Walden Bello, CounterPunch.org, 3 septiembre 2025
Traducido del inglés por Sinfo Fernández

Walden Bello, columnista de Foreign Policy in Focus, es es autor o coautor de 19 libros, los últimos de los cuales son Capitalism’s Last Stand? (Londres: Zed, 2013) y State of Fragmentation: the Philippines in Transition (Ciudad Quezón: Focus on the Global South y FES, 2014).
Introducción
Wolfgang Streeck, director emérito del Instituto Max Planck para el Estudio de las Sociedades en Colonia, se encuentra a la vanguardia de los pensadores sociales europeos tras haber publicado algunos de los análisis más penetrantes sobre las crisis de la economía neoliberal y los males de la sociedad neoliberal en los últimos 30 años. No ajeno a la controversia, ha criticado a las élites tecnocráticas de Europa y Estados Unidos por situar la adhesión a los supuestos «valores universales» en lugar del proceso democrático como base del derecho a gobernar, ha pedido el fin de la sumisión de Europa ante Estados Unidos, ha descartado la amenaza rusa como una ficción fabricada por los Estados bálticos y ha pedido la transformación de Europa y del orden mundial en sistemas de pequeños Estados. Aunque es un hombre de izquierdas, se ha distanciado tanto del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) como de Die Linke (El Partido de Izquierda) en cuestiones de paz, inmigración y política social, y se ha identificado como un firme partidario del partido BSW de la controvertida Sahra Wagenknecht en el período previo a las elecciones al Bundestag de 2025. Su último libro es Taking Back Control? States and State Systems after Globalism (¿Recuperar el control? Los Estados y los sistemas estatales después del globalismo) (2024).
Trump: proveedor de caos e incertidumbre
Walden Bello (WB): ¿Qué cree que va a pasar con Trump y Europa?
Wolfang Streeck (WS): Antes de abordar esa cuestión, permítame decir que en Alemania tenemos 40.000 soldados estadounidenses, los mismos que en Okinawa. Además, tenemos también en Alemania un número desconocido de ojivas nucleares estadounidenses estacionadas. En Ramstein y Wiesbaden tenemos los dos centros de mando más importantes del ejército estadounidense, aparte de los del Pacífico. Todo lo que se hace en Oriente Medio se hace desde el mando militar estadounidense en Wiesbaden, Alemania. Por lo tanto, la política exterior alemana debe considerarse siempre desde esta perspectiva. Y tenemos una élite política que durante décadas ha sido entrenada para creer que Alemania por sí sola no puede hacer nada a menos que Estados Unidos nos apoye.
En cuanto a Trump, nunca me he encontrado en una situación en la que sea tan difícil hacer predicciones. Como líder, este hombre es una fuente de caos, y caos significa que no sabes lo que va a pasar a continuación. Por esta razón, hay que fijarse en el Estado profundo de Estados Unidos. Trump tiene algo entre manos. Ese algo es el ejército más grande de la historia de la humanidad y la mayor operación de espionaje y sabotaje. En Europa, los dos antiguos países fascistas que fueron derrotados en la Segunda Guerra Mundial, Alemania e Italia, siguen estando básicamente ocupados por Estados Unidos. Por el ejército estadounidense. ¿Se irán si Trump les dice que lo hagan? No lo creo. Todo lo que han enterrado en el suelo en términos de tecnología…, ni siquiera se puede especular sobre este tipo de cosas. Pero debe haber miles de millones de dólares en alta tecnología en suelo alemán, o bajo tierra. ¿La sacarán? Las oportunidades profesionales en el ejército estadounidense tienen que ver con sus 750 bases militares en todo el mundo. ¡750! Si Trump estuviera pensando en «hacer grande de nuevo a Estados Unidos» reconstruyendo la sociedad estadounidense, construyendo por fin institutos decentes, implantando por fin un sistema sanitario decente y poniendo fin a la epidemia de drogas, entonces tendría que traer a estas personas de vuelta a la vida real en suelo estadounidense. Tendrían que aprender a ser policías o médicos decentes. ¿Se lo imagina? Esto es lo que creo que Trump tendrá que hacer para mantenerse en el cargo si MAGA se centra en Estados Unidos como sociedad y no como imperio.
WB: Hablemos un poco sobre el Estado profundo y de la insatisfacción que podría haber allí con las políticas de Trump. ¿Cree que hay personas en el ejército estadounidense que estarían dispuestas a actuar contra Trump?
