Israel lanza un importante ataque aéreo contra Damasco

Murtaza Hussein y Ali Younes, Drop Site News, 26 febrero 2025

Traducido del inglés por Sinfo Fernández


Murtaza Hussain es reportero de The Intercept especializado en temas de seguridad nacional y política exterior. Sus trabajos se publican en CNN, BBC, MSNBC y otros medios de comunicación.

Ali Younes es un veterano periodista que cubre temas de seguridad nacional de Estados Unidos y Oriente Medio. Sus escritos e investigaciones han aparecido en muchas organizaciones de noticias estadounidenses e internacionales. En X: @ali_reports

Introducción:

El martes por la noche, Israel lanzó un ataque aéreo masivo contra Damasco, la capital de Siria, así como contra otras ciudades del sur del país. Los medios de comunicación locales informaron de ataques cerca de Damasco, así como en las ciudades de Quneitra y Daraa. El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, confirmó los ataques y declaró: «Cualquier intento de las fuerzas del régimen sirio y de las organizaciones terroristas del país de establecerse en la zona de seguridad del sur de Siria será respondido con fuego».

La «zona de seguridad» se refiere a una amplia franja del sur de Siria que Israel intenta anexionarse de hecho. En efecto, los ataques se produjeron un día después de un sorprendente anuncio del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, quien exigió la «desmilitarización completa» del sur de Siria. La exigencia prohibía de hecho al nuevo gobierno desplegar tropas al sur de su propia capital, al tiempo que sentaba las bases para una ocupación militar israelí indefinida en la zona.

«Tomen nota: no permitiremos que las fuerzas de HTS o el nuevo ejército sirio entren en la zona al sur de Damasco», dijo Netanyahu el domingo. «Exigimos la desmilitarización completa del sur de Siria». El lunes, el ministro de Asuntos Exteriores de Israel, Gideon Sa’ar, dijo en una conferencia de prensa en Bruselas que el nuevo gobierno sirio es «un grupo terrorista islamista yihadista de Idlib que tomó Damasco por la fuerza».

El periodista Ali Younes y yo viajamos recientemente a Siria para una ronda de entrevistas en un intento por comprender hacia dónde se dirige el nuevo gobierno. El comodín sigue siendo Israel, la nación vecina que el nuevo gobierno sirio ha intentado hasta ahora en vano apaciguar. A continuación, reproducimos nuestro reportaje, que desgraciadamente resultó muy oportuno para los habitantes de la región.

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Más de una década de guerra civil y sanciones han asolado gran parte de Siria, paralizando su economía y enviando al exilio a gran parte de su población. Siria, que ya lucha por recuperarse de esta carnicería, se enfrenta ahora a ataques de Israel que amenazan con desestabilizar el país.

El martes por la noche, una oleada de ataques aéreos israelíes alcanzó objetivos cerca de Damasco y otras ciudades del sur de Siria, y los primeros informes indican que al menos mataron a una persona. Los ataques aéreos fueron sólo el último episodio de una campaña israelí más amplia destinada a paralizar la capacidad militar del nuevo gobierno, al tiempo que envía fuerzas terrestres a ocupar franjas de territorio al sur de la capital.

El gobierno sirio había hecho anteriormente un llamamiento a la comunidad internacional para que obligara a Israel a retirar sus tropas de su territorio, una petición de intervención que tenía pocas posibilidades de hacerse realidad. Las recientes declaraciones amenazadoras de funcionarios israelíes han desencadenado protestas en toda Siria, aumentando la presión política sobre el gobierno, dirigido por islamistas suníes afiliados al grupo militante Hayat Tahrir al-Sham (HTS), para que defienda al país frente a violaciones cada vez más descaradas de su soberanía.

Sin embargo, es cuestionable la capacidad de Siria -depauperada por una guerra de más de una década que mató a cientos de miles de personas, destruyó la mayoría de sus principales ciudades, desplazó a la mitad de su población y vio cómo su economía se reducía en un 85%- para poder tomar medidas inmediatas a fin de repeler a un poder militar israelí muy superior respaldado por Estados Unidos.

