Estados Unidos ha empezado también a confiscar barcos venezolanos

Nick Turse, The Intercept, 10 diciembre 2025

Traducido del inglés por Sinfo Fernández


Nick Turse informa sobre cuestiones de seguridad nacional y política exterior. Su último libro es “Next Time They’ll Come to Count the Dead: War and Survival in South Sudan” y, con anterioridad, “Tomorrow’s Battlefield: U.S. Proxy Wars and Secret Ops in Africa” y “Kill Anything That Moves: The Real American War in Vietnam”. Ha escrito para el New York Times, Los Angeles Times, San Francisco Chronicle, The Nation y Village Voice, entre otras publicaciones. Ha recibido el premio Ridenhour de periodismo de investigación, el premio James Aronson de periodismo sobre justicia social y una beca Guggenheim.

Fuerzas estadounidenses se incautaron de un petrolero frente a las costas de Venezuela el miércoles, según informaron a The Intercept dos fuentes gubernamentales familiarizadas con el asunto. El presidente Donald Trump calificó el barco como “el más grande jamás incautado”.

La captura se produce tras tres meses de ataques militares estadounidenses contra embarcaciones en la región, que han asesinado al menos a 87 civiles.

El gobierno estadounidense aún no ha explicado su justificación para la captura del buque venezolano.

Las dos fuentes gubernamentales indicaron que la operación fue liderada por la Guardia Costera estadounidense. “Les remitimos a la Casa Blanca para cualquier pregunta”, respondió a The Intercept la teniente Krystal Wolfe, portavoz de la Guardia Costera.

“No tenemos comentarios”, dijo una portavoz del Pentágono, quien también remitió las preguntas a la Casa Blanca. La Casa Blanca no respondió de inmediato a una solicitud de comentarios.

Si bien Estados Unidos solía comprar gran parte del petróleo venezolano, ese comercio se detuvo en 2019 cuando la primera administración de Trump impuso sanciones a la petrolera estatal del país. Si bien los envíos a Estados Unidos se reanudaron en 2023, la mayor parte del petróleo venezolano se exporta ahora a China. Estados Unidos también ha impuesto sanciones financieras al gobierno venezolano.

“El Congreso y la comunidad internacional deberían considerar esto como un acto de guerra ilegal, tanto en el sentido legal como por el aumento de la pobreza y la violencia que podría causar”, declaró a The Intercept Erik Sperling, de Just Foreign Policy, un grupo de defensa crítico con la política exterior convencional de Washington. Las sanciones indiscriminadas de la administración Trump han aumentado el hambre en la población, pero no han logrado derrocar al gobierno. Parece que ahora buscan apretar aún más el cerco económico, sin importar su impacto en la población civil, en pos de su objetivo de un cambio de régimen.

La captura se produce cuando el Pentágono ha reunido una fuerza de más de 15.000 soldados en el Caribe desde el verano, la mayor flotilla naval en la región desde la Guerra Fría. Ese contingente ahora incluye a 5.000 marineros a bordo del USS Gerald R. Ford, el portaaviones más nuevo y poderoso de la Armada, que cuenta con más de 75 aeronaves de ataque, vigilancia y apoyo.

Como parte de una campaña de ataques aéreos contra embarcaciones, el gobierno de Trump ha declarado en secreto que está involucrado en un “conflicto armado no internacional” con 24 cárteles, pandillas y grupos armados, incluido el Cártel de los Soles, que según Estados Unidos está “liderado por Nicolás Maduro y otros altos mandos venezolanos”, a pesar de las escasas pruebas de su existencia. Expertos e informantes ven esto como parte de un plan para un cambio de régimen en Venezuela que se remonta al primer mandato de Trump. Maduro, presidente de Venezuela, niega liderar un cártel.

Desde que comenzaron los ataques, expertos en derecho de la guerra y miembros del Congreso de ambos partidos han afirmado que los ataques constituyen ejecuciones extrajudiciales ilegales, ya que el ejército no tiene permitido atacar deliberadamente a civiles, ni siquiera a presuntos delincuentes, que no representan una amenaza inminente de violencia.