WS: Es difícil pensar en alguien del ejército estadounidense que quiera convertirse en dictador. Pero J.D. Vance podría encajar en ese perfil. A mí me parece alguien muy inteligente y absolutamente despiadado. La Constitución estadounidense, en su 25ª Enmienda, establece un procedimiento para declarar incapacitado al presidente. El procedimiento debe ser iniciado por el vicepresidente. Si puede convencer al presidente de la Cámara de Representantes y al líder de la mayoría del Senado de que Trump es mentalmente incapaz, de acuerdo con el procedimiento constitucional para destituir al presidente si ya no es mentalmente apto, podría hacerlo. Entonces él sería presidente.
¿Se reorganizará de nuevo el capitalismo a través de la guerra?
WB: ¿Cree que las relaciones entre Europa y Estados Unidos se están deteriorando de forma irreversible?
WS: Cuando Trump llegó al poder durante su primer mandato, y también al comienzo del segundo, existía la sensación de que los países europeos debían tener una política exterior y una capacidad de seguridad comunes porque Estados Unidos se marcharía. Luego, en muy poco tiempo, el jefe de la OTAN se puso a adular a Trump, pasando de un extremo al otro. Mi opinión es que necesitamos algo diferente tanto de los Estados Unidos como de Europa como extensión transatlántica de Estados Unidos. En escritos recientes he tratado de señalar las dificultades que entrañan ambos extremos, con el fin de comprender realmente qué es Europa y hacia dónde debe dirigirse.
Pero antes de discutir eso, permítame compartir mi mayor pesadilla, que es que el capitalismo se reorganice a través de la guerra. De hecho, el capitalismo se ha reorganizado una y otra vez a través de la guerra. El capitalismo se reorganizó cuando los holandeses tomaron el relevo de Génova y el centro del capitalismo se trasladó del Mediterráneo al Atlántico; luego los británicos derrotaron a los holandeses y el centro se trasladó a Londres; después se desencadenó la Primera Guerra Mundial que destruyó los antiguos imperios europeos cuasi feudales, sustituyéndolos por los modernos Estados-nación, tras lo cual vino el caos de la década de 1930, cuando Gran Bretaña ya no pudo mantener el orden mundial y Estados Unidos aún se negaba a asumir la tarea, lo que condujo a la Segunda Guerra Mundial, en la que Alemania y Japón se aliaron, cada uno en busca de su propia «zona de influencia», siguiendo el modelo de la Doctrina Monroe. A continuación, se llegó al acuerdo de posguerra —el segundo después de 1918— que dio lugar al orden bipolar y a las guerras coloniales de liberación, y finalmente el fin de la Guerra Fría —sin derramamiento de sangre sólo gracias a la sabiduría de Gorbachov—, que convirtió a Estados Unidos en la nueva potencia hegemónica, dando paso a tres décadas de neoliberalismo —el Nuevo Orden Mundial de George H. W. Bush—, que ahora está en ruinas.
¿En torno a qué poder o poderes se reorganizará el capitalismo esta vez? ¿Y se reorganizará, una vez más, mediante la guerra? Sólo hay dos candidatos: Estados Unidos y China.
Lo que se debate con frecuencia en Estados Unidos es el escenario que plantea Tucídides al intentar explicar por qué Atenas, la potencia líder de su época, perdió la guerra del Peloponeso. Según él, Atenas fue derrotada por Esparta porque no atacó lo suficientemente pronto, cuando aún tenía ventaja estratégica. Observó el ascenso de la nueva potencia hegemónica hasta que fue demasiado tarde, cuando Esparta se había vuelto demasiado fuerte para ser derrotada. Cabe destacar la ambivalencia de la postura de Trump con respecto a China. A veces se muestra muy belicoso, otras veces no sabes bien qué pensar. Si Trump le dijera hoy a un planificador militar estadounidense que dentro de diez años Estados Unidos probablemente tendría que entrar en guerra con China, la respuesta podría ser que sería demasiado tarde, porque para entonces los chinos se habrían vuelto demasiado fuertes. Por lo tanto, el ejército podría preferir hacer el trabajo ahora. Europa se vería inevitablemente arrastrada a este conflicto, a menos que tome medidas ya para alejarse de su dependencia de Estados Unidos.
La crisis de Europa y la cuestión alemana
WB: ¿Cuál es la opinión de las élites europeas sobre esta cuestión?