«En muchos sentidos, la noción de resistencia ha muerto», afirma Joshua Landis, experto en Siria y director del Centro de Estudios sobre Oriente Próximo de la Universidad de Oklahoma. «El gobierno bajo [el presidente de transición] Ahmed al-Sharaa claramente no quiere un conflicto con Israel».

Un vistazo a las sombrías condiciones de Siria pone de relieve la ingente tarea a la que se enfrenta ahora el nuevo régimen, que trata de mantener unido un país destruido por la guerra y las sanciones, al tiempo que defiende su soberanía frente a un vecino agresivo.

Yarmuk, un barrio de Damasco que antaño fue un vibrante centro de la vida palestina en Siria, es hoy un espeluznante paisaje lunar de edificios bombardeados, escombros sin limpiar y animales vagabundos. Hasan Shafaamri, un sirio-palestino que se crió en la zona y que sobrevivió a los combates que diezmaron Yarmuk durante la última década de guerra civil, declaró a Drop Site en una reciente visita a la zona que aún le atormentan las escenas que presenció, incluidos los ataques de soldados y los bombardeos de la aviación siria.

«Un ataque mató a cientos de personas inocentes que se refugiaban en una mezquita», recordó. «Las casas de la gente del campo quedaron básicamente reducidas a montones de escombros».

Tras más de una década de guerra, asedios internos y aplastantes sanciones económicas, Yarmuk es sólo una de las muchas zonas diezmadas de Siria. Sólo en Damasco, los suburbios de Daraya, Duma, Qabun y Jobar han sufrido una devastación similar, haciéndolos en gran medida inhabitables. Grandes ciudades como Homs y Alepo sufrieron daños aún más catastróficos durante la guerra.

Una calle comercial destruida en el distrito de Yarmuk de Damasco. (Foto: Murtaza Hussain)

Los funcionarios sirios que hablaron con Drop Site describieron una situación catastrófica en el interior del país tras la guerra.

«Nuestros sectores de educación, sanidad y servicios están básicamente destruidos», dijo este mes a Drop Site un funcionario local del gobierno sirio. «Necesitamos ayuda inmediata en todos estos sectores, especialmente para los sirios desplazados que viven en tiendas de campaña luchando contra el frío y en condiciones miserables».

El nuevo régimen mantiene estrechos vínculos ideológicos con el gobierno turco, una conexión que, según los analistas, ha alarmado a Israel. Informes recientes también han sugerido que Turquía podría firmar un pacto de defensa con el nuevo gobierno, incluido el establecimiento de bases militares en el país.

Tras la caída del régimen de Asad, un comité del gobierno israelí advirtió de una futura guerra entre Israel y Turquía por Oriente Medio, con un nuevo gobierno sirio liderado por un régimen islamista suní que probablemente se convertiría en el principal campo de batalla. «Israel tiene mucho miedo de que Turquía se convierta en la potencia dominante y se sitúe efectivamente en las fronteras de Israel», afirmó Landis.

Sin embargo, el apoyo retórico de los países de la región aún no se ha traducido en ningún cambio sobre el terreno en Siria, donde el gobierno se esfuerza por proporcionar los servicios básicos necesarios para estabilizar la economía, al tiempo que hace frente a una escalada de frustraciones políticas, como el creciente descontento y las protestas por los ataques israelíes.

«Aparte de pequeños y simbólicos envíos de ayuda, por el momento no hemos visto ningún compromiso oficial de países como Arabia Saudí, Qatar u otros», declaró el funcionario del gobierno sirio, añadiendo que los países extranjeros parecen estar siguiendo el ejemplo de la postura de Washington.

Mientras que la Unión Europea anunció esta semana la relajación temporal de algunas sanciones energéticas y bancarias contra Siria, Estados Unidos se ha mantenido firme en mantener el aplastante régimen de sanciones contra el país de la era de Asad. Aunque las sanciones garantizan la influencia de Estados Unidos sobre el país, es probable que imposibiliten a los sirios reconstruir eficazmente o repeler las políticas cada vez más agresivas del gobierno israelí.

Un legado de destrucción

El estado de las ciudades destruidas de Siria ilustra los graves problemas a los que se enfrentará el país para reconstruir su territorio, defender sus fronteras o incluso ofrecer a la población una sensación de estabilidad básica.

