Los niños de Gaza, nacidos en el calor de la guerra, se mueren de frío

Maha Hussaini y Mohammed al-Hajjar, Middle East Eye, 30 diciembre 2024

Traducido del inglés por Sinfo Fernández


Maha Nazih Al-Hussaini es una periodista palestina, activista por los derechos humanos, directora de estrategias del Monitor Euromediterráneo de Derechos Humanos en Ginebra​ y miembro de la Red Marie Colvin de Mujeres Periodistas. Comenzó su carrera periodística cubriendo la campaña militar de Israel en la Franja de Gaza en julio de 2014.

Mohammed al-Hajjar es un fotógrafo y periodista palestino afincado en Gaza que trabaja en medios de comunicación desde 2007. Ha ganado varios premios de periodismo locales e internacionales.

Una gota de rocío cayó del techo de una tienda de campaña sobre la nariz de Yahya Muhammed al-Batran, despertándole con la noticia de que su hijo recién nacido, la mitad de una pareja de hermanos gemelos, había muerto congelado durante la noche del domingo.

La esposa de Batran, originaria de Beit Lahia, en el norte de la Franja de Gaza, había dado a luz un mes antes. El primer hogar de los niños fue una tienda improvisada para desplazados, remendada con mantas, en Deir al-Balah, en el centro de Gaza.

La rudimentaria protección contra el frío invernal y la falta de ropa adecuada hicieron que los niños corrieran peligro desde el principio.

Recordando el descubrimiento de que su hijo había muerto, Batran dijo: «Mi mujer estaba despierta. Le pregunté qué le pasaba, señaló a Jumaa y negó con la cabeza.

«Me dijo: ‘Ali parece aún medio vivo. Pero llevo un rato intentando despertar a Jumaa pero no lo consigo’.

«Dijo que sentía su cabeza como si fuera hielo. Estaba pálido y completamente sin vida».

Batran envolvió a su hijo en una manta y lo llevó de urgencia al Hospital de los Mártires de al-Aqsa, en Deir al-Balah.

«Cuando llegué, el médico me dijo: ‘Que Dios le conceda paciencia; está muerto».

El otro hijo gemelo de Batran sigue en estado crítico, ya que también sufre los efectos de la hipertermia.

Israel ha destruido la inmensa mayoría de los edificios de Gaza y ha cortado el suministro de combustible y electricidad a sus habitantes.

Más de 2,3 millones de palestinos se hacinan en un territorio cada vez más pequeño mientras Israel limpia étnicamente la mitad norte de la franja.

La experiencia de la familia Batran refleja la de cientos de miles de personas, obligadas a cambiar de hogar temporal en hogar temporal mientras Israel lleva a cabo su campaña de matanza y destrucción.

En su caso, la muerte no ha dado tregua.

«Vinimos al centro de Gaza para protegernos y proteger a nuestros hijos de la muerte que vimos en el norte de Gaza», declaró Batran a Middle East Eye.

«Nos alojábamos en una escuela de al-Maghazi, pero después de que la bombardearan, huimos a Deir al-Balah y nos alojamos en una tienda de campaña», añadió.

«Dos de mis sobrinos y dos de mis suegros fueron asesinados hace unas semanas. Pero una semana después de que mataran a los hijos de mis hermanos, Dios me bendijo con dos gemelos.

«A uno le puse el nombre de su tío anteriormente martirizado, Jumaa, y al otro el de mi sobrino martirizado recientemente, Ali».

Jumaa y Ali nacieron prematuramente a los ocho meses, pero su estado era estable en ese momento.

Con la muerte de Jumaa, ya son al menos cinco los niños que han muerto congelados en Gaza en los últimos quince días.

Entre ellos se encuentran Aisha al-Qassas, de 21 días; Ali Essam Saqr, de 23 días; Ali Hussam Azzam, de cuatro días; Sila Mahmoud al-Fassih, de 14 días; y Jumaa al-Batran, de un mes.

Una sexta víctima adulta, un enfermero llamado Ahmed al-Zaharna, también fue hallado muerto en su tienda de Mawasi, Jan Yunis, debido a hipotermia.

Falta de atención posnatal

En septiembre, más de 525.000 mujeres palestinas de Gaza habían perdido el acceso a servicios fundamentales, como la atención prenatal y posnatal, la planificación familiar y el tratamiento de infecciones, según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés).

De ellas, más de 17.000 mujeres embarazadas se enfrentan a la inanición, y casi 11.000 sufren ya una grave escasez de alimentos; la hambruna provocada por el hombre amenaza a los más vulnerables.

