El pragmatismo post-Asad: La nueva lógica de las relaciones entre Rusia y Siria

Paul Iddon, The New Arab, 21 octubre 2025

Traducido del inglés por Sinfo Fernández


Paul Iddon es un periodista independiente afincado en Erbil, en el Kurdistán iraquí, que escribe sobre asuntos relacionados con Oriente Medio. X: @pauliddon

En una reunión de gran trascendencia para el futuro de las relaciones entre Rusia y Siria, el presidente ruso Vladimir Putin se reunió con el presidente interino sirio Ahmed Al-Sharaa en Moscú el 15 de octubre.

Las declaraciones de ambos líderes sugieren claramente que la larga relación bilateral entre sus países tiene futuro. Y aunque es probable que ese futuro incluya cambios significativos con respecto al statu quo anterior a diciembre de 2024, los analistas también esperan una continuidad sustancial.

Durante su primera reunión, Putin trató de enfatizar los vínculos históricos entre sus países, diciendo que esperaba que pudieran ampliarse. Por su parte, Sharaa habló de un «reinicio» de las relaciones que «redefiniría su naturaleza» para garantizar el respeto de la «independencia, soberanía e integridad territorial» de Siria.

«La reunión de Sharaa con Putin en Moscú sugiere que se han evitado los peores escenarios para los rusos en Siria», declaró Kyle Orton, analista independiente especializado en Oriente Medio, a The New Arab.

Aron Lund, miembro de Century International y analista sénior de la Agencia Sueca de Investigación de Defensa, se mostró de acuerdo.

«Las relaciones parecen funcionar bien, teniendo en cuenta las circunstancias», declaró Lund a TNA. «El hecho de que Sharaa haya ido a Moscú y haya estrechado la mano de Putin es prueba de ello».

Moscú forjó lazos estratégicos con Damasco hace décadas, durante la Guerra Fría. Siria proporcionó a la Unión Soviética y, más tarde, a Rusia uno de sus pocos puertos de aguas cálidas en Tartus, en el Mediterráneo.

Durante décadas, Moscú fue el principal proveedor de armas de Siria. Rusia apoyó a Bashar Al-Asad diplomáticamente y, más tarde, militarmente, después de que este reprimiera violentamente un levantamiento popular y pacífico contra su régimen dictatorial, lo que desencadenó una guerra civil que causó la muerte de más de 500.000 sirios.

Rusia intervino militarmente en la guerra en septiembre de 2015, lanzando sus aviones de combate y bombarderos desde la base aérea siria de Hmeimim, en la provincia occidental de Latakia. Estos aviones de combate rusos bombardeaban habitualmente centros urbanos densamente poblados, incluida la provincia noroccidental de Idlib, que el grupo armado islamista opositor Hayat Tahrir al-Sham (HTS), liderado por Sharaa, controló y gobernó durante años.

En 2017, Asad concedió a Rusia generosos acuerdos de arrendamiento para sus dos bases durante al menos 49 años. El futuro de Moscú en Siria parecía asegurado durante décadas, si no generaciones, hasta que, en diciembre de 2024, HTS capturó rápidamente Damasco, lo que obligó a Asad a exiliarse en Moscú y puso fin a más de 50 años de gobierno de su familia.

El futuro de la presencia militar y las inversiones de Rusia en Siria parecía sombrío. Pero Moscú se apresuró a entablar relaciones diplomáticas con el nuevo Gobierno, con la esperanza de asegurar al menos parte de su posición privilegiada en el país.

«Rusia ha jugado bien sus cartas desde la destitución de Asad», afirmó Lund. «En diciembre, la situación parecía bastante delicada para Moscú, pero ahora se reúnen regularmente con los sirios».

Para Rusia, mantener operativos los activos militares que tiene en Siria es una prioridad. [Getty]

Según él, es muy probable que Moscú termine teniendo una relación aceptable con el nuevo Gobierno sirio, aunque no necesariamente cordial.

Lund también señaló que Sharaa y Putin son «pragmáticos despiadados» que parecen decididos a mantener sus desacuerdos en secreto. «Ninguno confía en el otro, pero sonreirán y se darán la mano cuando sea necesario».

Poco antes de la visita de Sharaa, el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, afirmó que a Siria le gustaría que Moscú mantuviera las bases. También dijo que Rusia podría transformarlas en «enclaves humanitarios» para África, subrayando que Moscú «se guiará por los intereses de Siria en esta cuestión».

«Rusia lleva tiempo barajando la idea de convertir las bases en centros logísticos humanitarios. Es evidente que su intención es servir de tapadera para mantener su papel militar», afirmó Lund. «Me sorprendería que alguna de las partes se tomara en serio tal idea, pero eso no significa que carezca de valor político».

El hecho de que Rusia siga planteando la idea públicamente podría interpretarse como un argumento de vendedor, añadió, lo que significa que Siria aún no ha aceptado la idea.

«Veremos qué pasa, pero creo que ahora las cosas pintan bastante bien para los rusos. Deberían poder conservar una base o ambas, pero quizá con acuerdos menos permisivos».

