Robert Inlakesh, The Palestine Chronicle, 6 de diciembre de 2025
Traducido del inglés por Sinfo Fernández

Robert Inlakesh es periodista, escritor y realizador de documentales. Centra sus trabajos en Oriente Medio, especializándose en Palestina.
El jueves pasado, Yaser Abu Shabab, líder de las bandas por poderes de Israel vinculadas al ISIS en la Franja de Gaza, fue asesinado. El anuncio desencadenó celebraciones en todo el enclave costero sitiado, mientras que los medios de comunicación corporativos occidentales se apresuraron a blanquear la imagen del líder del escuadrón de la muerte.
La muerte de Yaser Abu Shabab, un narcotraficante y criminal convicto, tristemente célebre entre los palestinos por colaborar con el ejército israelí en su contra, ha proporcionado un claro ejemplo de la doble moral de los medios de comunicación corporativos y de hasta dónde están dispuestos a llegar los medios occidentales para distorsionar la realidad sobre el terreno en Gaza.
Tras el anuncio de la muerte del líder de la banda, la respuesta popular entre los palestinos fue de alivio y de sensación de que se había hecho justicia. Muchos incluso repartieron dulces para celebrar la ocasión.
Entre el pueblo palestino, independientemente de su afiliación política, Yaser Abu Shabab era conocido por lo que realmente era: un traidor y un criminal que cometió atroces crímenes contra su propio pueblo.
En marcado contraste con el tipo de descripciones que se escuchan sobre Abu Shabab por parte de los palestinos, los medios occidentales presentaron al criminal respaldado por Israel como un mártir y encubrieron sus crímenes. La CNN lo describió como «el líder de un grupo anti-Hamás», mientras que Reuters caracterizó al gánster como «el jefe de una facción armada palestina que se opone a Hamás en Gaza».
Por su parte, el Wall Street Journal (WSJ) publicó un artículo titulado «Un rival de Hamás cae en Gaza». «Yaser Abu Shabab desafió a los terroristas en estas páginas en julio», escribió el consejo editorial del WSJ, refiriéndose a un artículo de opinión que publicaron en su nombre a principios de este año. El artículo de opinión se titulaba «Los habitantes de Gaza han acabado con Hamás», pero más tarde fuentes locales señalaron que Abu Shabab no sólo no sabía hablar inglés, sino que, según se dice, tampoco sabía leer ni escribir en árabe.
La BBC y otros medios de comunicación también adoptaron la narrativa de que Abu Shabab era el líder de un grupo «anti-Hamás», lo que en sí mismo encubre totalmente la naturaleza de los cinco escuadrones de la muerte que Israel ha creado en Gaza y que se están utilizando activamente para crear una «Segunda» o «Nueva Gaza» dentro del 58% del territorio que ocupa actualmente, durante el alto el fuego.
Blanqueo de un criminal de guerra cómplice de genocidio
En octubre de 2023, el ejército israelí comenzó a bombardear estratégicamente las instalaciones penitenciarias de la Franja de Gaza, lo que permitió que los delincuentes condenados quedaran en libertad. Abu Shabab era uno de esos delincuentes, condenado por tráfico de drogas. Su papel en el genocidio de Gaza comenzó cuando organizó grupos de forajidos armados para saquear los camiones de ayuda humanitaria que entraban en el territorio sitiado.
El 6 de mayo de 2024, el ejército israelí lanzó su invasión de Rafah. La primera prioridad de esta operación era tomar el control del paso fronterizo con Egipto, lo que permitiría a sus fuerzas controlar totalmente lo que entra y sale de Gaza. No pasó mucho tiempo antes de que el nombre de Abu Shabab se hiciera famoso en toda Palestina y en toda la región.
Israel proporcionó apoyo aéreo y respaldo a la banda de delincuentes de Yaser Abu Shabab, compuesta por militantes salafistas radicales vinculados al ISIS y delincuentes, para que comenzaran a saquear los camiones de ayuda humanitaria. Se estableció una ruta específica en el este de Rafah para la entrada de dicha ayuda, donde la banda de Abu Shabab asaltaba los camiones, robaba los suministros que se necesitaban desesperadamente y exigía un soborno para permitir el paso de los vehículos. Todo esto está bien documentado por la ONU y las agencias de ayuda internacional.
