Human Rights Watch, 5 noviembre 2023
Traducido del inglés por Sinfo Fernández
Las fuerzas gubernamentales sirias utilizaron municiones de racimo, ampliamente prohibidas, en un ataque contra Termanin, una ciudad en el norte de Idlib, el 6 de octubre de 2023, matando a dos civiles e hiriendo a otros nueve, señaló hoy Human Rights Watch. Al día siguiente, un niño de 9 años recogió una munición que no había detonado al impactar durante el ataque. Explotó, hiriéndolo a él y a otras dos personas.
Este ataque formaba parte de una campaña militar más amplia de las fuerzas sirias y rusas en el noroeste de Siria, en manos de la oposición, que comenzó el 5 de octubre y, hasta el 27 de octubre, había afectado a más de «2.300 localidades» en Idlib y Alepo occidental. Según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA, por sus siglas en inglés), al menos 70 personas han muerto, entre ellas tres trabajadores humanitarios, 14 mujeres y 27 niños, otras 338 han resultado heridas y 120.000 han sido desplazadas.
“El uso de municiones de racimo por parte de las fuerzas gubernamentales sirias durante sus bombardeos contra zonas controladas por la oposición demuestra lo trágicamente indiscriminadas que son estas armas y su devastador legado de daños duraderos», señaló Adam Coogle, director adjunto para Oriente Medio de Human Rights Watch. «En medio de los continuos bombardeos de las fuerzas sirias y rusas, los niños de Idlib vuelven a ser víctimas de acciones militares insensibles e ilegales.»
Los ataques, que en algunos casos implicaron el uso de armas incendiarias, también dañaron servicios e infraestructuras fundamentales, incluidos 23 centros de salud y hospitales y 17 escuelas, según la ONU. El 30 de octubre, la Defensa Civil Siria, un grupo voluntario de búsqueda y rescate que opera en zonas controladas por la oposición, informó de que los ataques aéreos y los bombardeos de artillería seguían causando daños en zonas residenciales, escuelas y centros de salud de toda la región. Un ataque aéreo del 24 de octubre alcanzó un campamento de desplazados cerca de la aldea de al-Hamama, en la zona occidental de la gobernación de Idlib, y mató a cinco miembros de una misma familia, entre ellos una mujer embarazada, dos bebés y su abuela de 70 años.

Devastación en un campo de desplazados cerca de la localidad de Al-Hamamah, en la campiña occidental de Idlib, tras un ataque aéreo de la alianza militar sirio-rusa que golpeó el campo el 24 de octubre de 2023, matando a cinco miembros de una misma familia, entre ellos una mujer embarazada, dos bebés y su abuela de 70 años. © 2023 Ali Haj Suleiman
«Estamos siendo testigos de la mayor escalada de hostilidades en Siria en cuatro años», declaró Paulo Pinheiro, jefe de la Comisión de Investigación de la ONU sobre Siria, ante la Asamblea General de la ONU el 24 de octubre. «Una vez más parece haber un desprecio total por la vida de los civiles en lo que a menudo son represalias de ojo por ojo».
Esta última escalada de las fuerzas gubernamentales sirias se produce en represalia por un mortífero ataque con drones contra una academia militar de Homs el 5 de octubre. El ataque tuvo lugar durante una ceremonia de graduación de cadetes y causó la muerte de al menos 120 personas, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, organización que vigila el conflicto sirio. Al parecer, entre los muertos había mujeres y niños. Todas las partes en conflicto deben tomar todas las precauciones posibles en la conducción de operaciones militares para evitar, y en todo caso minimizar, la pérdida de vidas civiles y las lesiones a civiles.
Aunque ningún grupo ha reivindicado aún la autoría del atentado, el Ministerio de Defensa sirio afirmó en un comunicado que los responsables eran «grupos terroristas armados», sin identificar a ningún grupo. Prometió responder «con toda la fuerza y determinación» y advirtió de que quienes planearon y ejecutaron el atentado «lo pagarán caro».
A continuación, las fuerzas gubernamentales sirias intensificaron los ataques en toda la gobernación de Idlib, que está en gran parte bajo control del grupo armado antigubernamental Hayat Tahrir al Sham, y acoge a unos tres millones de personas, la mitad de ellas procedentes de otros lugares de Siria desde el inicio del conflicto.
El 12 de octubre, la agencia estatal de noticias siria, SANA, citó a una fuente militar siria que afirmaba que el ejército sirio «seguirá persiguiendo y golpeando [a los «extremistas»] hasta limpiar el país de ellos». Los ataques contra Idlib duraron al menos hasta el 30 de octubre.
