¿Podrá navegar la Flotilla de la Libertad hacia Gaza?

Medea Benjamin, CounterPunch.org, 23 abril 2024

Traducido del inglés por Sinfo Fernández


Medea Benjamin es cofundadora del grupo pacifista CODEPINK y de la organización de derechos humanos Global Exchange. Twitter en: @MedeaBenjamin.

La formación en no violencia para unirnos a los barcos de la Coalición de la Flotilla de la Libertad a Gaza ha sido intensa. Mientras cientos de personas de 32 países nos reuníamos en Estambul, se nos informaba de lo que podríamos encontrarnos en este viaje. «Tenemos que estar preparados para todas las posibilidades», insistían nuestros formadores.

El mejor escenario posible, dijeron, es que nuestros tres barcos -uno con 5.500 toneladas de ayuda humanitaria y dos con los pasajeros- lleguen a Gaza y cumplan nuestra misión. Otro escenario sería que el gobierno turco cediera a la presión de Israel, Estados Unidos y Alemania, e impidiera que los barcos salieran siquiera de Estambul. Esto ya ocurrió en 2011, cuando el gobierno griego cedió a las presiones y diez barcos quedaron bloqueados en Grecia. Con los barcos atracados hoy en Estambul, tememos que el presidente turco Erdogan, que recientemente sufrió un duro revés en las elecciones locales, pueda ser vulnerable a cualquier chantaje económico con el que puedan amenazar las potencias occidentales.

Otra posibilidad es que los barcos zarpen pero los israelíes nos secuestren ilegalmente en aguas internacionales, confisquen nuestros barcos y provisiones, nos detengan y encarcelen, y finalmente nos deporten.

Esto ha ocurrido en otros viajes a Gaza, uno de ellos con consecuencias mortales. En 2010, una flotilla de seis barcos fue detenida por el ejército israelí en aguas internacionales. Abordaron el barco más grande, el Mavi Marmara. Según un informe de la ONU, los israelíes abrieron fuego con munición real desde un helicóptero que sobrevolaba el barco y desde lanchas patrulleras situadas junto a él. En un espantoso despliegue de fuerza, murieron nueve pasajeros, y uno más sucumbió más tarde a sus heridas.

Para tratar de evitar otra pesadilla como aquella, los posibles pasajeros de esta flotilla tienen que someterse a un riguroso entrenamiento. Vimos un vídeo de lo que podríamos encontrarnos -desde gas lacrimógeno extremadamente potente hasta granadas de conmoción que hacen estallar los oídos- y nos dijeron que los comandos israelíes irán armados con armas con munición real. A continuación, nos dividimos en pequeños grupos para debatir cuál sería la mejor forma de reaccionar, sin violencia, ante un ataque de este tipo. ¿Nos sentamos, nos levantamos o nos tumbamos? ¿Nos enlazamos? ¿Ponemos las manos en alto para mostrar que estamos desarmados?

La parte más aterradora de la formación fue un simulacro repleto de estampidos ensordecedores de disparos y explosiones de granadas de percusión y soldados enmascarados que nos gritaban, nos golpeaban con rifles simulados, nos arrastraban por el suelo y nos detenían. Fue realmente aleccionador vislumbrar lo que podría esperarnos. Igualmente aleccionadores son los informes de los medios de comunicación israelíes que indican que el ejército israelí ha comenzado los «preparativos de seguridad», incluidos los referidos a apoderarse de la flotilla.

Por eso todos los que se han apuntado a esta misión merecen un enorme reconocimiento. El mayor grupo de pasajeros procede de Turquía, y muchos están afiliados al grupo humanitario IHH, una enorme ONG turca con 82 oficinas en todo el país. Tiene estatus consultivo en la ONU y realiza obras de caridad en 115 países. A través de IHH, millones de simpatizantes donaron dinero para comprar y abastecer los barcos. Sin embargo, Israel ha designado a esta organización benéfica tan respetada como grupo terrorista.