Mientras la mayoría de la población infantil de Gaza se hundía cada vez más en la inseguridad alimentaria, los gánsteres de Abu Shabab vivían una vida de relativo lujo en recintos vigilados por el ejército israelí y donde se acumulaba la ayuda robada. Lo que se desarrolló entonces fue un próspero mercado negro dentro de Gaza, donde los bienes saqueados se distribuían estratégicamente a la población y se vendían a precios exorbitantes que sólo los ricos podían permitirse.
Dejando a un lado los secuestros, los asesinatos de civiles y los robos a mano armada, es importante comprender lo que realmente significaba el saqueo de la ayuda. Los israelíes pudieron afirmar que estaban dejando entrar ayuda humanitaria y utilizar la excusa de que eran los combatientes de Hamás quienes la robaban, sabiendo perfectamente dónde se hallaba realmente. Abu Shabab cosechó los beneficios de convertirse en un rey mafioso entre sus matones armados.
La ayuda que estaba siendo saqueada significaba que los niños de Gaza pasaban hambre, los ancianos se consumían y las mujeres embarazadas no podían mantenerse. A la población se la privó de la ayuda destinada a los enfermos y a los hospitales, mientras Abu Shabab y sus matones traidores vivían una existencia segura bajo la atenta mirada del ejército israelí.
A finales de 2024, el Washington Post y otros medios comenzaron a trabajar para encubrir la naturaleza del grupo y preparar el guion propagandístico de que los milicianos de Abu Shabab eran un grupo popular de palestinos desilusionados que buscaban derrocar a Hamás. Trabajaron para presentar a Abu Shabab como una víctima y un criminal por necesidad, no por elección.
Luego llegó el alto el fuego de Gaza en enero de 2025, durante el cual los israelíes trabajaron para completar la transición de una banda de criminales que saqueaban la ayuda humanitaria a una «resistencia popular contra Hamás». Israel armó, entrenó y coordinó a estos matones, proporcionándoles cascos militares israelíes, chalecos y parches con la bandera palestina para que parecieran una fuerza profesional y orgánica.
Cuando Israel violó y rompió el alto el fuego en marzo, Yaser Abu Shabab apareció en vídeos y fotos blandiendo un rifle y llevando parches con el nombre que el grupo adoptaría entonces: «Fuerzas Populares».
El ejército israelí y el Shin Bet dieron órdenes directas a las llamadas «Fuerzas Populares» y las utilizaron para llevar a cabo misiones en su nombre contra Hamás y para ayudar en su proyecto genocida contra la población civil. Estos criminales cometieron robos, secuestros, palizas, redadas en hospitales y asesinatos.
Los israelíes admitieron abiertamente que los respaldaban, sabiendo perfectamente sus vínculos con el ISIS y otros grupos takfiri salafistas de línea dura. Les gustó tanto este modelo que comenzaron a reclutar nuevos colaboradores para formar otros tres grupos, y se ha creado un quinto desde que comenzó el alto el fuego.
Abu Shabab seguía gestionando la transferencia de ayuda y estaba implicado en la coordinación con el llamado plan de ayuda privatizada de la «Fundación Humanitaria de Gaza». Este programa de ayuda fue posteriormente calificado de «trampa mortal» por los palestinos y provocó el asesinato de hasta 2.600 civiles hambrientos por parte de las fuerzas israelíes y los contratistas militares privados estadounidenses.
Las ridículamente llamadas «Fuerzas Populares», quizás la fuerza armada palestina más impopular que haya existido jamás, también estaban destinadas a ser utilizadas por Israel para gobernar un campo de concentración que se estaba construyendo en el oeste de Rafah.
Desde el alto el fuego, los hombres de Abu Shabab se han escondido bajo la protección israelí de las fuerzas mucho más poderosas de Hamás, que recibieron un amplio apoyo popular al tomar medidas enérgicas contra los escuadrones de la muerte respaldados por Israel al comienzo del alto el fuego. En violación del alto el fuego, estos grupos han seguido trabajando en nombre de sus pagadores israelíes para llevar a cabo misiones contra Hamás y otros grupos palestinos.
