Jeremy Scahill, Drop Site News, 28 marzo 2025
Traducido del inglés por Sinfo Fernández

Jeremy Scahill es periodista de Drop Site News y fue cofundador de The Intercept. Es reportero de investigación, corresponsal de guerra y autor de «Dirty Wars: The World Is a Battlefield» y «Blackwater: The Rise of the World’s Most Powerful Mercenary Army”. Ha informado desde Afganistán, Iraq, Somalia, Yemen, Nigeria, la antigua Yugoslavia y otros lugares del mundo.
En los dos últimos días han surgido algunas esperanzas de que pueda alcanzarse un acuerdo temporal para detener los ataques militares de Israel contra Gaza y reanudar el flujo de productos básicos, incluidos alimentos y medicinas, a la asediada Franja de Gaza. Funcionarios de Hamás y fuentes próximas a los mediadores egipcios afirman que llevan semanas trabajando para convencer a Israel de que retome las negociaciones sobre el alto el fuego. Los nuevos planes, propuestos por Egipto y Qatar, incluirían intercambios de cautivos, una prórroga temporal de la primera fase del acuerdo y una hoja de ruta para volver a negociaciones plenas.
Varios medios de comunicación israelíes y Axios informaron también esta semana de que Estados Unidos había presentado su propia propuesta: si Hamás libera a Edan Alexander, el único ciudadano estadounidense vivo que permanece cautivo en la Franja, el presidente Donald Trump emitiría una declaración pública pidiendo calma en Gaza y que Israel volviera a la mesa de negociaciones. Los mediadores qataríes dijeron a Hamás que aceptar la oferta estadounidense probablemente llevaría a Trump a presionar a Israel para reanudar plenamente las conversaciones. Sin embargo, un alto cargo de Hamás dijo a Drop Site que la oferta estadounidense no era nueva. «Se trataba de una propuesta de hace un mes», dijo el funcionario, añadiendo que Hamás anunció públicamente su disposición a liberar a Alexander como gesto de buena voluntad y vinculándolo a la continuación de las negociaciones. «Israel rompió entonces el acuerdo [de alto el fuego]», añadió.
Aunque escasean los detalles verificables de las diversas ideas para encarrilar de nuevo las conversaciones, es notable que Hamás vuelva a expresar un cauto optimismo. «Los contactos con los mediadores siguen en curso para alcanzar una fórmula o propuesta que permita salir de la crisis actual», declaró en un comunicado Basem Naim, miembro del buró político de Hamás. Funcionarios egipcios han afirmado que Israel ha respondido positivamente a las recientes propuestas de los mediadores, pero no ofrecieron detalles. El miércoles, la oficina de Netanyahu negó que Israel hubiera recibido una nueva propuesta egipcia.
Naim afirmó que Hamás está abordando las conversaciones con los mediadores con un espíritu de «positividad y flexibilidad», pero advirtió que Hamás no abandonaría el marco del acuerdo de enero, firmado por Israel, que incluía una vía clara y definida para poner fin definitivamente al asalto militar y la retirada de todas las fuerzas de ocupación. «Nadie acepta que el acuerdo sea un ‘periodo temporal de calma y la entrega de prisioneros a cambio de comida y bebida’, para luego volver a la guerra y a los planes de desplazamiento con nuevos pretextos».
En los días transcurridos desde que Israel reanudó el 18 de marzo sus bombardeos de tierra quemada sobre Gaza, que han matado a más de 890 palestinos, entre ellos más de 300 niños, Estados Unidos e Israel han justificado los horrores culpando a Hamás, afirmando que los negociadores del grupo habían rechazado una oferta elaborada por Estados Unidos para prorrogar el alto el fuego. Aunque esta narrativa dominó gran parte de la cobertura informativa occidental en torno al final de la primera fase del acuerdo de alto el fuego el 1 de marzo, la realidad es que se trataba de una táctica propagandística deliberada sacada del manido libro de jugadas de Israel de los últimos 17 meses.
