Ahmet Davutoglu, Middle East Eye, 12 febrero 2025
Traducido del inglés por Sinfo Fernández

Ahmet Davutoglu es el líder del Partido del Futuro (Gelecek Partisi), uno de los partidos de la oposición en Turquía. Davutoglu fue primer ministro de Turquía desde agosto de 2014 hasta mayo de 2016; y ministro de Asuntos Exteriores desde mayo de 2009 hasta agosto de 2014.
Han pasado dos meses desde la caída del régimen de Asad, tristemente célebre por sus crímenes contra la humanidad. Tras inmensos sufrimientos y pérdidas, ha llegado el momento de pasar a un periodo de reconstrucción estratégica: crear una nueva Siria como faro de paz y estabilidad en la región.
Aunque las revoluciones son intrínsecamente difíciles, la verdadera prueba consiste en construir una nación justa y estable, después de que su pueblo haya pagado un alto precio por la libertad.
Como amigo y partidario de Siria desde hace mucho tiempo, ofrezco mis ideas y recomendaciones a la nueva administración, dirigida por Ahmed al-Shara, así como a los líderes regionales e internacionales.
El éxito de Siria a la hora de transformar su revolución en un marco político estable no sólo garantizará su futuro, sino que también aportará estabilidad a toda la región. Por el contrario, si no lo consigue, corre el riesgo de caer en el caos de la intervención extranjera, las guerras por poderes y el auge del terrorismo.
Reconstruir Siria exige abordar siete pilares de un nuevo orden nacional. Estos pilares son: armonizar la ciudadanía con la identidad nacional; abordar el trauma y la reintegración de los refugiados; equilibrar la geografía con la estabilidad nacional; abordar la producción y el empleo; garantizar la libertad y la justicia en el marco de la Constitución; crear instituciones; y fortalecer las relaciones internacionales.
Cada una de estas cuestiones supone un reto para la reconstrucción de Siria como Estado-nación. Casi todos los países se enfrentan hoy a retos similares en Oriente Medio, una región fragmentada por el mapa Sykes-Picot trazado por las potencias coloniales británica y francesa en 1916, alterada aún más por la creación de Israel tras la Segunda Guerra Mundial, dividida durante la Guerra Fría y sacudida por la Primavera Árabe.
Cualquiera que intente mantener un orden político debe reconocer que Oriente Medio es una región donde la diversidad cultural de la humanidad se refleja profundamente en el escenario de la historia.
Reconciliación nacional
Los Estados incapaces de armonizar sus identidades culturales y políticas no pueden sobrevivir, por muy poderosos que sean sus ejércitos. El colapso del régimen baasista de Sadam Husein en Iraq y del régimen baasista de Bashar al-Asad en Siria se debió principalmente a su dependencia de la solidaridad sectaria dentro de la ideología baasista, que obstaculizó el desarrollo de un sentido compartido de ciudadanía.
La forma más rápida de fomentar un sentimiento compartido de identidad es iniciar la reconciliación nacional. Curar las heridas causadas por la dictadura minoritaria del régimen baasista y permitir que la gente regrese a sus regiones sólo puede lograrse mediante un esfuerzo de reconciliación nacional integrador.
Deben extraerse lecciones de los modelos políticos étnico-sectarios del Líbano e Iraq, y en particular de las divisiones etnopolíticas y sus consecuencias en el Iraq post-Sadam. La alternativa a la dictadura de las minorías no puede ser el dominio de la mayoría.
Debe formarse una asamblea de reconciliación nacional capaz de representar a todas las comunidades étnicas, sectarias y religiosas de Siria, incluidos árabes, kurdos, turcomanos, suníes, alauíes, drusos y cristianos, entre otros. Los alauíes no deben ser excluidos ni sometidos a medidas de represalia por los crímenes cometidos por el régimen anterior.
Iniciativas como la reunión de líderes de diversos grupos religiosos para llevar a cabo esfuerzos locales de reconciliación, como se vio en Latakia en los primeros días de la nueva administración, son de vital importancia para superar este delicado periodo.
