Dead Flowers, AntidoteZine.com, 15 abril 2022
Traducido del inglés por Sinfo Fernández
(Trascripción del encuentro multilingüe online de la serie Post-Extractive Futures, coproducida por War on Want, Tipping Point UK, JunteGente y el proyecto The Fire These Times. Información libremente disponible. Se ruega indicar fuente, compartir y difundir. Versión editada por razones de espacio y legibilidad.)
Participan Joey Ayoub, One World One Struggle, Siria; Taras Bilous, The Fire These Times, Ucrania; Wafa Mustafa, Yassin Al Haj Saleh y Yuliya Yurchenko.
Joey Ayoub (JA): Voy a empezar presentando a nuestros cuatro invitados: tenemos dos sirios y dos ucranianos. Pido a los oradores que hablen lo más despacio posible para dar tiempo a nuestros intérpretes. El equipo ha hecho un trabajo increíble consiguiendo cinco idiomas diferentes al mismo tiempo: inglés, ucraniano, ruso, español y árabe. No tengo ni idea de cómo lo han conseguido, pero lo han hecho.
Yassin al Haj Saleh, que hablará en inglés, es un escritor sirio y antiguo preso político. Es autor de varios libros sobre Siria, la cárcel, el islam contemporáneo, la responsabilidad intelectual y las experiencias de los atroces. Es el marido de Samira al Khalil, que fue secuestrada por un grupo islamista armado en Duma en diciembre de 2013. Ahora vive en Berlín.
Wafa Mustafa, que también hablará en inglés, es una activista siria, periodista, una superviviente de la detención. Mustafa procede de Masyaf, una ciudad de la gobernación de Hama, en el oeste de Siria. Abandonó el país el 9 de julio de 2013, exactamente una semana después de que su padre desapareciera forzosamente a manos del régimen de Damasco. En su defensa, Mustafa cubre el impacto de la detención en niñas, mujeres y familias.
Yuliya Yurchenko, que también hablará en inglés, es profesora titular de economía política en el departamento de economía y negocios internacionales e investigadora del instituto de economía política, gobernanza, finanzas y responsabilidad de la Universidad de Greenwich (Reino Unido). Es autora de Ukraine and the Empire of Capital, publicado por Pluto Press en 2017. Investiga las relaciones entre el Estado, el capital y la sociedad, así como los servicios públicos como bienes comunes, con un enfoque regional en Europa y Ucrania.
Taras Bilous, que hablará en ucraniano, es un historiador ucraniano y un activista de la Organización del Movimiento Social. Como editor de Commons, una revista de crítica social, cubre los temas de la guerra y el nacionalismo. Recientemente ha escrito bastantes artículos, entre ellos «Una carta a la izquierda occidental desde Kiev«, así como «La izquierda en Occidente debe replantearse determinados temas«.
Empezaremos con los sirios y luego pasaremos a los ucranianos. Preguntaré primero a Yassin, si les parece bien, y luego a Wafa: ¿puedes hablarnos de lo que está pasando en Siria? Siéntete libre de empezar por donde quieras, sé que es una gran pregunta.
Yassin al Haj Saleh (YHS): Gracias Joey, gracias a todos por organizar este increíble evento. Es realmente vital que ahora podamos reunirnos y hablar de temas, para reflexionar y encontrar conexiones entre nuestras luchas en diferentes partes del mundo. Me siento un poco prehistórico aquí, porque veo que la mayoría de la gente tiene treinta años o menos, así que me siento un poco abuelo. Pero tal vez tenga el mérito de haber participado en las luchas en Siria por la democracia, la justicia social y la dignidad humana durante bastante tiempo.
Cuando era muy joven, fui preso político durante toda mi veintena y más de la mitad de mi treintena. Fue la primera oleada de lucha por la democracia y el cambio. Nuestra lucha por recuperar nuestro país no empezó hoy ni hace once años: empezó en la segunda mitad de los años setenta, tras la llegada al poder de Hafez al Assad. Ahora tenemos una dinastía: él gobernó el país durante treinta años, y su hijo lleva ahora veinte.
La segunda ola -una ola aún mayor- comenzó en 2011. Comenzó como una manifestación pacífica de personas en muchas partes del país por la democracia, la justicia y la dignidad. La idea de la dignidad era muy importante en la lucha siria. Se enfrentó a la guerra desde el primer momento, desde el lado del régimen. La gente fue detenida, torturada y asesinada en las manifestaciones. A los pocos días de empezar, hubo una sentada en Dara’a y decenas de manifestantes fueron asesinados, no por la policía, sino por formaciones militares dirigidas por Maher al Assad, el hermano de Bashar al Assad.
Durante casi dos años, fue una lucha de sirios contra sirios. Era nuestra lucha contra un régimen exclusivista, oligárquico y extremadamente brutal. Luego, el emplazamiento nacional de la lucha se derrumbó y se convirtió en algo regional, con muchas potencias regionales e internacionales involucradas. Intentaré dar sólo algunas pinceladas. Después del colapso de la lucha de sirios contra sirios, hubo muchas potencias regionales e internacionales, y hubo muchas masacres con armas de destrucción masiva, especialmente armas químicas.
Hubo una gran masacre química en uno de los suburbios de los alrededores de Damasco el 21 de agosto de 2013: murieron más de 1.400 personas. Al mismo tiempo, surgieron grupos islámicos nihilistas; los llamo nihilistas porque niegan, verdaderamente, a la propia sociedad siria. La mayor parte de su lucha fue contra los sirios que luchaban contra el régimen.
Los estadounidenses intervinieron en Siria en 2014. Los rusos intervinieron un año después, en 2015. Los turcos un año después, en 2016. Los iraníes estaban interviniendo desde el principio, a través de sus satélites de Líbano e Iraq y Afganistán, sectarizando la lucha: manipulando las divisiones culturales-religiosas dentro de la sociedad siria. Israel estuvo interviniendo todo el tiempo, y ocupa el territorio sirio desde 1967, los Altos del Golán. No creo que tengamos muchos ejemplos similares al de Siria, con cinco potencias regionales e internacionales en un solo país, y muchos actores subestatales -mencioné al Hizbolá libanés, muchos grupos chiíes de Iraq, Afganistán y Pakistán-; y la infiltración del yihadismo suní. Así que se trata de algo global.
Al mismo tiempo, casi siete millones de sirios han sido desplazados fuera del país, lo que supone el 30% de la población. Así que tenemos el mundo en Siria, por así decirlo, y tenemos sirios dispersos en 127 países: sobre todo en Turquía, Líbano, Jordania, Alemania. Después vienen Iraq y Egipto.
