Haim Bresheeth-Žabner, The Palestine Chronicle, 13 diciembre 2025
Traducido del inglés por Sinfo Fernández

Haim Bresheeth-Žabner es profesor investigador asociado en la Universidad SOAS de Londres y autor de An Army Like No Other: How the IDF Made A Nation (Un ejército sin igual: cómo las [autodenominadas] Fuerzas de Defensa de Israel crearon una nación), Verso 2020.
Es probable que tres películas centradas en la continua y brutal ocupación y sometimiento de Palestina sean incluidas en las distintas categorías de los Premios de la Academia de Los Ángeles de este año, más conocidos como los Óscar.
Una de ellas es Palestine 36, una representación ficticia de los tres años de intifada contra los británicos y los sionistas en Palestina, de Annmarie Jacir, como candidata oficial de Palestina. La segunda es All That’s Left of You, candidata de Jordania, dirigida por Cherien Dabis, y la tercera, de la directora tunecina Kaouther Ben Hania, es The Voice of Hind Rajab (La voz de Hind Rajab).
Es posible que una o varias de estas películas ganen premios en la gala del 15 de marzo, obteniendo así los galardones más codiciados que ofrece la industria cinematográfica mundial. Pero, incluso si ganan los premios más importantes de Mejor Documental Extranjero o Mejor Película Extranjera, es poco probable que el público occidental pueda ver estas increíbles películas. Ninguna de las tres películas ha sido adquirida por distribuidoras estadounidenses para su proyección en cines. (*)
Aunque las tres películas son excelentes creaciones y merecen un análisis detallado, me centraré aquí en una sola para hacer justicia a sus cualidades, pero también por el explosivo mensaje que se esconde a plena vista en la película La voz de Hind Rajab.
La voz de Hind Rajab
El núcleo de la película es Hind Rajab, una niña palestina de seis años que, junto con otros seis miembros de su familia, quedó atrapada en un coche en Gaza el 29 de enero de 2024. Durante la terrible experiencia, Hind llamó por teléfono a su tío en Alemania y a sus padres en Gaza, tratando de salvar a las personas que se encontraban en el coche. Un tanque Merkava israelí aparcado a poca distancia del coche mató a los demás miembros de la familia mientras se desarrollaban las conversaciones telefónicas, dejando a Hind como única superviviente.
Las conversaciones telefónicas con Hind y sus familiares, así como con el centro de rescate de la Media Luna Roja Palestina (MLRP) en Ramala, se prolongaron durante muchas horas, hasta bien entrada la noche. Una ambulancia enviada al lugar, gracias a la «coordinación» con el COGAT israelí, la oficina del ejército que negocia los permisos para el rescate, fue destruida por el tanque junto al coche en el que Hind pedía ayuda. Poco después de la destrucción de la ambulancia y quienes la integraban, Hind Rajab guardó silencio. Fue asesinada por el equipo del tanque.
Los periodistas palestinos tardaron 12 días en llegar al lugar, al que era imposible acercarse antes debido al bombardeo y la artillería israelíes, y al fuego de los tanques. Encontraron a los siete miembros de la familia muertos en el coche, asesinados por el fuego de los tanques. El coche había sido alcanzado por 335 disparos de las ametralladoras pesadas del tanque. Hind murió alcanzada por más de 30 disparos.
La película utilizó el sonido grabado en la oficina de MLRP en Ramala, que conservaba todas las conversaciones de Hind. Las grabaciones también incluyen a su prima Layan, que comenzó la llamada telefónica suplicando, pero fue asesinada poco después, cuando todos los demás miembros de su familia habían sido asesinados a tiros. Ambos hablaron con su tío en Alemania y con la madre de Hind en Tel Al-Hawa, a poca distancia del lugar de los hechos.
Estas desgarradoras grabaciones constituyen el núcleo documental de la película, que por lo demás se centra en la reconstrucción de la escena en la oficina de la MLRP en Ramala y en los desesperados esfuerzos de su personal por salvar la vida de Hind. El centro de la MLRP es una estructura diáfana, totalmente acristalada, con ordenadores impecables y la última tecnología, lo que contrasta enormemente con la escena de destrucción en Gaza.
Los trabajadores de la MLRP no pudieron ver a la pequeña Hind, pero sus conversaciones con ella conservan el terror íntimo y espeluznante de los palestinos en Gaza con todo su horroroso detalle. Hind fue testigo del asesinato de sus familiares por parte de los tanquistas y los describe como «dormidos», incapaces de hablar. Entre sus muchas súplicas de «¡Tengo mucho miedo! ¡Venid a buscarme!», que grita y susurra alternativamente, aterrorizada como está por los ocupantes del tanque.
