nizar Sahli es escritor y periodista.

Lejos de la agresión en curso contra Gaza y de los repetidos ataques contra determinados emplazamientos del régimen sirio por parte de la aviación de la ocupación israelí, algunos países de la UE están dedicados a la tarea de restablecer las relaciones con el régimen sirio, en coincidencia con el esfuerzo ruso en este campo que abre el camino a la normalización turca con el régimen de Asad. Esto se produce ante el deseo común de varios países de la UE de reconsiderar sus políticas con respecto a Siria con el objetivo de encontrar una solución al problema de los refugiados sirios en esos países, aliviando para ello la presión sobre el dictador sirio, la causa principal de la difícil situación y la catástrofe que sufren los sirios en su país y en los lugares de su desplazamiento.

Esto ocurre 13 años después del estallido de la revolución siria y de que el régimen de Asad cometiera todo tipo de crímenes de guerra y contra la humanidad, como han confirmado organizaciones internacionales y locales.  Los propios países que acogen a los sirios son conscientes de la esencia de la política del régimen sirio durante los últimos años hacia su pueblo, y de la enormidad de sus crímenes de utilizar gas sarín, mostaza y gas químico, y recurrir a las ocupaciones rusa e iraní para instalar a los matones del régimen y lanzarlos sobre los cuerpos de los sirios, lo que ha causado una destrucción generalizada en la sociedad siria y el desplazamiento de la mitad de su población.

Por todo ello, hace una década, la capital de la UE -Bruselas- y otros países europeos creyeron que romper su relación con el régimen sirio sería el principal medio de presión sobre el mismo, bajo el pretexto de su adhesión a los valores de protección de la democracia y preservación de los derechos humanos y de ciudadanía y de rechazo a los crímenes de genocidio cometidos por Al-Asad y sus aliados.

Los sirios sintieron bien la falta de seriedad occidental y estadounidense a la hora de tratar con el régimen e impedir sus crímenes y los de sus aliados, por lo que el número de víctimas fue grande y la destrucción aún mayor. Estos países desempeñaron un gran papel en la supervivencia del régimen, la restauración de su control de seguridad sobre la sociedad siria y el fortalecimiento de su dominio sobre el 70% de la geografía siria. A los sirios les ocurrió lo mismo que a los palestinos, víctimas de la barbarie sionista, que experimentaron una gran decepción ante el fracaso de la comunidad internacional a la hora de impedir el genocidio cometido contra ellos en Gaza y ante el hecho de favorecer al colonizador sionista.

Por lo tanto, muchos sirios consideran que algunas políticas europeas, encabezadas por Italia bajo el liderazgo de Giorgia Meloni, favorecen al régimen de Al-Asad al nombrar a un embajador ante el régimen sirio, un paso que aumenta el alivio de la presión sobre el régimen y ejerce más coacciones sobre los sirios en sus países de asilo y en los países de la región. Esto se debe a que la normalización con el régimen sirio es un desprecio a la solución política decidida sobre la base de la resolución internacional 2254, para alcanzar una solución pacífica y garantizar una transición política. En cambio, pasa por alto los crímenes de los que se acusa a Al-Asad y a su régimen. Una postura a la que Francia y Alemania siguen aún adhiriéndose, afirmando que es irracional normalizar con el régimen de Damasco en ausencia de una transición política y con el rechazo del régimen sirio a cualquier acuerdo que beneficie a su pueblo.

El paso del tiempo no significa el fin del crimen y su olvido, y no referirse al líder sirio como dictador y tirano no significa que sea inocente de los crímenes. Que Al-Asad siga en el poder no significa que su régimen sea victorioso sobre el pueblo sirio, sino que pone de manifiesto las mentiras y los mismos eslóganes, así como la hipocresía que acompaña a la agresión israelí a Gaza y el silencio ante los crímenes de genocidio.

