Giorgio Cafiero, The New Arab, 23 diciembre 2025
Traducido del inglés por Sinfo Fernández

Giorgio Cafiero es consejero delegado de Gulf State Analytics. X: @GiorgioCafiero
A menos de unos días para el nuevo año, hay una serie de tendencias geopolíticas y de seguridad que requieren una atención especial. Desde la posible reanudación de la guerra entre Israel e Irán hasta la evolución de la dinámica en múltiples puntos conflictivos, hay una serie de variables sin resolver que marcarán la trayectoria de Oriente Medio en 2026.
En el nuevo año, Israel tratará de seguir ascendiendo como fuerza hegemónica indiscutible en Oriente Medio. La forma en que Tel Aviv se enfrente a la República Islámica, incluyendo lo que queda del «Eje de la Resistencia», y despliegue su poderío militar para configurar la realidad sobre el terreno en la Siria post-Asad, tendrá un impacto significativo en la región.
Israel e Irán: la frágil tregua
Un acontecimiento clave a seguir es el alto el fuego negociado por Estados Unidos entre Israel e Irán, que puso fin a la guerra de doce días de junio de 2025.
Aunque la tregua se ha mantenido en gran medida durante el último medio año, persiste la preocupación de que pueda romperse en los próximos meses. Lo más destacable es que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se reunirá con el presidente estadounidense, Donald Trump, en Florida el 29 de diciembre, donde se espera que presione para que se reanuden las hostilidades.
La percibida amenaza nuclear iraní ha desaparecido en gran medida del núcleo de los argumentos neoconservadores israelíes y estadounidenses para atacar Irán, y ahora la atención se centra casi exclusivamente en la capacidad de misiles de que dispone Teherán.
El 20 de diciembre, el jefe del Estado Mayor del Ejército israelí, el teniente general Eyal Zamir, habría comunicado al almirante Brad Cooper, jefe del Mando Central de Estados Unidos, que Tel Aviv está profundamente preocupado por un reciente ejercicio con misiles llevado a cabo por el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, insistiendo en que podría encubrir los preparativos para un ataque sorpresa.
El Dr. Hussein Ibish, destacado investigador residente del Instituto de los Estados Árabes del Golfo, calificó esta tregua de «increíblemente débil» y declaró a The New Arab que «los israelíes están ansiosos por reanudar su campaña de bombardeos contra Irán, y es posible que lo intenten muy pronto, quizá en la primera mitad de 2026».
El estado de ánimo dentro de Israel y la actitud general del público hacia Irán son importantes. El Dr. Thomas Juneau, profesor de la Escuela de Posgrado de Asuntos Públicos e Internacionales de la Universidad de Ottawa, cree que el Gobierno de Netanyahu se verá sometido a «presiones internas en Israel en 2026 para aprovechar esta oportunidad de debilitar aún más a Irán» tras la guerra de los doce días que permitió a Israel infligir daños masivos dentro de Irán.
La cuestión crucial es si la Casa Blanca aceptará la presión de Netanyahu para reavivar el conflicto. Sin embargo, como observa el Dr. Juneau, el carácter «altamente impredecible» de Trump hace que sea extremadamente difícil anticipar si frenará o animará a los líderes israelíes en lo que respecta a Irán.
El Dr. Gökhan Ereli, coordinador de Estudios del Golfo en ORSAM (un grupo de expertos con sede en Ankara), destacó el papel fundamental de Washington a la hora de lograr un alto el fuego entre Israel e Irán que, al menos, puso fin a la guerra de doce días.
Sin embargo, también destacó que los factores fundamentales que alimentan la hostilidad entre Tel Aviv y Teherán siguen vigentes, lo que debería inquietar a los observadores ante la posibilidad de que el conflicto se reanude el año que viene.
«Aunque el alto el fuego ‘prosigue’ después de seis o siete meses, las causas fundamentales de la tensión entre Israel e Irán no parecen lo suficientemente sencillas como para ser resueltas por la intervención militar y política de Estados Unidos», declaró a The New Arab.
«Por lo tanto, se puede argumentar que el alto el fuego de Estados Unidos ha congelado este conflicto… pero no lo ha resuelto por completo, y que este conflicto continuará en el ámbito económico, político y quizás militar a lo largo de 2026».

Con el historial que tiene Israel a la hora de socavar los alto el fuego y la diplomacia, hay motivos suficientes para esperar que las operaciones militares se reanuden en Gaza si reciben la aprobación de Washington. [Getty]
Gaza: un «alto el fuego» frágil y una incertidumbre persistente
Es muy poco probable que en 2026 los palestinos logren un Estado independiente y soberano libre de la ocupación israelí.
Sin embargo, una cuestión fundamental para el año que viene es si la «iniciativa de paz» de Trump va a avanzar mientras se mantenga el alto el fuego de octubre de 2025 —aunque sea de forma precaria, en medio de las continuas violaciones israelíes— o si la tregua se romperá por completo y dará paso a la reanudación de la campaña militar genocida de Israel contra el enclave.