Hind menciona que todos sus familiares están ensangrentados y, de vez en cuando, se confiesa a sí misma que están muertos. Los miembros del equipo de la MLRP en Ramala oyen los frecuentes disparos de los tanques, incluido el aterrador momento en el que, tras muchas horas, la ambulancia llega al lugar y es alcanzada por un único proyectil antitanque, que mata a sus ocupantes y convierte el vehículo en una monstruosa escena de metal retorcido y carnicería, con los dos paramédicos convertidos en carne picada.
Hind oye el disparo y comprende su significado: la misión de rescate prometida desde hacía tiempo, casi imposible de organizar, para salvarla ha fracasado finalmente, los rescatadores están muertos, como cientos antes que ellos, y la niña, sola en la oscuridad, será asesinada por la sádica tripulación del tanque. Para entonces, el equipo de la MLRP estaba destrozado y más allá de la desesperación. No habían conseguido salvar a una sola niña y dos paramédicos habían sido asesinados en el vano intento. Los genocidas habían vuelto a ganar.
La violencia sádica del sionismo
El drama en el centro de rescate de la MLRP es un microcosmos de la acción genocida de Israel: un momento único e icónico, a través de la vida que se apaga de una niña pequeña, de las penurias de los palestinos en Gaza y el resto de Palestina. Un breve momento de esperanza destrozado ante la monstruosidad más aterradora de nuestra época: el ejército brutal y sádico del Estado sionista.
Es un cameo de la vida y la muerte palestinas: su resistencia, tenacidad, fragilidad, sentido comunitario y esperanza frente a la terrible injusticia y el final aparentemente inevitable, frente a la ayuda prometida, que es asesinada en sí misma.
Cada palestino en Gaza vive los momentos de Hind Rajab, su miedo, su soledad, sus esperanzas que suben y bajan, su reconocimiento de la brutalidad inhumana, el terror ciego al que está expuesta y las voces lejanas de su pueblo, capaces de calmarla por un momento, hablando del mar, las flores, la luz del sol y compartiendo con ella versículos del Corán sobre la misericordia de Dios. Pero este Dios es en realidad Godot: nunca llega, y ella morirá sola en la oscuridad, su sangre mezclándose con la de su prima Layan. La sangre palestina no cuenta.
Los cuatro personajes principales de la MLRP representan las opciones a las que se enfrenta cada palestino. Saja Kilani, en el papel de Rana Hassan Faqih, es la joven y cansada, pero firme, trabajadora de rescate, incapaz de ver a sus protegidos, pero que atesora sus voces, comprometida a salvarlos y, si eso no es posible, a darles algunos momentos de gracia antes de la inevitable muerte a manos de los asesinos del ejército de ocupación.
Rana es esperanza y sumud (firmeza): sabe que fracasará en la mayoría de sus casos, pero necesita perseverar y mantenerse firme. Su comprensión de la desesperanza ante la eficiencia inhumana y la crueldad de la máquina de matar israelí la silencia en un momento dado, haciéndole imposible seguir alimentando la vana esperanza de la niña al otro lado de la línea. El miedo paralizante de Hind, atrapada en la sangrienta escena, es contagioso, y Rana se ve a sí misma como esa niña, incapaz de ayudar o de dar esperanza.
Su fiel compañero de trabajo, Motaz Malhis en el papel de Omar A. Alqam, es un joven con menos experiencia, pero totalmente comprometido que, gracias a su profunda empatía con Hind, se ve impulsado a alcanzar grandes cotas de energía y acción, luchando contra el conservadurismo del experimentado líder del centro, Amer Hlehel en el papel de Mahdi M. Aljamal. Amer ya había perdido a los mejores equipos de Gaza: su intrépida acción y su compromiso no pudieron protegerlos de la precisión decisiva y despiadada de los ataques sistemáticos contra los trabajadores sanitarios de Gaza.
Al matar a una persona, sólo matan a un individuo; al matar a un médico o a un paramédico, matan a cientos, si no a miles, que mueren mientras esperan una ayuda que nunca llega.
Si Omar representa la resistencia a la ocupación y su barbarie, alguien que asume riesgos porque no actuar no es una opción, Mahdi es el líder fatigado, experimentado y protector, que esconde su luz bajo el celemín, esperando el momento en que pueda ser utilizada. Conoce las diabólicas invenciones de la ocupación nazificada israelí —COGAT—, que está ahí para retrasar, detener e imposibilitar cualquier misión de rescate. Se trata de un organismo que Israel ha perfeccionado para los medios de comunicación internacionales y las investigaciones de la ONU: una oficina para negociar rescates, cuyo proceso está claramente diseñado para bloquear cualquier ayuda que llegue a los heridos y moribundos, no sólo en Gaza, sino en cualquier lugar de Palestina.
