Aziza Nofal, Middle East Eye, 23 octubre 2025
Traducido del inglés por Sinfo Fernández

Aziza Nofal es una periodista de investigación con un máster en «Estudios israelíes» por la Universidad de Jerusalén, Abu Dis. Tiene 20 años de experiencia en diferentes periódicos, cadenas de televisión y emisoras de radio. Su trabajo más reciente es el de corresponsal en el Banco de Al-Jazeeranet, Palestina.
«Sentí que me moría», dijo Afaf Abu Alia, recordando el momento en que los colonos israelíes se turnaron para golpearla con palos mientras ella y su familia recolectaban aceitunas en un pueblo cerca de Ramala, en la Cisjordania ocupada.
Señalando su cuerpo exhausto y hablando con voz apenas audible, la palestina de 53 años añadió: «Estaba sola entre más de 20 colonos… Me golpearon en la cabeza y en las manos… aquí y aquí».
Afaf y su familia habían salido temprano el domingo por la mañana para recoger aceitunas en Turmus Ayya. Al cabo de unas tres horas, un pequeño grupo de colonos -procedentes de asentamientos cercanos como Maale Levona, Shilo, Givat Harel y Eli- los atacó.
Junto con su marido, sus hijos y sus cuñados y sus esposas, Afaf huyó a una zona lejana y más segura, dejando atrás sus herramientas, su vehículo y las aceitunas que ya habían recolectado.
Aproximadamente media hora más tarde, cuando los colonos se marcharon, la familia regresó y encontró su vehículo destrozado y su cosecha robada. Decidieron trasladarse a una parcela más segura, pero en el camino una patrulla militar israelí, enviada para proteger a los colonos, los interceptó y disparó un bote de gas en su dirección. Afaf, que padece una alergia respiratoria, resultó afectada por el gas.
Mientras la familia intentaba recuperarse, los colonos regresaron en mayor número. Todos huyeron excepto Afaf, que no podía moverse debido al gas.
«Cuando se acercaron a mí, no pude distinguir quiénes eran. Pensé que eran activistas extranjeros», declaró a Middle East Eye.
Sufrió repetidos golpes en la cabeza, lo que le provocó una hemorragia cerebral y la dejó en cuidados intensivos durante dos días. También tenía contusiones por todo el cuerpo y una grave pérdida de sangre.
«Intentaron matarme concentrando los golpes en la cabeza», afirmó.

Soldados israelíes expulsan a palestinos de sus tierras mientras recolectaban aceitunas en Sair, cerca de Hebrón, en la Cisjordania ocupada, el 23 de octubre de 2025 (Mosab Shawir/MEE).
No era la primera vez que Afaf y su familia eran atacados durante la recolección de aceitunas, pero nunca antes habían sufrido tal brutalidad.
«Se han vuelto más atrevidos con nosotros», dijo, y describió cómo, durante los últimos dos años de escalada de violencia, todos los ataques de los colonos se han producido bajo la protección de los soldados israelíes.
«Masacre contra los olivos»
Detrás del ataque a la familia Abu Alia se esconde otra dolorosa historia.
Las tierras en las que fueron agredidos ni siquiera les pertenecen. Se vieron obligados a alquilar olivares en un pueblo vecino después de que los colonos los atacaran repetidamente en sus propias tierras en al-Mughayyir, al este de Ramala.
Mientras Afaf hablaba del día en que los colonos talaron sus olivos, rompió a llorar: «Cuando talaron nuestros olivos, sentí como si nos estuvieran sacando los ojos. Los olivos son muy valiosos para nosotros, como nuestros propios hijos».

Un palestino cosecha aceitunas en el olivar de su familia en Sair, cerca de Hebrón, en Cisjordania, el 23 de octubre de 2025 (Mosab Shawir/MEE).
Ayman Abu Alia, pariente de Afaf, también fue atacado ese día. Los colonos destrozaron su coche y le golpearon con palos por todo el cuerpo. Contó a MEE que la familia perdió 400 olivos el pasado agosto, cuando las excavadoras y los colonos israelíes los arrancaron todos en un solo día.
«Fue una masacre contra los olivos. Todas las familias del pueblo perdieron los suyos», afirmó.
Para la familia Abu Alia, la pérdida no sólo fue económica, sino que supuso la destrucción de su patrimonio. Su bisabuelo había plantado esos olivares hace más de 150 años, todos ellos olivos romanos antiguos, como se denomina localmente a las variedades centenarias en Palestina.
«Saben lo profundamente apegados que estamos al olivo», dijo Ayman. «Por eso los destruyen, para expulsarnos de nuestra tierra».
Ataques en toda Cisjordania
La violencia no se limita a al-Mughayyir o Turmus Ayya.
Desde el inicio de la cosecha de aceitunas, que se extiende desde octubre hasta finales de diciembre, según el Ministerio de Agricultura palestino, la Comisión Palestina de Resistencia a la Colonización y al Muro ha documentado más de 158 ataques de colonos, llevados a cabo bajo la protección del ejército israelí.
Palestina tiene alrededor de 12,5 millones de olivos, incluyendo un millón que antes se encontraban en la Franja de Gaza, pero que han sido destruidos por la guerra.
En Cisjordania, los olivos cubren unas 550.000 dunams (alrededor de 136.000 acres) de tierras de cultivo de un total de 1,2 millones de dunams. Sin embargo, en los últimos dos años, la violencia del ejército israelí y los colonos ha impedido a los agricultores acceder a 110.000 dunams de sus tierras.