La participación de la comunidad drusa de Suwayda, que apoyó la revolución, y de representantes cristianos de toda Siria en los esfuerzos de reconciliación nacional aumentaría la confianza social.
Integrar en el sistema a los kurdos y turcomanos del norte de Siria, y garantizar la plena incorporación de las regiones bajo control de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) a la nueva administración como componentes integrales, también contrarrestaría los intentos de dividir Siria.
Rehabilitación y reasentamiento
Uno de los elementos más críticos del proceso de transición será garantizar la vuelta a unas condiciones de vida normales, para satisfacer las necesidades básicas de la población. Debería crearse una «Institución de Rehabilitación y Reasentamiento Humano» para ayudar a quienes han perdido a sus seres queridos, a los niños huérfanos y a los presos que han pasado años detenidos, así como para reasentar a los refugiados que se vieron obligados a abandonar sus hogares.
Hay que resistirse a los intentos de fragmentar Siria, similares a la estrategia de «divide y vencerás» aplicada por la potencia colonial francesa. La prioridad inmediata es unificar la columna vertebral de Siria (el crucial corredor Alepo-Hama-Homs-Damasco-Daraa) y sus alas (la zona costera de Levante y la región mesopotámica al este del Éufrates) bajo una única estructura de seguridad dentro del Ejército Nacional Sirio.
El control de la columna vertebral norte-sur es fundamental, ya que influye directamente en la gobernabilidad de Siria. Pero si las alas levantina y mesopotámica permanecen desconectadas política, económica y culturalmente de la columna vertebral, Siria pone en peligro tanto su acceso marítimo al oeste como su integridad territorial en el este.
Los grupos de la resistencia, junto con el personal militar leal, deben organizarse primero en una fuerza coordinada, formalizada en una jerarquía militar. Este paso es vital para construir la confianza pública y salvaguardar la unidad y la integridad territorial de Siria.
Es esencial que las FDS controladas por Estados Unidos corten sus lazos con los grupos terroristas y se integren en este marco de seguridad centralizado. Los retos de unificar un aparato de seguridad nacional en un entorno posconflicto, donde dominan las facciones milicianas, están bien documentados en las experiencias del Líbano e Iraq.
Más allá de la seguridad interna, esta estructura geopolítica es fundamental para las relaciones regionales de Siria. La espina dorsal norte-sur une Siria con Europa y el Mar Negro a través de Turquía, al tiempo que se extiende hasta la Península Arábiga y el Golfo a través de Jordania. Comparte la zona mesopotámica con Turquía e Iraq, y conecta con la región del Mediterráneo Oriental-Levante a través de Turquía, Líbano, Jordania, Palestina y Egipto.
La población siria necesita urgentemente que la nueva administración cubra sus necesidades básicas, como alojamiento y alimentos. Pero más allá del alivio inmediato, la economía necesita una estrategia de reforma a largo plazo para su recuperación.
Recuperación económica
La fase inicial de la rehabilitación económica debe centrarse en la movilización económica para combatir la pobreza generalizada; recuperar los bienes saqueados por las familias Asad y Majluf; levantar los embargos impuestos a Siria; animar a los inversores sirios en el extranjero a regresar; y establecer un fondo con aportaciones internacionales, en particular del Banco Islámico de Desarrollo, para reconstruir las infraestructuras colapsadas del país. Estos esfuerzos deben dar prioridad a la reactivación de la agricultura, la industria y la producción de energía.
El desarrollo sostenible a largo plazo de la economía siria está directamente ligado a las características geopolíticas y geoeconómicas mencionadas anteriormente. Los elementos clave que ofrecen a Siria una ventaja competitiva relativa están intrínsecamente ligados a su situación estratégica y geoeconómica.
Siria se encuentra a lo largo de un corredor logístico óptimo, que conecta la Península Arábiga y el Golfo con el Mediterráneo a través de rutas terrestres, y con Europa a través de Turquía. Modernizando sus infraestructuras viarias y ferroviarias, Siria podría facilitar un acceso rápido a Europa desde el Golfo, y el hecho de que la mayor parte de este corredor consista en terreno llano minimizaría los costes de transporte, lo que supondría una ventaja significativa.
