Cartas desde Gaza: «Alhamdulillah. No estamos bien»

Ramzy Baroud, CounterPunch.org, 6 enero 2025

Traducido del inglés por Sinfo Fernández


Ramzy Baroud es periodista y director de The Palestine Chronicle. Es autor de cinco libros, el último de ellos es «These Chains Will Be Broken: Palestinian Stories of Struggle and Defiance in Israeli Prisons» (Clarity Press, Atlanta). El Dr. Baroud es investigador principal no residente en el Centro para el Islam y los Asuntos Mundiales (CIGA) de la Universidad Zaim de Estambul (IZU). Su sitio web es www.ramzybaroud.net

En los últimos 14 meses, he recibido cientos de mensajes de familiares de toda la Franja de Gaza. La naturaleza de los mensajes transmitía a menudo una sensación de urgencia y pánico, pero, a veces, de satisfacción por la voluntad de Dios.

Algunos de los que escribieron estas notas murieron en ataques israelíes, como mi hermana, la Dra. Soma Baroud; otros perdieron hijos, hermanos, primos, vecinos y amigos. Puede parecer extraño que ninguno de los que se comunicaron conmigo a lo largo de la guerra haya cuestionado nunca su fe, y que a menudo, si no siempre, hayan comenzado sus mensajes preguntando por mí y por mis hijos.

Las muestras de los mensajes que siguen han sido editadas para mayor extensión y claridad.

Ibrahim:

«¿Cómo estáis? Estamos bien. Tuvimos que abandonar Shati (campo de refugiados). Los israelíes llegaron ayer al campo. Todo nuestro barrio ha quedado destruido. Nuestra casa también quedó destruida. Alhamdulillah – alabado sea Dios».

Soma:

«¿Cómo estáis? ¿Y cómo están los niños? Tiempos como estos me hacen darme cuenta de que ninguna riqueza material importa. Sólo importa el amor de la familia y la comunidad. Tuvimos que huir de Qarara (al este de Jan Yunis, en el sur de Gaza); los niños huyeron más al sur, y yo estoy en Deir Al-Balah con mi hija y mi nieto. No sé qué le ha pasado a H (su marido). Las excavadoras del ejército empezaron a destruir el barrio cuando aún estábamos dentro. Huimos en mitad de la noche».

A’isha:

«A E (su marido) lo mataron el primer día de la invasión. A (su hijo) desapareció cuando supo que habían matado a su padre. Dijo que quería vengar a su padre. Estoy preocupada. No sé qué hacer».

Salwa:

«Primo, el hijo de A’isha, A, fue asesinado (tenía 19 años). Estaba luchando en Yabalia. Ella está en algún lugar de Rafah con sus hijos supervivientes. Su recién nacido tiene un defecto cardíaco congénito. ¿Conoces alguna organización benéfica que pueda ayudarla? Vive en una tienda sin comida ni agua».

Ibrahim:

«Escapamos a Al-Shifa (hospital de la ciudad de Gaza). Entonces, los israelíes nos invadieron. Sacaron a todos los hombres fuera y nos pusieron en fila. A mí me perdonaron. No sé por qué. Ejecutaron a todos los hombres. Al hijo de Naser (su sobrino) lo mataron delante de mí. Seguimos atrapados en Al-Shifa».

Soma:

«Mataron a mi marido, hermano. Esa pobre alma no tenía ninguna posibilidad. Su enfermedad le había impedido huir a tiempo. Alguien dice que vio su cuerpo después de que le disparara un dron. Le dieron en la cabeza. Pero cuando volvimos al lugar, no pudimos encontrarlo. Había un enorme montón de escombros y basura. Cavamos y cavamos día y noche, en vano. Sólo quiero darle un entierro digno».

A’isha:

«¿Te envió Salwa un mensaje sobre una organización de caridad? Mi bebé se está muriendo. La llamé Wafa’ en honor a su tía (26 años, asesinada en las primeras semanas de la guerra junto con su hijo Zaid, de 5 años, y su marido, Mohammed, en la ciudad de Gaza). Apenas puede respirar. A algunas personas se les permite salir de Gaza a través de Rafah. Dicen que los EAU aceptan a algunos heridos y enfermos. Por favor, ayúdame».

Walid:

«¿Has oído algo sobre el alto el fuego? Huimos de vuelta al centro de Gaza, después de que nos obligaran a huir hacia el sur. Ellos (el ejército israelí) dijeron: ‘Id a las zonas seguras’. Luego mataron a los desplazados dentro de sus tiendas. Vi cómo quemaban vivos a mis vecinos. Soy demasiado viejo (tiene 75 años). Por favor, díme que la guerra está a punto de terminar».

Ibrahim:

«¿Cómo estás, primo? Sólo quería decirte que han matado a Nasser (su hermano). Estaba en la cola esperando una barra de pan en Zeitun. Tras el martirio de sus hijos, se hizo responsable también de los nietos. Los israelíes bombardearon a la multitud que esperaba los camiones de ayuda. La explosión le seccionó el brazo. Murió desangrado».

Soma:

«Yo estaba en Nuseirat cuando ocurrió la masacre (278 personas murieron y más de 800 resultaron heridas el 8 de junio). Caminé por la zona sin saber el alcance del baño de sangre. Regresaba a Qarara para ver cómo estaban los niños. Había cadáveres esparcidos por todas partes. La mayoría estaban mutilados, aunque algunos aún gemían, aferrándose desesperadamente a la vida. Quería ayudar, pero no pude hacer nada. Seguí caminando de un cuerpo a otro, cogiéndoles de la mano y mirándoles a los ojos moribundos. Trabajé en urgencias durante muchos años. Pero en aquel momento me sentí impotente. Sentí que yo también había muerto aquel día».

(La Dra. Soma murió en un ataque israelí dirigido contra su coche el 9 de octubre. Acababa de salir del hospital, donde trabajaba, para ver cómo estaban sus hijos).

Ibrahim:

«Mis condolencias, primo, por el martirio de tu hermana. Siempre será el orgullo de nuestra familia».

A’isha:

«Wafa’ murió esta mañana en nuestra tienda de Al-Musawi. No había medicinas. Ni comida. Ni leche. Mi único consuelo es que ahora es un ángel en el Paraíso».

Walid:

«¿Cómo estás, primo? Estamos bien. Lo perdimos todo, pero seguimos en pie. Alhamdulillah. ¿Sabes cuándo acabará la guerra? ¿Tal vez otra semana, o dos? Estoy demasiado viejo, y tan, tan cansado».

Imagen de portada de Cristina Gottardi.

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