Hamid Dabashi, Middle East Eye, 1 octubre 2024
Traducido del inglés por Sinfo Fernández

Hamid Dabashi es catedrático Hagop Kevorkian de Estudios Iraníes y Literatura Comparada en la Universidad de Columbia de la ciudad de Nueva York, donde enseña Literatura Comparada, Cine Mundial y Teoría Postcolonial. Entre sus últimos libros figuran The Future of Two Illusions: Islam after the West (2022); The Last Muslim Intellectual: The Life and Legacy of Jalal Al-e Ahmad (2021); Reversing the Colonial Gaze: Persian Travelers Abroad (2020) y The Emperor is Naked: On the Inevitable Demise of the Nation-State (2020). Sus libros y ensayos se han traducido a numerosos idiomas.
Ya no es posible seguir la pista de los meandros asesinos de Israel en Gaza, la Cisjordania ocupada y ahora el Líbano, o de sus atropellos en Siria, Irán, Yemen y sólo Dios sabe en cuantos lugares más.
El Estado guarnición se parece cada vez más a uno de los transformers militarizados de las películas de acción de ciencia ficción, con armas mortíferas saliendo de cada extremidad. Antes de que el mundo se diera cuenta de su genocidio en Gaza, que aún no ha concluido, ha iniciado otra matanza en el Líbano.
En nombre de sus benefactores y beneficiarios estadounidenses y europeos, la colonia israelí de asentamientos de colonos proyecta un poder espectacular pero vacuo, y el mundo tiene que esforzarse por dar sentido a esta campaña de terror.
Tomemos, por ejemplo, el asesinato de Ismail Haniyeh, que presidía el buró político de Hamás, en Teherán el pasado mes de julio. Esta ejecución extrajudicial formaba parte de una serie de ataques subversivos llevados a cabo en los últimos años por Israel y Estados Unidos contra iraníes y otros «enemigos».
En 2020, la administración Trump ordenó el asesinato de Qassem Soleimani, utilizando métodos perfeccionados durante la presidencia de Obama. Ese mismo año, Israel asesinó al principal científico nuclear iraní Mohsen Fakhrizadeh.
Estados Unidos e Israel mantienen una evidente alianza militar y de inteligencia cuyo objetivo es promover los intereses coloniales e imperiales de ambas partes en territorio hostil, mientras los habitantes nativos, incluidos los palestinos, se resisten a su insolente barbarie.
Poco después del asesinato de Haniyeh, Irán prometió tomar represalias, mientras Estados Unidos anunciaba rápidamente que defendería a Israel -como si ese no fuera el statu quo– y desplegaba más material militar en la región.
Durante su más reciente guerra contra el Líbano, a finales de septiembre, Israel también mató a Hassan Nasrallah, secretario general de Hizbolá, y a varios altos mandos.
Como resultado, Irán se encuentra ahora en el punto de mira en cuanto a lo que está dispuesto a hacer, si es que está dispuesto a hacer algo, para demostrar al mundo que es cualquier cosa menos un oportunista benefactor y beneficiario de los esfuerzos de resistencia de otras naciones.
Poco margen para las represalias
El hecho, sin embargo, es que Irán tiene poco margen o voluntad para tomar represalias contra una colonia de colonos canallas, no por sus propios medios militares, sino porque Israel está profundamente vinculado a sus socios en Estados Unidos y Europa. Israel puede así actuar como un Goliat loco con esteroides, matando a inocentes al norte, al sur, al este y al oeste con total impunidad.
La reacción iraní, o la ausencia de reacción, es por tanto resultado tanto de la prudencia, si no de la cobardía, como de la propia naturaleza de la guerra asimétrica en una región dominada por el poderío militar estadounidense.
Es poco probable que Israel haga algo sin el pleno conocimiento, aprobación y participación de Estados Unidos. De hecho, Israel actúa como un ejército mercenario contratado por Estados Unidos para cumplir sus desagradables órdenes. La farsa de la administración Biden intentando negociar un alto el fuego es una pantomima mal ejecutada.
