“Convertirla en inhabitable»: El objetivo israelí es la destrucción urbana total de Gaza

Meron Rapoport y Oren Ziv, +972.com, 15 mayo 2025

Traducido del inglés por Sinfo Fernández


Meron Rapoport es editor en Local Call.

Oren Ziv es fotoperiodista, reportero de Local Call y miembro fundador del colectivo de fotografía Activestills.

(Investigación realizada por +972.com en colaboración con Local Call)

A principios de abril, apenas unas semanas después de reanudar su asalto a Gaza, las fuerzas israelíes anunciaron que habían tomado el control de la ciudad más meridional de Rafah para crear el «Eje Morag», un nuevo corredor militar que disecciona aún más la Franja. En el transcurso de la guerra, según la Oficina de Medios de Comunicación del Gobierno de Gaza, el ejército había destruido más de 50.000 viviendas en Rafah, el 90% de sus barrios residenciales. Ahora, el ejército procedió a arrasar las estructuras restantes de Rafah, convirtiendo toda la ciudad en una zona tampón y cortando el único paso fronterizo de Gaza con Egipto.

Y., un soldado que regresó hace poco del servicio de reserva en Rafah, describió los métodos de demolición del ejército a +972 Magazine y Local Call. “Conseguí cuatro o cinco excavadoras [de otra unidad], y demolían 60 casas al día. Una casa de uno o dos pisos, la derriban en una hora; una casa de tres o cuatro pisos tarda un poco más”, dijo. “La misión oficial era abrir una ruta logística para maniobrar, pero en la práctica, las excavadoras se limitaban a destruir casas. La parte sureste de Rafah está completamente destruida. El horizonte es llano. No hay ciudad”.

El testimonio de Y. coincide con los de otros 10 soldados que sirvieron en distintos momentos en la Franja de Gaza y el sur del Líbano desde el 7 de octubre, y que hablaron con +972 Magazine y Local Call. También concuerda con vídeos publicados por otros soldados, declaraciones oficiales y extraoficiales de oficiales superiores, análisis de imágenes por satélite e informes de organizaciones internacionales.

En conjunto, estas fuentes dibujan un panorama claro: la destrucción sistemática de edificios residenciales y estructuras públicas se ha convertido en una parte central de las operaciones del ejército israelí y, en muchos casos, en el objetivo principal.

Parte de esta devastación es el resultado de bombardeos aéreos, combates terrestres y artefactos explosivos improvisados colocados por militantes palestinos en el interior de edificios de Gaza. Sin embargo, aunque es difícil obtener cifras precisas, parece que la mayor parte de la destrucción en Gaza y el sur del Líbano no se llevó a cabo desde el aire o durante los combates, sino mediante excavadoras o explosivos israelíes, en actos premeditados e intencionados.

Según +972 y la investigación de Local Call, esto obedeció a una decisión consciente y estratégica de “aplanar la zona”, para garantizar que “el regreso de la gente a estos espacios no sea algo que pueda suceder”, como dijo Yotam, que sirvió como comandante adjunto de compañía en una brigada blindada en Gaza.

La destrucción “no operativa”, sin justificación militar directa, comenzó en los primeros meses de la guerra: ya en enero de 2024, el medio de investigación israelí The Hottest Place in Hell informó que el ejército había llevado a cabo la “destrucción sistemática y completa de todos los edificios cercanos a la valla en un radio de un kilómetro dentro de la Franja, sin que fueran identificados como infraestructura terrorista, ni por inteligencia ni por soldados sobre el terreno”, con el objetivo de crear una “zona tampón seguridad”.

El informe citaba a soldados que afirmaban que, en zonas cercanas a la valla fronteriza, como Beit Hanun y Beit Lahia, y el barrio de Shuja’iyya en la parte norte de la Franja, así como en Jirbet Juza’a, a las afueras de Jan Yunis, entre el 75% y el 100% de los edificios habían sido destruidos para entonces, casi indiscriminadamente. Pero lo que comenzó en la periferia de Gaza pronto se convirtió en un método ampliamente utilizado en toda la Franja, vinculado al plan más amplio de Israel de convertir gran parte de Gaza en inhabitable para los palestinos.