Dado el historial de Israel a la hora de socavar los altos el fuego y la diplomacia, como se vio en Gaza en marzo de 2025, hay motivos suficientes para esperar que las operaciones militares se reanuden si reciben la aprobación de Washington.
Desde que entró en vigor el alto el fuego en Gaza el 10 de octubre, las fuerzas israelíes han llevado a cabo, según se informa, más de 730 violaciones, incluidos ataques aéreos y de artillería, así como disparos directos que han causado la muerte de más de 400 palestinos.
Las conversaciones de Miami del 19 de diciembre, que reunieron a representantes de Estados Unidos, Egipto, Qatar y Turquía, concluyeron con una declaración conjunta en la que se instaba a todas las partes a respetar el alto el fuego. Sin embargo, sin consecuencias para futuras violaciones israelíes, hay pocos motivos para esperar que Tel Aviv actúe con moderación.
La pregunta apremiante sigue siendo si Israel tratará de socavar gradualmente la tregua mediante una serie constante de operaciones limitadas o si romperá unilateralmente la tregua y reanudará una campaña militar a gran escala, como hizo con el anterior alto el fuego de Gaza del 18 de marzo.
El Dr. Juneau se mostró «muy pesimista» sobre la situación general en Gaza. «Israel no muestra ninguna inclinación a seguir retirándose, es poco probable que Hamás se desarme y es improbable que otros pilares del plan de paz de Trump, en particular la fuerza internacional de estabilización, lleguen a buen término», declaró a The New Arab.
El reto de Siria tras Asad: relativa estabilidad en medio de la fragilidad
Ahora que Siria entra en su segundo año de la era post-Asad, los primeros meses de 2026 revelarán hasta qué punto el Gobierno del presidente Ahmed Al-Shara puede implantar la estabilidad bajo un sistema unitario.
Una serie de retos podrían socavar el éxito de la transición, entre ellos la agresión israelí, el resurgimiento del Estado Islámico (EI) y el aumento de las tensiones entre las comunidades minoritarias y las autoridades dominadas por Hayat Tahrir al-Sham en Damasco.
«Será esencial la capacidad del nuevo Gobierno sirio para reunificar el país en un Estado estable, centralizado y próspero, en lugar de fallido. Si Israel se sale con la suya y Siria sigue sumida en el caos y la fragmentación, es casi seguro que surgirán fuerzas altamente desestabilizadoras», observó el Dr. Ibish.

Ahora que Siria entra en su segundo año de la era post-Asad, una serie de retos podrían socavar el éxito de la transición, entre ellos la agresión israelí y el aumento de las tensiones entre las comunidades minoritarias y Damasco. [Getty]
«Sin embargo, hasta ahora, el historial del nuevo Gobierno, aunque modesto, es más tranquilizador que lo contrario».
Las perspectivas de estabilidad de Siria en 2026 y más allá dependerán en gran medida del apoyo de los Estados del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), Turquía y los países europeos.
Desde la caída del antiguo régimen, las rivalidades dentro del CCG y entre Turquía y ciertos Estados árabes no han socavado a Siria, y en el año siguiente a la destitución de Asad, las capitales del Golfo y Ankara se han alineado en gran medida en sus esfuerzos por evitar el colapso del Estado.
Trabajando de forma concertada, presionaron con éxito a la Casa Blanca para que levantara las sanciones estadounidenses sobre Siria, en contra de los intereses israelíes. No obstante, el año que viene será fundamental vigilar la dinámica emergente, ya que la renovada competencia entre los Estados del Golfo o entre Turquía y las capitales árabes podría remodelar estas relaciones.
«La victoria de Arabia Saudí sobre Israel al convencer a Estados Unidos de que aceptara la nueva Siria fue un triunfo notable de la diplomacia árabe. Y la Administración Trump había estado tratando de retirar las fuerzas estadounidenses del país. El ataque del ISIS que mató a varios estadounidenses en Siria podría revertir esa tendencia, pero, en muchos sentidos, la política de Donald Trump hacia Siria es su política exterior de mayor impacto porque, casi con toda seguridad, un presidente del Partido Demócrata no la habría adoptado», declaró el Dr. Ibish a The New Arab.
«Por tanto, creo que es probable que mantenga las tropas estadounidenses en Siria y, con una posible entente turco-saudí para reconstruir una Siria centralizada que sea estable y viable, las perspectivas son realmente bastante buenas», añadió.
La rivalidad entre los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí: mucho en juego en Sudán y Yemen
Es probable que la competencia entre los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Arabia Saudí por el liderazgo regional se intensifique en 2026, y los acontecimientos en Sudán y el sur de Yemen se perfilan como escenarios clave a tener en cuenta.
Con la atención mundial centrada en Sudán tras las masacres perpetradas por las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) en El-Fasher a finales de octubre, Abu Dabi se enfrenta a un mayor escrutinio por parte de Occidente por su apoyo al grupo paramilitar.
Por el contrario, Arabia Saudí ha adoptado una postura más favorable hacia las Fuerzas Armadas Sudanesas (FAS), lo que ha enfrentado a las dos monarquías árabes del Golfo en un conflicto que estalló en abril de 2023.