Human Rights Watch entrevistó a cinco residentes de Termanin, uno de los cuales perdió a un hermano en el ataque con munición de racimo, que, según dijo, tuvo lugar poco antes de las 11 de la noche del 6 de octubre. Los investigadores también hablaron con los primeros intervinientes de la Defensa Civil Siria y analizaron vídeos y fotografías tomadas justo después del ataque y en los días posteriores que se habían subido a plataformas de medios sociales o compartido directamente con los investigadores.
Human Rights Watch confirmó la autenticidad y la ubicación de un vídeo grabado en el centro de Termanin poco después del ataque, que la Defensa Civil Siria compartió en Internet. En el vídeo se ve a un hombre tendido en el suelo, con la ropa empapada en sangre. Miembros de la Defensa Civil Siria lo llevan a una ambulancia. Poco después, un segundo hombre más joven es llevado a la misma ambulancia.
La Defensa Civil Siria informó a Human Rights Watch de que el primer hombre, al que identificaron como Sami Bakro, murió al llegar al hospital. Defensa Civil Siria señaló que el bombardeo de esa noche causó la muerte de 5 civiles y heridas a al menos otros 31.
Desde el inicio del conflicto armado en Siria en 2012, Human Rights Watch ha documentado daños a civiles por el uso de municiones de racimo por parte del Gobierno sirio, incluido un ataque el 6 de noviembre de 2022 contra cuatro campos de desplazados internos en Idlib.
Las municiones de racimo se disparan desde tierra en cohetes, misiles y proyectiles o se lanzan desde aviones. Suelen dispersarse en el aire, esparciendo múltiples submuniciones o bombetas de forma indiscriminada sobre un área del tamaño de una manzana. Muchas de ellas no explotan tras el impacto inicial, dejando restos que pueden matar y mutilar, como las minas terrestres, durante años o incluso décadas, a menos que se limpien y destruyan.
La Convención sobre Municiones en Racimo de 2008, ratificada por 112 países y firmada por otros 12, prohíbe totalmente estas armas y exige la limpieza de las zonas contaminadas y la asistencia a las víctimas. Ni Siria ni Rusia son partes de aquella.
Las armas incendiarias están diseñadas para provocar incendios y pueden causar quemaduras insoportablemente dolorosas, a menudo hasta los huesos, e incendiar objetos, infraestructuras y cuerpos humanos, con consecuencias físicas y sociales duraderas y graves.
Desde 2011, Human Rights Watch también ha documentado cientos de ataques indiscriminados de las fuerzas militares sirio-rusas contra civiles e infraestructuras civiles críticas, incluso en Idlib y Alepo occidental. En el noroeste de Siria, en manos de la oposición, viven 4,5 millones de personas, de las cuales al menos la mitad han sido desplazadas al menos una vez desde el inicio del conflicto. Los civiles de estas zonas se encuentran atrapados, sin recursos para reubicarse, sin poder cruzar a Turquía y corriendo el riesgo de ser perseguidos si intentan trasladarse a zonas controladas por el gobierno. La mayoría depende de la ayuda humanitaria para satisfacer sus necesidades básicas.
La declaración del gobierno sirio amenazando con «perseguir y golpear [a los «extremistas»] hasta limpiar el país de ellos» es especialmente preocupante, dado su historial de llevar a cabo ataques ilegales e indiscriminados sin tener en cuenta la vida de los civiles», afirmó Coogle.
El ataque del 6 de octubre

Abdel Karim Bastin, de 49 años, herido en el ataque del pueblo de Termanin el 6 de octubre, se apoya en su hijo delante de su casa, Siria, 14 de octubre de 2023. Bastin perdió a su sobrino en el ataque. (Foto: Ali Haj Suleiman)
Dos residentes de Termanin declararon que los ataques comenzaron poco después de las nueve de la noche. «Estábamos todos sentados juntos en casa después de cenar, como haría cualquier familia, cuando nos sorprendió oír el sonido de explosiones en nuestra ciudad y en las proximidades», declaró Abdel Karim Bastin, de 49 años. Contó que su sobrino Anwar Bastin, de 21 años, murió poco después cuando una munición cayó a diez metros de ellos, en una plaza próxima a su casa, donde ambos se encontraban. «Nos tiramos al suelo y él me cogió de la mano mientras lo hacíamos», dijo.
Alrededor de las 22:50 horas, las cargas útiles de submuniciones de dos cohetes de munición de racimo Uragan de 220 mm de la serie 9M27K cayeron en dos bloques de viviendas a menos de un kilómetro de distancia en el centro de Termanin, informó Defensa Civil Siria. Human Rights Watch verificó y geolocalizó una fotografía que compartió de uno de los restos del Uragan incrustado en el suelo en una acera junto a una escuela de niños en Termanin.
En una publicación del 10 de octubre en su cuenta de Facebook, la escuela compartió imágenes de la Defensa Civil Siria en las que aparecía comprobando si había restos de municiones de racimo alrededor de las instalaciones de la escuela.