El siguiente grupo más numeroso procede de Malasia, algunos de ellos afiliados a otro grupo humanitario muy grande llamado MyCARE. MyCARE, conocido por ayudar en situaciones de emergencia como inundaciones y otros desastres naturales, ha aportado millones de dólares en ayuda de emergencia a Gaza a lo largo de los años.

De Estados Unidos procedemos unos 35 participantes. Al frente del grupo, y clave en la coalición internacional, se encuentra Ann Wright, coronel retirada del ejército estadounidense y diplomática del Departamento de Estado, de 77 años. Tras abandonar el Departamento de Estado en protesta por la invasión estadounidense de Iraq, Wright ha puesto sus dotes diplomáticas al servicio de un variopinto grupo de internacionales. Su coorganizadora estadounidense es Huwaida Arraf, abogada palestino-estadounidense cofundadora del Movimiento de Solidaridad Internacional y candidata al Congreso en 2022. Arraf fue clave en la organización de las primeras flotillas que comenzaron en 2008. Hasta ahora, ha habido unos 15 intentos de llegar a Gaza en barco, de los cuales sólo cinco han tenido éxito.

La increíble variedad de participantes es evidente en nuestras reuniones nocturnas, donde se pueden oír grupos de personas charlando en árabe, español, portugués, malayo, francés, italiano e inglés con acentos tan diversos como el australiano o el galés. Las edades van desde estudiantes veinteañeros hasta un médico argentino de 86 años.

Lo que nos une es nuestra indignación por el hecho de que la comunidad mundial esté permitiendo este genocidio en Gaza, y un ardiente deseo de hacer más de lo que hemos estado haciendo para impedir que el pueblo palestino sea asesinado, mutilado y muera de hambre. La ayuda que llevamos es enorme -equivale a más de 100 camiones-, pero ese no es el único propósito de este viaje. «Se trata de una misión de ayuda para llevar alimentos a personas hambrientas», afirma Huwaida Arraf, «pero los palestinos no quieren vivir de la caridad. Así que también estamos desafiando las políticas israelíes que les hacen depender de la ayuda. Intentamos romper el asedio».

Los despiadados ataques de Israel contra la población de Gaza, su bloqueo de las entregas de ayuda y sus ataques contra las organizaciones de ayuda han alimentado una crisis humanitaria masiva. El asesinato de siete trabajadores de World Central Kitchen a manos de las fuerzas israelíes el 1 de abril puso de manifiesto el peligroso entorno en el que operan las agencias de ayuda, que ha obligado a muchas de ellas a cerrar sus operaciones.

El gobierno estadounidense está construyendo un puerto temporal para la ayuda que se supone que estará terminado a principios de mayo, pero se trata del mismo gobierno que proporciona armas y cobertura diplomática a los israelíes. Y mientras el presidente Biden expresa su preocupación por los sufridos palestinos, ha suspendido la ayuda a la UNRWA, la principal agencia de la ONU encargada de ayudarles, después de que Israel hiciera afirmaciones infundadas de que 12 de sus 13.000 empleados en Gaza participaron en los ataques del 7 de octubre.

Dada la urgencia y el peligro que presenta este momento, la Coalición de la Flotilla de la Libertad se adentra en aguas turbulentas e inexploradas. Estamos pidiendo a países de todo el mundo que presionen a Israel para que nos permita un «paso libre y seguro» a Gaza. En Estados Unidos, pedimos ayuda a nuestro Congreso, pero como acaban de aprobar otros 26.000 millones de dólares para Israel, es dudoso que podamos contar con su apoyo.

E incluso si nuestros gobiernos presionaran a Israel, ¿prestaría Israel atención? Su desafío al derecho internacional y a la opinión mundial durante los últimos siete meses indica lo contrario. Aun así, seguiremos adelante. El pueblo de Gaza es el viento en nuestras velas. La libertad de Palestina es nuestra estrella polar. Estamos decididos a llegar a Gaza con alimentos, medicinas y, sobre todo, con nuestra solidaridad y nuestro amor.

Foto de portada: La flotilla espera para zarpar de Estambul (Medea Benjamin).

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