Jeffrey St. Clair, CounterPunch, 4 junio 2025
Traducido del inglés por Sinfo Fernández

Jeffrey St. Clair es coeditor de CounterPunch. Su libro más reciente es An Orgy of Thieves: Neoliberalism and Its Discontents (junto a Alexander Cockburn). Se puede contactar con él en: sitka@comcast.net o en X: @JeffreyStClair3
No hay cifras precisas sobre cuántos palestinos han muerto de hambre a causa del embargo israelí sobre los alimentos que entran en Gaza. Pero sí hay cifras sobre cuántos palestinos han muerto tratando de evitar morir de hambre en los puntos de distribución de alimentos, muchos de ellos por disparos de armas o morteros israelíes: 549, y cada día mueren entre 5 y 10 palestinos más. Más de 4.000 han resultado heridos.
Estas muertes no fueron accidentes. No fueron provocadas. No se produjeron como un intento de sofocar disturbios. Las personas asesinadas no fueron daños colaterales en los intentos de matar a combatientes de Hamás. Los tiroteos no fueron en represalia por ninguna violencia por parte de los palestinos. Las tropas israelíes recibieron la orden de disparar contra los palestinos que acudían a recoger las sobras de comida repartidas por los fundamentalistas cristianos y mercenarios que dirigen los puntos de distribución de alimentos establecidos por Trump y Netanyahu. Repitámoslo: se ordenó a las tropas israelíes que mataran a civiles hambrientos y desarmados que intentaban conseguir comida para sus familias.
Estos asesinatos no son una novedad para cualquiera que haya prestado atención a los informes procedentes de Gaza de periodistas palestinos, a los testimonios de testigos presenciales supervivientes de los ataques y a los médicos que han tratado a los heridos y examinado los cadáveres de los fallecidos.
La noticia es que el periódico israelí Haaretz consiguió que soldados israelíes describieran cómo sus superiores les ordenaron disparar contra multitudes de personas que buscaban comida en los puntos de distribución de ayuda que el propio Israel había designado. Estos puntos se han convertido en las últimas zonas de muerte para los civiles palestinos. «En el lugar donde yo estaba, mataban entre una y cinco personas cada día», dijo un soldado israelí a Haaretz. «Se les dispara como si fueran una fuerza atacante: no se utilizan métodos de dispersión de multitudes, ni gas lacrimógeno, sino que se dispara con todo lo imaginable: ametralladoras pesadas, lanzagranadas, morteros».
Casi toda Gaza está inmersa en la hambruna desde la primera semana de marzo, cuando Israel impuso su último embargo a la ayuda humanitaria que entraba en Gaza. A medida que aumentaba la presión mundial contra Israel por imponer una política de hambruna masiva a los palestinos de Gaza, el Gobierno de Netanyahu recurrió a una empresa de reciente creación con el respaldo de Trump, la Fundación Humanitaria de Gaza, ahora dirigida por Johnnie Moore, Jr. Moore es un cristiano evangélico muy cercano a Trump. Moore había elogiado el plan de Trump de asumir el control de Gaza, diciendo: «Estados Unidos asumirá toda la responsabilidad del futuro de Gaza, dando a todos esperanza y un futuro».
Atar Riyad, un palestino desplazado de Beit Hanun, padre de cinco hijos y cuya esposa está embarazada, describió a Al Jazeera la peligrosa experiencia de intentar conseguir comida para su familia en los centros de ayuda gestionados por la Fundación Humanitaria de Gaza:
El ejército israelí nos obligó a desplazarnos. Acabamos en las calles de la ciudad de Gaza. Tengo una familia. Tengo hijos menores de 15 años. Mi esposa está embarazada. Mi situación económica no es fácil. Hace unas semanas tuve que vender algunas de mis pertenencias. Tenía un cochecito que utilizaba para transportar los bidones de agua. También tenía una bicicleta y otras cosas que tuve que vender para comprar harina. No tenemos comida ni agua. No tenemos nada. Fui a los centros de distribución de ayuda de Estados Unidos y a los camiones de ayuda. Fui allí siete u ocho veces para conseguir comida. Alrededor de 20.000 personas se reúnen en los puntos de distribución a lo largo del corredor de Netzarim a primera hora de la mañana, pero solo 2.000 consiguen algún paquete de comida. ¿Por qué? Por el hacinamiento. Por el número de personas que crean caos. Los paquetes de comida que nos dan no son suficientes en comparación con el número de personas que solicitan ayuda. El punto estadounidense es un callejón sin salida. Me dijeron que había ayuda estadounidense en Netzarim. Fui allí. Caminé 15 kilómetros para buscar harina, arroz o lentejas. No pude conseguir nada. Fui al punto de ayuda de Netzarim tres o cuatro veces. Todo fue en vano. Vamos allí solo para encontrarnos con la muerte frente a nosotros. No había comida ni agua. Solo había muerte. Había personas muertas tiradas en la arena frente a nosotros. No sé qué decir. Esta situación es muy dura. Nos dijeron que había ayuda en los camiones. Entonces fuimos a los camiones. Los camiones se mueven muy rápido, atropellando a la gente. ¡Los camiones atropellaban a la gente! Hoy no puedo hacer nada. Antes pesaba 90 kilos. Ahora solo peso 58 kilos. Las cosas son difíciles, muy difíciles en Gaza. Estamos sometidos a la peor tortura del mundo.