La posición de Siria también le permite servir como ruta de tránsito clave para los recursos energéticos regionales. Situada en el Creciente Fértil, tiene la oportunidad de emprender reformas agrícolas avanzadas, centrándose en la producción de alimentos orgánicos, lo que también apoyaría el empleo para los refugiados que regresan.
Además, la rica historia y el patrimonio cultural de ciudades como Damasco, Palmira y Alepo ofrecen un gran potencial para el turismo religioso y cultural, una valiosa fuente de ingresos.
Romper el ciclo
El enfoque de Asad en la seguridad del Estado erradicó las libertades, desencadenando en última instancia la guerra civil de Siria y permitiendo a los grupos terroristas avivar aún más el caos. La nueva administración debe romper este ciclo. La clave reside en adoptar una visión de pluralismo cultural que integre los derechos humanos fundamentales con el diverso patrimonio cultural de la región.
El nuevo gobierno, cuya formación está prevista para marzo, debe centrarse en restablecer el orden público, instaurar la seguridad y garantizar un sistema constitucional. Puede que sea necesario un calendario electoral de cuatro años, como propone Shara, pero este periodo debe aprovecharse para crear un orden público cívico, reactivar el sistema judicial, fomentar la reconciliación nacional y redactar una nueva constitución.
Retrasar el restablecimiento del orden público, aunque sólo sea un día, podría fomentar las tensiones internas y allanar el camino a otro régimen dictatorial. No hay que olvidar las lecciones de los golpes de Estado de los años sesenta, que condujeron al ascenso de Hafez al-Asad.
Para implantar el orden público civil, las fuerzas de la resistencia deben pasar a ser estructuras policiales y militares regulares. El gobierno central debe reactivarse con un carácter civil, y los comités locales deben asumir el liderazgo de la gobernanza. Estos esfuerzos, respaldados por una burocracia impoluta, serán fundamentales para el éxito de la transición.
El proceso judicial debe garantizar juicios justos para los responsables de crímenes contra la humanidad, evitando la venganza o el castigo colectivo. La opresión impune desestabilizará la confianza pública, mientras que prácticas injustas como las ejecuciones extrajudiciales fracturarán a la población.
Una asamblea consultiva compuesta por líderes de opinión que hayan alzado su voz contra la opresión baasista contribuiría significativamente a la buena marcha del proceso y a la resolución de posibles crisis.
Reconocimiento mundial
A corto plazo, Siria debería revitalizar sus contactos con las Naciones Unidas, la Liga Árabe y la Organización de Cooperación Islámica. Debe animar a los países a reabrir embajadas en Damasco y adoptar una postura firme contra las acciones de Israel –especialmente el trato que da a Gaza-, al tiempo que aboga por la retirada de las fuerzas israelíes de la región ocupada de Quneitra, buscando el apoyo de la ONU y de las organizaciones regionales.
A largo plazo, Siria debe mantenerse firme en su apoyo a la causa palestina hasta que se establezca un Estado independiente. Debe rechazar la normalización con Israel hasta que se retire de los territorios sirios ocupados, en particular de los Altos del Golán; evitar implicarse en rivalidades regionales y guerras por delegación; y contribuir a la creación de un marco regional de paz y estabilidad.
Estamos asistiendo al nacimiento de una nueva Siria, un proceso en el que se entremezclan importantes retos y oportunidades.
A Shara y a su círculo íntimo, les digo: esta victoria no sólo os pertenece a vosotros, sino también a los cientos de miles de mártires que dieron su vida durante la guerra, blancos de bombas de barril y armas químicas en las ciudades sirias y torturados en las cárceles.
Resistid a la tentación de aislaros en lujosos palacios. En lugar de ello, permaneced entre el pueblo, que es el verdadero dueño de esta revolución. Evitad los conflictos internos y no os limitéis a estrechas alianzas. A partir de ahora, fomentad una cultura de cooperación que incluya a todo el pueblo de Siria.
A los países de la región y a sus líderes, les digo: Siria pertenece a los sirios. No creen esferas de influencia con prejuicios etnosectarios.
