El sistema sanitario israelí convertido en instrumento de violencia de Estado

Ghada Majadli, Middle East Eye, 21 mayo 2025

Traducido del inglés por Sinfo Fernandez


Ghada Majadli es investigadora y analista política de Al-Shabaka. Tiene un máster en derechos humanos y justicia transicional por la Universidad Hebrea de Jerusalén. Su trabajo se centra principalmente en la salud y los derechos humanos de los palestinos, con especial atención al sistema transversal de control y gestión de la salud de los palestinos por parte del régimen israelí.

En los últimos años, los defensores de Israel han señalado la cada vez más importante presencia de médicos «árabes israelíes» y su integración en el sistema sanitario del país como prueba contra las acusaciones de apartheid.

Destacan ejemplos, como pacientes judíos tratados por médicos árabes, para promover una narrativa de igualdad y coexistencia. Pero para quienes conocen las realidades vividas por los ciudadanos palestinos de Israel -y en particular cómo se manifiestan en el sistema sanitario- esta narrativa es profundamente engañosa.

En las semanas que siguieron al ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023 y a la consiguiente guerra genocida de Israel contra Gaza, cientos de trabajadores sanitarios palestinos fueron objeto de acoso, citaciones disciplinarias, suspensiones o despidos, a menudo simplemente por reconocer o expresar simpatía por el sufrimiento de los civiles de Gaza. Acciones tan insignificantes como dar «me gusta» a un post, o el redescubrimiento de contenidos antiguos, han desencadenado medidas punitivas.

En un estudio reciente que realicé para Mada al-Carmel, el Centro Árabe de Investigación Social Aplicada, con sede en Haifa, comprendí profunda e íntimamente las realidades cotidianas a las que se enfrentan nueve médicos palestinos que trabajan en hospitales y dispensarios de diversas zonas geográficas de Israel.

A través de entrevistas en profundidad, compartieron sus experiencias personales y reflexiones tanto sobre el sistema sanitario israelí como sobre sus relaciones con colegas israelíes en medio de la guerra. Lo que surgió con más fuerza fue un profundo sentimiento de deshumanización, ya que la intimidación y el racismo contra ellos se han intensificado significativamente desde octubre de 2023.

Los médicos palestinos representan casi una cuarta parte del personal médico de Israel. A pesar de ello, siguen estando estructuralmente marginados.

En hospitales y clínicas, trabajan codo con codo con médicos judíos, miembros del grupo dominante y racialmente privilegiado, y a menudo son instrumentalizados para proyectar una imagen de igualdad. Con ello se pretende desviar las críticas internacionales y apoyar las campañas internas de promoción de los derechos de los «ciudadanos árabes». A veces, estos médicos son celebrados como símbolos de coexistencia o aclamados como héroes, ocultando la represión más profunda a la que se enfrentan.

Clima de miedo

En las entrevistas que realicé, los médicos describieron un clima de miedo y silenciamiento, en el que incluso las mínimas expresiones de dolor por las víctimas palestinas se tratan como apoyo al «terrorismo».

Desde el principio del genocidio, me contaron los médicos, sus jefes advirtieron al personal que no criticara la guerra ni se refiriera a las acciones militares israelíes como «crímenes de guerra», afirmando que cualquiera que hiciera tales comentarios «no tenía cabida» en sus instituciones.

En los primeros días de la guerra, se distribuyó una carta entre el personal médico en la que se decía que cualquier expresión que pudiera interpretarse como «apoyo al terrorismo» se trataría con arreglo a la ley antiterrorista israelí y podría dar lugar a medidas disciplinarias, incluido el despido.

Varios entrevistados hablaron de colegas que fueron convocados por la dirección del hospital o recibieron amenazas disciplinarias por publicaciones en redes sociales o comentarios casuales. Las reuniones de personal se convirtieron en espacios de sospecha colectiva, en los que los médicos palestinos eran presentados implícitamente como posibles partidarios del terrorismo, o se les exigía que condenaran los sucesos del 7 de octubre.

Los entrevistados también relataron haber oído declaraciones racistas que deshumanizaban a los palestinos, por ejemplo, afirmaciones generalizadas de que «todos los árabes son terroristas». Este ambiente les impidió expresar empatía o emprender acciones significativas contra la guerra en Gaza, convirtiendo los hospitales en lugares de represión y control racializado.

El sistema sanitario israelí ha estado moldeado durante mucho tiempo por las estructuras más amplias de represión y jerarquía racial que definen el trato del Estado a sus ciudadanos no judíos, incluidos los palestinos, cuya agencia política se percibe a menudo como una amenaza para la mayoría judía.

Varios hospitales israelíes han segregado a mujeres árabes y judías en las salas de maternidad a petición de familias judías, mientras que un destacado médico israelí se ha referido al «útero árabe» como una amenaza demográfica, citando las tasas de natalidad palestinas como un peligro para la mayoría judía.

No se trata de incidentes aislados, sino que forman parte de un patrón más amplio de racismo en la asistencia sanitaria: desde comentarios prejuiciosos del personal hasta pacientes que rechazan el tratamiento de profesionales árabes, un comportamiento a menudo tolerado o excusado por los administradores de los hospitales.

Suponer que este mismo sistema, tan profundamente arraigado en la ideología del Estado y construido sobre estructuras de exclusión, funcionaría de algún modo como un espacio estéril y protegido para los profesionales sanitarios palestinos no sólo es ingenuo, sino que está peligrosamente alejado de la realidad.

Silencio estricto

A pesar del año y medio de genocidio en Gaza y del colapso sistemático del sistema sanitario del territorio, la Asociación Médica Israelí (AMI) ha guardado un gran silencio.

Sólo en un par de ocasiones se ha sentido obligada a pronunciarse, e incluso entonces con reservas.