Ahora tenemos cinco Sirias. Una está dominada por el régimen: el protectorado assadista, protegido por Rusia e Irán. Luego hay un enclave en Idlib, dominado por Hay’at Tahrir al-Sham, que es una especie de rama de Al Qaeda. Tenemos también una franja a lo largo de las fronteras del norte de Siria ocupada por Turquía (aunque a través de representantes sirios). Luego hay una región en el este dominada por los estadounidenses; las botas en el terreno son en su mayoría kurdas, de Siria y de los países vecinos (Turquía, específicamente). Y, por supuesto, los Altos del Golán. Así que tenemos cinco Sirias y tenemos sirios en todo el mundo. No creo que conozcamos muchos ejemplos como éste.
El coste humano ha sido enorme. Hace unos meses, una oradora de la ONU dijo que habían muerto 350.000 personas, y subrayó que la cifra real es probablemente mucho mayor. Mi estimación personal es de entre medio millón y 600.000, es decir, más de uno de cada cuarenta sirios. Tenemos más de 100.000 personas desaparecidas por la fuerza. No conocemos su destino. El padre de Wafa es uno de ellos; mi esposa, mi hermano y muchos de mis amigos están entre ellos.
Así que es una gran tragedia a nivel humano, que reduce a todo un país a una situación que no sabemos entender ni analizar bien. Mucha gente dice que la situación en Siria es complicada, y es cierto. Pero es analizable, y lo principal para analizarlo es hablar de los que podemos denominar complicadores. Cuando hay una gran masacre química, y en lugar de castigar al criminal hay una aplicación farsante del derecho internacional, entonces las cosas se vuelven realmente complejas.
Wafa Mustafa (WM): Como ha referido Yassin, ha habido muchas estimaciones de diferentes entidades sobre el número de muertos, detenidos y desaparecidos forzosos. Hemos escuchado muchas cifras, llegando a un millón de víctimas asesinadas en Siria. Este es el aspecto más difícil de la tragedia en Siria: nadie sabe realmente y nadie puede decirlo. Después de once años, es muy difícil para cualquier organización o entidad llegar a las cifras reales.
Sabemos, como dijo Yassin, que más de la mitad de la población de Siria ha huido de sus hogares. Siete millones de personas son desplazados internos. Dos millones de ellas permanecen en campamentos con acceso limitado a los servicios básicos. Catorce millones de sirios dentro de Siria necesitan algún tipo de ayuda humanitaria (esto según afirmaciones de la ONU) y unos cinco millones están clasificados como en necesidad extrema y catastrófica. Más de doce millones luchan por encontrar alimentos suficientes cada día.
No suelo hablar de cifras, a ninguno nos gustan los números. Pero estas cifras son enormes. Cada uno de nosotros sigue teniendo familia en Siria. Cuando digo que más de doce millones de personas luchan por encontrar alimentos suficientes, lo sé porque mi familia es una de esas familias. Mis amigos y la gente con la que me he criado me llaman a veces para decirme: «Estamos muy avergonzados, pero ¿podéis ayudarnos? Porque hemos pasado la última semana sin tener qué comer». Esa es, por desgracia, la realidad.
La educación se ha convertido en una especie de lujo en Siria, no solo porque un gran número de escuelas fueron atacadas (y no todas por azar) y destruidas por el régimen y los ataques aéreos rusos, sino también porque muchas familias no enviaron a sus hijos a la escuela durante años, por su seguridad. En Siria se destruyen ciudades enteras. Alepo es un ejemplo muy claro, desgraciadamente muy similar a lo que estamos viendo en Ucrania. Y es desgarrador hablar de los hospitales. Según Médicos por los Derechos Humanos, solo la mitad de las instalaciones sanitarias de Siria están operativas.
Llevo ya seis años viviendo en Alemania, pero mi realidad diaria es Siria, y tiene que ver con Siria. Esto es algo que dicen muchas personas en el exilio: Estoy físicamente aquí, pero mental y emocionalmente sigo en Siria. No solo porque es el país al que pertenezco y por el que he luchado, sino también porque mi padre sigue allí, en algún lugar. Mi padre lleva 3.208 días desaparecido por el régimen de Assad. Son ocho años, nueve meses y doce días. No sabemos si está vivo o no. Esto es lo que significa la desaparición forzada en Siria: sin llamadas telefónicas, sin cartas, sin comunicación. Familias como la mía son torturadas por el régimen a pasar el resto de sus vidas preguntándose si sus seres queridos están vivos o no, y si no lo están, ¿por qué los mataron? ¿Y dónde están enterrados?
Las imágenes de Ucrania, todo lo que hemos visto, son simplemente desgarradoras. Para ser sincera, estoy decepcionada, porque no deseo que eso le ocurra a nadie más. Me gustaría que el mundo no nos defraudara, pero lo hicieron. Estoy aquí hoy y me siento muy honrada, pero por alguna razón me siento avergonzada; no debería estarlo, porque no soy la comunidad internacional, no he fallado a nadie y estoy luchando con todo mi poder. Pero aun así me siento avergonzada. Justo antes de esta conversación estaba viendo imágenes y vídeos de Ucrania y me siento impotente. Espero que esta conversación de hoy nos informe a todos y también nos acerque.
JA: Gracias, Wafa. Sé que hablo en nombre de todos cuando digo que no eres tú la que debería estar avergonzada en este contexto. Tanto a Yassin como a Wafa, muchas gracias. Es imposible resumir y explicar los últimos cincuenta años en unos minutos.
Podemos pasar a Yuliya, para centrarnos en los acontecimientos recientes y actuales en Ucrania. ¿Puede darnos también algo de contexto sobre lo que está ocurriendo en Ucrania? Luego pasaremos a Taras.
Yuliya Yurchenko (YY): Muchas gracias. Me gusta participar después de que otros lo hayan hecho, porque así puedo aportar a lo que ellos han dicho. En cierto sentido, eso también me sucede aquí, pero al mismo tiempo es más difícil, porque oír estas historias desgarradoras; por supuesto, las conoces por las noticias y oyes relatos personales, pero algo muy diferente te ocurre, incluso en un espacio virtual, con personas que lo han sufrido personalmente. Mi corazón está con ustedes y sus familias en su país. Años de sufrimiento, absolutamente horribles.
Me alegro de que estemos celebrando este acto de apoyo y solidaridad con nuestros amigos y compañeros de Siria, porque vemos muchas similitudes horripilantes en lo que está ocurriendo en Ucrania. Ves la traición de aquellos que esperas sean tus camaradas en estos tiempos difíciles. Hablamos mucho de ello: el horrendo sufrimiento de la gente, la destrucción de las ciudades, los secuestros, las torturas, los asesinatos… y además de lidiar con todo eso, cuando intentas encontrar algo de apoyo para las necesidades humanitarias y militares del país que son tan terribles, también tienes que luchar contra aquellos que dudan de lo que está pasando en tu país. No hablo solo de la propaganda del Kremlin; hablo de la gente que se autodenomina la izquierda occidental dura o lo que sea.