Propongo organizar una «Cumbre de los Vecinos de Siria» en Damasco, donde podría hacerse una declaración firme en apoyo de la integridad territorial de Siria, la paz interna, el desarrollo económico y el retorno de los refugiados.
Potencias exteriores
Irán, que apoyó al régimen de Asad, debe evitar exacerbar el caos en Siria. El interés de Teherán reside en garantizar que la nueva administración establezca un estado de estabilidad que incluya a todas las facciones y contrarreste las ambiciones expansionistas de Israel. Una Siria sumida de nuevo en el conflicto sólo beneficiaría a Israel, no a Irán.
Para Estados Unidos y Rusia, la tarea más apremiante es conseguir una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que garantice la integridad territorial de Siria, levante los embargos impuestos al país y apoye su proceso de transición.
El mayor error que podrían cometer los líderes occidentales, en particular el presidente estadounidense Donald Trump, sería considerar Siria a través de la lente de la seguridad de Israel. Este enfoque neocolonial ha alimentado el sentimiento antiestadounidense y antioccidental en la región.

El presidente estadounidense Donald Trump habla en Washington, D.C., el 6 de febrero de 2025 (Foto: Ting Shen/AFP)
Cualquier intento de Israel de anexionarse Cisjordania o de crear en el sur de Siria unas condiciones como las del Líbano, donde Israel opera libremente, no hará sino aumentar las tensiones.
La administración Trump debe tomar medidas inmediatas para garantizar la retirada de Israel de los territorios sirios que ocupa, y apoyar la disolución de todos los grupos terroristas y milicias en Siria. Sin una Siria estable, no podrá abordarse eficazmente la cuestión palestina, ni lograrse la estabilidad del Líbano o la paz regional.
En cuanto a Rusia, distanciarse de la nueva administración debido a los anteriores vínculos de Moscú con Asad sería un grave error. El compromiso de Rusia con la nueva administración será crucial tanto para sus propios intereses como para la estabilidad regional.
La contribución más significativa de Rusia a la paz interna de Siria sería instar a Asad, a quien acoge, a abstenerse de realizar declaraciones y acciones que pudieran perjudicar este crítico proceso de transición.
El camino por recorrer
La comunidad internacional, y en particular la ONU, también tiene un papel esencial a la hora de garantizar que la transición siria se desarrolle sin contratiempos. El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, que fue testigo del sufrimiento de Siria como alto comisionado de la organización para los refugiados durante una década (2005-2015), se encuentra en una posición única para contribuir positivamente al futuro de Siria. Hoy, el pueblo sirio necesita más que nunca de su apoyo y del de la ONU.
La UE debería considerar la posibilidad de levantar más sanciones para contribuir a la reconstrucción del país por el bien de Siria, pero también por su propio bien, teniendo en cuenta la probabilidad de retorno de los refugiados sirios.
Para Ankara, la relación entre Turquía y Siria es mucho más importante que un mero vínculo de vecindad; se basa en la confianza y el respeto mutuos. Turquía debe actuar con un plan claro y estratégico, y debe estar al lado de Siria, facilitando un futuro pacífico y próspero.
El único objetivo de Turquía con respecto al futuro de Siria debe ser que el país viva en paz, armonía y prosperidad. Turquía nunca ha buscado el dominio político ni el beneficio económico de Siria, y nunca lo hará.
Al mismo tiempo, Turquía no debe permitir que ninguna potencia, incluida Israel, explote el sufrimiento de Siria para sus propios intereses estratégicos. Las relaciones entre Turquía y Siria pueden servir de modelo ejemplar para la paz y la prosperidad en nuestra región.
En última instancia, Siria puede superar sus dificultades y salir fortalecida, fomentando la paz, la estabilidad y la prosperidad para su pueblo y la región. El camino hacia una nueva Siria es difícil, pero merece la pena recorrerlo.
Foto de portada: Una niña sostiene una bandera siria de la época de la revolución por la ventana de un autobús que transporta a sirios desplazados que regresan a sus hogares tras años de desplazamiento el 10 de febrero de 2025 (AFP).