Estas acciones constituyen claras violaciones de las leyes de la guerra, según Michael Sfard, abogado israelí y experto en derechos humanos. “La destrucción de bienes individuales no necesarios para fines militares constituye un crimen de guerra”, explicó, “y también existe un crimen de guerra específico y más grave: la destrucción difusa y generalizada de bienes sin justificación militar. Entre expertos legales, activistas de derechos humanos y académicos, existe un debate significativo sobre la necesidad de tipificar como crimen de lesa humanidad el ‘domicidio’, es decir, la destrucción de una zona habitada”.

“Sin un lugar al que volver”

Desde que Israel violó el alto el fuego en marzo, aproximadamente 2.800 palestinos han muerto en Gaza, con casi 53.000 muertos y 120.000 heridos durante la guerra; como ya informó +972, los ataques aéreos han causado la gran mayoría de las bajas civiles. Pero es la destrucción sistemática del espacio urbano de Gaza la que sienta las bases para la limpieza étnica de la Franja, a la que el discurso político israelí se refiere como “la implementación del Plan Trump”.

El primer ministro, Benjamín Netanyahu, respaldó abiertamente esta visión a finales de marzo, poco después de que Israel reanudara la guerra. “Hamás depondrá las armas. Sus líderes podrán marcharse. Velaremos por la seguridad general de la Franja de Gaza y permitiremos la realización del plan Trump para la migración voluntaria”, afirmó Netanyahu. “Este es el plan. No lo ocultamos y estamos dispuestos a discutirlo en cualquier momento”.

Justo esta semana, Netanyahu hizo más explícito este vínculo entre la destrucción de edificios civiles y el desplazamiento forzado. “Estamos destruyendo cada vez más hogares; no tienen adónde regresar”, declaró, según se informa, en una reunión del Comité de Asuntos Exteriores y Seguridad. “El único resultado esperado será el deseo de los gazatíes de emigrar fuera de la Franja”.

En diciembre de 2024, la ONU estimó que el 69% de todos los edificios de la Franja de Gaza, incluidas 245.000 viviendas, habían resultado dañados, con más de 60.000 edificios completamente destruidos. A finales de febrero, esa cifra ascendía a 70.000, según Adi Ben Nun, especialista en SIG de la Universidad Hebrea de Jerusalén, quien realizó un análisis satelital para +972 y Local Call. Al menos 2.000 estructuras adicionales fueron destruidas en marzo, más de 1.000 de ellas sólo en Rafah.

Actualmente, según un análisis visual realizado por el investigador Ariel Caine para Local Call y +972, más del 73% de los edificios de Rafah y sus alrededores han quedado completamente destruidos, y son menos del 4% los que no presentan daños visibles. La zona albergaba aproximadamente 28.332 edificios, desde el Corredor Filadelfia hasta el Eje Morag.

Algunos de los edificios en Gaza que fueron completamente arrasados ​​por excavadoras o explosivos en demoliciones planificadas habían sufrido daños previos, ya sea por ataques aéreos o durante combates terrestres. Sin embargo, un indicio de la gran cantidad de estructuras destruidas sin necesidad operativa proviene de datos de la ONU: entre septiembre y diciembre de 2024 —periodo sin combates intensos en Gaza—, más de 3.000 edificios adicionales en Rafah y alrededor de 3.100 nuevos en el norte de la Franja resultaron dañados.

El arma principal del arsenal de destrucción del ejército es la excavadora blindada D9 de Caterpillar, utilizada desde hace tiempo para cometer violaciones de derechos humanos en los territorios palestinos ocupados. Sin embargo, los soldados que hablaron con +972 y Local Call también describieron otro método habitual para derrumbar bloques de viviendas enteros: llenar contenedores o vehículos militares fuera de servicio con material explosivo y detonarlos a distancia.