Me parece una de las cosas más difíciles, porque te hace sentir muy solo y muy triste. Si no apoyas la lucha por la liberación de los que están siendo agresivamente destruidos, entonces ¿qué está pasando? Se oye mucho que es una lucha interimperialista, que todo esto es una gran lucha de poder y que nuestra tierra y nuestro pueblo son solo un peón. Sí, eso es evidente. Pero hay mucho más en esta historia. ¿Dónde están los individuos? ¿Dónde está su agencia, su capacidad, su subjetividad? ¿Dónde están sus historias? ¿Dónde están sus deseos, dónde están sus sueños? ¿Dónde están sus vidas?
¿Qué tiene que morir dentro de ti para ver imágenes de cuerpos quemados y mutilados y decir que todo ha sido un montaje, que se trata de una producción cinematográfica para justificar algún régimen fascista en Ucrania? A nivel personal, eso es lo más difícil de afrontar. No se lo deseo a nadie, y sé que tú mismo has pasado por ello y sigues haciéndolo. La incredulidad de los relatos de los testigos oculares: ¿qué tipo de interés tiene una persona cuya casa ha sido bombardeada en inculpar a otra? No puedo creer que esto suceda. Hay mucha basura que debemos sacar del discurso internacional por completo.
Hemos oído hablar mucho del contexto interimperialista. Si queremos tener un análisis de izquierda de lo que está sucediendo, tenemos que estar mirando a las personas, los grupos sociales y las clases. Tenemos que preguntarnos: ¿Dónde está el trabajo? ¿Dónde están los intereses capitalistas? ¿Cómo se manipulan ciertas narrativas y quién se beneficia de ello? No se trata de buscar conspiraciones, sino de entender qué está pasando y a quién tenemos que apoyar. También tenemos que volver a las raíces de lo que se supone que es la solidaridad de la izquierda. Tenemos que estudiar el material, ver quién está en el terreno luchando por su autoconservación, y quién está luchando para proteger sus intereses financieros o territoriales.
Por supuesto que hay potencias imperialistas en competencia, pero ahora vivimos en un mundo tomado por el imperio del capital, donde hay diferentes potencias -no tanto potencias, sino clases por delegación de diferentes Estados y ejércitos- luchando por esferas de interés, como les gusta llamar a los rusos. Cada vez hay menos opciones para un orden mundial alternativo o una política alternativa para cualquier grupo que intente desafiar eso, y cada vez que intentas romper, te etiquetan como una especie de oportunista. Eso es bastante tóxico.
Por supuesto que hay ciertos intereses de clase de varias fracciones del capital que tratarán de manipular ciertos grupos y comportamientos de voto y el resto de cosas, pero eso no niega el interés individual y la capacidad y voluntad de las personas que acaban siendo explotadas en el proceso. Centrarse en eso es muy importante para todos.
Hemos escuchado muchas narrativas legitimadoras procedentes de Rusia, que tienen preocupaciones de seguridad como pretexto para su última invasión. Por supuesto que es pura invención, pero se ha estado gestando desde hace tiempo; no salió de la nada. No hay ninguna prueba de que Ucrania vaya a invadir Rusia; es una completa invención. No tiene ningún sentido. En cambio, Rusia siguió acumulando tropas en la frontera de Ucrania durante años, especialmente desde que Zelenskyy se convirtió en presidente, porque Putin lo veía débil y Zelenskyy pensaba ingenuamente que las negociaciones podrían llegar a algún lado. Pero Putin solo reconoce el poder duro. Puede avenirse a negociar con los que tienen ese poder, pero eso tampoco está garantizado, como podemos ver ahora con estos gestos de antagonismo hacia la OTAN, Francia, Estados Unidos y el resto.
Rusia invadió Ucrania hace ocho años; ahora estamos en el noveno año. Pero desde hace años ha estado infiltrando a la población local y enviando agentes durmientes para preparar el Russkiy Mir y el proyecto Novorossiya. Los canales de propaganda de la televisión rusa y los tecnólogos políticos han estado fabricando, durante décadas, esta narrativa que niega la identidad nacional, lingüística y cultural de Ucrania como algo separado de Rusia. Puede que Rusia tenga algunas preocupaciones, como ellos dicen, pero lo que le preocupa realmente es perder el control y el acceso a la economía de Ucrania y a los puertos de aguas profundas del Mar Negro en Simferopol y Sebastopol, como dijeron en 2014. Pero esas son preocupaciones imperialistas, no de seguridad. Negociar en torno a eso es completamente ridículo.
La máscara de las preocupaciones fingidas y de la diplomacia y la hermandad se ha caído por completo. Ha habido una evolución de esta narrativa de «liberar» a los rusoparlantes de los supuestos «nazis» que dieron un «golpe» en Ucrania en 2014 y construyeron una especie de «régimen antirruso de los seguidores de Stepán Bandera«, que es de nuevo una completa invención. Sí, por supuesto que hay algunos elementos de derecha en el país, eso es innegable. Pero decir que Ucrania está invadida por partidos de extrema derecha… bueno, miremos las elecciones francesas de hace unos días. Imaginemos que un partido equivalente al de Le Pen reuniera tantos votos en Ucrania. Los partidos de derecha nunca han tenido ni de lejos ese nivel de éxito en Ucrania. Electoralmente hablando, perdieron el apoyo de la población después de la primera invasión.
Se trata de narrativas contradictorias. Tampoco existen las protestas «puras», las revoluciones puras: todo el mundo está de acuerdo, todo el mundo lleva la bandera roja y estamos construyendo el comunismo, y esa es la única revolución que podemos apoyar. Eso no ha sucedido nunca, y dudo que alguna vez suceda. Ese tipo de ingenuidad ridícula y sin sentido de algunos en la izquierda, a nivel internacional, realmente me desconcierta. Oímos relatos sobre la denegación de armas a los ucranianos para defender su país de la agresión rusa, sobre la base de que el batallón Azov está en Mariúpol; ¿qué hace la gente en Bucha, o en Sumy, o en Kharkhiv? ¿Merecen ser aniquilados porque hay algunas personas desagradables en el país?