Un palestino se enfrenta a los colonos israelíes que asaltaron el olivar de su familia en Sair, cerca de Hebrón, en Cisjordania, el 23 de octubre de 2025 (Mosab Shawir/MEE).
La producción anual de aceitunas de Palestina suele oscilar entre las 17.000 y las 22.000 toneladas, pero esta temporada se espera que caiga hasta sólo 7.000 toneladas, la más baja en décadas.
Los palestinos consideran la cosecha de aceitunas «la madre de todas las temporadas agrícolas». Todos los miembros de la familia participan en ella como una tradición comunitaria, conservando rituales y detalles transmitidos de generación en generación, según explicó el portavoz del Ministerio de Agricultura, Mahmud Ftafatfa.
Más de 110.000 familias, aproximadamente medio millón de palestinos, dependen del sector olivarero para su sustento. Sin embargo, con un aumento del 20% en los ataques de los colonos desde el inicio de la temporada y 10.000 olivos quemados o arrancados desde enero, las pérdidas ya han superado los 70 millones de dólares, según estimaciones del ministerio.
«Más antiguos que el Estado de Israel»
El impacto es más visible en las zonas en las que se prohíbe totalmente a los palestinos acceder a sus olivares, como la aldea de Yalbun, al este de Yenin, cerca de la Línea Verde que separa Cisjordania de Israel.
En 2004, Israel construyó allí un muro de separación, aislando más de 1.500 dunams de tierra, incluidos 350 dunams de olivares. Los agricultores sólo pueden acceder a ellos dos o tres días al año, mediante permisos especiales expedidos por las autoridades israelíes durante la cosecha.
Sin embargo, desde el 7 de octubre de 2023, Israel se niega a conceder permisos a unos 100 agricultores cuyas tierras se encuentran más allá del muro. En julio, los colonos también talaron decenas de árboles en la zona.

El agricultor palestino Mohamed Suleiman inspecciona los olivos talados por colonos israelíes en su olivar, a las afueras de la aldea de Abu Falah, el 6 de octubre de 2025 (AFP).
Mohammad Abu al-Rabb, uno de esos agricultores, no ha podido acceder a su olivar de 15 dunams durante tres temporadas consecutivas, lo que ha supuesto la pérdida de toda la cosecha de su familia.
A pesar de ello, este año acudió a la oficina de enlace militar israelí para solicitar un permiso, pero no lo consiguió.
«Solíamos aprovechar la temporada de la cosecha de aceitunas para llegar a la tierra, trabajarla y revisarla. Ahora ni siquiera podemos verla», declaró a MEE.
Afirmó que la tierra había sido cultivada por su abuelo y su padre y que era «más antigua que el propio Estado de Israel».
«Se centran en los olivares porque conocen el vínculo espiritual que existe entre nosotros y ese árbol», afirmó. «No es sólo un árbol, es el legado de nuestros antepasados y su voluntad de que lo protejamos».
Vínculos espirituales
Este vínculo, según Hamzeh Aqrabawi, investigador palestino sobre patrimonio e identidad, es precisamente la razón por la que la ocupación israelí y los colonos se centran de forma tan agresiva en los olivos.
«El olivo está profundamente arraigado en la vida cultural y espiritual palestina. Tiene un significado religioso y civilizatorio tanto para los musulmanes como para los cristianos, alcanzando un nivel de santidad similar al de una mezquita o una iglesia», explicó a MEE.
Cuando los palestinos plantan olivos, explicó Aqrabawi, lo hacen con la intención de transmitirlos a sus nietos, una forma de continuidad que perdura más allá de la muerte.
«Por eso arriesgan sus vidas para llegar hasta sus árboles. Creen que un árbol no dará frutos a menos que el agricultor lo visite y deje su aroma en él».
Según Aqrabawi, Israel lleva mucho tiempo tratando de romper este vínculo atacando los olivos, especialmente los más antiguos, una práctica que comenzó con la ocupación en 1967.
Recientemente, los colonos han intentado incluso imitar los rituales palestinos de la cosecha de la aceituna en un intento de presentarse como nativos de la tierra, señaló.
«Pero, a pesar de estos esfuerzos, no han logrado romper el vínculo espiritual entre los palestinos y el olivo. En todo caso, este se ha fortalecido aún más», afirmó.
Foto de portada: Afaf Abu Alia sufrió repetidos golpes en la cabeza, lo que le provocó una hemorragia cerebral y la dejó en cuidados intensivos durante dos días (Aziza Nofal/MEE).
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