«Esta falta de nutrición adecuada, combinada con el inmenso estrés de su situación, está provocando un aumento de los nacimientos prematuros, de los bebés con bajo peso al nacer y de los riesgos de mortinatos y retrasos en el desarrollo», afirma el UNFPA en su sitio web.

Debido a la limitada capacidad de los hospitales y al abrumador número de casos, los gemelos Batran fueron dados de alta antes de tiempo de su incubadora, y su familia se vio obligada a llevarlos de vuelta a su tienda improvisada.

«No tenía dinero para comprarles ropa ni mantas. Algunos vecinos donaron algunas prendas, pero los gemelos necesitaban algo como una incubadora de hospital con nylon [para aislarlos] para mantenerlos calientes», dijo su padre.

«Ni siquiera podía permitirme comprar 4 metros de nailon. Juro por Dios que los tapaba con mi única manta y me pasaba toda la noche congelado», añadió.

«Fui a UNRWA [la agencia de la ONU para los refugiados palestinos] y me dieron un aparato que se podía cargar para mantener calientes a los bebés. Pero sólo podía funcionar durante tres horas antes de tener que recargarlo. Yo lo usaba una hora y media por cada bebé».

Para recargar el aparato, Batran iba al hospital dos veces al día y utilizaba la electricidad que le proporcionaban sus generadores.

Pero la noche en que Jumaa murió congelado, el dispositivo ya había perdido carga por el uso anterior.

Al borde de la locura

Desde el inicio de su guerra contra Gaza en octubre de 2023, Israel ha cortado la electricidad, restringido gravemente la entrada de combustible y bombardeado gran parte de la infraestructura eléctrica del enclave bloqueado.

Como consecuencia, los habitantes de Gaza soportan un apagón energético total que dura ya 14 meses.

Aunque la energía solar ha ayudado a algunos palestinos a generar energía, no ha sido suficiente para satisfacer sus necesidades.

El Dr. Hani al-Falit, especialista en pediatría del Hospital Nasser de Jan Yunis, afirmó que se han dado casos de niños que estuvieron a punto de morir, pero consiguieron sobrevivir.

«La situación es muy triste porque podría haberse evitado si hubiera calefacción, ropa y alimentación adecuadas», dijo Falit.

«El frío extremo afecta significativamente a las funciones orgánicas del cuerpo, alterando el corazón y el sistema circulatorio», añadió.

A medida que aumentan los casos de hipotermia y siguen bajando las temperaturas en Gaza, los padres se han vuelto cada vez más paranoicos ante el riesgo de que sus hijos se conviertan en las próximas víctimas del frío.

En un post en la plataforma de redes sociales X, Nur, una madre palestina desplazada en el centro de la Franja de Gaza, escribió: «No puedo dormir. En la sofocante oscuridad, tengo que sentir su respiración bajo la nariz para asegurarme de que aún no se han congelado. No puedo dormir. Estoy al borde de la locura».

En al-Zawaida, en el centro de Gaza, Hamed Ahmed, padre de tres hijos, pincha los pies de su recién nacida con un alfiler mientras duerme para asegurarse de que aún lo siente.

«Mi tienda está hecha de trozos de nailon y tela, instalada cerca del mar. Por la noche, la temperatura baja tanto que los adultos temblamos y nos congelamos; imagínense los niños», cuenta a MEE.

«Normalmente, al principio del invierno, comprábamos ropa nueva para los niños. Pero ahora, con tres hijos, mi mujer y yo, necesitaríamos un presupuesto enorme para comprar ropa».

«Hoy, un solo pijama cuesta entre 150 y 180 shekels (40-50 dólares), y ahora estoy en paro, así que no he podido comprarles nada».

Durante más de un año, Israel ha restringido severamente la entrada de mercancías en Gaza, incluida la ropa de invierno, y sólo entran suministros limitados como parte de la ayuda internacional.

Como consecuencia, el centro y el sur de la Franja de Gaza, donde actualmente viven unos 2 millones de residentes y desplazados, se enfrenta a una escasez de ropa de invierno y mantas.

Si los comerciantes traen algunos artículos del norte de Gaza, los venden a más del triple de su precio anterior a la guerra.

«Después de oír hablar de los niños que han muerto de frío, no podemos dormir por la noche porque no dejamos de comprobar si están cubiertos y abrigados.

«Mi mujer y yo nos turnamos para estar despiertos y asegurarnos de que nuestra hija de 22 días sigue viva. Le palpamos los pies a menudo para ver si están calientes o fríos».

Foto de portada: Nora al-Lahham, palestina desplazada, cuida a su bebé en la ciudad de Gaza el 29 de diciembre de 2024 (AFP).

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