Alex MacDonald, Middle East Eye, 21 abril 2022
Traducido del inglés por Sinfo Fernández

Alex MacDonald es reportero de Middle East Eye. Ha informado desde Iraq, Turquía, Qatar y Bosnia, centrando su trabajo en las luchas sociales e ideológicas de la región.
Las mujeres de Bojador relatan a MEE que han tenido que sufrir palizas y amenazas por su campaña para liberar a su compañera Sultana Jaya, detenida desde hace tiempo por defender la independencia del Sáhara Occidental.

Las fotos compartidas por Mbarka Mohamed al-Hafiz y Fatima Mohamed al-Hafiz describen una cruda imagen cruda de los abusos que las hermanas declaran que han recibido a manos de la policía marroquí.
Las dos mujeres, activistas de la ciudad de Bojador, en el Sáhara Occidental bajo control de Marruecos, siguen cubiertas de cortes y magulladuras y actualmente están atrapadas en sus casas, ante el riesgo de sufrir más brutalidad por parte de los servicios de seguridad, que siguen vigilando todos sus movimientos, si intentan salir.

Tanto Mbarka como Fátima forman parte de un grupo de activistas femeninas que han hecho campaña en favor de otra destacada activista local de derechos humanos, Sultana Jaya. Las hermanas se describen a sí mismas como procedentes de una “familia de activistas políticos”, que incluye a un hermano que cumple una condena de 10 años de cárcel por sus vínculos con el movimiento independentista del Sáhara Occidental.
Jaya, que está bajo arresto domiciliario efectivo desde noviembre de 2020, es miembro de la comunidad saharaui, el pueblo indígena del Sáhara Occidental que aboga por la independencia.
“Me golpearon sobre todo en la cabeza y todavía me duele la cabeza. También en el resto del cuerpo, pero sobre todo en la cabeza y en la cara”, dijo Mbarka, hablando desde su casa sobre el ataque del domingo.
Su hermana Fátima, que vive cerca, tuvo una experiencia similar. Tras ser seguida desde su casa por dos hombres enmascarados, un Mercedes gris se puso delante de ella.
“[La policía] saltó del coche y los dos que estaban a mi espalda vinieron directamente hacia mí junto con los tres del Mercedes, y empezaron a golpearme hasta hacerme sangrar”, dijo Fátima.
“Me golpearon en las manos y en los pies y siguieron pegándome hasta que se aseguraron de que me había desmayado”.
Después, un vecino intentó llevarla a su casa, momento en el que la volvieron a agredir.
Una inyección con una “sustancia desconocida”
Según la Liga para la Defensa de los Derechos Humanos y contra el Expolio de los Recursos Naturales, grupo de derechos humanos del que Jaya es presidenta, se ha enfrentado a repetidas agresiones sexuales por parte de agentes de policía en su propia casa desde que quedó atrapada allí, al igual que sus hermanas, según declara la organización.
El 30 de noviembre de 2021, Amnistía Internacional emitió un llamamiento de acción urgente “para que se ponga fin de inmediato a las brutales agresiones contra Sultana Jaya y su familia y se lleve a cabo una investigación rápida, exhaustiva, independiente, imparcial, transparente y efectiva sobre la fuerza abusiva y las agresiones de las fuerzas de seguridad contra ella y su familia, incluida la denuncia de violación y agresión sexual, y se garantice que los presuntos responsables son llevados ante la justicia en juicios justos”.
En un momento dado, en diciembre de 2021, Jaya dijo que le habían inyectado una “sustancia desconocida”, mientras que otros miembros de su familia fueron atacados y agredidos por la policía.
Mbarak y Fátima habían intentado presionar para que la liberaran, pero ahora se han visto en una situación similar.
El sábado, las dos hermanas y otros seis activistas: Zainabu Babi, Fatma Babi, Hajitna Babi, Um El-Muminin Abdallah Brahim, Maluha Mohamed al-Hafiz y y Balla Mohamed al-Hafiz- fueron sometidas a un virtual arresto domiciliario mientras sus calles y barrios eran bloqueados por la policía.
Al parecer, Zainabu Babi fue objeto de una brutalidad especial. Los vídeos y las imágenes enviados a MEE la mostraban en una silla de ruedas con las manos rotas, lesiones que sufrió cuando fue detenida por la policía marroquí.
Solidaridad extranjera
A pesar de la presunta violencia sexual repetida contra ella y su familia, Jaya ha seguido hablando, publicando repetidamente vídeos desde el tejado de su casa en los que proclama su oposición a la presencia marroquí en el Sáhara Occidental, que se mantiene desde que se puso fin al antiguo Sáhara español en 1975.
Sin embargo, su situación mejoró el 16 de marzo, cuando un grupo de activistas por los derechos humanos extranjeros se unió a ella en su casa, en un intento de impedir nuevas incursiones de las fuerzas de seguridad marroquíes.
El miércoles, en un seminario web en directo retransmitido directamente desde la casa de Jaya, ésta saludó la presencia de los activistas estadounidenses como una “vela” en la oscuridad, pero arremetió contra los ataques a sus compañeras.