WS: Desde la reunificación alemana en 1990, la retórica siempre ha sido que Alemania debe aceptar su responsabilidad y actuar como país líder en Europa. Sin embargo, esto significaba que Alemania pagaría los costes de mantener la unidad europea, pero que ser el líder no significaba decir a los demás lo que tenían que hacer. Y eso llevó a Merkel, en particular, a esconderse siempre detrás de otros países, especialmente Francia.
El actual Gobierno alemán, bajo el mandato del nuevo canciller Friedrich Merz, ha cambiado el tono. Ahora la retórica se centra en Alemania como la nación más poderosa de Europa. Lo que esto significa realmente es que quieren liderar, no sólo pagar. Esto genera conflictos, sin duda con Francia. Los franceses siempre han visto la Europa de la Unión Europea como liderada por un tándem, con ellos al mando y los alemanes sentados detrás. Ahora, las cosas parecen haber cambiado. Recientemente, alguien sugirió que una de las razones por las que el actual Gobierno alemán ha asumido tanta deuda es para impedir que Italia y Francia se salgan con la suya, permitiendo que la UE se endeude en su nombre y que los alemanes proporcionen la garantía de facto. Si la UE se endeudara a gran escala, los tipos de interés se volverían prohibitivos. En general, creo que el nuevo liderazgo alemán bajo Merz aspira ahora a un papel protagonista para Alemania en la UE y en Europa, más allá de limitarse a pagar la factura, básicamente por necesidad política, para evitar tener que actuar en interés de otros en lugar de en su propio interés. En una perspectiva más amplia, esto apunta a Alemania como la potencia hegemónica del sistema estatal de Europa occidental en un mundo multipolar.
En mi opinión, como he dicho varias veces, Alemania no tiene la capacidad militar para apoyar este tipo de proyecto. Desde la década de 1960, cuando Francia creó la Force de Frappe, los gobiernos franceses siempre han tenido en mente un acuerdo del siguiente tenor: su fuerza nuclear es cara, por lo que, si prometemos ampliar nuestra disuasión nuclear a la defensa de Alemania, los alemanes pueden pagar parte de ella. Como no tienen ni pueden tener una fuerza nuclear, disponen de dinero suficiente para pagar un ejército convencional fuerte, al contrario que en el caso de Francia. Francia hizo varios intentos por establecer un acuerdo de este tipo, y Alemania se mostró en ocasiones dispuesta a considerar algo similar, pagando parte de los costes de la Force de Frappe a cambio de la protección nuclear francesa. Pero cuando los alemanes pidieron el catálogo de objetivos de los misiles nucleares franceses, se les respondió que los objetivos debían seguir siendo una prerrogativa francesa como nación soberana. El problema subyacente era que la mayoría de los objetivos se encontraban en Alemania, ya que la idea era impedir que el ejército ruso llegara a Francia, y el lugar donde se les podía detener era, y sólo podía ser, Alemania. Por lo tanto, ni siquiera se llegó a estar cerca de un acuerdo, lo que reforzó la dependencia de Alemania respecto a Estados Unidos.
Curiosamente, el nuevo líder de la CDU en el Bundestag planteó recientemente la cuestión de si Europa necesitaría su propio paraguas nuclear y cuál sería el papel de Alemania en él. Si no me falla la memoria, esto no se había debatido desde la década de 1960. Repitió en una entrevista que Europa necesitaría su propia capacidad nuclear, pero dejó sin respuesta quién estaría a cargo de las armas nucleares, afirmando que seguía siendo un problema que necesitaba solución y proponiendo algo completamente ridículo, como que, en caso de guerra, los países podrían echarlo a suertes. ¿Se imaginan darle el gatillo nuclear a Giorgia Meloni o Marine Le Pen? Por lo tanto, la implicación es que, si no se puede tener un arma nuclear europea, entonces tiene que ser una capacidad nuclear nacional para Europa, y si no se quiere que sea francesa, entonces Alemania es la candidata obvia para desarrollarla.
¿Es Rusia el enemigo?
WB: Permítanme pasar a la cuestión de Rusia. ¿Es Rusia el enemigo?
WS: No, yo no lo veo así. La retórica oficial en Europa es que Rusia es el enemigo y que, dentro de cinco años, los rusos estarán listos para invadir Europa. Ahora bien, esta es una imagen que difunden sobre todo los países bálticos. Los tres países bálticos son muy pequeños. Necesitan a alguien que luche sus guerras por ellos, y ese alguien sólo puede ser Alemania. Ya intentaron esta alianza en la última guerra mundial, y no les salió muy bien. De hecho, deseaban tanto la protección alemana que armaron varios regimientos de las SS que luchaban contra Rusia bajo el mando alemán y ayudaron a los nazis en la persecución de la comunidad judía local. Muy parecido a lo que ocurre en Ucrania.