En cuanto a la construcción de la solidaridad internacional, tenemos que hacer el difícil trabajo de hacer frente a estas narrativas sin sentido. Hay algo más que eso. No se pueden utilizar los sentimientos antiestadounidenses y anti-OTAN para justificar la denegación de armas a los ucranianos para que se defiendan, o a los sirios, para el caso. No tiene sentido. Hubo un par de casos de sindicalistas en Grecia e Italia que se negaron a cargar armas dirigidas a Ucrania, y se presentó como una especie de acto heroico porque estaban arriesgando sus puestos de trabajo. ¿Saben qué? Mantened vuestros puestos de trabajo. No necesitamos una solidaridad así.
El sábado pasado hubo una manifestación organizada por la Campaña de Solidaridad con Ucrania, de la que formo parte, y también formo parte de Sotsialny Rukh, junto con Taras. Hubo una manifestación en Londres con el apoyo de los mayores sindicatos del país, con el apoyo de Sotsialny Rukh de Ucrania, y con el apoyo de la Confederación de Sindicatos Libres de Ucrania; se acordaron todos los textos y las consignas. Y los ataques que hemos visto de los llamados izquierdistas en las redes sociales y en sus propias publicaciones han sido absolutamente indignantes. ¿Estos trabajadores no tienen las ideas que a ustedes les gustaría que tuvieran, así que no los van a defender? Realmente es otra cosa.
En términos de procesos de curación y de avance, necesitamos construir solidaridades escuchándonos unos a otros, y permitir que los que están luchando cuenten su historia, no proyectando algunas plantillas centenarias de cómo se supone que deben ser las cosas. Haz lo que se supone que hacen los materialistas históricos: ¡estudia el material y luego desarrolla tu maldita teoría! No vayas con tu libro de teoría donde ni siquiera hablas el idioma y no has pisado nunca.
Amplificar las voces de los que están en medio de la lucha, de los que han sufrido; preguntar a la gente qué vida quieren vivir y luego ayudarles a construirla: esto es lo que tenemos que hacer juntos. Cuidarnos unos a otros. Tener en cuenta el trauma y el sufrimiento de los demás. Escuchar. A veces sobrepasaremos ciertos límites, nos disculparemos y preguntaremos cómo avanzar. Este es el tipo de izquierda, el tipo de solidaridad que necesitamos construir. Solo entonces tendremos una oportunidad de luchar contra esta hidra de intereses capitalistas que están destrozando nuestro mundo en su avaricia, destruyendo nuestro planeta, nuestras sociedades, nuestras familias, nuestros jardines y nuestros hogares solo para poder ganar unos cuantos dólares más.
Vamos a construirlas. Estoy muy contenta de que hagamos estas conexiones hoy. Muchas gracias por invitarme y por escuchar.
Taras Bilous (TB): Buenas noches. Me gustaría dar las gracias a los organizadores por invitarme y dar las gracias también a los intérpretes, que ahora tendrán que hacer una doble interpretación al inglés y a otros idiomas. Me resulta difícil entender cómo funciona. También me gustaría expresar mi gratitud a todos los sirios que han expresado su apoyo durante este mes y medio de guerra. Mucha gente apoyó a Ucrania en todo el mundo. Hubo grandes concentraciones. Pero el hecho de que personas que se encuentran en una situación tan grave también expresen su solidaridad con nosotros es probablemente lo más importante. Me estaba preparando para decir algo, pero ahora ya no estoy seguro.
Como Yassin y Wafa hablaron más del contexto histórico, me gustaría añadir que sí, nuestras historias son similares hasta cierto punto. En nuestro caso, todo empezó con la revolución del Maidán en 2014, que también formaba parte de esta ola de protestas masivas en todo el mundo: la Primavera Árabe, la revolución siria… pero probablemente tuvimos más suerte, porque el Maidán ganó y, a diferencia de la revolución siria, el régimen de Yanukóvich fue derrocado. Pero justo después nos enfrentamos a la agresión rusa. Recuerdo que teníamos miedo de que los tanques rusos se acercaran a Kiev. Gracias a Dios, por aquel entonces Rusia solo se anexionó Crimea e invadió Donbas; invadió las regiones más prorrusas de Ucrania.
Este es un tema para una conversación aparte. Probablemente Ucrania no es tan diversa como Siria, pero desde el día en que obtuvo su independencia estaba polarizada. En el país había ciudadanos prorrusos y ciudadanos y fuerzas prooccidentales. A los ucranianos no les gusta mucho cómo se presenta esto en los medios de comunicación occidentales: que hay un conflicto entre rusoparlantes y ucranoparlantes o algo así. En realidad, es mucho más complejo; nunca fue un conflicto étnico. Es difícil describir este conflicto y esta división original del país. Pero sí, teníamos esta realidad.
Luego, hace ocho años, Rusia se anexionó Crimea, la única región de Ucrania en la que los rusos eran mayoría, pero también, en su día, el imperio ruso del siglo XVIII la invadió. Los tártaros de Crimea, que habían sido población indígena allí, fueron expulsados de esa región durante siglos, y Rusia trató de llevar más rusos a Crimea. Y entonces comenzó la guerra en el Donbás.
Lo último que me gustaría añadir es lo siguiente: hay un dicho que dice que todos los comandantes se preparan para guerras pasadas. Cuando empezó esta guerra, me di cuenta de que esto también tiene que ver conmigo, aunque solo sea activista y editor. Hace ocho años temíamos que los tanques rusos llegaran a Kiev, pero entonces no ocurrió. Después, nunca hubiera pensado que Rusia, tan fácilmente, sin causus belli, invadiera Ucrania. Hace ocho años ocurrió en el contexto de una crisis política en Ucrania, cuando la sociedad estaba polarizada, y Rusia lo aprovechó. Durante todos estos años vimos el horror en Siria; hubo periodos en los que temí que también nos pasara a nosotros. Pero también pensé que una guerra a gran escala solo era posible si hubiera alguna crisis política grave en Ucrania; si hubiera una tercera revolución del Maidán (mucha gente hablaba de eso), Rusia lo utilizaría. Pero estaba muy equivocado.
Cuando los medios de comunicación occidentales empezaron a hablar de una invasión a gran escala, pensé que era una idea sin sentido. Una invasión a gran escala sería un desastre. Putin no es tan estúpido como para hacer eso. Parecía que era al revés. No entendimos lo suficientemente bien el régimen de Putin y lo que está dispuesto a hacer.
JA: Gracias, Taras. Has hecho una buena transición, en realidad, porque la pregunta que iba a continuación era sobre los vínculos entre sirios y ucranianos. La ocupación y anexión de Crimea se produjo un año antes de la intervención e invasión rusa en Siria, y desde entonces hemos visto que se han desplegado tácticas similares tanto en Ucrania como en Siria: el bombardeo de hospitales, el uso de corredores humanitarios como lugares para bombardear, la desinformación online (utilizando en algunos casos exactamente la misma plantilla que se utilizó en Siria).