“Al final, la D9 [excavadora blindada] marcó el rumbo de la guerra”, tuiteó la periodista israelí de derecha Yinon Magal a principios de febrero. “Es lo que impulsó a los gazatíes a regresar al sur, después de que volvieran al norte a sus hogares durante el alto el fuego y se dieran cuenta de que no tenían adónde regresar… Y esto no fue una directiva del jefe de Estado Mayor ni del Estado Mayor; fue una política de campo, de los comandantes de división, de brigada, de batallón e incluso de los equipos de ingeniería militar que cambiaron la realidad”.

Un ex alto cargo de seguridad del ejército israelí, que mantuvo contacto con muchos comandantes, confirmó que algunos comandantes en el terreno se han encargado de ordenar la destrucción de tantos edificios en Gaza como sea posible, incluso en ausencia de directivas militares formales de los altos mandos. “Recibí informes de oficiales sobre el terreno que indicaban que se estaban tomando medidas innecesarias desde una perspectiva operativa: demoler viviendas, obligar a decenas y cientos de miles de residentes a abandonar el lugar, destruir sistemáticamente Beit Hanun y Beit Lahia. Me informaron que las unidades D9 operaban fuera de su control”, declaró a +972 y Local Call. “Desconozco el porcentaje de destrucción no operativa, pero fue considerable”.

Los comandantes en Gaza tienen amplia discreción respecto a la demolición de edificios, admitió una fuente militar oficial, aunque negó que exista una directiva en Gaza de “destruir por destruir”. “Un comandante puede derribar un edificio que pueda representar una amenaza”, afirmó, señalando que comandantes de menor rango podrían haber sido los responsables de la destrucción más generalizada.

Mientras tanto, varios reservistas testificaron que el método del ejército de destrucción sistemática y deliberada de infraestructura civil también se empleó en el sur del Líbano, durante la invasión terrestre de octubre-noviembre de 2024. Según un reservista, los preparativos para la invasión incluyeron entrenamiento de demolición, cuyo objetivo explícito era destruir aldeas chiíes, casi todas definidas como bastiones de Hizbolá, para impedir el regreso de los residentes.

“Si los soldados se tomaron su tiempo, comprobando en qué pared colocar los explosivos, y luego salieron del edificio y filmaron la explosión, eso demuestra que no había justificación [operativa]”, explicó Muhammad Shehada, investigador visitante del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores y oriundo de Gaza. Un amigo suyo, con pasaporte extranjero, que entró en la Franja de Gaza durante el alto el fuego, le describió lo metódica que fue la destrucción. “Dijo que se podía ver que los soldados habían demolido una casa, limpiado los escombros y pasado a la siguiente”.

Antes de la guerra, el propio Shehadeh vivía en Tel Al-Hawa, un distrito de Gaza conocido por sus rascacielos y hogar de funcionarios y académicos, no lejos del corredor Netzarim. “Cuando los residentes de Gaza se enteran de que el ejército va a abrir un corredor, se dan cuenta de que no quedará ni un solo edificio”, dijo. “Sabíamos que Tel Al-Hawa iba a desaparecer”.

“El mensaje es claro: simplemente vamos a destruir”.

Cuando el alto el fuego entró en vigor a finales de enero, miles de palestinos se apresuraron a regresar a Jabalia, en el norte de Gaza, solo para descubrir que el campo de refugiados tal como lo conocían ya no existía, con barrios enteros reducidos a escombros. Sus relatos de la destrucción coinciden con los testimonios de los soldados que sirvieron en Yabalia desde octubre de 2024, cuando el ejército israelí reingresó al campo, hasta el alto el fuego.

Avraham Zarviv, operador de D9 conocido como el “Aplanador de Yabalia” por los videos de destrucción que subía a redes sociales, explicó sus métodos en una entrevista con el Canal 14.

“Nunca había visto un tractor en mi vida, sólo en fotos”, dijo Zarviv, quien en la vida civil es juez de un tribunal rabínico. La Brigada Givati, en la que sirvió, decidió, a los pocos meses de iniciada la guerra, establecer una unidad de ingeniería especializada en operaciones de demolición. “Nos subimos a tractores, D9, excavadoras… aprendimos el oficio, nos volvimos altamente profesionales. No entiendes lo que es derribar un edificio —siete, seis, cinco pisos— uno tras otro”.