“Estamos luchando como mujeres pacíficas que somos… y nos golpean, nos torturan, nos recortan los salarios… pero esto no impedirá que yo o mis amigas sigamos luchando”, dijo Jaya.
“Nos torturan como mujeres porque nuestra arma es nuestra bandera. No tiramos piedras, luchamos de forma pacífica. Creemos en un proceso pacífico y seguimos creyendo en él”.
Las hermanas Hafiz dijeron que la protección que les había proporcionado la presencia de los titulares de pasaportes estadounidenses les había permitido visitar a Jaya por primera vez en mucho tiempo.
Sin embargo, ahora temían que fueran objeto de un ataque por ese hecho.
“Decidí ir a visitar a Sultana [Jaya] después de las doce de la noche y cuando salí de mi casa, a unos dos metros de la puerta, había un coche, un Mercedes”, dijo Mbaka, al describir el ataque del domingo.
Seis policías con uniforme civil saltaron del coche y empezaron a golpearla y le advirtieron que si intentaba volver a visitar a Jaya la matarían.
“Solo voy al supermercado. Solo voy a comprar comida”, dijo Mbaka.
Declaró que los hombres la obligaron a entrar en su casa mientras su “hijo de siete años se quedó gritando fuera”.
“Y cuando intenté salir, me golpearon de nuevo y me volvieron a meter en la casa y todavía estoy bajo vigilancia”, dijo.
Presión sobre los maridos
Además de la violencia que supuestamente se ejerce contra las activistas, las autoridades marroquíes han aumentado la presión sobre los maridos de las activistas para que las obliguen a reducir su campaña.
Los servicios de inteligencia marroquíes hablaron con los maridos de Mbarka y Fátima, y les advirtieron que debían impedir que sus esposas se dedicaran al activismo, o divorciarse de ellas. Dijeron que, de lo contrario, se arriesgaban a que les recortaran el sueldo.
Fátima dijo que su marido se había resistido a la presión, lo describió como un “luchador que defiende la libertad del pueblo del Sáhara Occidental”, que, no era la primera vez que se veía en una situación similar.
El marido de Mbarka, sin embargo, optó por divorciarse de ella.
Mbarka, que sigue amargada por la decisión de su marido, dijo que, sin embargo, había elegido “ser libre, independiente y continuar realmente mi lucha”.
“No me siento nada orgullosa de haber estado con alguien que acepta esta situación y se rinde ante la presión de la ocupación”, explicó.
“Así que para mí es mejor divorciarme, ya que él se limita a ignorar la vida que tuvimos y los años que pasamos juntos”.
Indiferencia mundial
La violencia que se ejerce contra los activistas saharauis se produce porque muchas potencias mundiales han cedido cada vez más a las exigencias marroquíes de reconocer la soberanía del reino sobre el Sáhara Occidental.
Uno de los mayores cambios se produjo en diciembre de 2020, cuando el presidente saliente de Estados Unidos, Donald Trump, reconoció la soberanía marroquí sobre el territorio a cambio de que el reino reconociera a Israel.
A pesar de que esta ruptura con la política exterior de EE.UU. provocó críticas generalizadas en ese momento, la administración Biden no ha mostrado ningún indicio de que planee revertir la medida de Trump, mientras que los documentos del Departamento de Estado de EE.UU. muestran el Sáhara Occidental como parte de Marruecos.
Otro cambio importante se produjo el mes pasado cuando España -rompiendo asimismo con muchos años de política nacional y de la UE- apoyó públicamente un plan de Marruecos para conceder una “autonomía” nominal al Sáhara Occidental, al mismo tiempo que mantiene el control general del reino sobre el territorio.
La medida hizo que Argelia retirara a su embajador en España y que el Frente Polisario, que ha luchado por acabar con el control marroquí del Sáhara Occidental, rompiera los contactos con el país.
Sin embargo, la medida permitió a España solucionar sus relaciones con Marruecos, que hasta entonces habían sido difíciles, después de que el reino cortara su apoyo diplomático tras permitir España que un líder del Polisario, que estaba siendo atendido en un hospital español por padecer covid-19, abandonara su territorio.
La acción de España ha dejado un sabor amargo en la boca de muchos activistas saharauis.
“Vemos un gran movimiento de solidaridad entre el pueblo español, pero al mismo tiempo, las autoridades españolas están apoyando la ocupación ilegal que sigue existiendo en el Sáhara ocupado”, dijo Fátima.
Sin embargo, añadió que, a pesar de estos sombríos acontecimientos, ella y sus compañeras seguirán luchando, aunque el mundo ya no esté interesado.
“En Bojador tenemos esta batalla, la batalla de la Sultana Jaya…; los servicios de inteligencia marroquíes, el Estado marroquí, en general, no aceptan que ella levante la bandera saharaui en su casa; a nosotros también nos prohíben levantar la nuestra bandera”, explicó.
“Todo esto hace que cada vez suframos una mayor represión porque ven que estamos decididas a desafiar opresión marroquí y a continuar la lucha».
Foto de portada: Activistas femeninas se reúnen en Bojador, en el Sáhara Occidental, la semana pasada en apoyo de la activista Sultana Jaya (Facebook)