Para los sirios aquí presentes, ¿qué pensaron en los primeros días de la segunda invasión rusa de Ucrania a finales de febrero? Y para los ucranianos, quizá desde entonces o incluso antes, ¿cómo veían la situación en Siria?
YHS: En primer lugar, tenemos el mismo enemigo, Rusia, como potencia de ocupación en Siria desde finales de septiembre de 2015. 23.000 civiles sirios han muerto por los bombardeos rusos en Siria. Rusia utilizó bombas de racimo, municiones termobáricas y bombas de fósforo contra Alepo y muchas zonas de Siria. Todo lo que vemos ahora en Ucrania se ha visto antes en Siria. Los mercados y los hospitales fueron atacados sistemáticamente, después de que Rusia obtuviera información de la ONU de su localización. Y luego está esta valiente capacidad de mentir. Lo que me sorprende más que nada es que son muy poderosos para mentir, y tratar de convencer al mundo entero de sus mentiras: que nunca se usaron armas químicas en Siria, y que no hubo víctimas civiles, y que, por supuesto, todo el mundo es terrorista en Siria, como todo el mundo es nazi en Ucrania. Así que los ucranianos están matando a su gente en Bucha y Mariúpol, como nosotros lo hacíamos en Siria todo el tiempo.
Aparte del hecho de que se trata del mismo enemigo y de las mismas tácticas, existe la sensación de que la causa es una sola. En Siria fue un levantamiento popular por el cambio político: por la democracia, por la justicia. No éramos ilusos en cuanto a las dificultades a las que nos enfrentaríamos si éramos capaces de derrocar al régimen: no fuimos capaces. Pero no éramos ilusos en cuanto a que las cosas serían fáciles para nosotros después de más de cuarenta años de gobierno de la familia Assad, casi medio siglo de gobierno baasista en nuestro país. En Ucrania, tienen un gobierno elegido. Por tanto, en Siria, los rusos están protegiendo un régimen que es similar al que tienen en Rusia. En Ucrania, están enfadados por el gobierno elegido democráticamente y porque los ucranianos se representan a sí mismos. Están aplastando la democracia en Ucrania, y están impidiendo la democracia en Siria.
Por supuesto, tenemos un régimen monstruoso y traidor que hizo posible esto en Siria. Assad empezó a matar a su pueblo y luego invitó a las potencias extranjeras a este festín de asesinatos. Esta no es una observación muy optimista: todo esto ya no tiene que ver con la democracia. Perdimos nuestra primera independencia -la independencia del colonialismo- porque no pusimos en práctica nuestra segunda independencia, que es la independencia de la tiranía, que es la democracia. Lo vemos claramente. Ahora Siria está dividida y ocupada. En Siria es de nuevo una cuestión de liberación y autodeterminación.
Mucha gente lo malinterpreta, y muchos izquierdistas, como Yuliya ha expresado con tanta amargura. Entiendo tu amargura, Yuliya, yo estoy bastante amargado. Pero no creo que tengamos que gastar mucha energía o mucho tiempo en esto; yo lo he hecho; he dedicado tiempo a estos temas. Pero lo que no entienden es que este Estado, bajo el nombre de Guerra contra el Terror, se convirtió en una continuación del colonialismo por otros medios. Es un Estado colonial. Lo que significa, de nuevo, que es una cuestión de liberación nacional. Se trata de nuevo de la autodeterminación. No es solo democracia. Primero tenemos que recuperar nuestro país de las potencias imperialistas, y Rusia es una de ellas; es una pena que tengamos que hablar de esto.
La principal diferencia, sin embargo, entre Siria y Ucrania es que, en Ucrania, Estados Unidos está en el lado opuesto de Rusia. No están luchando contra los rusos, están en contra de una zona de exclusión aérea, no darán a Ucrania aviones de guerra, pero están en contra de Putin, y en cierto modo están ayudando. En Siria, Estados Unidos siempre ha sido otra Rusia. La intervención rusa en Siria nunca ha sido condenada por Estados Unidos, ni por ninguna potencia europea. Esta es otra fuente de complejidad en Siria. Las potencias democráticas nunca han sido democráticas en lo más mínimo, ni en Siria ni en Oriente Medio en general.
Esta es una larga historia, larga, fea, desagradable e incalificable, y no me extenderé en ella. Pero es un punto que la gente debería tener en mente. En Siria tenemos dos Rusias. Una de ellas se llama Estados Unidos de América. Como si una Rusia no fuera poco para nosotros. Hay otras potencias y no están ayudando al pueblo sirio: los iraníes son otra potencia de ocupación; y los israelíes, y los turcos (aunque están utilizando apoderados sirios).
YY: Estoy de acuerdo en que la Guerra contra el Terror es neocolonial: la propagación de la democracia a través de los bombardeos de Estados Unidos. Ha habido tantas violaciones del derecho internacional por parte de Israel, Estados Unidos, Francia y el Reino Unido que cuando Putin empezó a romper la fachada del orden «liberal» internacional antiliberal, no pudieron decir nada, ¿verdad? Podía sentarse en el consejo de seguridad de la ONU con una sonrisa de satisfacción y decir: «No estamos haciendo nada que ustedes no hayan hecho». Y tenía razón.
No es para justificar lo que Rusia estaba haciendo. Pero este orden ha sido disfuncional durante mucho tiempo, y ha estado reproduciendo jerarquías en el orden internacional desde su establecimiento, y lo hace por diseño. Al ver el horror de Siria, y cuando el régimen de Putin empezó a hacer lo que está haciendo en Ucrania, a mí me parece que la fachada de este orden mundial liberal y geopolítico -la fachada del funcionamiento del derecho internacional, la fachada del neoliberalismo, la fachada de algún tipo de orden basado en reglas- se está debilitando. Hay muchas contradicciones en la forma en que se ha conducido la política internacional. Este autoproclamado propagador de la democracia, Estados Unidos, ha sido el mayor matón del barrio, abusando del sistema durante mucho tiempo. Era solo cuestión de tiempo hasta que alguien surgiera y empezara a imitar estas cosas, y comenzara a explotar ciertos tropos de este supuesto orden, como la «santidad de las elecciones».