Hoy, las calles del otrora próspero centro de Damasco están llenas de personas sin hogar y desplazadas, familias de vendedores ambulantes de zapatos y ropa usados, y jóvenes que venden bidones de gasolina en botellas de plástico. Los distritos históricos de la ciudad que antaño atendían a los turistas están en su mayoría cerrados, o han sido reutilizados para vender productos necesarios para la supervivencia básica. Además de la niebla tóxica provocada por el uso de combustible barato y sin refinar para los automóviles, sólo hay unas pocas horas de electricidad al día, lo que deja la mayor parte de la ciudad a oscuras al caer la noche.

Las carreteras que rodean Yarmuk, que fue escenario de importantes batallas entre el régimen de Asad, los combatientes locales organizados vagamente bajo la bandera del Ejército Sirio Libre y los terroristas del Estado Islámico, están salpicadas de edificios pulverizados por los ataques aéreos y los bombardeos de tanques durante los combates. Las calles repletas de tiendas, antaño bulliciosas, han sido cerradas o vaciadas casi por completo. Para aumentar la desolación, muchas de las paredes de los edificios supervivientes fueron derribadas para robar el cableado y las barras de refuerzo de metal, tras una campaña masiva de saqueo organizado que, según los lugareños, fue llevada a cabo por unidades militares bajo el mando del antiguo gobierno una vez que éste tomó el control de la zona.

Las ruinas del santuario de Sayyida Sukayna en el suburbio damasceno de Daraya. (Foto: Murtaza Hussain)

«La cuarta división entró en el campo junto con civiles aliados y saqueó todos los muebles de las casas, después robó las puertas y ventanas, los azulejos y el cableado eléctrico, así como las barras de acero del techo», declaró Hasan Shafaamri, quien añadió que los funcionarios del gobierno exigieron sobornos diarios a los residentes supervivientes durante años, incluso mientras vivían entre los escombros sin servicios básicos.

Este despojo económico de la sociedad siria continuó hasta el colapso del gobierno el pasado diciembre. Mohamad al-Shaghori, propietario de un pequeño restaurante en la zona, afirma que durante el régimen anterior se exigía a los residentes del campo que presentaran documentos de identidad expedidos por el gobierno que controlaban sus movimientos.

«El régimen estableció puestos de control militares en la entrada y alrededor de la zona, y teníamos que mostrar nuestras tarjetas de identidad para entrar», dijo al-Shaghori. «Teníamos que pagarles sobornos sólo para entrar en el campo y llegar a nuestras casas, y luego pagarles un soborno cada vez que llevábamos o traíamos bienes o materiales de la zona».

Yarmuk se fundó como campo de refugiados palestinos antes de evolucionar, durante décadas, hasta convertirse en un sector urbanizado de la capital. Muchos residentes de ascendencia palestina recibían ayudas del Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas (UNRWA, por sus siglas en inglés), la agencia de la ONU creada para ayudar a los palestinos, un dinero que, según los residentes, el gobierno les robaba en su mayoría.

«La UNRWA pagaba a una familia de cinco personas 500 dólares cada tres meses, que, tras las tasas de transferencia, se reducían a unos 350 dólares», dijo Ahmed Sadiyeh, un palestino residente en Yarmuk. «Pero el régimen sirio robaba casi toda esta cantidad antes de que llegara a ningún palestino. Al final, una familia acababa con sólo 30 dólares».

Al igual que otros residentes, Sadiyeh expresó su alivio porque las fuerzas de Asad ya no controlaran la zona.

«Ahora nos sentimos más seguros», dijo Sadiyeh. «Sólo queremos que nos dejen en paz y podamos reconstruir esta zona».

El nuevo gobierno dominado por el HTS mantiene una presencia en Yarmuk y otros suburbios de la ciudad, con patrullas periódicas de hombres armados en motocicletas, así como un cuartel militar local atendido por combatientes en una antigua oficina del Partido Baaz a la entrada del distrito. Cuando Drop Site visitó Yarmuk y otros suburbios destruidos de Damasco, a menudo pasaban grupos de combatientes patrullando sin interrumpir el reportaje.