Desde el comienzo del «alto el fuego», que entró en vigor el 19 de enero, Israel violó repetidamente sus términos al seguir atacando a los palestinos de Gaza, matando a más de 130 durante la primera fase del acuerdo e impidiendo la entrega del número acordado de tiendas, casas móviles, combustible y equipos de construcción. Funcionarios del gobierno de Gaza acusaron repetidamente a Israel de permitir la entrada en la Franja de menos camiones de ayuda de los 600 diarios acordados. Israel también incumplió su compromiso de iniciar la retirada completa de sus fuerzas del corredor Filadelfia, cercano a la frontera egipcia, tras el último intercambio de cautivos en el 42º día.
Israel también se negó a enviar negociadores para limar asperezas sobre la aplicación de la segunda fase del acuerdo, como exigía el acuerdo. La segunda fase, de 42 días de duración, incluiría la devolución de todos los cautivos israelíes restantes, vivos y muertos, así como la retirada completa de las fuerzas israelíes y el anuncio de una «calma sostenible», que allanaría el camino para la fase final: un esfuerzo masivo de reconstrucción en Gaza y la creación de un órgano de gobierno de posguerra para la Franja. En lugar de atenerse a este marco, Israel impuso un bloqueo total a Gaza el 2 de marzo y cortó o bombardeó el suministro eléctrico que quedaba en la Franja. A continuación, Israel planteó nuevas y radicales exigencias que quedaban fuera del ámbito del acuerdo -como había hecho en repetidas ocasiones durante la administración Biden- y luego acusó públicamente a Hamás de rechazar la paz para justificar una intensificación de sus operaciones genocidas.
«Recibimos una serie de propuestas e iniciativas, y respondimos a ellas de forma positiva y responsable, para alcanzar nuestros objetivos de cese total de la agresión contra nuestro pueblo en Gaza, garantizar una retirada completa de la Franja de Gaza, intercambiar prisioneros, reconstruir y poner fin al bloqueo», declaró el Dr. Khalil Al-Hayya, principal negociador de Hamás, en un discurso pronunciado el miércoles. «Sin embargo, la ocupación sionista incumplió el acuerdo que firmó con nosotros y los mediadores, negándose a pasar a la segunda fase y reanudando su agresión contra nuestro pueblo y nuestra gente en la Franja de Gaza. Reafirmamos nuestra disposición a seguir trabajando y negociando responsablemente para alcanzar nuestros objetivos».
Funcionarios de Hamás dijeron a Drop Site que no rechazaban oficialmente ninguna propuesta presentada por el enviado especial del presidente Donald Trump a Oriente Medio, Steve Witkoff, y que los negociadores del grupo la habían estado evaluando con una mente abierta, al tiempo que dejaban clara su postura de que las negociaciones debían tener lugar en el contexto del acuerdo firmado. A lo largo del mes de febrero, Hamás instó a los mediadores internacionales a que obligaran a Israel a negociar la aplicación técnica de la segunda fase del acuerdo en lugar de permitirle anularlo y plantear exigencias provocadoras bajo la amenaza de reanudar su matanza de palestinos en Gaza a escala industrial. A principios de marzo, un alto cargo de Hamás me dijo que Hamás consideraba «positivos» los esfuerzos de los enviados estadounidenses y expresó su optimismo ante la posibilidad de llegar a un acuerdo para volver a encarrilar el proceso de alto el fuego.
No hubo tal, sino que Estados Unidos se sumó a las mentiras de Israel, como ocurrió con frecuencia bajo la administración Biden, acusando públicamente a Hamás de abandonar las negociaciones y rechazar un acuerdo. Estados Unidos e Israel lanzaron una serie de ultimátums, exigiendo la liberación inmediata de todos los cautivos israelíes en Gaza sin ninguna garantía del fin de la guerra o de la retirada de las tropas israelíes. En la madrugada del 18 de marzo, Israel lanzó un ataque relámpago contra Gaza que mató a más de 400 palestinos, casi la mitad de ellos niños, en cuestión de horas.