Entre las motivaciones de los EAU para armar a las FAR se encuentra el deseo de afirmar una política exterior cada vez más autónoma en el Mar Rojo y el Cuerno de África, lo que pone de relieve la búsqueda de intereses independientes de Riad y otras capitales árabes por parte de Abu Dabi. Otros factores adicionales son las consideraciones económicas y los imperativos ideológicos de la agenda anti Hermanos Musulmanes de los EAU.
Sin embargo, la agenda Visión 2030 de Arabia Saudí está indisolublemente ligada a la estabilidad a lo largo del mar Rojo, donde ya se están materializando importantes inversiones turísticas. Por lo tanto, el conflicto en curso en Sudán y el riesgo de una mayor escalada pesan mucho sobre los responsables de la toma de decisiones saudíes.
En este contexto, los funcionarios de Riad consideran que una institución militar nacional como las Fuerzas Armadas Sudanesas es mucho más preferible que una milicia como las Fuerzas de Apoyo Rápido, a las que consideran impredecibles, institucionalmente débiles y carentes de legitimidad política. En última instancia, los responsables políticos saudíes buscan una autoridad gubernamental coherente en Jartum, capaz de mantener el orden y asegurar los puertos del mar Rojo. Estas son responsabilidades que Riad no cree que las Fuerzas de Apoyo Rápido puedan cumplir.
Mientras continúe la guerra en Sudán, la escalada de la competencia entre Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos en un país fragmentado podría tener repercusiones geopolíticas desmesuradas, que afectarían profundamente a las relaciones entre las dos potencias del Golfo.
Los recientes acontecimientos en el sur y el este de Yemen, donde el Consejo de Transición del Sur (CTS), respaldado por los Emiratos Árabes Unidos, ha tomado el control de casi todo el territorio que no está bajo el control de los hutíes, desempeñarán un papel fundamental en la competencia por la influencia entre Abu Dabi y Riad.
Tras años abogando por un Yemen unificado, Arabia Saudí considera ahora que los recientes avances del CTS hacen cada vez más probable el retorno a una división entre el norte y el sur.

La toma por parte del Consejo de Transición del Sur, respaldado por los EAU, de casi todo el territorio fuera del control hutí desempeñará un papel fundamental en la competencia por la influencia con Arabia Saudí. [Getty]
Si se diera este escenario, el norte de Yemen podría consolidarse bajo el protoestado hutí respaldado por Irán, con capital en Saná, mientras que el sur se uniría en torno a una entidad respaldada por los EAU con sede en Adén, dejando de lado a Riad. Con su influencia cada vez más limitada y sus opciones restringidas, Arabia Saudí podría verse finalmente obligada a aceptar un gobierno del CTS respaldado por los EAU en el sur.
Aunque la situación sigue siendo inestable y la capacidad del CTS para consolidar estos avances es incierta, es probable que en 2026 Yemen se convierta cada vez más en un escenario de rivalidades dentro del CCG, en particular entre los EAU y Arabia Saudí.
En cualquier caso, los analistas advierten que, dados los recientes acontecimientos en Sudán y Yemen, es probable que 2026 plantee importantes retos para las relaciones entre los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí.
«En la actualidad, debido a la escalada de la situación en Yemen y, especialmente, en Sudán, es probable que se produzca un deterioro masivo de las relaciones entre Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos», declaró a The New Arab Wolfgang Pusztai, asesor principal del Instituto Austriaco de Política Europea y de Seguridad.
Cuando se le preguntó por el escenario de crisis más probable que podría desarrollarse en Oriente Medio en 2026, respondió que «un empeoramiento significativo de las relaciones entre Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos».
Como señaló Pusztai, «la Administración Trump intentará sin duda evitarlo, ya que ambos son aliados importantes, pero los medios disponibles son limitados».
¿Qué podría acontecer después?
Al comenzar 2026, Oriente Medio se enfrenta a un año definido menos por la certeza que por el precario equilibrio entre ambiciones contrapuestas, conflictos sin resolver y alianzas frágiles.
El débil alto el fuego entre Israel e Irán, el temor a que la campaña genocida de Israel se reanude a toda velocidad en Gaza y los retos a los que se enfrenta la Siria post-Asad ponen de relieve la rapidez con la que pueden cambiar las dinámicas regionales, con consecuencias que repercuten en toda la región y mucho más allá de ella.
Al mismo tiempo, la intensificación de la rivalidad entre Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos en Sudán y Yemen pone de relieve cómo la competencia dentro del CCG podría remodelar el panorama político y estratégico de la región, especialmente a lo largo del mar Rojo y en el Cuerno de África.
En este contexto, las potencias externas, entre ellas Estados Unidos, los actores europeos y Turquía, siguen desempeñando un papel fundamental, pero su capacidad para estabilizar los resultados dista mucho de estar garantizada.
En última instancia, 2026 pondrá a prueba la resiliencia de las alianzas existentes, la eficacia de la diplomacia y la capacidad de los actores regionales para navegar por un entorno volátil sin sumirse en un nuevo conflicto