Con la misma pregunta que responde a las preguntas del pueblo palestino y sirio, ¿por qué el criminal escapa al castigo? ¿Cómo es que prosigue la hipocresía occidental en cuestiones de libertad, democracia y derechos humanos? ¿Cómo puede el interés común entre las herramientas de ocupación y el tirano árabe conducir a una asociación mutua creada por intereses entre el ocupante y el tirano, y entre éstos y el proyecto colonial occidental en la región árabe? Había motivos suficientes antes de 2011 para que los sirios se rebelaran contra el régimen, sus políticas y su expuesta función. La existencia del régimen de Al-Asad y que se permita su dominio es una necesidad puramente colonial, y la normalización con él, tanto árabe como occidental, con el fin de impedir el cambio en cualquier aspecto de la vida política, económica y de seguridad en la región árabe, son propósitos que existían desde hace décadas, antes de que Asad heredara el gobierno de su padre.

El deseado beneficio de la relación con el régimen de Al-Asad para los regímenes árabes, tras su implicación en todos los casos de apoyo al terrorismo y comisión de crímenes de guerra y contra la humanidad, plantea la misma pregunta para la ribera norte del Mediterráneo acerca del interés que encierra la relación con el régimen de Al-Asad y cuáles son las justificaciones de esos propios países para que los crímenes masivos existentes en los cajones de los tribunales de estos países y en las estanterías de las organizaciones internacionales pasen al olvido.

El régimen de Al-Asad no tiene nada que ofrecer en la mesa política árabe más que el éxito por el que fue recompensado al impedir el colapso de otros regímenes árabes que ven en su «firmeza» una protección para ellos después de que su modelo de destrucción en Siria se convirtiera en un factor de comparación entre tiranos y déspotas de la región árabe, y por una ocupación que presenta la brutalidad de sus crímenes en Gaza como un modelo de castigo para el pueblo palestino.

El régimen tampoco tiene nada que ofrecer en términos eficacia en la escena política internacional, aparte de las tareas que lleva a cabo e implementa en el plano de la seguridad y que lleva repitiendo durante 13 años, es decir: «Mi presencia impide que el terrorismo llegue hasta vosotros», y «Estoy aquí para luchar contra el terrorismo, que es mi enemigo y vuestro enemigo», un eslogan que también se enarbola para justificar las atrocidades y los crímenes en Gaza y en toda Palestina.

En coincidencia con todo esto, parece haber una coordinación árabe directa entre la seguridad del régimen y sus homólogos en los regímenes árabes que se están preparando para deshacerse del problema de los refugiados sirios. Si bien la estrategia de Al-Asad con los europeos aún no ha dado sus frutos, sí los ha dado respecto a los regímenes árabes que fueron los primeros en normalizarse con él y con la ocupación israelí, y que no dieron ningún paso atrás en la normalización con el ocupante en el momento álgido de los crímenes de agresión a Gaza. Estos regímenes alientan y apoyan la permanencia de Asad en el poder en beneficio común de todas las partes que creen que su papel y presencia impide el cambio deseado en la sociedad siria, y cuyo intento de revolución aterrorizó a la ocupación y a la tiranía. En cambio, sus crímenes fueron un medio de tranquilizarlos y un espantapájaros para su pueblo.

La normalización con el régimen de Asad se consigue pasando prácticamente por alto sus crímenes y su reiterada aceptación de la agresión de la ocupación israelí y guardando silencio sobre la misma y sus crímenes en Palestina. Los puntos en común de beneficio mutuo entre él y los regímenes de ocupación y tiranía fueron desmantelados por Gaza, y la resistencia del pueblo palestino puso al descubierto todo el diccionario de la normalización y el vocabulario de la vergüenza, la traición, la hipocresía y la conspiración. Y ha revelado asimismo la necesidad colonial occidental y sionista de la supervivencia de los regímenes árabes, ya que el terror se convierte en un arma que impide la confrontación con el ocupante y protege sus necesidades en los palacios presidenciales árabes.

Foto de portada: El presidente sirio Bashar Al-Asad en Damasco, 3 de mayo de 2023 [Borna News/Matin Ghasemi/Aksonline ATPImages/Getty Images]

Voces del Mundo

Deja un comentario