Meses de sabotaje
El acuerdo firmado el 17 de enero era en realidad el mismo que estaba sobre la mesa desde mayo de 2024, cuando el entonces presidente Joe Biden lo anunció como un gran avance. A principios de junio, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó el acuerdo; hubo mediadores entre Hamás y las delegaciones israelíes y, el 2 de julio, Hamás aceptó el acuerdo después de que Estados Unidos negociara una enmienda para resolver las disputas técnicas sobre el lenguaje entre ambas partes. Netanyahu procedió entonces a sabotear el acuerdo, intensificó los ataques de Israel contra Gaza y asesinó al dirigente político de Hamás Ismail Haniyeh, el principal negociador. Biden y sus ayudantes filtraron intencionadamente a los periodistas historias de su enfado con Netanyahu mientras apoyaban públicamente a Israel y continuaban el flujo de armas y apoyo político. Netanyahu lanzó entonces un ataque a gran escala contra el Líbano, mató a cientos de personas en el complot de la bomba buscapersonas y asesinó a Hassan Nasrallah y a docenas de altos cargos de Hizbolá. Israel llevó a cabo ataques aéreos a gran escala en todo el Líbano e invadió amplias franjas del sur, en operaciones que mataron a más de 4.000 personas y desplazaron a más de 1,2 millones. Las conversaciones sobre un acuerdo para Gaza quedaron relegadas a un segundo plano mientras Netanyahu proseguía la sangrienta ofensiva israelí en la región con el apoyo de Estados Unidos.
Tras su elección, el presidente Trump hizo pública su exigencia de que se firmara un acuerdo antes de su investidura, lo que obligó al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, a volver a la mesa de negociaciones.
Israel firmó el acuerdo a regañadientes bajo la presión de Trump -que gozaba de gran popularidad en Israel, sobre todo entre las familias de los cautivos israelíes-, pero Netanyahu no ocultó su intención de violar el acuerdo tras la primera fase y comunicó a su gabinete de seguridad que tanto Biden como Trump le habían entregado sendas cartas complementarias en las que autorizaban a Israel a reanudar la guerra «si considera que las negociaciones son ineficaces», según Netanyahu. Mientras los mediadores internacionales de Qatar y Egipto se centraban en aplicar el acuerdo y asegurarse de que se cumplían los pasos necesarios para garantizar una segunda fase, Netanyahu elaboraba un plan alternativo para crear una serie de acuerdos ad hoc que tendrían como resultado la devolución de los cautivos israelíes sin necesidad de retirar sus fuerzas ni comprometerse a poner fin al genocidio.
Si Hamás se negaba a aceptar las nuevas y radicales condiciones exigidas por Israel y renegaba flagrantemente del acuerdo firmado -lo que Netanyahu sabía que ocurriría- entonces reanudaría la guerra de espectro completo que él y sus fanáticos socios de coalición de derechas nunca quisieron terminar desde el principio.