El asesinato de Yaser Abu Shabab ha supuesto un duro golpe para el proyecto de Israel en Gaza, cuyo objetivo es utilizar a estos colaboradores criminales para gobernar una parte del territorio. Los Emiratos Árabes Unidos también han apoyado a estos escuadrones de la muerte colaboracionistas. Por eso se ha producido un importante control de daños en los medios de comunicación y se ha intentado moldear la narrativa en torno a su muerte.
Inicialmente, los medios de comunicación israelíes en hebreo parecían indicar que Abu Shabab había sido asesinado, antes de que la Radio del Ejército israelí afirmara que su muerte se había producido como resultado de una disputa tribal. El Yediot Aharonot publicó después un artículo en el que afirmaba que el líder colaboracionista había sido golpeado hasta la muerte y no asesinado a tiros, lo que parecía contradecir las narrativas anteriores que afirmaban que había muerto por heridas de bala.
Por su parte, Hamás publicó un gráfico en el que afirmaba que Israel no iba a proteger a esos colaboracionistas, pero sin afirmar directamente haberlo llevado a cabo; sin embargo, muchos interpretaron que eso era lo que insinuaba.
El clan beduino de los tarabin, al que pertenece Abu Shabab, afirmó que los combatientes de la resistencia habían matado al líder de la banda. Las «Fuerzas Populares», ahora dirigidas por el colaborador takfiri Ghasan Duhine, anunciaron que Abu Shabab fue asesinado a tiros mientras intentaba resolver una disputa con la familia Abu Seneima.
Como era de esperar, en las redes sociales se han difundido diversas versiones, que van desde una operación de infiltración llevada a cabo por las «Fuerzas Flecha», encargadas de combatir a las bandas colaboracionistas, hasta nombres concretos de combatientes que supuestamente murieron durante un enfrentamiento.
Lo que parece ser el caso es que tanto las «Fuerzas Populares» como los medios de comunicación israelíes están mintiendo para encubrir lo que supone un duro golpe para su proyecto; sin embargo, los detalles de lo que realmente ocurrió no están claros por el momento.
La razón por la que se ven obligados a mentir y a restar importancia a este asesinato como un simple error, por improbable que parezca esa posibilidad, es para que no provoque deserciones masivas entre los miembros de la milicia. Los líderes tribales palestinos emitieron una declaración conjunta en la que afirmaban su solidaridad con las fuerzas gobernantes de Hamás y contra los colaboracionistas. Esto se produce cuando las fuerzas de seguridad palestinas en Gaza han ofrecido una amnistía de diez días a quienes decidan entregarse.
Muchos de estos gánsteres ya han sido asesinados, capturados o se han entregado a las autoridades lideradas por Hamás durante los últimos meses. El asesinato de Yaser Abu Shabab es un acontecimiento importante, ya que demuestra la incapacidad de Israel para proteger a sus colaboradores. Además, los israelíes los consideran a todos ellos como representantes prescindibles y ni siquiera se molestaron en elogiar al deshonrado líder criminal.
En realidad, sólo los medios de comunicación occidentales se molestaron en encubrir los imperdonables crímenes contra la humanidad de Abu Shabab y convertirlo en un mártir. Los medios occidentales son verdaderamente desvergonzados y mienten con la misma facilidad con la que respiran cuando se trata de informar sobre Palestina, y sólo ocasionalmente producen granos de verdad entre un mar de propaganda ridícula.
A diferencia de las cinco bandas colaboradoras vinculadas al ISIS, hay, de hecho, palestinos que se oponen a Hamás; se trata principalmente de aquellos afiliados a la Autoridad Palestina (AP) con sede en Ramala. Por muy impopular que sea actualmente la AP, en realidad goza de suficiente apoyo y posee los medios para servir potencialmente como futura fuerza gobernante dentro de Gaza.
La lección que hay que aprender del pésimo periodismo sensacionalista que rodea esta cuestión es que, para comprender lo que está sucediendo en Palestina, no se necesita en absoluto a los medios de comunicación occidentales.