Por necesidad, Irán ha dominado el arte de aprovecharse de las crisis regionales existentes y emergentes generadas por Estados Unidos e Israel en Afganistán, Iraq, Palestina, Líbano, Siria, Yemen y otros lugares. La matanza masiva en el Líbano, mientras el genocidio en Palestina sigue desarrollándose, podría volverse en contra de Israel y sus benefactores estadounidenses.
Es muy poco lo que Irán necesita o puede hacer directamente contra la colonia de colonos israelíes en este momento.
Pero ¿qué ha hay del prometido contraataque de Irán? A pesar de las amenazas de ida y vuelta, Irán nunca actúa de forma puramente reactiva. Históricamente, tiene su propia actitud a cámara lenta y constante, que ha utilizado para envolver a Israel en una guerra asimétrica en varios frentes. Pero ¿sigue siendo plausible esa estrategia?
Cada frente que se entabla contra Israel se convierte también en un frente para Irán. Pensemos en los cientos de miles de israelíes que participan en las protestas contra el gobierno. Irán no necesitaba fabricar esta crisis; los instintos genocidas de Israel, totalmente al servicio de Estados Unidos y sus aliados imperiales, han hecho por sí solos un buen trabajo.
El apoyo erróneo y aparentemente ilimitado de Washington a Israel da impulso a este proceso. Pero ese apoyo no proviene de la bondad del corazón estadounidense: más bien, Estados Unidos utiliza a Israel para su total ventaja imperial. Como suele decir el presidente Joe Biden: «Si no existiera Israel, tendríamos que inventarnos uno». Israel funciona hoy como un portaaviones estadounidense en tierra en Oriente Próximo.
Paranoia de Estado
Con este telón de fondo, Irán observa pacientemente cómo Israel ataca Gaza, la Cisjordania ocupada, el Líbano, Siria y Yemen, reclama territorios egipcios cerca de Rafah y masacra a decenas de miles de personas. Pero ¿cuándo esa «paciencia» se convertirá en cobardía y acabará costándole a Irán su influencia regional?
Antes de que se calmen los ánimos en cada caso, Irán suele perfeccionar y convertir la crisis en su propia ventaja estratégica, reforzando su red regional de aliados y operativos. El odio y la ira que hierven en Washington y Tel Aviv contra Teherán se deben precisamente a que ven cómo el régimen iraní utiliza sus propias locuras asesinas contra ellos.
Hay muy poco que Irán necesite o pueda hacer directamente contra la colonia de asentamientos israelíes en este momento. Israel se ha convertido en un paria mundial debido al genocidio que está cometiendo en Palestina, y ahora a la matanza masiva en el Líbano. Está en guerra en múltiples frentes, incluso internamente, donde una facción de sionistas protesta contra otra.
Como escribió recientemente un observador israelí en Haaretz: «A juzgar por sus pautas de comportamiento político, Israel está gobernado actualmente por un primer ministro aquejado de síndrome de Masada agudo. Como en el año 73 d.C., está intentando inculcar a los israelíes la sensación de que “somos unos pocos justos perseguidos, rodeados por un mundo hostil y odioso, que estamos sometidos a un cruel asedio y nos enfrentamos a la amenaza de la aniquilación, sin nada que perder y con la profunda convicción de que se trata de una guerra existencial a vida o muerte».
Israel es hoy un Estado guarnición paranoico cuyos dirigentes lo presentan como una nación rodeada por millones de personas que desprecian su propia existencia. Por eso los sionistas y el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu lanzan espantosas acusaciones de «antisemitismo» contra cualquiera que se atreva a criticar la política del Estado.
Pero a medida que aumenta la condena mundial, los adversarios de Israel sólo tienen que sentarse a observar cómo el régimen se destruye a sí mismo.
Foto de portada: El presidente iraní Masoud Pezeshkian habla en Teherán el 16 de septiembre de 2024 (Atta Kenare/AFP).