Esto es precisamente lo que ocurrió cuando la primera fase del acuerdo de alto el fuego expiró el 1 de marzo. Según los términos del acuerdo, Israel y Hamás debían comenzar las negociaciones sobre la aplicación técnica de la segunda fase, a más tardar el 3 de febrero. Netanyahu se negó a enviar negociadores de alto nivel y, en su lugar, viajó a Washington, donde se convirtió en el primer dirigente extranjero en visitar a Trump en la Casa Blanca tras su elección. Fue durante esta visita cuando Trump anunció su deseo de tomar Gaza como territorio estadounidense y convertirla en una «Riviera de Oriente Medio». Netanyahu y su gobierno comenzaron entonces a intensificar su campaña para expulsar a los palestinos de la Franja, ya fuera por la fuerza o mediante chantaje.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, habla durante una conferencia sobre antisemitismo en Jerusalén el 27 de marzo de 2025 (Foto de Menahem Kahana/AFP vía Getty Images)
Netanyahu continuó asegurando a su gabinete de seguridad que no tenía intención de seguir adelante con las fases posteriores del acuerdo y explotó el caso de la familia Bibas para justificar la cancelación total del acuerdo. El 20 de febrero, Hamás devolvió los cuerpos de la cautiva israelí Shiri Bibas y sus dos hijos pequeños, Ariel y Kfir, que tenían 4 años y 9 meses cuando combatientes de las Brigadas Muyahidines, otro grupo armado palestino, los llevaron de regreso a Gaza el 7 de octubre. En noviembre de 2023, Hamás anunció que los tres habían muerto en un ataque aéreo israelí. El exministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, afirmó que Israel tenía información de inteligencia en ese momento sobre la muerte de los niños Bibas. «Sabíamos, y yo lo sabía en ese momento, que algunos [de los rehenes israelíes], incluidos los niños Bibas, lamentablemente no están vivos», declaró en una entrevista de podcast transmitida el 10 de marzo. «La información era suficientemente clara para la inteligencia, pero no lo suficiente para declararla» públicamente.
Durante más de un año, Netanyahu y sus partidarios utilizaron a la familia como arma emocional para avivar la ira israelí, y funcionarios y medios de comunicación israelíes insinuaron constantemente que podrían estar vivos a pesar de que la inteligencia israelí indicaba que estaban muertos.
Tras la devolución de los cuerpos, Israel afirmó que una combinación de análisis forenses e inteligencia israelí había determinado que los niños habían sido «asesinados» en cautiverio. Netanyahu alegó, sin pruebas, que sus captores habían «estrangulado a los tiernos niños con sus propias manos». No se ha presentado ninguna prueba pública que respalde esta acusación.
Para agravar la situación, los restos de Shiri Bibas devueltos a Israel resultaron ser los de una mujer palestina asesinada en un ataque israelí. Mientras Netanyahu lo calificó de «violación cruel y maliciosa del acuerdo», Hamás afirmó que se debía a que «cadáveres de prisioneros israelíes se mezclaban con cadáveres de palestinos» debido a los intensos bombardeos. Sus restos fueron localizados y devueltos al día siguiente. Netanyahu aprovechó el sufrimiento de la familia Bibas para impulsar su agenda aniquiladora en las negociaciones del alto el fuego. La familia Bibas prohibió a Netanyahu asistir a los funerales y emitió múltiples comunicados acusándolo de explotar la tragedia, llegando a entregarle una carta de cese y desistimiento exigiéndole que dejara de compartir detalles no confirmados sobre las circunstancias de sus muertes.
No fue hasta el 27 de febrero, apenas dos días antes del vencimiento de la primera fase, que Netanyahu envió «negociadores» a El Cairo, aparentemente para discutir la continuación del acuerdo. Pero durante estas reuniones, Israel y Estados Unidos dejaron claro que Hamás tendría que aceptar una nueva realidad: Israel solo aceptaría una prórroga de la primera fase con un conjunto de nuevas condiciones. Israel y la administración Trump sabían claramente que la mayor parte de la prensa occidental se adheriría a la narrativa habitual de que Hamás había rechazado la paz. «Todos los acontecimientos confirman que la ocupación solo quería la primera etapa del acuerdo o extenderla tras su finalización», declaró Sami Abu Zuhri, un alto cargo de Hamás. «En cuanto a pasar a la segunda etapa, es decir, la retirada y el cese de la guerra, es algo en lo que la ocupación no estaba pensando».
Israel afirmó que aceptaría extender la primera fase del acuerdo hasta el 20 de abril si Hamás liberaba inmediatamente a la mitad de los cautivos israelíes vivos retenidos en Gaza y a los restantes al final de la extensión si las negociaciones resultaban en un «alto el fuego permanente». Si bien Israel presentó esto como una propuesta estadounidense, Steve Witkoff, enviado especial de Trump, la describió de manera diferente: una liberación inicial de diez cautivos israelíes vivos, incluido Edan Alexander, un soldado israelí que también posee ciudadanía estadounidense, y los cuerpos de 18 cautivos fallecidos.