Abu Mohamad, residente de Daraya, que también sufrió destrucción y masacres a gran escala durante la guerra, dijo a Drop Site que él y otros residentes supervivientes se sentían aliviados de que el gobierno hubiera huido finalmente. Daraya había sido el centro de un movimiento de protesta no violento en 2011, que se enfrentó a la brutal represión del antiguo régimen. Después de que algunos residentes se alzaran en armas y expulsaran a los funcionarios locales, el gobierno regresó con fuerza, llevando a cabo bombardeos generalizados y masacres casa por casa, incluida una matanza de cinco días en el verano de 2012 que causó unas 700 muertes.

Tras años de combates, así como un asedio de hambre que duró años, Daraya sucumbió finalmente al control del régimen en 2016. Sin embargo, pocos de sus residentes han regresado y no se ha reconstruido casi nada. En un barrio cercano al centro del suburbio, rodeado de edificios de apartamentos bombardeados, se alza el destruido complejo del santuario de Sayyida Sukayna, con su cúpula dorada derrumbada hacia dentro y dos minaretes muy dañados apuntando torcidamente al cielo.

«Ahora podemos hablar libremente y hacer nuestra vida sin temor a los servicios de seguridad del régimen», ha declarado Abu Mohammad. «Lo importante es que la injusticia ha desaparecido».

El presidente sirio Ahmad Al-Shara se despide de los participantes en la Conferencia para el Diálogo Nacional Sirio el 25 de febrero de 2025 en Damasco, Siria. (Foto: Ali Haj Suleiman/Getty Images)

Abu Mohammad, junto con muchos otros sirios y sirio-palestinos que hablaron con Drop Site en Daraya y Yarmuk, rechazó la afirmación esgrimida por Asad y su gobierno de que habían actuado como defensores de la causa palestina, señalando su distensión militar con Israel, así como los asesinatos masivos de palestinos cometidos por Siria dentro del país.

Sin embargo, muchos también expresaron su preocupación por la posible partición del país, incluida la amenaza de secesión de las zonas kurdas del norte, así como la creación de un régimen de ocupación israelí de facto en el sur. «Nos alivia que Asad se haya ido, pero nuestro futuro hoy es desconocido, absolutamente desconocido, y tenemos nuevas cosas que temer», dijo Abu Jaled, natural de Daraya, que sobrevivió a la guerra y conduce un taxi en la zona. «Hay otros países que quieren un trozo de Siria, y sabemos que intentarán aprovecharse de nuestra situación actual».

El nuevo gobierno se esfuerza ahora por gobernar una sociedad destruida y dividida, todavía muy afectada por las sanciones estadounidenses, con escasa capacidad militar propia tras la guerra y una campaña de ataques aéreos israelíes que comenzó el pasado diciembre. Visto con recelo por Estados Unidos debido a la afiliación en el pasado de muchos de sus funcionarios a grupos designados terroristas, entre ellos Al Qaida y el ISIS, el nuevo gobierno sirio ha empezado a buscar nuevos aliados en el extranjero.

En las últimas semanas, Siria ha iniciado contactos diplomáticos con Rusia, antaño enemigo mortal de las fuerzas que ahora controlan el gobierno de Damasco. Durante la guerra civil, Moscú llevó a cabo devastadores ataques aéreos en zonas de la oposición, como Daraya y Yarmuk. Bajo el régimen de Asad, Rusia mantuvo bases militares y navales en el interior del país, activos estratégicos cuya situación actual no está clara pero que Moscú desearía conservar en el futuro.

Además de tender la mano a Turquía y a los Estados árabes del Golfo, el nuevo gobierno sirio trata ahora de reconstruir su relación con Rusia, ya que busca ayuda para reafirmar el control sobre su propio territorio, gestionar su economía bajo las sanciones de Estados Unidos y rearmarse para defenderse de futuras amenazas, incluida una ocupación israelí en expansión que ahora amenaza con convertirse en permanente.

«Tengo la corazonada de que dentro de unos años veremos a al-Sharaa volver a Rusia en busca de armas y otro tipo de apoyo», dijo Landis. «Estados Unidos será enemigo de este régimen de un modo u otro».

Foto de portada: Tanques israelíes en la región de Al Hamadyeh, cerca de los Altos del Golán, en Quneitra, Siria, el 16 de enero de 2025. (Ercin Erturk/Anadolu via Getty Images)

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