Las alucinaciones de la OTAN

Vijay Prashad, CounterPunch, 3 julio 2025

Traducido del inglés por Sinfo Fernández


Vijay Prashad es un historiador, editor y periodista indio. Es miembro de la redacción y corresponsal-jefe de Globetrotter. Así como editor-jefe de LeftWord Books y director del Tricontinental: Institute for Social Research. Es miembro no residente del Instituto Chongyang de Estudios Financieros de la Universidad Renmin de China. Ha escrito más de veinte libros, entre ellos The Darker Nations y The Poorer Nations. El libro más reciente de Vijay Prashad (con Noam Chomsky) es The Withdrawal: Iraq, Libya, Afghanistan and the Fragility of US Power (New Press, agosto 2022).

Al término de la reunión anual de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) celebrada en La Haya en junio de 2025, quedó claro que todo giraba en torno al dinero. De hecho, el comunicado final fue quizás el más breve de todas las reuniones de la OTAN: solo cinco puntos, dos sobre dinero y uno para agradecer a los Países Bajos por acoger la cumbre. La Declaración de La Haya sólo contenía 427 palabras, mientras que el año anterior, la Declaración de Washington tenía 5.400 palabras y 44 párrafos. Esta vez, no hubo detalles minuciosos sobre tal o cual amenaza, ni evaluaciones largas y detalladas de la guerra en Ucrania y de cómo la OTAN apoya esa guerra sin límites («El futuro de Ucrania está en la OTAN», dijo la Alianza en 2024, una posición que ya no se repite en la breve declaración de 2025). Estaba claro que Estados Unidos simplemente no quería permitir una lista interminable de obsesiones de la OTAN. En cambio, prevaleció la obsesión de Estados Unidos: que Europa aumentara su gasto militar para compensar el escudo protector de Estados Unidos alrededor del continente.

Tras acordar aumentar su gasto militar al 5 % de su producto interior bruto (PIB), los Estados europeos se han creado una serie de problemas.

El primer problema es que tendrían que sacar el dinero de sus ajustados presupuestos. Para aumentar su gasto militar al 5% del PIB, tendrían que reducir su gasto social, es decir, profundizar en las políticas de austeridad que ya están en vigor. En Alemania, por ejemplo, el 21,1% de la población se enfrenta ya al riesgo de pobreza o exclusión social. El Gobierno alemán, liderado por el canciller Friedrich Merz, ha prometido 650.000 millones de euros para el ejército durante los próximos cinco años, una cantidad que incluso el Financial Times considera «asombrosa». Para alcanzar el 5% del PIB, Alemania, por ejemplo, tendrá que recaudar unos 144.000 millones de euros al año mediante la reasignación de presupuestos (austeridad) y el aumento del endeudamiento (deuda); es poco probable que se suban los impuestos, aunque se trate de impuestos regresivos sobre el valor añadido del consumo.

El segundo problema es que, a pesar del desembolso de dinero para el ejército, Europa simplemente no tiene las líneas de producción preparadas para fabricar tanques y misiles al ritmo necesario. A diferencia de Estados Unidos, Europa comenzó a desindustrializar su sector militar tras la caída de la Unión Soviética en 1991. Ahora tendrá que gastar sumas considerables de dinero sólo para recuperar su potencial industrial. En los últimos años, las empresas industriales militares europeas han tenido dificultades para satisfacer las necesidades de Ucrania, y la Unión Europea no podrá cumplir con el requisito de un millón de proyectiles de artillería en 2024. Rheinmetall, por su parte, sólo puede producir 150 tanques Leopard 2 al año, muy por debajo de lo que las empresas europeas fabricaban durante la Guerra Fría y muy por debajo de las necesidades de un ejército europeo si tiene que enfrentarse a Rusia en el campo de batalla. Ni los aviones de combate Eurofighter Typhoon ni los Dassault Rafale pueden fabricarse rápidamente. Las oficinas de adquisiciones de toda Europa se ven ralentizadas por las regulaciones de la Unión Europea y los requisitos aduaneros. No será posible un rápido crecimiento del ejército.