Hamás comprendió que su única influencia sobre Israel eran los cautivos, y liberarlos sin un plan integral para poner fin a la guerra sería casi un suicidio. Sin embargo, según funcionarios de Hamás, se mostraron cautamente optimistas respecto a la buena fe de Witkoff, y sus negociadores expresaron su disposición a alcanzar un acuerdo especial y único para restablecer el marco de negociación original.
Conversaciones de EE. UU. con Hamás
El 5 de marzo se supo que Adam Boehler, enviado especial de Trump para la cuestión de los rehenes, había mantenido conversaciones directas con Hamás para intentar negociar un acuerdo para la liberación de todos los ciudadanos estadounidenses retenidos por Hamás, vivos y muertos. «Israel fue consultado sobre este asunto», declaró la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, en la rueda de prensa diaria. «Dialogar y hablar con personas de todo el mundo para hacer lo que mejor beneficie al pueblo estadounidense es algo que el presidente ha demostrado que considera es un esfuerzo de buena fe».
En Israel, la revelación de las conversaciones directas con Hamás causó indignación. A medida que esto sucedía, Trump se volvió cada vez más beligerante y descontrolado en sus diatribas. Tras reunirse con un grupo de cautivos israelíes liberados en el Despacho Oval, Trump recurrió a las redes sociales. «‘Shalom Hamás’ significa Hola y Adiós. Pueden elegir», comenzaba una publicación en su sitio web TruthSocial el día en que se hicieron públicas las revelaciones de Boehler. «Liberen a todos los rehenes ahora, no más tarde, y devuelvan inmediatamente todos los cadáveres de las personas que asesinaron, o se acabó para ustedes», escribió Trump. «Le estoy enviando a Israel todo lo que necesita para terminar el trabajo; ningún miembro de Hamás estará a salvo si no hacen lo que les digo». Trump no solo dirigió sus amenazas a Hamás. «Pueblo de Gaza: Les espera un futuro hermoso, pero no si mantienen rehenes. ¡Si lo hacen, están MUERTOS!».
La controversia sobre las conversaciones directas con Hamás se intensificó durante los días siguientes, mientras Boehler concedía una serie de entrevistas televisivas. «Con respecto a la situación de Hamás, creo que hay esperanza», declaró Boehler a Jake Tapper de la CNN el 9 de marzo. «Creo que podríamos ver algo así como una tregua a largo plazo, donde perdonemos a los prisioneros, donde Hamás deponga las armas, donde acepten no formar parte del partido político de ahora en adelante. Creo que es una realidad. Está muy cerca».
En respuesta a un informe de Axios que indicaba que Ron Dermer, asesor principal de Netanyahu y recién nombrado negociador principal sobre Gaza, había intentado disuadir a Boehler de reunirse con Hamás, Boehler declaró: «Hablé con Ron y le comprendo. Tiene a alguien a quien no conoce bien que está en contacto directo con Hamás. Si los viera, quizá pudiera pensar: ‘Miren, no tienen cuernos en la cabeza. De hecho, son gente como nosotros. Son gente muy agradable’». Boehler añadió: «Al mismo tiempo, somos Estados Unidos. No somos agentes de Israel». Expresó su optimismo de que un acuerdo «podría concretarse en cuestión de semanas» que tuviera en cuenta las posturas tanto de Hamás como de Israel.
En una entrevista impactante con Channel 11 de Israel, Boehler reveló detalles de lo que, según él, era una propuesta de Hamás para una tregua de 5 a 10 años que podría incluir un acuerdo de desarme y un intercambio de prisioneros «todos por todos» con Israel. Boehler añadió que se establecería un proceso para garantizar la destrucción de los túneles en Gaza y que Hamás «no se involucraría en política en adelante». Al preguntársele cuándo se podría alcanzar un acuerdo para liberar a todos los cautivos israelíes, Boehler respondió: «Si quiero ser optimista, creo que en semanas».