Mahdi es la personificación cinematográfica del gran sector de ONG palestinas de Cisjordania, bajo el control y las sanciones constantes de Israel, que intentan salvar lo poco que a veces es posible. Estas organizaciones están atrapadas entre Israel y la Autoridad Palestina, y su margen de negociación es inexistente, ya que se ven obligadas a aceptar los dictados y las artimañas israelíes. Tanto Omar como Mahdi son conscientes de ello, pero difieren en su reacción ante esta realidad de sumisión: mientras que Mahdi lo acepta como el marco que define sus acciones, el joven Omar se alinea con la resistencia a la ocupación, sabiendo que no hay nada que ganar aceptando las directrices israelíes.
Para Omar, la realidad es la oposición a las fuerzas de ocupación, con un compromiso total con los palestinos bajo ocupación y genocidio. Esta diferencia crucial provoca una serie de discusiones explosivas entre Omar y Mahdi, aunque ambos saben que las posibilidades de salvar a la pequeña Hind son inexistentes.
La cuarta integrante del equipo es Nasrin Jeries Qawas, interpretada por Clara Khouri, de Haifa. En muchos sentidos, Nasrin es el corazón de la operación: la especialista en salud mental que ofrece apoyo al equipo y, cuando es posible, a las personas cuyas vidas intentan salvar. Su estrategia de supervivencia es la empatía, el apoyo y vivir para actuar otro día y en otro caso, otra versión del sumud.
Un claro ejemplo de la determinación palestina
Todos los espectadores vienen preparados: conocen el resultado del esfuerzo del equipo. Su ira por este resultado los ha llevado al cine, lo que en sí mismo es un acto de resistencia política contra Israel. La mayoría de los espectadores desconfían de cualquier negociación con los israelíes y el COGAT: negociaciones indirectas diseñadas para fracasar, en las que la Media Luna Roja Palestina habla con la Cruz Roja, que a su vez habla directamente con el COGAT.
El hecho de que estas «negociaciones» se desarrollen en un contexto en el que se ataca a cientos de trabajadores sanitarios garantiza la influencia tóxica que tienen en todos los trabajadores de rescate palestinos, lo que produce una ira extrema y una depresión destructiva; la mayoría de los esfuerzos por salvar vidas están condenados al fracaso.
El caso de Hind Rajab es un claro ejemplo del método israelí para quebrantar la determinación palestina; tras muchas horas de confusión y negativa a dar «luz verde» a la ambulancia, se le permite entrar para que los médicos puedan ser asesinados, poco antes de que Hind sea asesinada por decenas de balas. Una parte crucial del genocidio es la guerra psicológica que Israel está librando contra todos los palestinos, y sus resultados son divisivos, deprimentes y tóxicos.
Es necesario comprender al enemigo colonial para poder derrotarlo. Aunque ningún israelí pronuncia una sola palabra en toda la película y los genocidas permanecen invisibles, el método de su locura es bastante evidente. La película nos habla de Palestina a través de la trágica vida y muerte de la pequeña Hind, preguntándose por qué no llega ninguna ayuda para sacarla del peligro. ¿No es acaso el papel de los adultos proteger a los niños? Hind muere sumida en una gran confusión y miedo. No logra comprender el mundo que la ha traicionado.
El ejemplo de Hind
Lo mismo ocurre con todos los palestinos y con la mayor parte de la humanidad. Hind es la niña que todos llevamos dentro, que intenta descifrar el genocidio y, al no conseguirlo, sigue preguntando, mes tras mes, año tras año, década tras década, ¿por qué nadie viene a ayudarnos? ¿No hay nadie que pueda detener esta pesadilla? ¿No queda ningún ser humano en la Tierra?
La pequeña Hind que todos llevamos dentro exige respuestas. Hind es Palestina: cansada, enfadada, confundida, deprimida, decidida, dispuesta a resistir y luchar, pero profundamente conmocionada: ¿Dónde están los adultos que nos salvarán del tanque del sionismo colonial?
Por eso no se encuentra distribuidor para esta película, ni para las demás, en el imperio en decadencia, que alimenta y protege el primer gran genocidio llevado a cabo por personas que fingen ser judías. Puede que no sea el último.
Así, a los millones de personas que pagan por el genocidio que tiene lugar a miles de kilómetros de sus hogares no se les permite saber qué se está haciendo exactamente en su nombre, para que no actúen para detenerlo. Que esto esté ocurriendo en el siglo XXI es contrario a la intuición e increíble, profundamente repugnante.
N. de la T.: (*) En España se estrenó el pasado 28 de noviembre.
Foto de portada: Hind Rajab, de 6 años, fue encontrada muerta después de que los tanques de la ocupación israelí rodearan el vehículo en el que viajaba con su familia (Redes sociales)