Trump ha aplicado una política exterior agresiva e intervencionista en el hemisferio occidental durante su segundo mandato. “Afirmaremos y haremos cumplir un ‘Corolario Trump’ a la Doctrina Monroe”, afirma la Estrategia de Seguridad Nacional de EE. UU., publicada recientemente. Esta estrategia evoca el corolario del “Gran Garrote” del presidente Theodore Roosevelt a principios del siglo XX a la Doctrina Monroe.

El anuncio del presidente James Monroe de 1823 advertía a las naciones europeas que Estados Unidos no permitiría el establecimiento de nuevas colonias en América. El decreto más contundente de Roosevelt sostenía que Washington tenía derecho a interferir en los asuntos internos de los países americanos. En el primer cuarto del siglo XX, este corolario de Roosevelt se utilizaría para justificar las ocupaciones estadounidenses de Cuba, República Dominicana, Haití, Honduras y Nicaragua.

La llamada “Doctrina Donroe” comenzó a tomar forma con amenazas de apoderarse del Canal de Panamá, adquirir Groenlandia y renombrar el Golfo de México como Golfo de América. La administración Trump también afirmó que la pandilla venezolana Tren de Aragua había invadido Estados Unidos, lo que le permitió usar la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798 para acelerar la deportación de personas que, según afirmaba, pertenecían a la pandilla. El Tribunal de Apelaciones del Quinto Circuito de EE. UU. finalmente impidió que el gobierno usara esta ley en tiempos de guerra. “Concluimos que las conclusiones no respaldan que haya ocurrido una invasión o una incursión depredadora”, escribió la jueza Leslie Southwick.

Más recientemente, Trump incluso afirmó que tropas estadounidenses se enfrentaron en combate a miembros de la pandilla en las calles de Washington, D.C., durante el verano o principios del otoño, una aparente ficción que la oficina de prensa de la Casa Blanca se niega a abordar.

Si bien la administración Trump afirma que el Tren de Aragua actúa como un brazo de facto del gobierno de Maduro, la Oficina del Director de Inteligencia Nacional determinó a principios de este año que el régimen de Maduro probablemente no tiene una política de cooperación con el Tren de Aragua y no está dirigiendo su movimiento ni sus operaciones en Estados Unidos.

Estados Unidos también sostiene que el Tren de Aragua participa en una guerra irregular contra Estados Unidos y que se encuentra en un conflicto armado no internacional con este país. Sin embargo, estas son designaciones mutuamente excluyentes que no pueden producirse de forma simultánea.

Trump renovó también sus esfuerzos de larga data, que fracasaron durante su primer mandato, para derrocar al gobierno de Maduro. Maduro y varios aliados cercanos fueron acusados ​​en un tribunal federal de Nueva York en 2020 por cargos federales de narcoterrorismo y conspiración para importar cocaína. A principios de este año, Estados Unidos duplicó su recompensa por información que condujera al arresto de Maduro a 50 millones de dólares. Mientras tanto, Trump indultó a Juan Orlando Hernández, el expresidente de derechas de Honduras, condenado por narcotráfico.

Trump declaró recientemente a Politico que Maduro tenía los días contados. Cuando se le preguntó si ordenaría una invasión a Venezuela, Trump respondió: “No voy a decir nada ni en un sentido ni en otro”, antes de lanzarse a una divagación confusa que derivó en insultos sobre el coeficiente intelectual del expresidente Joe Biden, una diatriba sobre Politico y, en respuesta a una pregunta posterior sobre sus objetivos con respecto a Venezuela, sep uso a hablar de su propiedad del Doral Country Club en Miami, Florida.

Foto de portada: Un petrolero químico con bandera venezolana espera ser cargado con crudo en el Lago de Maracaibo, Venezuela, el 9 de mayo de 2025. (Federico Parra/AFP vía Getty Images)

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