Tras estas entrevistas, Boehler —amigo personal del yerno de Trump, Jared Kushner— fue objeto de una campaña de ataques constantes en los medios estadounidenses e israelíes, así como de una campaña de rumores en Washington. El gobierno no logró gestionar las consecuencias de Israel y de los donantes proisraelíes de Trump, y Boehler posteriormente concedió entrevistas a medios israelíes y estadounidenses en las que afirmó que sus comentarios originales habían sido malinterpretados. «Hamás es una organización terrorista que ha asesinado a miles de personas inocentes», escribió en una publicación en la red social X el 9 de marzo. «Son, POR DEFINICIÓN, malas personas». Añadió que «ningún miembro de Hamás estará a salvo si Hamás no libera a todos los rehenes inmediatamente».
Varios senadores republicanos declararon a Jewish Insider que las peticiones de destitución de Boehler iban en aumento, y un legislador anónimo declaró: «Fue terrible, un desastre. Me cae bien Adam, pero creo que deberían apartarlo del poder». La Casa Blanca comenzó a asegurar al gobierno israelí y a los líderes republicanos que Boehler sería eliminado del expediente de Hamás. El 14 de marzo, la administración Trump retiró oficialmente la nominación de Boehler para el cargo de principal enviado para la cuestión de los rehenes, aunque la Casa Blanca afirmó que continuaría trabajando en el tema de los rehenes para la administración como «empleado especial del gobierno», un puesto que no requiere la confirmación del Senado.
El caso Boehler, sumado a la creciente presión de Netanyahu para que Estados Unidos diera luz verde a la reanudación de la guerra, llevaría finalmente a Netanyahu a lograr lo que había declarado como su objetivo desde el principio del acuerdo de «alto el fuego»: una guerra indefinida librada completamente bajo los términos de Israel, con el apoyo y las armas incondicionales de Estados Unidos.

Un tanque de batalla Merkava del ejército israelí se desplaza hacia una posición en el sur de Israel, a lo largo de la valla fronteriza con el norte de la Franja de Gaza, el 18 de marzo de 2025 (Foto de Menahem Kahana/AFP vía Getty Images).
Líneas Rojas
El 12 de marzo, Steve Witkoff llegó a Doha, donde presentó una nueva «propuesta puente» estadounidense que proponía que Hamás liberara a cinco cautivos vivos y los cuerpos de diez de los fallecidos. Según informes, hay 59 israelíes retenidos en Gaza, de los cuales se cree que 24 siguen vivos. Funcionarios de Hamás siguieron presentando las conversaciones como productivas. «Estamos trabajando con mediadores para que el acuerdo tenga éxito y para obligar a la ocupación a concluir todas las fases del mismo», declaró un portavoz de Hamás. Otro funcionario de Hamás me comentó que Hamás había informado a mediadores estadounidenses y regionales que estaba dispuesto a alcanzar un «acuerdo parcial» como paso hacia la reanudación de las negociaciones basadas en el marco del acuerdo firmado el 17 de enero entre Hamás e Israel. El funcionario también afirmó que Estados Unidos estaba particularmente interesado en resolver los problemas de gobernanza de la posguerra en Gaza, lo que llevó a Hamás a creer que los estadounidenses estaban comprometidos con la preservación del alto el fuego.
El funcionario de Hamás, Basem Naim, elogió a Estados Unidos por entablar conversaciones directas con Hamás. «Este es uno de los problemas que enfrentamos constantemente», declaró, refiriéndose a los intentos de Israel de impedir que «las partes internacionales se comuniquen directamente con el movimiento Hamás, ya que han trabajado durante años para demonizar la resistencia, a sus líderes, a sus miembros y a sus políticas». Añadió que Boehler le manifestó a Hamás en sus reuniones su sorpresa al escuchar de Hamás posturas «objetivas, lógicas y racionales» sobre las que podría «construirse».