Entre octubre de 2024 y enero de 2025, Zarviv afirmó que cada semana destruyó un promedio de “50 edificios, no viviendas, edificios… En Rafah no tienen adónde ir, en Yabalia no tienen adónde regresar”. Zarviv regresó recientemente para servir en Rafah. Antes del Séder de Pésaj en abril de este año, subió un video desde Rafah que lo mostraba con una calle como telón de fondo, donde algunos edificios aún se mantenían en pie. Zarviv no especificó en el video qué hacía exactamente en Rafah, pero dijo que había regresado “para luchar hasta la victoria, hasta conseguir el asentamiento… Estamos aquí para siempre”.

Mientras que algunos operadores del D9 como Zarviv han proclamado con orgullo sus crímenes de guerra, otros soldados no hablan públicamente de la destrucción, según Y. “Hay apatía: la gente va por su cuarto o quinto despliegue, ya se han acostumbrado”. Pero independientemente de su celo, afirmó Y., los soldados comprendían cómo debían usarse las excavadoras. “No hubo una orden formal para diezmar Rafah, pero el mensaje es claro: simplemente vamos a destruir todo”.

La aniquilación total de Rafah por parte del ejército se produjo a pesar de que, como señaló Y., “no hubo enfrentamientos [con combatientes de Hamás], sólo nos topamos con paramédicos”, en referencia al incidente en el que soldados israelíes mataron a 15 paramédicos y bomberos en el barrio de Tel Al-Sultan de la ciudad.

Al igual que Y., los demás soldados entrevistados por +972 y Local Call afirmaron no haber visto ninguna orden escrita del Estado Mayor del ejército para llevar a cabo las demoliciones, y que normalmente dichas órdenes provenían de la brigada o división.

El ex alto funcionario de seguridad afirmó haber contactado con el Estado Mayor tras enterarse de la destrucción sistemática en el norte de la Franja y estar “convencido de que esto no provino del jefe de Estado Mayor [Herzi Halevi], sino que se perdió el control. La destrucción que no está relacionada con objetivos militares es un crimen de guerra. Esto vino desde abajo [de oficiales de rango medio, incluyendo comandantes de brigada y batallón]. La venganza no era un objetivo militar [oficial], pero se permitió que ocurriera”.

“Cuando entras en una casa, la haces volar por los aires”

H. sirvió en la reserva en Gaza dos veces: la primera a principios de 2024 y la segunda entre mayo y agosto como comandante de la sala de operaciones de un batallón estacionado en el Corredor de Netzarim. “Durante mi primer servicio en la reserva, estuve en Jirbet Juza’a [una aldea cerca de Jan Yunis]. Lo destruimos todo, pero había una lógica: ampliar la línea de contacto [zona de contención] porque estaba cerca de la frontera”, declaró. [La segunda vez], la zona en la que nos encontrábamos estaba a lo largo del corredor Netzarim, junto al mar. No había justificación operativa para demoler edificios. No representaban ninguna amenaza para Israel. Se había convertido en una rutina: el ejército se había acostumbrado a la idea de que, al entrar en una casa, hay que volarla por los aires.

Palestinos desplazados regresando a sus hogares por el corredor de Netzarim, en el centro de la Franja de Gaza, 9 de febrero de 2025. (Abed Rahim Khatib/Flash90)

“Esa no fue una iniciativa local; provino del comandante del batallón”, continuó H. “Los objetivos de demolición [edificios marcados para su destrucción] se enviaron a la brigada. Supongo que también se transmitieron a la división. El comandante del batallón marcaba los edificios con una X y verificaba la cantidad de explosivos disponibles. Enviaban a un comandante de compañía para verificar que no hubiera prisioneros de guerra ni personas desaparecidas [rehenes] en el interior. En los casos en que aún había palestinos en las casas, se les ordenaba que se marcharan, pero esos eran casos excepcionales”.

Según H, la destrucción era un suceso cotidiano. Algunos días demolimos de ocho a diez edificios, otros no. Pero en total, en los 90 días que estuvimos allí, mi batallón destruyó entre 300 y 400 edificios. Nos alejábamos 300 metros del edificio y los volábamos por los aires.