Después de que 100 médicos israelíes firmaran en noviembre de 2023 una carta en la que pedían que se bombardearan los hospitales de Gaza, la AMI respondió inicialmente a esta carta declarando: «Los médicos israelíes nos hemos negado a dejarnos arrastrar por el deterioro moral y ético al que ha llegado el enemigo. Seguiremos manteniendo nuestro papel y seguiremos comprometidos con la curación y con la mejora de la calidad y la longevidad de la vida de nuestros pacientes». Los médicos de la AMI no alentarán los crímenes contra la humanidad».

Sin embargo, la versión publicada posteriormente en el sitio web de la AMI se modificó y acortó considerablemente. Se omitía toda mención a los 100 médicos, a Gaza o a la propia carta, y en su lugar se ofrecía una declaración general en la que se hacía hincapié en el compromiso de los médicos con las convenciones internacionales y el deber ético de curar, no de matar. De este modo, la AMI se abstuvo de abordar directamente el contenido o las implicaciones de la carta original o las acciones que Israel estaba llevando a cabo en Gaza.

La carta original se publicó en Doctors Only, una plataforma accesible exclusivamente a los miembros de la AMI. Sin embargo, se informó públicamente de la misma.

Y el año pasado emitió una declaración en la que destacaba la obligación de los médicos de atender a los «terroristas de Hamás», pero sólo después de que estallaran protestas públicas frente a los hospitales por el trato dispensado a los palestinos detenidos.

En ninguno de los dos casos la AMI reconoció la destrucción del sistema sanitario de Gaza, el asesinato de personal médico o los crímenes de guerra cometidos contra los hospitales.

Ahora, tras más de 19 meses de genocidio, la AMI ha emitido una breve declaración en la que señala las «graves condiciones» existentes en Gaza y pide que se permita la entrada de ayuda humanitaria, aunque, por lo demás, se hace eco de la narrativa militar y fue retirada discretamente poco después de su publicación, al parecer en respuesta a la presión pública.

Al presentar la ayuda humanitaria como algo que debe protegerse del «uso indebido» y advertir contra la toma de hospitales como «cuarteles terroristas», la AMI sigue justificando la lógica de los ataques militares contra las infraestructuras sanitarias, en lugar de condenarlos con firmeza. No se trata de una defensa de la ética médica, sino de una abdicación.

La AMI, que representa a la gran mayoría de los médicos de Israel, ha desempeñado un papel fundamental en la alineación del sector médico con los objetivos del Estado. Aunque afirma ser un organismo profesional neutral, ha defendido activamente las acciones militares de Israel, ha presionado contra la condena internacional y ha promovido discursos favorables a la guerra bajo el disfraz de la diplomacia médica.

Vigilancia intensificada

La militarización del sistema sanitario israelí está profundamente arraigada, tanto estructural como simbólicamente, y se ha intensificado significativamente desde el 7 de octubre. Los altos cargos de los hospitales suelen ser reservistas del ejército, y los profesionales de la medicina alternan regularmente sus funciones clínicas con el servicio militar.

Esto ha llevado a la normalización de los valores militares dentro de los hospitales, donde las muestras de nacionalismo, personal armado y apoyo institucional al esfuerzo bélico se han convertido en algo habitual.

Esta alineación va más allá de la retórica. Se ha visto a médicos portando armas dentro de los hospitales, y los médicos de familia han ayudado a facilitar el armamento de los civiles colonos. Un médico israelí expresó públicamente su entusiasmo por entrar en Gaza con un rifle y participar en asesinatos, enmarcándolo como parte de su papel como médico. Docenas de médicos israelíes apoyaron el bombardeo de hospitales en Gaza, sin enfrentarse a ninguna consecuencia profesional.

Los equipos médicos palestinos del sistema sanitario israelí han sufrido persecución, silenciamiento y exclusión. El personal médico que expresa opiniones políticas o manifiesta su solidaridad con los palestinos de Cisjordania y Gaza ocupadas ha sido objeto de persecución y enfrentamiento por parte de sus homólogos israelíes, y sometido a vigilancia institucional.

Esta persecución, a menudo disfrazada de neutralidad o despolitización del sistema sanitario, ha inducido un clima de temor entre los palestinos, que los ha llevado a autocensurarse y a restringir la expresión de sus opiniones.

La vigilancia se ha intensificado desde el 7 de octubre. Ahora los hospitales a menudo escanean preventivamente las redes sociales, señalando al personal palestino que no ha publicado condenas a Hamás o ha mostrado preocupación por las víctimas de Gaza.

Hay casos documentados en los que el personal del hospital -y, en algunos casos, los pacientes- vigilaron la actividad del personal sanitario en las redes sociales, incluidas publicaciones anteriores. Estos casos se comunicaron a la dirección del hospital y, en algunos casos, dieron lugar a medidas disciplinarias o al despido.

Además, varios médicos entrevistados para mi investigación afirmaron que su actividad en las redes sociales era objeto de vigilancia. Por ello, muchos optaron por desactivar sus cuentas o dejaron de publicar en ellas.  Algunos profesionales de la salud han sido suspendidos o despedidos sin las debidas garantías procesales.

Estos hechos no reflejan una mera complicidad, sino una participación activa en el esfuerzo bélico. Algunos profesionales de la salud se han visto incluso implicados en el abandono de detenidos palestinos heridos. La mezcla de funciones militares y médicas, junto con la represión de las voces palestinas, pone de manifiesto que el sistema sanitario no es un ámbito neutral de asistencia, sino un instrumento de la violencia estatal.

Foto de portada: Un helicóptero militar transporta a un rehén israelí liberado llega a un hospital de Petah Tikva el 22 de febrero de 2025 (Ahmad Gharabli/AFP).

Voces del Mundo

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