Además, una delegación de defensa siria visitó Moscú a principios de octubre. Se les mostró el equipo militar ruso disponible para la exportación, incluidos drones y sistemas de defensa aérea.

Orton, que observó de primera mano en marzo la vulnerable posición militar de Rusia en Hmeimim, afirma que las condiciones para que Rusia conserve las bases, y si Moscú «tendrá que recurrir a la astucia y cambiar la bandera de las instalaciones» para convertirlas en centros humanitarios, siguen sin estar claras.

«En este momento, lo más probable es que Rusia consiga mantener sus puntos de apoyo en Siria, ya que Sharaa parece haber decidido que, al menos formalmente, es mejor tener a los rusos dentro de la tienda que enfrentarse abiertamente a ellos», afirmó.

Sin embargo, añadió que los contornos de la relación entre ambos son inciertos, principalmente porque ninguna de las partes parece saber aún cuáles serán.

«La reunión en Moscú fue una señal de que la hostilidad abierta ha llegado a su fin, pero también parece, al igual que la visita de la delegación de defensa siria, parte de un proceso en el que ambas partes se están tanteando mutuamente».

Rusia intervino militarmente en la guerra de Siria en septiembre de 2015, bombardeando habitualmente centros urbanos densamente poblados, incluida la provincia noroccidental de Idlib, donde el HTS de Sharaa gobernó durante años. [Getty]

En este momento, Sharaa y Putin tienen cosas que el otro necesita.

«Putin quiere mantener su presencia en Siria, incluidas las dos bases», afirma Lund. «Sharaa quiere que Rusia acepte su retirada de las listas de sanciones por terrorismo de la ONU, que siga enviando petróleo y trigo a los puertos sirios y que controle a los miembros exiliados del antiguo régimen, entre otras cosas».

Tanto Moscú como Damasco podrían tener cierto interés en que Rusia suministre armas a Siria. Si se llegara a ese extremo, ayudaría a Siria a equilibrar las presiones militares de Israel.

Desde la caída de Asad, Israel ha lanzado cientos de ataques aéreos contra la infraestructura militar de Siria, al tiempo que ha avanzado hacia la zona de amortiguación desmilitarizada supervisada por la ONU que separa Siria de los Altos del Golán ocupados por Israel.

Aunque Sharaa se ha asegurado el respaldo de Estados Unidos, Orton cree que se debe en gran medida a que la actual Administración de Washington quiere que Damasco consolide su gobernanza. Estados Unidos sabe que esto debe suceder antes de retirar completamente sus tropas de Siria para asegurarse de que no se repita la calamitosa retirada de Afganistán en agosto de 2021.

«El apoyo de Estados Unidos tiene un plazo muy limitado; no ofrece mucha seguridad a largo plazo, incluso si se mantiene la trayectoria actual, y la notoria naturaleza voluble de Trump lo hace aún menos fiable», afirmó Orton.

«Contar con la opción del apoyo político ruso en foros como la ONU, la diplomacia rusa como amortiguador con Estados como Israel, la capacidad de llegar a acuerdos económicos con Rusia y, en su momento, el acceso al armamento ruso es obviamente atractivo para Sharaa».

Sin embargo, también subrayó que la cuestión de las armas supone una «cuerda floja», ya que Sharaa podría enfrentarse a sanciones estadounidenses o provocar más ataques aéreos israelíes si comprara nuevos sistemas de defensa aérea a Rusia.

«Para Rusia, la prioridad es mantener operativos los activos militares que tiene en Siria para garantizar su libertad de acción en África y, más allá de eso, reconstruir toda la influencia política que pueda dentro de Siria», afirmó Orton.

Aunque el enfoque estratégico general de la Siria de Sharaa hacia Rusia y viceversa está razonablemente claro, es probable que la interacción se caracterice, desde el punto de vista procedimental, por la reactividad y el oportunismo, ya que ambas partes tratan de aprovechar los acontecimientos en una situación fluida para trabajar en pos de sus objetivos, añadió Orton.

Sharaa también mantiene buenas relaciones con Estados Unidos y Europa, pero esto podría cambiar.

«Sharaa tampoco confía en los estadounidenses; mantiene abiertas sus opciones», afirmó Lund. «Ha declarado públicamente que quiere diversificar las relaciones exteriores tanto como sea posible y que quiere poder hablar con todos los actores de todas las partes. Eso es exactamente lo que está haciendo».

Y dado que Rusia sigue siendo un actor internacional y miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, Siria podría beneficiarse de mantener relaciones de trabajo con ella.

«Siria tiene muchos asuntos que tratar con la ONU: armas químicas, ayuda humanitaria, terrorismo, los Altos del Golán y otras cuestiones», afirmó Lund. «Necesita que Rusia respalde su postura en estos asuntos, no que la sabotee».

«Por lo tanto, Sharaa ha decidido que le conviene, tanto a él como a Siria, establecer una buena relación de trabajo con Rusia, sin importarle el hecho de que los rusos hayan intentado matarlo hace muy poco».

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