Cuando H. llegó al corredor de Netzarim en mayo de 2024, su anchura era de tan solo unas pocas decenas de metros al norte y al sur. Para cuando terminó su servicio tres meses después, las demoliciones habían ampliado el corredor a siete kilómetros de cada lado. “Tomamos 3 kilómetros desde Zaytoun [al norte de Netzarim] y también desde Al-Bureij y Nuseirat [al sur]. No queda nada, ni un solo muro de más de un metro de altura”, dijo. “La escala y la intensidad de la destrucción son enormes; es indescriptible”.

Yotam, subcomandante de la compañía, se unió a la reserva el 7 de octubre y sirvió 207 días en Gaza, participando en la primera incursión terrestre en la ciudad de Gaza y a lo largo del corredor de Netzarim. Posteriormente, fue dado de baja del servicio tras firmar una carta instando a los soldados a suspender su servicio hasta que los rehenes fueran devueltos.

“Al despertarnos, el batallón tenía asignada una compañía de ingeniería para ese día, junto con una cantidad específica de explosivos”, explicó Yotam, describiendo cómo comenzaron las misiones de demolición. “Eso significaba demoler entre uno y cinco edificios al día”.

Como subcomandante de la compañía, Yotam tenía la tarea de liderar las misiones. Fui con el comandante del batallón, quien me dijo: “Encuentra algo relevante en el terreno y demuélelo”. Le dije: “No voy a hacer una misión así”. Así que fui con el comandante de la compañía de ingeniería, abrimos un mapa y seleccionamos cinco edificios. Si no lo hacíamos, simplemente elegirían edificios al azar; en fin, querían demoler todo el barrio. La sensación general era: “Hoy tenemos una compañía de ingeniería, vamos a destruir algo”.

Soldados israelíes operando en Jan Yunis, en el sur de la Franja de Gaza, el 31 de julio de 2024. (Oren Cohen/Flash90)

Al igual que otros soldados que hablaron con +972 y Local Call, Yotam afirmó que el principal objetivo militar en la segunda fase de la guerra, en marzo y abril de 2024, era la destrucción por la destrucción misma. Añadió que un comandante de división dijo que se trataba de una “presión sobre Hamás” para llegar a un acuerdo sobre la toma de rehenes, pero en la práctica “no se trata de una misión operativa. No tiene ningún propósito concreto. No hay protocolos establecidos”.

Yotam afirmó que en la zona de Netzarim, las unidades de campo tenían considerable libertad para decidir qué destruir. “El razonamiento operativo era que este es territorio controlado por las FDI y que no van a regresar pronto, y que a nadie le importa la vida de los palestinos que estaban allí. No es una zona que vaya a volver a convertirse en un barrio palestino”.

“Vi con mis propios ojos cientos de edificios derruidos. Barrios enteros al norte del hospital turco [en el centro de la Franja de Gaza] fueron arrasados. Es imposible permanecer indiferente ante tal magnitud de destrucción”.

“Un espectáculo cada noche”

Varios soldados entrevistados describieron los rituales ceremoniales que acompañaron las demoliciones en Gaza. Un cabo reservista de la Brigada 55, que sirvió cerca de Jan Yunis, habló sobre su experiencia en misiones: “Revisábamos las casas, confirmábamos que no había información de interés ni militantes presentes, y luego la unidad de ingenieros entraba en cada edificio con cargas de 10 kilos, que fijaban a las columnas de soporte”, dijo. “Era como un espectáculo cada noche: un oficial superior, generalmente un comandante de compañía o alguien se mayor rango, se comunicaba por radio con la unidad de desactivación de bombas y el cuerpo de ingenieros, daba un discurso explicando por qué estábamos allí, contaba hacia atrás y, ¡zás!, ¡mirabas y ya no quedaba nada en pie!”. Yotam también habló de estos rituales durante su servicio de reserva en Gaza. “Cuando una hilera de edificios era destruida, el comandante del batallón hablaba por radio, decía algo heroico sobre alguien que había muerto y sobre la continuación de la misión, y luego hacían volar por los aires toda la hilera de edificios”.