Si somos realistas, parece totalmente ridículo pensar que Putin quiera conquistar Alemania o cualquier otro país de Europa occidental. En principio, podrían vender gas, petróleo y otros recursos a los europeos occidentales y prosperar. ¿Por qué iban a querer gobernar Alemania o, incluso, Finlandia, si les cuesta tanto gobernar su propio país?
Una de las razones por las que los países bálticos están tan nerviosos es que tienen importantes minorías rusas a las que algunos tratan muy mal. Las tensiones con Rusia podrían ser más manejables, sin estos inmensos preparativos para la guerra, si se concediera a las minorías rusas la plena ciudadanía, los derechos lingüísticos y la autonomía federal. Eso significaría que ya no pedirían ayuda a Moscú contra sus gobiernos. Cuanto peor traten a sus rusos, más se verá Moscú obligada a hacer algo por sus compatriotas. Depende de los Estados bálticos decidir cuánta presión ejercer sobre sus minorías rusas para que, en algún momento, se vuelvan secesionistas o irredentistas. En cambio, tienen sueños descabellados de conseguir que Occidente derrote a Rusia en beneficio de las naciones más pequeñas de la periferia rusa. Por ejemplo, se dice que Kaja Kallas, ex primera ministra de Estonia y actual responsable de la política exterior de la Unión Europea, sugirió en una ocasión que Rusia debería dividirse en cuatro o cinco Estados diferentes, y que sólo entonces los europeos —es decir, los bálticos— estarían a salvo. Por supuesto, esto ya se ha intentado antes y resultó ser un desastre, que costó la vida a 15 millones de rusos. Afirmo que una vida segura en Europa y en Alemania sólo es posible si encontramos una forma de coexistir en paz con Rusia en el continente euroasiático, y esto está relacionado con la cuestión más amplia de hacia dónde debe dirigirse Europa.
¿Es posible otra Europa?
WB: ¿Y dónde está esa Europa?
WS: Europa es un conjunto de sociedades y Estados antiguos, y la idea de que alguien pueda venir y fusionarlos en uno solo, ya sea en unos Estados Unidos de Europa o en una extensión transatlántica de América, es una idea muy errónea. Por lo tanto, mi opinión es que, si conseguimos convencer a los países bálticos de que no nos arrastren a una guerra con Rusia, debemos avanzar hacia algo que sea realista y bueno para todos.
Es decir, que los países europeos cooperen voluntariamente y extiendan sus relaciones libremente elegidas al resto del mundo. Hoy en día, la logística es mucho más fácil que en la década de 1930. Alemania, u otros países europeos, podrían desarrollar relaciones amistosas con lugares como Filipinas o Sudamérica, o con quien sea. Podríamos suministrarles cosas que necesitan con urgencia, como plantas desalinizadoras, por ejemplo, y ellos podrían suministrarnos cosas que nosotros necesitamos. Por lo tanto, si diferentes países europeos, por iniciativa propia y en colaboración con otros países europeos que tienen intereses similares, pudieran entablar relaciones con países del sur del mundo, pero también dentro del continente euroasiático, en particular con Rusia, eso sería algo importante.
En este contexto, debemos tratar con Rusia de manera positiva. Desde una perspectiva euroasiática, la vieja idea de Gorbachov, Yeltsin y Putin de «una zona de paz y prosperidad desde Vladivostok hasta Lisboa», si se pudiera construir, nos permitiría ver entonces el fin de nuestra dependencia de los Estados Unidos, una dependencia que depende en parte de los recursos, ya que Rusia tiene todos los recursos que tienen los estadounidenses. Por supuesto, habrá cuestiones de seguridad, pero es necesario que haya una seguridad compartida, con control de armas, desarme y medidas de fomento de la confianza, nada de esto es nuevo. Si logramos tener un sistema estable de seguridad internacional en Eurasia, los estadounidenses podrán ir donde quieran, con suerte en paz. ¿Es eso una ilusión? No lo sé, pero si me preguntan qué podría ser un legado positivo para nuestros hijos y nietos, diría que algo así.
Foto de portada: Wolfgang Streeck durante una conferencia impartida por el 4 de abril de 2017. (Fuente: Centro para el Estudio de Europa, Universidad de Boston – CC BY-SA 2.0)