La información israelí, aunque evidentemente sesgada, es, con toda honestidad, una herramienta mejor que los medios de comunicación occidentales. Al menos permite vislumbrar el pensamiento de la sociedad israelí y sus dirigentes, especialmente cuando se dedica tiempo a traducir y leer los medios de comunicación en hebreo. Si a esto se le suman informes independientes sobre el terreno, además de fuentes mediáticas palestinas y/o en lengua árabe como Al Jazeera y Al Mayadeen, se obtiene una visión completa de lo que está sucediendo.
Por otro lado, los principales medios de comunicación en lengua inglesa no presentan ni la perspectiva israelí ni la palestina, sino que inventan un universo totalmente paralelo. Diseñan un marco ficticio de la realidad y luego intentan controlar los límites de todos los debates al respecto. Esto se hace con el único propósito de adaptar una narrativa sionista fabricada artificialmente, diseñada para convencer al público occidental de que Israel es bueno y los palestinos son culpables por resistir.
Incluso cuando se trata de debates sobre los abusos de los derechos humanos por parte de Israel, los límites de la discusión sobre estos temas se controlan estrictamente en todos los medios occidentales para garantizar que los palestinos no puedan expresar libremente sus opiniones y explicar su difícil situación. En el mejor de los casos, a todos los palestinos se les permite ser víctimas, pero no víctimas normales, sino víctimas que se ven obligadas a aceptar públicamente que sus opresores también son víctimas y a denunciar a su propio pueblo por defenderse.
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Según informó The Palestine Chronicle en el día de ayer, 7 de diciembre, decenas de colaboracionistas de Israel se están rindiendo ante Hamás tras el asesinato del jefe Abu Shabab:
Decenas de operativos armados pertenecientes a bandas milicianas, conocidas por su colaboración con la ocupación israelí, han comenzado a entregarse voluntariamente a las agencias de seguridad de Hamás en toda la Franja de Gaza. Esta noticia ha sido comunicada por fuentes palestinas y citada hoy por la Autoridad de Radiodifusión Israelí.
Según se informa, las operaciones de rendición masiva se han acelerado significativamente desde el viernes, concentrándose en las zonas de Rafah y Jan Yunis, que servían como centros operativos de las facciones armadas más destacadas que, según se sabe, recibían el apoyo abierto de la ocupación israelí.
Esta oleada de rendiciones se produce tras el anuncio de Hamás de conceder un plazo final de diez días para que cualquier persona afiliada a estas milicias se entregue y entregue sus armas.
El Ministerio del Interior de la Franja de Gaza confirmó el ultimátum el viernes pasado, afirmando que trabajaría para agilizar la tramitación de los casos y mitigar los procedimientos para quienes se entregaran, al tiempo que subrayaba que «el paraguas de protección de la ocupación para los traidores no durará mucho tiempo».
El Ministerio subrayó que «la ocupación israelí no ha logrado socavar la unidad y la cohesión nacional del pueblo palestino» y que «las bandas terroristas formadas por la ocupación para desestabilizar el ámbito interno permanecieron aisladas, sin apoyo popular ni social, hasta que encontraron su destino».
La rendición se interpreta ampliamente como una consecuencia directa del reciente asesinato de Yaser Abu Shabab, jefe de la milicia colaboracionista «Fuerzas Populares», que fue asesinado por «asaltantes desconocidos» el miércoles pasado. El asesinato del colaborador clave causó conmoción entre las filas de los operativos respaldados por Israel.
El papel de Abu Shabab como agente directo de la ocupación quedó claramente revelado en mayo de 2025, después de que el ala militar de Hamás atacara una unidad encubierta israelí (Musta’aribin) que operaba junto a un grupo de agentes reclutados por la banda de Abu Shabab. Su misión, según los líderes de la Unión de Clanes de Gaza, era «descubrir túneles y dar caza a los combatientes de la Resistencia, tareas que la ocupación no había logrado».
Es importante destacar que su propia tribu, los tarabin, lo repudió pública y enérgicamente, declarando que su sangre había «cerrado una página de vergüenza» y que su muerte era el «destino inevitable» de quienes traicionan a su pueblo.
Un líder de la Unión de Clanes de Gaza afirmó que estas bandas financiadas por Israel «desaparecerán por mucho que Israel intente apoyarlas».
Foto de portada: Yaser Abu Shabab (QNN).