La cifra del 5% del PIB es más una cuestión de relaciones públicas que una realidad.

Amenazas

La Declaración de la Cumbre de La Haya afirma que la alianza euroatlántica se enfrenta a «profundas amenazas y retos para la seguridad». ¿Quién amenaza a la alianza euroatlántica? El único adversario mencionado en la Declaración es Rusia. Pero en la época en que los miembros de la OTAN se reunieron en La Haya, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, habló con el presidente ruso, Vladimir Putin, sobre la distensión en Ucrania y el fin de las tensiones en Europa, y continuaron las conversaciones de Estambul entre las distintas partes implicadas en el fin de la guerra. Si hay un alto el fuego en Ucrania y si Rusia y Europa acuerdan ciertas garantías de seguridad, ¿para qué sirve el aumento del 5% del PIB en gasto militar?

Incluso si Rusia pone fin a la guerra en Ucrania, hay otras preocupaciones que los miembros de la OTAN han insistido en que justifican el aumento de su gasto militar. Por ejemplo, los Estados miembros de la OTAN en Europa han permitido que sus instalaciones militares se deterioren, lo que desde el punto de vista de la paz es aceptable, pero no desde el punto de vista de la guerra (el lobby militar en Europa ha señalado especialmente la laxitud del continente en torno a los ciberataques y la inteligencia artificial utilizada como arma, aunque no está claro cómo la reconstrucción de los cuarteles ayudará en este sentido). Los países bálticos han dado la voz de alarma ante una posible invasión rusa, mientras que la inestabilidad en torno a Irán ha alertado a Europa sobre los peligros cerca de sus fronteras. Estas son algunas de las razones esgrimidas por los intelectuales belicistas de Europa para justificar la necesidad de aumentar el gasto militar.

Pero, con mucho, la razón más importante no tiene nada que ver con las fronteras de Europa ni con las amenazas a Europa: China. En el Concepto Estratégico 2022 de la OTAN, se considera a China como «un desafío sistémico para la seguridad euroestadounidense». Pero ¿en qué sentido es China una amenaza para Europa? Estados Unidos ve a China como su principal rival, no en términos militares, sino en términos del dominio económico de las multinacionales con sede en Estados Unidos. Los países europeos sólo se han beneficiado de las inversiones chinas, como las realizadas a través de la Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda (BRI, por sus siglas en inglés). De los 44 países de Europa, 29 se han adherido a la BRI, la mayoría de ellos situados en el este de Europa, y dos tercios de los países europeos han firmado memorandos de entendimiento con China para el comercio y el desarrollo. Italia se retiró de la BRI en diciembre de 2023, pero los demás países siguen comprometidos con el proyecto. De los treinta y dos Estados miembros de la OTAN, doce tienen un acuerdo con China para formar parte de la BRI o de algún otro proyecto importante (Albania, Bosnia y Herzegovina, Bulgaria, Croacia, Chequia, Grecia, Hungría, Montenegro, Macedonia del Norte, Polonia, Portugal y Turquía). El hecho de que estos Estados dependan del auge económico de China demuestra que no se sienten amenazados por este país, lo que plantea la pregunta de qué amenaza ve la OTAN en China.

La hábito de la austeridad y la guerra se apodera de los gobiernos de la OTAN, mientras que el Sur Global se ha comprometido con la paz y el desarrollo. Es sorprendente lo anacrónica que suena la Declaración de La Haya cuando se compara con el lema de la 17.ª Cumbre de los BRICS celebrada en Río de Janeiro (Brasil) en julio de 2025: Sur Global Inclusivo y Sostenible (Sul Global Inclusivo e Sustentável).

La OTAN no tiene amenazas reales, sólo costosas alucinaciones.

Foto de portada: Cena en la cumbre de la OTAN. Fuente: Ministerio de Asuntos Exteriores de los Países Bajos. CC BY-SA 4.0

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