Las fotografías de los restos retirados tras el ataque por la Defensa Civil Siria muestran submuniciones de fragmentación 9N235 o 9N210 esparcidas por el suelo. Cada cohete Uragan de la serie 9M27K tiene un alcance de 10 a 35 kilómetros y contiene 30 submuniciones 9N235 o 30 9N210.
Poco después de que la primera cadena de explosiones resonara en Termanin, Taha Amouri, de 50 años, llevó a su familia a un descampado a las afueras de la ciudad para protegerlos de los ataques. Más tarde fue con su hermano Ahmed, de 35 años, de vuelta a la ciudad para ayudar a otros afectados por los bombardeos.
«Fue poco antes de las 11 de la noche [cuando lo dejé]», dijo Amouri, tras lo cual las bombas del ataque con municiones de racimo alcanzaron a Ahmed y a su cuñado poco después de que Amouri se marchara. Ahmed murió de sus heridas el 10 de octubre en un hospital turco, según confirmó Defensa Civil Siria el 11 de octubre. El 2 de noviembre, el cuñado de Ahmed seguía en coma con heridas graves.
Como temían nuevos bombardeos, Amouri dijo a Human Rights Watch que él y su familia optaron por permanecer a campo abierto, donde durmieron durante cuatro noches.
Un niño herido el 7 de octubre

Varias personas se reúnen en torno a una de los tres heridos del 7 de octubre de 2023, después de que un niño de nueve años recogiera una submunición sin estallar que detonó tras caer al suelo. El niño resultó gravemente herido, Termanin, Siria. © 2023 Defensa Civil de Siria
El 7 de octubre, Amun Ahmad Bakro, de 69 años, y su nieto de 9 se dirigían a casa del tío del niño después de comprar pan en Termanin. Sin ser consciente del peligro, el niño cogió un artefacto sin estallar y lo llevó a la casa, a una distancia aproximada de entre 1,5 y 2 kilómetros. A su llegada, el chico dejó caer involuntariamente la munición fuera de la casa, haciendo que explotara, hiriéndole a él, a su tío y a su tía, que se encontraban a una distancia de entre 10 y 15 metros. «Llevaba algo con lo que estaba jugando», dijo Mahmoud Hammad, tío del niño. «No tuve tiempo de reaccionar ni de registrar qué era lo que llevaba en las manos».
El niño resultó gravemente herido y desde el 2 de noviembre permanece ingresado en el hospital de Bab al Hawa, en el noroeste de Siria. Su tío tiene heridas en un brazo y una pierna, y su tía, en la cadera y el muslo.
Tras el ataque del 6 de octubre en Termanin, Muhammad Sami al-Muhammad, experto en explosivos de la Defensa Civil Siria, dijo a Human Rights Watch que habían retirado y destruido 9 submuniciones en Termanin. «Desgraciadamente, el niño cayó herido antes de que pudiéramos responder», dijo, señalando que los voluntarios del grupo se vieron inundados de peticiones de ayuda durante la intensificación de los bombardeos de la alianza militar sirio-rusa. Defensa Civil Siria lleva limpiando restos explosivos de guerra desde 2016.
Ataques con armas incendiarias
Human Rights Watch también ha encontrado pruebas de que las fuerzas gubernamentales sirias utilizaron armas incendiarias, concretamente cohetes incendiarios de la serie Grad disparados desde tierra. Human Rights Watch confirmó el uso de cohetes incendiarios Grad a partir de las imágenes distintivas tomadas por las víctimas y los socorristas de una sustancia incendiaria que caía del cielo, la identificación de los restos de los cohetes portadores y la identificación de las cápsulas únicas de forma hexagonal que contienen la sustancia incendiaria.
El 18 de octubre, un cohete incendiario cayó en una casa de Darat Izzah, matando a una niña de 13 años, Mariam al-Helu, e hiriendo a su hermana de 11 años, que sufrió quemaduras en un brazo, una pierna y la espalda. Otros ataques con cohetes incendiarios Grad contra las localidades de Darat Izzah, al-Atarib, Jisr-al-Shughur y al-Abzimo, los días 6, 7 y 8 de octubre, no causaron víctimas mortales, según Defensa Civil Siria. En un ataque contra el pueblo de al-Abzimo, tres civiles resultaron con heridas, aunque ninguna de ellas incluía quemaduras.
Foto de portada: Restos de una sección de carga de uno de los dos cohetes de munición de racimo de 220 mm de la serie 9M27K Uragan incrustados en el suelo tras esparcir su carga de submuniciones explosivas en una acera junto a una escuela de niños en la ciudad de Termanin, Siria, 6 de octubre de 2023. (Defensa Civil Siria)