Hamás anunció públicamente que liberaría a Alexander, el ciudadano estadounidense, y los cuerpos de cuatro ciudadanos con doble nacionalidad fallecidos, si Witkoff convencía a los israelíes de abrir los cruces fronterizos para permitir la entrada de ayuda y que Israel levantara el bloqueo total que impuso a principios de marzo a cualquier mercancía que entrara en Gaza. Netanyahu acusó a Hamás de participar en una «guerra psicológica» al intentar llegar a un acuerdo paralelo con la administración Trump para liberar a cautivos con ciudadanía estadounidense, y afirmó que Israel había aceptado la propuesta de Witkoff y que Hamás la rechazaba.
Al día siguiente, Witkoff se unió a Netanyahu en la denuncia de Hamás. «Desafortunadamente, Hamás ha optado por responder afirmando públicamente flexibilidad, mientras que en privado plantea demandas totalmente impracticables sin un alto el fuego permanente», declaró. «Hamás está apostando muy mal a que el tiempo está de su lado. No es así». Witkoff añadió: «Hamás es muy consciente de la fecha límite y debe saber que responderemos en consecuencia si se cumple».
Desde la perspectiva de Hamás, Israel estaba modificando una vez más los términos de un acuerdo. «Los estadounidenses llegaron y, en lugar de que el Sr. Witkoff comenzara a ofrecer soluciones a estos problemas pendientes e implementara sus compromisos, y él mismo ofreció estas garantías al firmar el acuerdo, comenzó a trabajar para retirarse del mismo», declaró Osama Hamdan, un alto funcionario de Hamás, en una entrevista con Al Jazeera Arabic el 19 de marzo. «Lo que el Sr. Witkoff ofreció fue un intento de retirarse del acuerdo ya firmado y comenzar a buscar uno nuevo, lo cual el movimiento rechazó». Hamdan reiteró que Hamás dijo que aceptaría la propuesta puente estadounidense a condición de que condujera al retorno al marco original de alto el fuego, al cumplimiento por parte de Israel de sus compromisos incumplidos de la Fase Uno y a la reanudación de las negociaciones para la implementación de la Fase Dos. «Creemos que esto lograría la oferta que presentamos y respondería a lo que propuso el Sr. Witkoff», declaró Hamdan. «Desafortunadamente, el Sr. Witkoff no tuvo la audacia ni el coraje suficientes para decirles a los israelíes que este asunto debe abordarse correctamente». Israel, dijo Hamdan, «no logró salir del acuerdo políticamente, por lo que decidió salirse de él mediante una operación terrorista criminal».
Según los términos del acuerdo original, Hamás no tenía obligación de desarmarse ni de abandonar Gaza, algo que Israel ahora insiste en que constituye una línea roja. Hamás también se mantuvo firme en su postura de que el intercambio de cautivos debe estar vinculado al fin total de la guerra y que cualquier gobierno de Gaza tras la guerra debe ser liderado por palestinos. Hamás ha dejado claro, tanto públicamente como en reuniones internas con una amplia representación de partidos y facciones palestinos, que no insistiría en controlar el gobierno de Gaza. «Estamos dispuestos a abandonar inmediatamente la posición de gobierno en la Franja de Gaza y a permitir cualquier gobierno de unidad palestino, un gobierno tecnocrático o cualquier alternativa que decidan los palestinos dentro del consenso palestino», declaró Naim, miembro de la oficina política de Hamás, en una entrevista a finales de febrero.
«Nos enfrentamos a una enorme campaña mediática estadounidense que intenta distorsionar las posiciones del movimiento y justificar la matanza generalizada de nuestros niños y mujeres en Gaza», declaró Abu Zuhri, de Hamás, a Al Jazeera Arabic. Algunos intentan explotar estas masacres y crímenes para imponer su agenda y afirman que Hamás es la causa del problema porque no entrega las armas. Les decimos: «Ustedes son los criminales y quienes están matando a nuestro pueblo, y nuestro pueblo conoce la verdad».