En el sistema del Estado-nación, el monopolio del uso de la violencia por parte del Estado ha sido sistemáticamente instrumentalizado para legitimar la existencia de regímenes despóticos que han usurpado el poder. Cuando se producen levantamientos populares contra ellos, esos manifestantes están infringiendo la ley, son terroristas, y se les etiqueta con todo tipo de nombres desagradables. De alguna manera, solo ciertos grupos tienen derecho a determinar qué y cómo deben decidirse las cosas en sus países, y tiene que hacerse a través de elecciones, y hay una santidad en ello. No importa qué clase de grupo traicionero llegue al poder, o cómo cambie su política respecto a lo que dijo que iba a hacer, o lo fraudulentas que hayan sido las elecciones, se supone que nadie puede cuestionarlo.
Hay un montón de defectos en ese sistema. Dado que este supuesto orden se considera santificado, hay muy poco espacio para la salvación de las personas que han sido sistemáticamente excluidas de las posiciones de poder, tanto a nivel de raza como de sexo y género, de religión y de etnia. El legado colonial e imperialista del mundo no se ha ido realmente a ninguna parte. Se ha convertido en un poco más de adorno con algunos adornos más.
Para mí, el estallido de todas estas contradicciones aparecen desnudas en el sistema internacional: la fachada de la democracia y de la libertad se desvanece, y cada día es más imposible fingir que el sistema funciona. Esta es la esperanza: en los innumerables conflictos internacionales, existe la esperanza de que con cada uno de ellos sea más difícil fingir que el sistema puede servir realmente a su propósito. Con la esperanza de que algún tipo de desafío al mismo pueda materializarse en algo cualitativamente diferente. Esa esperanza sigue ahí.
TB: Tengo que admitir que no sé mucho sobre Siria, y por lo que he visto en la forma en que los medios de comunicación occidentales han estado informando sobre la situación ucraniana en los últimos ocho años, y la guerra en el Donbás específicamente, me ha enseñado a ser muy cuidadoso al hablar de los conflictos en otros países. Las cosas que he visto escritas por periodistas occidentales que no conocen el contexto ucraniano me han resultado muy difíciles de leer y comprender, así que me tomo con pinzas todo lo que veo y leo sobre Siria también.
Me resulta difícil establecer comparaciones porque no conozco todos los detalles, pero si hago un intento de comparación: el Maidan en Ucrania y la revolución siria formaban parte de la misma ola de levantamientos populares en todo el mundo. En este caso, la tarea era en muchos aspectos más sencilla que la que afrontaban los sirios. En Siria, el régimen autoritario ya existía desde hacía décadas. La familia Assad había privatizado el país y lo había convertido en su propio dominio. En Ucrania, el régimen autoritario solo estaba haciendo un intento de establecerse, y Yanukovich fracasó. Conseguimos derribar el régimen autoritario cuando apenas se estaba formando, cuando acababa de mantenerse a flote.
En cierto modo, la lección de Siria para nosotros es que podemos vislumbrar lo que podría haber sucedido si no hubiéramos tenido éxito, si Yanukóvich no hubiera sido derrocado, si no hubiera huido; si Rusia le hubiera apoyado abiertamente como lo ha hecho con Assad, si hubiera intentado restaurarlo en el poder. Es una lección para nosotros. Mucha gente en Ucrania, después del Maidan de 2014, quedó decepcionada con sus logros. Algunas de las aspiraciones que la gente tenía al salir a las calles, al luchar contra el régimen de Yanukóvich, muchas de esas aspiraciones, sentían que habían sido traicionadas, que nunca llegaron a materializarse. Pero creo que las comparaciones deben hacerse no con lo que teníamos antes de la revolución, sino con posibles escenarios de lo que podría haber sido. Y ni siquiera tenemos que recurrir a Siria. Tenemos el ejemplo de Bielorrusia al lado. Un régimen totalitario con apoyo ruso acaba de reprimir allí un levantamiento popular. Afortunadamente no nos hemos enfrentado a un resultado similar.
La izquierda no tiene que apoyar al imperialismo estadounidense para apoyar la entrega de armas a Ucrania o exigir el refuerzo de las sanciones. Son cosas que van en paralelo, y la comunidad progresista debería apoyarlas.
Yassin ha mencionado que Rusia en su propaganda, tanto en Siria como en Ucrania, estaba utilizando plantillas similares y enfoques similares, dibujando a todos los sirios como terroristas y a todos los ucranianos como nazis. Pero, por otro lado, en ambos casos, en estos levantamientos populares, también han participado fuerzas de las que quizás no nos alegramos. Ucrania tiene su extrema derecha, y Siria tiene sus yihadistas. Pero lo que tenemos que tener en cuenta es cómo Rusia se abalanza siempre sobre la oportunidad de magnificarlos y decir que todos son grupos de extrema derecha. En cuanto hay un participante desagradable, todo el mundo se siente atraído por él.
También quiero abordar los comentarios de Yassin sobre Rusia y Estados Unidos. Sí, tiene toda la razón, la situación es diferente. Durante muchas décadas, Ucrania ha estado entre el colonialismo y el imperialismo ruso y estadounidense. Quiero referirme a un incidente concreto ocurrido una semana después de que se produjera la invasión a gran escala. Estaba en Kiev y se puso en contacto conmigo un periodista de la izquierda occidental y me propuso que nos pusiéramos al día para una entrevista; yo estaba muy interesado en conocerle. Pensé que si una persona llega a Kiev en medio de la situación actual -entonces, la situación era muy tensa en Kiev-, merecía la pena conocerla. Pero el periodista resultó ser un completo idiota. Llegó a Kiev y empezó a decirme que Estados Unidos era la mayor amenaza para nosotros, mientras que Rusia es un imperialista moderado, manejable.
Yuliya mencionó que hay muchos defectos en el actual sistema internacional liberal. Pero también hay que ver lo que está ocurriendo en Rusia ahora mismo. Durante muchos años han tenido un régimen autoritario, y tras el inicio de la guerra -y después de que el movimiento antiguerra haya sido totalmente reprimido- se están acercando a vivir bajo el fascismo, efectivamente. Putin se remite a los ejemplos de Iraq y demás para justificar su invasión en Ucrania. Pero, sinceramente, no recuerdo a los periodistas estadounidenses durante la guerra de Iraq escribiendo artículos sobre la necesidad de desiraquizar a los iraquíes (¡ni siquiera estoy seguro de la palabra!) para justificar un completo genocidio del pueblo iraquí. Los periodistas rusos, me temo, están escribiendo estas cosas.