Otra práctica común era la quema de casas que las fuerzas israelíes habían utilizado como instalaciones militares temporales, marcando el final de una misión, como +972 ha documentado anteriormente. “Era algo rutinario; lo hacían constantemente”, dijo Yotam. “Después dejaron de hacerlo y sólo quemaban las casas que habían sido utilizadas como centros de mando”.

Los soldados también comprendían el significado más amplio de estas demoliciones ritualizadas. A falta de un objetivo operativo, cumplían un objetivo político e ideológico: hacer de Gaza un lugar inhabitable para las generaciones venideras.

“Al final, no luchamos contra un ejército, luchamos contra una idea”, declaró el comandante del Batallón 74 al periódico israelí Makor Rishon en diciembre de 2024. “Si mato a los combatientes, la idea puede seguir existiendo”. Pero quiero que la idea sea inviable. Cuando miran Shuja’iyya y ven que no hay nada, sólo arena, ese es el punto. No creo que puedan regresar aquí en al menos 100 años.

“Nadie sabe mejor que nosotros que los gazatíes no tienen adónde regresar”, explicó un comandante, cuyo batallón participó en la destrucción de unos mil edificios durante dos meses en 2025. Un soldado que sirvió en el mismo batallón añadió: “La idea era destruirlo todo. Crear simplemente franjas de destrucción”.

“Hay que derribar una calle entera de una única explosión”

En abril de 2025, el periodista israelí Yaniv Kubovich entró en el «Eje Morag» —la franja de tierra que el ejército despejó entre Jan Yunis y Rafah— e informó haber visto los restos de un antiguo vehículo blindado de transporte de personal (APC, por sus siglas en inglés) cerca de uno de los edificios destruidos.

Los soldados le explicaron que este era otro método utilizado para derrumbar edificios, uno que causa graves daños al entorno circundante. “Las FDI cargan [el APC] con explosivos y lo lanzan de forma autónoma contra una calle o edificio que la fuerza aérea habría bombardeado previamente. Pero tras un año y medio de guerra, el APC explosivo se convirtió en la alternativa más económica”.

Según Kubovich, los restos de estos APC explosivos se pueden ver ahora por toda la Franja, y parece que su uso se ha expandido significativamente desde las primeras etapas de la guerra.

Un convoy de vehículos blindados de transporte de personal visto cerca de la valla fronteriza entre Israel y Gaza, 20 de noviembre de 2023. (Chaim Goldberg/Flash90)

A., quien cumplió múltiples misiones en Gaza, declaró a +972 y Local Call que este método no se limita a los antiguos vehículos blindados de transporte de personal. “Se toman dos contenedores gigantes, se usan decenas, si no cientos, de litros de material explosivo, y con una D9 o una Bobcat [pequeña excavadora], controlada a distancia, se colocan en un punto predeterminado y se detonan. Se destruye una calle entera de una sola explosión”.

“Una vez entramos en un recinto que solía ser un centro educativo juvenil”, continuó A. “Nos quedamos allí una noche y luego lo volamos. Estábamos a un kilómetro y medio de la explosión y aún sentíamos la onda expansiva pasar sobre nosotros, como una fuerte ráfaga de viento. Pensé que el edificio se había derrumbado sobre mí”.

A. dijo que a veces este método se utilizaba con fines operativos: por ejemplo, volar una zona sospechosa de tener un artefacto explosivo o despejar el camino para las tropas.

Pero Yotam lo describió como otra herramienta utilizada principalmente para derribar edificios. “La misión se define una vez que se recibe una cantidad asignada de explosivos; entonces ya es: ‘Bien, adelante’”, dijo. “Parte de la misión ideológica es demoler edificios o inutilizar una zona”. Y., quien sirvió recientemente en Rafah, también testificó: “Todas las noches, hacen estallar uno o dos [de estos vehículos blindados]. La fuerza es descomunal: derriba todo a su alrededor”.