Estos puntos de distribución, que sólo funcionan durante una hora cada mañana, no constituyen un intento serio de evitar la hambruna en Gaza que Israel provocó y sigue imponiendo. Son una distracción, y además poco entusiasta. Peor aún, sirven como un imán que atrae a miles de palestinos desesperados al alcance de las armas y los tanques israelíes. Los centros de ayuda humanitaria, al igual que las zonas humanitarias para los campamentos palestinos donde tantas familias han sido quemadas vivas mientras dormían por los ataques aéreos israelíes, se han convertido, en palabras de un soldado israelí, en «campos de exterminio».
El primer centro de ayuda de la GHF abrió sus puertas el 25 de mayo y fue inmediatamente objeto de una violencia que causó la muerte de tres palestinos y dejó decenas de heridos. Esto estableció la pauta diaria, en la que la promesa de comida servía de cebo para atrapar y matar a civiles palestinos desprevenidos.
- El 1 de junio, 32 palestinos murieron y más de 250 resultaron heridos cerca del puesto de ayuda de Rafah, en lo que se conoció como la «masacre de Witkoff», en referencia al enviado de Trump a Oriente Medio, Steve Witkoff.
- El 3 de junio, al menos 27 palestinos murieron y 184 resultaron heridos por un ataque aéreo israelí en la carretera que conduce al centro de distribución de Rafah.
- El 8 de junio, 13 palestinos murieron y 173 resultaron heridos cuando las fuerzas israelíes dispararon contra la multitud en el centro de ayuda de Rafah.
- El 9 de junio, 14 palestinos murieron y 207 resultaron heridos en otro centro de la GHF.
- El 10 de junio, 36 palestinos murieron y 207 resultaron heridos en un centro de ayuda cerca de Deir al-Balah.
- El 11 de junio, 25 palestinos murieron por la noche mientras acampaban cerca de un centro de distribución de la GHF y otros 14 murieron durante el día mientras hacían cola para recibir cajas de comida.
- El 12 de junio, 26 palestinos murieron en un ataque con drones israelíes contra una multitud cerca de un centro de ayuda.
- El 14 de junio, 29 palestinos que buscaban ayuda murieron y más de 380 resultaron heridos en distintos ataques contra centros de distribución de ayuda.
- El 16 de junio, 23 palestinos murieron y 200 resultaron heridos fuera del centro de ayuda de Rafah.
- El 17 de junio, 59 palestinos murieron y 221 resultaron heridos cuando drones, tanques y tropas israelíes dispararon contra una multitud en el centro de ayuda de Jan Yunis.
- El 18 de junio, 12 palestinos murieron y 72 resultaron heridos por disparos y morteros israelíes mientras esperaban la llegada de camiones con alimentos al centro de ayuda de Deir al-Balah.
- El 19 de junio, 12 palestinos murieron y 60 resultaron heridos en el centro de ayuda del corredor de Netzarim.
- El 20 de junio, 23 palestinos murieron y más de 100 resultaron heridos por el fuego de drones y tanques israelíes en el centro de ayuda del centro de Gaza.
- El 21 de junio, 8 palestinos murieron y más de una docena resultaron heridos por disparos israelíes en un centro de ayuda de la GHF.
- El 22 de junio, 6 palestinos murieron y más de 20 resultaron heridos por las tropas israelíes en un centro de ayuda en el centro de Gaza.
- El 24 de junio, al menos 40 palestinos murieron por el fuego de drones y armas israelíes en el centro de la GHF en el sur de Rafah.
- El 25 de junio, 25 palestinos murieron y 30 resultaron heridos por las fuerzas israelíes en el centro de ayuda cerca del puesto de control de Netzarim.
- El 27 de junio, 18 palestinos murieron por un ataque con drones israelíes mientras se reunían para recoger harina en un centro de la GHF a las afueras de Deir al-Balah.
- Y así, suma y sigue cada día.
La mayoría de las masacres han tenido lugar por la mañana, cuando los palestinos hacen cola frente a los centros de ayuda antes de que se abran las puertas, a pesar de que, como dijo un soldado israelí, «no había peligro para las fuerzas. No hay enemigos, no hay armas».
«Abrimos fuego temprano por la mañana si alguien intenta ponerse en la fila desde unos cientos de metros de distancia, y a veces simplemente cargamos contra ellos desde corta distancia», dijo el soldado. «Una vez que el centro abre, los disparos cesan y ellos saben que pueden acercarse. Nuestra forma de comunicación son los disparos. No tengo constancia de ningún caso de fuego respondido».
Las raciones son escasas según cualquier estándar, pero son críticas si se tiene en cuenta la crisis cada vez más profunda en Gaza, donde 2,3 millones de palestinos pasan hambre, casi dos tercios de ellos mujeres y niños. En sus primeros diez días de funcionamiento, GHF informó de que había distribuido 8,3 millones de comidas, lo que equivale a menos de cuatro comidas por persona para cada palestino de Gaza, o aproximadamente una comida cada dos días y medio.