Así que cuando estaba escribiendo la carta a la izquierda occidental -esto fue en el segundo día de la guerra- no había procesado todo a través del prisma de lo que está sucediendo. En aquel entonces pensaba que había un claro enemigo imperialista: Rusia. No me malinterpreten, la invasión de Iraq por parte de Estados Unidos es un crimen, y debería haber habido tribunales; esa gente debería haberse enfrentado a la justicia. Pero entonces tenemos que continuar la conversación hasta el colonialismo francés y británico después de la Segunda Guerra Mundial: tal vez no deberíamos haber apoyado el colonialismo británico y francés para apoyar la guerra de los aliados contra la Alemania nazi. Del mismo modo, la izquierda no tiene que apoyar el imperialismo estadounidense para apoyar la entrega de armas a Ucrania o exigir el fortalecimiento de las sanciones. Son cosas que van en paralelo, y la comunidad progresista debería apoyarlas.
Nos gustaría que se enfrentaran Putin y los criminales de guerra rusos tuvieran que enfrentarse a un tribunal internacional (probablemente EE.UU., Gran Bretaña y Francia se mostrarán reacios a apoyar la creación de un tribunal de este tipo porque podría utilizarse como plantilla también para enjuiciarlos por cosas que han hecho). Hemos visto cómo Rusia ejerce su poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, y estoy bastante seguro de que Estados Unidos será reacio a cambiar este sistema porque también utiliza su poder de veto y quiere aferrarse a su posición privilegiada.
Así que sí, ahora estamos en una posición en la que el «orden basado en reglas» internacional se enfrenta a su mayor crisis en décadas. Pero también creo que ahora tenemos la oportunidad de reformar la ONU, por ejemplo, para hacer algo con respecto al poder de veto en el Consejo de Seguridad. Para ello necesitamos la presión internacional. Un ejemplo brillante es que, por primera vez en cuarenta años, desde la invasión de Rusia en Ucrania, la resolución de la ONU «Unidad para la Paz» se aplicó realmente y la cuestión de Ucrania se trasladó del Consejo de Seguridad a la Asamblea General. Si no me equivoco, la oposición siria lleva muchos años luchando para que esto ocurra y no lo ha conseguido. Así que Ucrania ha sido privilegiada y afortunada.
Es una gran oportunidad. Este es un gran momento en el que tenemos que ejercer presión sobre los gobiernos occidentales para que hagan lo que es necesario y lo que es correcto.
WM: No sabía mucho sobre Ucrania antes de salir de Siria. Hace dos años, durante la pandemia, vi Winter on Fire, el documental sobre la revolución del Maidan en 2014. Especialmente después de la revolución, especialmente después de mi huida, me interesan las películas y vi muchas cosas sobre luchas similares por la libertad y movimientos de liberación, y esa fue una de las cosas más intensas, relevantes, poderosas y conmovedoras que he visto. El punto principal fue que es muy similar a lo que yo conozco. Hablan un idioma diferente, están en una geografía diferente, pero se siente que es una situación tan parecida… El niño que dijo: «Nunca fui a la escuela, pero ahora el Maidan es mi escuela». El activista que fue uno de los primeros en recibir un disparo en el Maidan, y la tristeza colectiva, el dolor colectivo por este activista, la forma en que la gente se organizó en el Maidan no es algo que dé por sentado, no es algo que vea en una película y luego lo olvide. Se me quedó grabado.
Debido a que vi ese documental, y aprendí un poco más sobre Ucrania; porque vi su lucha, su anhelo de libertad, su poder, su fuerza, sus sacrificios… se me hizo más difícil cuando comenzó la invasión. Porque a mí me pareció un lugar que conocía. Inmediatamente me vinieron a la mente todos los lugares y rostros que vi en ese documental. En un momento dado, mientras la veía, como dijo Taras, me alegré mucho de que no fuera como Siria. Me dio esperanza. Tenía aún más esperanzas de que sí, de que algún día podríamos volver a Siria, podríamos volver a tomar plazas y Maidans, y también podríamos conseguir lo que consiguió Ucrania. Por eso me sentí tan mal ahora cuando comenzó la invasión. Fue como perder la esperanza para Siria.
Sentí que estábamos impulsando el caso de Siria. Pensé que con el apoyo de otras personas lo haríamos avanzar. En los últimos años, como activistas hemos hablado del peligro de normalizar el régimen de Assad, del peligro de dejar que Assad se salga con la suya en sus crímenes, del peligro de no detener a Rusia. Es muy triste, siempre hemos dicho que no se trata solo de los sirios: ¿No os importa, pensáis que Siria está muy lejos, pensáis que los sirios son incivilizados y que no te importan? Pues bien, ahora están aquí, viven en Europa, viven en tu país. Están aquí y hacen ruido. Y no paran, y no se quedan callados.
Pero, desgraciadamente, los políticos y los gobiernos no sabían que no detener a Rusia en 2015, y no detener al régimen de Assad, enviaba un mensaje claro a Putin y a todas las dictaduras del planeta: por favor, haz lo que quieras, bombardea a tus propios ciudadanos, usa armas químicas contra ellos, mátalos, detenlos, asédialos, está bien. Simplemente se te llamará presidente, serás bienvenido. A veces nos limitaremos a hacer una declaración diciendo que no eso no es aceptable, que eso no está bien, que estás violando los derechos humanos y tomaremos medidas reales. Once años después, solo seguimos viendo cejas levantadas y declaraciones vacías, palabras vacías, y nada ha cambiado.
Esto me enfada aún más, por desgracia. Pero por eso me siento más decidida ahora. Creo que nuestras luchas están conectadas, en todo el planeta. La gente me dice que la idea de luchar por la libertad es muy romántica. Por desgracia, Ucrania demostró que no es romántica: es práctica y realista. No habríamos visto lo que ocurre hoy en Ucrania si se hubiera detenido a Rusia hace unos años. Hoy tenemos que detener a Rusia en Ucrania. Tenemos que procesar a Putin y a Rusia por sus crímenes, porque eso hará avanzar el caso de Siria, y eso evitará definitivamente que Putin y otros dictadores y tiranos de todo el planeta piensen que pueden seguir cometiendo crímenes y salirse con la suya.
JA: Gracias, Wafa. Creo que tu aportación es especialmente oportuna, ya que hemos visto que exactamente los mismos comandantes que han cometido crímenes en Siria han sido enviados al campo de batalla en Ucrania.
Ahora que terminamos, ¿cuáles son las posibilidades de asociación y colaboración en el futuro? Hemos hablado de los problemas y quizá de las oportunidades perdidas entre ucranianos y sirios (y el resto del mundo). Pero ahora, ¿qué podemos hacer? ¿Cuáles son las sugerencias prácticas y esperanzadoras?
YY: Estoy de acuerdo con lo que acaba de decir Wafa: cada vez que hay una guerra, cada vez que hay atrocidades, cada vez que hay violaciones de derechos y lo único que sigue es una advertencia y una condena severa, se está permitiendo más violencia. Y no solo eso: hay un envalentonamiento de los autores de esa violencia. Lo hemos visto con Putin, con Assad, con Estados Unidos, con el gobierno israelí; lo hemos visto con todo tipo de regímenes diferentes. La lista continúa.