Mientras las fuerzas israelíes arrasan Rafah, las decenas de miles de palestinos obligados a evacuar la zona en abril pueden oír la destrucción de sus hogares a lo lejos. El Dr. Ahmed al-Sufi, alcalde de Rafah, declaró a +972 y Local Call que, al regresar a la ciudad en enero, cuando comenzó el alto el fuego, quedó conmocionado al ver la magnitud de la destrucción. Ahora, desplazado de nuevo fuera de Rafah, oye bombardeos aéreos y explosiones constantes desde tierra, y teme que la situación sea mucho peor. “Nadie sabe cómo se verá la ciudad ahora, pero prevemos que quedará completamente destruida”, declaró. “Será muy difícil que sus residentes puedan regresar”.

“El ejército israelí utiliza diversos métodos para destruir la ciudad, ya sea mediante bombardeos aéreos incesantes o la voladura de edificios con trampas explosivas”, explicó Mohammed Al-Mughair, director de Suministros de la Defensa Civil en Gaza. “También hay robots con trampas explosivas que se introducen en casas y barrios enteros y se detonan en su interior”. Había varias zonas que aún conservaban edificios intactos y habitables durante el alto el fuego, pero con este bombardeo incesante, desconocemos qué ocurrió allí, especialmente en las zonas que rodean el llamado corredor Morag.

“Nuestro objetivo era destruir las aldeas chiíes”

Esta política de destrucción sistemática —una táctica para impedir que los civiles regresaran a sus hogares— también se implementó durante la invasión terrestre israelí de dos meses al sur del Líbano. Un análisis de imágenes satelitales a finales de noviembre de 2024, poco después de alcanzarse el alto el fuego entre Israel y Hizbolá, reveló que el 6,6% de todos los edificios en los distritos al sur del río Litani habían sido destruidos total o parcialmente.

Explosión durante la operación militar israelí en Ayta ash Shab, en el sur del Líbano, el 21 de octubre de 2024. (Ayal Margolin/Flash90)

G., reservista del Batallón de Ingeniería 7064, se presentó a un entrenamiento en el verano de 2024, antes de la invasión planeada. Declaró a +972 y Local Call que la sesión informativa establecía explícitamente que el objetivo del batallón era destruir las aldeas chiíes. “En el entrenamiento de demolición previo a la invasión terrestre, un mayor del batallón nos explicó que nuestro objetivo al entrar en el Líbano sería destruir las aldeas chiíes. No mencionó ‘terroristas’, ‘enemigos’ ni ‘amenazas’. No utilizó términos militares, solo ‘aldeas chiíes’. Esa es una destrucción sin fines militares, solo políticos.

“El objetivo era impedir el regreso de los residentes”, continuó G. “Eso fue lo que se dijo explícitamente. La idea era que no hubiera posibilidad de reconstrucción después de la guerra”. En retrospectiva, vimos que destruyeron escuelas, mezquitas e instalaciones de purificación de agua. Se negó a presentarse a la reserva, aunque no le castigaron.

Durante el entrenamiento de G., no se especificó una distancia desde la frontera como límite de destrucción, pero “la Brigada 769, bajo cuya dirección estábamos, decidió un alcance de 3 kilómetros. Por lo que vi, desde el lado israelí de la frontera, lo lograron”. En una entrevista con Srugim, el comandante de la Brigada 769 confirmó estas declaraciones: “Dondequiera que haya terror, sospechas de terrorismo o incluso un atisbo de terror, destruyo, demuelo y elimino”.

L., reservista que sirvió tanto en Gaza como en el frente oriental del Líbano, dijo que el ejército desplegó “una enorme cantidad de fuerzas de ingeniería de combate, tanto regulares como de reserva”. Su unidad en el Líbano “enfrentó poca o ninguna resistencia, mucho menos de la esperada”, y uno de los objetivos era “destruir toda la infraestructura de las aldeas, porque casi todas estaban definidas como un bastión de Hizbolá”.

Comenzaron a destruir las aldeas de forma bastante exhaustiva e intensa: casi todas las casas, no sólo las que estaban marcadas como residencias de los comandantes de Hizbolá. Minas, explosivos, retroexcavadoras, D9… Utilizaron todas las herramientas disponibles para demoler los edificios. También destruyeron las infraestructuras eléctricas, hídricas y de comunicaciones, dejándolas inutilizables a corto plazo, y los residentes regresen, la reconstrucción llevará mucho tiempo.