Incluso ahora, los centros de ayuda sólo distribuyen ayuda suficiente para alimentar a cada palestino de Gaza con una comida a la semana. Y la mayoría, quizás incluso la mayoría, no la reciben. Solo hay cuatro centros de ayuda, y cada uno de ellos está abierto solo una hora al día. El objetivo no es alimentar a los palestinos, sino fingir que lo hacen. Sin embargo, la gente está tan hambrienta que está dispuesta a arriesgar su vida para conseguir una pequeña caja de comida.
Desde los primeros días de la guerra, el plan israelí ha sido matar de hambre a los palestinos para que abandonen Gaza. La estrategia para la limpieza étnica de Gaza ha sido de máxima brutalidad en todos los frentes, lo que ha obligado a los palestinos a tomar una decisión cruel: marcharse o morir.
«Una brigada de combate no tiene herramientas para operar contra una población civil en una zona de combate», dijo otro soldado de las fuerzas ocupantes a Haaretz. «Disparar morteros para ahuyentar a personas hambrientas no es ni profesional ni humano. Sé que hay miembros de Hamás entre ellos, pero también hay personas que simplemente quieren recibir ayuda… Cada vez que disparamos así, hay heridos y muertos, y cuando preguntas por qué es necesario utilizar proyectiles, nunca hay respuestas inteligentes».
Tanto Biden como Trump han respaldado el uso de la ayuda humanitaria como arma: Biden con su ridículo muelle humanitario y Trump con los centros de distribución de ayuda, donde los palestinos se ven obligados a hacer cola en filas cercadas como ganado en una subasta para conseguir una caja de raciones preempaquetadas, parecidas a las raciones de combate de la Guerra del Golfo. Eso si no les disparan. Los puntos de ayuda sirven, en palabras de Tom Fletcher, de la ONU, como «una hoja de parra para más violencia y desplazamientos».
Se prevé que la operación de la GHF cueste 550 millones de dólares. Sin embargo, hasta ahora, Estados Unidos sólo ha aportado 30 millones. ¿De dónde viene el resto del dinero? Yair Lapid, líder de la oposición israelí, afirmó que tanto GHF como Safe Reach Solutions (la empresa de seguridad privada dirigida por el exagente de la CIA Philip Reilly) eran en realidad empresas ficticias creadas para ocultar el hecho de que estaban financiadas y controladas por el Gobierno israelí. En palabras de James Elder, de UNICEF: «No son humanitarios, son gente armada».
No son sólo los israelíes los que masacran a palestinos indefensos. Según sus propias declaraciones, los contratistas de seguridad estadounidenses contratados por GHF están participando en los mismos ataques asesinos contra personas que buscan comida, disparándoles como si fuera un deporte, bajo unas reglas de combate que les dan «licencia para hacer lo que quieran». Dos contratistas dijeron esta semana a los periodistas de Associated Press Julia Frankel y Sam Mednick que los mercenarios estadounidenses lanzan habitualmente granadas aturdidoras y bombas de gas pimienta contra las filas de palestinos, algunos de ellos con sus hijos en brazos, y disparan munición real «en todas direcciones, al aire, al suelo y, a veces, hacia los palestinos».
Uno de los contratistas dijo que la mayoría de sus compañeros, fuertemente armados, tienen poca o ninguna experiencia en este tipo de operaciones y ven a todos los palestinos con recelo. Un vídeo grabado por uno de los contratistas recoge una conversación sobre cómo dispersar a la multitud de palestinos después de que se agotaran los paquetes de comida en el centro de ayuda. Un contratista dice que había pedido a los israelíes que uno de sus tanques hiciera «una demostración de fuerza». A continuación, se oye el sonido de unos 15 disparos rápidos.
«¡Guau! ¡Guau!», exclama un contratista.
Otro lo felicita: «Creo que has dado en el blanco».
«¡Sí, tío!».
«Esto se ha convertido en algo habitual», dijo un soldado. «Sabes que está mal. Sientes que está mal, que los comandantes aquí están tomando la ley en sus propias manos. Pero Gaza es un universo paralelo: sigues adelante rápidamente. La verdad es que la mayoría de la gente ni siquiera se detiene a pensar en ello».
Las masacres en los centros de ayuda son actos de terrorismo de Estado. Al infundir el miedo de que incluso las manos que ayudan sostienen máquinas que pueden ametrallarte en cualquier momento, Israel está intentando que los palestinos pierdan toda esperanza de poder aguantar lo suficiente como para que el mundo finalmente se vuelva contra Israel y lo expulse de Gaza. A pesar de que los cadáveres se acumulan a un ritmo de 10 o 12 al día, estos actos tácticos de matanza están condenados al fracaso. Gaza es tierra palestina y ahí se quedarán, contra viento y marea.
Foto de portada: Un grupo de palestinos en un centro de «distribución de ayuda humanitaria» de GHF en Gaza tiroteados por contratistas de seguridad estadounidenses. (Imagen fija de un vídeo grabado por un contratista y entregado a Associated Press)