Lo que una «cumbre de la paz» revela sobre el estado de la izquierda israelí

Orly Noy, +972.com, 7 mayo 2025

Traducido del inglés por Sinfo Fernandez


Orly Noy es redactora en Local Call, activista política y traductora de poesía y prosa farsi. Es presidenta de la junta ejecutiva de B’Tselem y activista del partido político Balad. Sus escritos tratan de las líneas que se cruzan y definen su identidad como mizrahí, izquierdista, mujer, emigrante temporal que vive dentro de una inmigrante perpetua, y del diálogo constante entre ellas.

Este fin de semana, una coalición de 50 organizaciones israelíes pacifistas y de la sociedad civil se reunirán en Jerusalén para celebrar la «Cumbre de los Pueblos por la Paz», un encuentro de dos días que pretende, según su sitio web, «trabajar juntos con determinación y valentía para poner fin al conflicto palestino-israelí mediante un acuerdo político que garantice el derecho de ambos pueblos a la autodeterminación y a una vida segura».

Aquí, en Israel-Palestina, vivimos tiempos oscuros y amargos, como nunca antes habíamos experimentado. En estas circunstancias, una demostración de fuerza tan impresionante por parte de la izquierda renovada es sin duda importante y significativa, y me quito el sombrero ante cualquiera que trabaje para crear un cambio hacia un futuro mejor.

Sin embargo, hay que reconocer que la conferencia tendrá lugar en medio de un genocidio en curso, que ya se ha cobrado la vida de decenas de miles de palestinos en Gaza y que probablemente se intensificará aún más en un futuro próximo. Tras revisar detenidamente el apretado programa de actividades y paneles de la conferencia, la palabra «Gaza» sólo aparece en un único acto, titulado: «La paz después del 7 de octubre – Voces desde los límites de Gaza y desde Gaza», en el que intervendrán «israelíes residentes en la zona fronteriza de Gaza y supervivientes de la masacre, junto con mensajes de vídeo de activistas por la paz en Gaza».

Más de un año y medio después de la aniquilación sistemática de la Franja por parte de Israel, las únicas víctimas que los organizadores del acto parecían dispuestos a reconocer plenamente son las víctimas israelíes de la masacre del 7 de octubre. Los gazatíes -los que se enfrentan a un genocidio- deben ser designados como «activistas por la paz» para que se les conceda legitimidad para expresar su punto de vista ante los asistentes.

Esto plantea algunas preguntas inquietantes: ¿Cómo concibe el «campo de la paz» su papel en estos tiempos sin precedentes? Y lo que es aún más fundamental, ¿comprende siquiera la magnitud del momento genocida en el que nos encontramos?

Enfrentar una nueva realidad

Tal vez sea la inclinación a ser «del pueblo» lo que llevó a los organizadores a elegir títulos tan estériles y sentimentales para muchos de los actos de la conferencia: «Woodstock por la paz», que incluye «un día completo de conexión con la tierra, la naturaleza, la paz y la esperanza»; «Jóvenes israelíes y palestinos presentan sus perspectivas sobre la palabra ‘paz’»; «Hay un camino»; «Esperanza desde Jerusalén», etc.

Asistentes a una conferencia sobre la paz en el Yad Eliyahu Arena de Tel Aviv, 1 de julio de 2024. (Tomer Neuberg/Flash90)

El deseo de ofrecer esperanza, en un momento en que está tan profundamente ausente, es comprensible. Pero cuando ni siquiera un solo acto del programa de la conferencia está dedicado al genocidio en curso en Gaza, esta esperanza se convierte, en el mejor de los casos, en algo alejado de la realidad y, en el peor, en escapismo despolitizado que busca embotar y adormecer.

Paralelamente, la conferencia incluye varias mesas redondas en las que se abordan posibles soluciones políticas futuras y marcos para «poner fin al conflicto». Esto sugiere que, a pesar de lo que se está desarrollando ante nuestras narices, los organizadores creen que el papel principal de la izquierda israelí sigue siendo el mismo: insistir en que el conflicto israelo-palestino no es inevitable y que existen soluciones para beneficiar a todas las personas que viven entre el río y el mar. En mi opinión, en este momento estamos obligados a reexaminar no sólo la realidad, sino nuestro papel dentro de ella.