Hamás sostuvo que cualquier acuerdo debe incluir una vía claramente definida para poner fin a la guerra e Israel retirar sus fuerzas de ocupación. Los negociadores que participaron en las conversaciones de alto el fuego durante los últimos 17 meses me comentaron que este escenario era familiar: Israel y Estados Unidos planteaban demandas y presentaban propuestas, Hamás consultaba con sus líderes y otras facciones palestinas y luego respondía con sus contraposiciones o propuestas. Así es como se formuló el acuerdo de mayo de 2024 y cómo se finalizó el acuerdo del 17 de enero. El 18 de marzo, apenas horas antes de que Israel reanudara sus ataques a gran escala contra Gaza, Itamar Ben Gvir, el ministro israelí de extrema derecha que había renunciado a la coalición gobernante de Netanyahu en protesta por el acuerdo de alto el fuego de enero, anunció su reincorporación al gobierno, una clara indicación de que Netanyahu había decidido reanudar la guerra contra Gaza.
Ese día, Naim, miembro de la oficina política de Hamás, declaró que el grupo esperaba una respuesta oficial a lo que, según él, eran comentarios de Hamás sobre la propuesta de Witkoff. «Si hay un acuerdo, incluso parcial, le molestará [a Netanyahu] porque lo avergonzará ante la realidad interna, ante su propio pueblo, de que existe la posibilidad de negociar y alcanzar un acuerdo sin ir a la guerra». Naim afirmó que, si bien Hamás estaba dispuesto a aceptar un acuerdo revisado, tenía sus propias líneas rojas: no habría desarme de las facciones de la resistencia en Gaza sin el fin de la ocupación y rechazaría el exilio de los líderes políticos de Gaza. «La razón de ser de las armas de la resistencia es la ocupación, y la única manera de abandonarlas es que la ocupación termine. Antes de eso, abandonar el proyecto de resistencia y su herramienta, que son las armas, no es una opción», declaró Naim a Al Jazeera Mubasher. «La retirada de los líderes de la resistencia de Gaza es una línea roja que no aceptaremos negociar».
Las cuestiones que Naim identificó como líneas rojas de Hamás eran posiciones de negociación que, en el marco del acuerdo del 17 de enero, se habrían abordado en la segunda y tercera fases del acuerdo. Israel, con el apoyo de Estados Unidos, suspendió esas negociaciones y reanudó los bombardeos masivos de Gaza. «Estuvimos hasta el último momento antes de la agresión, participando en estas negociaciones y estuvimos cerca de lograr un avance en ese caso», declaró Naim el 20 de marzo, tras la reanudación de sus intensos ataques aéreos y operaciones terrestres en la Franja por parte de Israel.
A pesar de la reanudación del bloqueo total y los bombardeos masivos de Gaza por parte de Israel, Hamás afirmó que continúa sus conversaciones con mediadores egipcios y cataríes. «Estamos trabajando con gran flexibilidad para intentar cooperar al máximo y alcanzar un acuerdo. Hay varias propuestas, y el movimiento las escucha todas, las estudia y expresa sus opiniones y observaciones al respecto», declaró Sami Abu Zuhri, de Hamás, el 25 de marzo.
En referencia a los recientes comentarios del enviado adjunto de Trump a Oriente Medio, Morgan Ortagus, quien afirmó que la Casa Blanca había «liberado a Israel» y le había otorgado «todas las armas necesarias para terminar su lucha», Abu Zuhri afirmó: «La postura estadounidense ha dado vía libre a la ocupación para cometer crímenes de genocidio», y añadió: «Por lo tanto, nos enfrentamos a una guerra de exterminio, a la reanudación de la guerra de exterminio, llevada a cabo con la insistencia israelí y la cobertura estadounidense».
(Jawa Al Muzaiel ha contribuido a las investigaciones para la elaboración de este artículo).
Foto de portada: Ataque aéreo israelí contra el campo de refugiados de Nuseirat, en el centro de Gaza, el 25 de marzo de 2025 (Foto de Ali Jadallah/Anadolu vía Getty Images).