Según L., las casas que se salvaron solían pertenecer a familias cristianas. “Observé que los edificios con cruces en su interior a menudo permanecían en pie”, explicó.

Cuerpo de Ingenieros de las FDI trasladando una excavadora blindada Caterpillar D9 en el norte de los Altos del Golán, 19 de septiembre de 2024. (Michael Giladi/Flash90)

G., como se ha mencionado, se negó a entrar en el Líbano para no participar en la destrucción de aldeas, pero, desde el lado israelí de la frontera, vio y escuchó lo que su batallón hacía allí. “Parte de la destrucción ocurrió después de que todo ya había sido capturado y no había más resistencia… Vi evidencias en el WhatsApp del batallón de destrucción intencional. Soldados del batallón se filmaron haciendo estallar edificios. Mi batallón en particular entró cuando ya no estaba Hizbolá, no había armas ni edificios utilizados para ningún propósito militar secundario contra Israel; nada que esté permitido atacar según las leyes de la guerra”.

Esta lógica de destrucción masiva también se ha aplicado en Cisjordania, aunque a menor escala. De hecho, una fuente militar declaró a +972 y Local Call que la naturaleza de la destrucción en Gaza se debe a las tácticas que el ejército desarrolló en la Operación Escudo Defensivo en Cisjordania durante la Segunda Intifada: “despejar el terreno”, en términos militares.

Según un informe de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés) de la ONU de marzo de 2025, desde principios de 2024, Israel ha demolido 463 edificios en Cisjordania como parte de su actividad militar, desplazando a casi 40.000 palestinos de los campos de Yenín, Nur Shams y Tulkarem como parte de la “Operación Muro de Hierro”. En el campo de refugiados de Yenín, como informó con anterioridad +972, el ejército ha detonado bloques residenciales enteros y arrasado calles con excavadoras, como parte de una campaña para rediseñar el terreno con el fin de reprimir la resistencia palestina y socavar el derecho al retorno. El ejército anunció recientemente planes para demoler 116 viviendas más en los campos de refugiados de Tulkarem y Nur Shams.

Según las cifras proporcionadas por los soldados que sirvieron en Gaza, un solo batallón en la Franja podría destruir esa misma cantidad de edificios en una semana. Pero la idea subyacente es la misma. La destrucción ya no es simplemente una consecuencia de la actividad militar de Israel ni parte de una estrategia militar más amplia; parece ser el objetivo mismo.

El portavoz de las FDI respondió a nuestra solicitud de comentarios con la siguiente declaración:

Las FDI no tienen una política de destrucción de edificios como tal, y cualquier demolición de una estructura debe cumplir con las condiciones establecidas por el derecho internacional. Las afirmaciones sobre las declaraciones de los soldados sobre demoliciones no relacionadas con fines operativos carecen de suficiente detalle y no se ajustan a las políticas y órdenes de las FDI. Los incidentes excepcionales son examinados por los mecanismos de revisión e investigación de las FDI.

Las FDI operan en todos los frentes con el objetivo de frustrar el terrorismo en una compleja realidad de seguridad, en la que las organizaciones terroristas establecen deliberadamente infraestructura terrorista dentro de la población y las estructuras civiles. Las afirmaciones del artículo reflejan una mala interpretación de las tácticas militares de Hamás en la Franja de Gaza y hasta qué punto estas tácticas involucran edificios civiles.

En Cisjordania (Judea y Samaria), las organizaciones terroristas también operan y utilizan a la población civil como escudos humanos, poniéndola en peligro. Colocan explosivos y ocultan armas en la zona. Como parte de la campaña antiterrorista en el norte de Samaria, en ocasiones se producen cortes en las carreteras de la zona, lo que obliga a la demolición de edificios conforme a la ley. La decisión se tomó por razones operativas y tras examinar alternativas.

Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) seguirán actuando de conformidad con la ley [israelí] y el derecho internacional, seguirán neutralizando los bastiones terroristas y tomarán todas las precauciones posibles para minimizar los daños a la población civil”.

Foto de portada: Un buldócer destruye una casa en Rafah (2025).

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