Este fuerte énfasis en las «soluciones políticas» implica que lo que más nos falta ahora mismo es «imaginación política», un concepto frecuentemente invocado en la conferencia. Esta suposición merece ser cuestionada. Lo que está ocurriendo en Gaza no es el resultado de una imaginación insuficiente por parte de israelíes y palestinos, o de que no se les hayan presentado planes de paz suficientemente claros en las últimas décadas. El fascismo asesino no se ha apoderado del gobierno israelí porque al público no se le hayan ofrecido suficientes alternativas.

De hecho, no podemos dar por sentado que la profunda y sangrienta ruptura que estamos viviendo llevará de forma natural al público israelí a darse cuenta de que hay que encontrar un camino diferente. Aunque es posible que una parte de los israelíes haya aprendido esta lección desde el 7 de octubre, la idea más extendida es que Israel puede y debe «poner fin a la cuestión palestina» por la fuerza y, si es necesario, mediante la aniquilación, la limpieza étnica y la expulsión. El hecho de que las encuestas no muestren un aumento espectacular de la fuerza de los partidos de izquierda no se debe a que el público no esté familiarizado con sus ofertas políticas, sino a que no las quiere. Esta es la realidad a la que debe enfrentarse la izquierda.

En este sentido, la conferencia de paz se retira a la zona de confort de la izquierda israelí, evitando las cuestiones existenciales que este momento histórico exige que afrontemos. Y esto incluso antes de considerar los obstáculos prácticos de las soluciones propuestas, como el desmantelamiento deliberado por parte de Israel del liderazgo palestino y su vaciamiento de la Autoridad Palestina. 

Simpatizantes de Nachala en la celebración de la Janucá, pidiendo el reasentamiento de Gaza, en la ciudad de Sderot, al sur de Israel, el 26 de diciembre de 2024. (Yossi Aloni/Flash90)

Duras verdades

Creo que esta conferencia es una respuesta a la profunda y abrumadora sensación de impotencia que todos estamos experimentando, mientras los ríos de sangre siguen corriendo ante nuestros ojos. Aunque ofrecer optimismo, paz y soluciones es sin duda tentador -después de todo, son cosas que todos anhelamos desesperadamente-, la esperanza nunca es un lujo; es un motor necesario para el cambio.

Pero, para que la esperanza deje de ser un deseo vacío y se convierta en un plan factible, debe basarse en la realidad, no desligarse de ella. Mi sugerencia a la izquierda es que se detenga un momento en este lugar de total ruptura e impotencia, que reconozca sus limitaciones dentro de esta realidad genocida y que, desde ese lugar, reexamine su papel.

La represión institucionalizada que ahora se dirige abiertamente contra todas las organizaciones de izquierda en Israel también forma parte de la realidad que debemos afrontar, y exige opciones tácticas y estratégicas radicalmente diferentes de las que hemos seguido hasta ahora. Debemos enfrentarnos a la dura verdad: ninguna de las soluciones políticas propuestas actualmente es viable bajo este régimen de apartheid. Se acabó el tiempo de las ilusiones.

Nuestra tarea ahora es replantearnos cómo organizarnos como un campo de oposición dedicado a desmantelar este sistema. Esto requerirá una buena dosis de humildad, y el sobrio reconocimiento de que antes de que pueda surgir cualquier solución, primero debemos soportar un doloroso periodo de lucha prolongada. Ahí es donde debe dirigirse nuestra energía.

Para que quede claro, estas palabras no están escritas desde el cinismo; realmente siento un profundo aprecio por los organizadores de la conferencia y sus numerosos participantes. No dudo de sus buenas intenciones y de su sincero compromiso para cambiar nuestra horrible realidad. Sin embargo, mientras Israel mata sistemáticamente de hambre a la población en el campo de exterminio de Gaza, la izquierda israelí no puede seguir instalada en su zona de confort.

Foto de portada: Asistentes a una conferencia de paz en el Yad Eliyahu Arena en Tel Aviv, 1 de julio de 2024. (Tomer Neuberg/Flash90)

Voces del Mundo

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