Estoy de acuerdo en que la actual fase de guerra de Rusia contra Ucrania -de nuevo, estamos ya en el noveno año- podría haberse evitado. La fuerza de reacción que estamos viendo ahora, deberíamos haberla visto en 2014. ¿Por qué era aceptable aislar partes del Donbás y Crimea? Incluso desde el 24 de febrero hemos visto más comentarios procedentes de Estados Unidos acerca de que una «incursión menor» tendría estas consecuencias, y una «mayor» las tendría. Ya ha habido una incursión, que tiene ocho años. Ha sido una guerra. Pensábamos que existía este orden internacional en el que las fronteras están santificadas. Pero ahora parece que hay una escala de gradación: de alguna manera está bien tomar cierta cantidad de tierra, y está bien usar ciertos tipos de armas. ¿Podemos al menos tener también un gráfico de cuántas mujeres está bien violar, cuántos civiles está bien matar y cuántas casas está bien bombardear, para que al menos podamos tener algo de claridad? Obviamente estoy siendo sarcástica. Me hierve la sangre al escuchar esto. Las atrocidades actuales podrían haberse evitado si se hubiera actuado realmente de forma adecuada.
En septiembre se cumplirán dieciocho años desde que vivo en el Reino Unido; ahora mismo estoy en Ucrania, pero normalmente estoy en el Reino Unido. En el Reino Unido, he visto audiencias con la Reina celebradas para jefes de Estado que persiguen y ejecutan a personas públicamente y que perpetran crímenes de guerra, y ella les está vendiendo armas. ¿Así que vender armas a regímenes asesinos está bien, pero dar armas a personas que intentan protegerse de esos regímenes es de alguna manera moralmente reprobable? Realmente no tiene ningún sentido para mí.
Hay otra cosa que quería decir, porque es muy importante: tenemos que examinar la interseccionalidad y el trabajo interdisciplinario adecuadamente. Cuando examinamos la política de derechos que tienen los poderes coloniales e imperiales, tenemos que acudir a los marcos de la violencia doméstica, la psicología y la psiquiatría. Se trata de una guerra psicológica. Hay menosprecio, hay desmoralización, hay culpabilización de las víctimas. Lo vimos con Siria, y lo vemos mucho en Ucrania: como que de alguna manera los ucranianos obligaron a Rusia a venir a bombardear sus ciudades. En un marco de relaciones abusivas tiene sentido.
La sensación de que se tiene derecho a algo, la combinación de incapacidad y falta de voluntad para aceptar que no se tiene derecho sobre la otra persona o país o ciudad es algo sobre lo que tenemos que reflexionar. Lo hemos visto en los debates internacionales sobre «qué hacer con Ucrania», cómo tenemos que apaciguar a Putin y darle un poco más de territorio ucraniano. ¿Qué significa eso? No se apacigua a un matón. ¿Desde cuándo es aceptable? Pero he leído de algunos izquierdistas, y lo he oído de la Coalición Stop the War, e incluso de algunos ucranianos llamados izquierdistas, que tal vez está bien ceder algo de territorio a Rusia siempre que se preserve la vida de los civiles. ¡No! Eso ya ha ocurrido, y sabemos lo que pasó en esos territorios. Sabemos la persecución, la tortura, los secuestros, la destrucción de la industria y el medio ambiente. ¿Cómo vamos a decidir qué ciudades ucranianas y qué ucranianos está bien entregar a Rusia? ¿Cómo vamos a tener siquiera esta conversación? No está bien, y me duele.
También entiendo que esta es una lucha existencial. Si no expulsamos al ejército de Putin, habrá más guerras y más combates y más sufrimiento. Estoy de acuerdo, Wafa, has dado en el clavo: si se hubiera detenido al ejército de Putin en 2014 no estaríamos discutiendo esta guerra ahora, porque no habría ocurrido. La llamada comunidad internacional de líderes ha fracasado en este caso. No es el único fracaso, soy consciente de ello, muy dolorosamente. Ha habido un fracaso sistemático. El modo en que es sistemático lo hace emblemático de una miríada de fracasos.
TB: Estoy de acuerdo con Wafa en que la mejor manera en que los ucranianos pueden ayudar a los sirios ahora es ganando esta guerra. Probablemente esto cambiaría la situación internacional, y probablemente daría la oportunidad de cambiar también algo en Siria. Al mismo tiempo, nuestra obligación ahora, cuando se presta tanta atención a Ucrania a nivel internacional, es fortalecer y amplificar su voz y recordar a Siria tanto como sea posible. Dinos cómo podemos ayudarte y colaborar. ¿Cómo podemos amplificar tu voz? ¿Qué demandas vuestras podemos apoyar?
Me gustaría reaccionar a lo que dijo Yassin de que no hay que tratar de convencer a los antiimperialistas occidentales que siguen escribiendo textos tontos. No estoy de acuerdo. Hasta cierto punto, sí, no somos capaces de cambiar la opinión de todo el mundo. Pero en Ucrania, la izquierda está bastante más generalizada. Una de las razones por las que escribí esa carta a la izquierda occidental fue porque creo que tenemos que luchar contra el capitalismo, y los movimientos socialistas globales deben ser los que lo hagan. La izquierda occidental tiene una gran responsabilidad. Tenemos que hacer algo con esos idiotas para que entiendan algo. Somos débiles aquí, pero ellos son el gran público al que importan nuestras palabras.
Los textos de Yassin y Leila al Shami me han sido muy útiles, porque me han ayudado a entender mejor el problema. Tenemos que dar forma a un nuevo internacionalismo con los que están en una situación similar, con los que se enfrentan a prejuicios similares. No hablo solo de ucranianos y sirios. Tomemos Hong Kong: los que protestaron en Hong Kong también se enfrentaron a esta actitud errónea hacia ellos por parte de la izquierda occidental. Lo mismo ocurre en otros países donde la gente lucha contra regímenes autoritarios antioccidentales. Tenemos que construir un diálogo con ellos. Porque ahora, desgraciadamente, debido a la jerarquía del sistema global, tomemos a Yassin y otros pensadores: ¿dónde pueden los ucranianos informarse sobre ellos? En muchos casos, solo en los medios de comunicación occidentales.
WM: Ayer también se puso en contacto conmigo un periodista, y me preguntó por qué es importante que los ucranianos y los sirios se conecten, y cómo podrían hacerlo. Le dije que no solo es importante, sino que no hay otra opción para nosotros que ponernos en contacto y apoyarnos mutuamente. No hay forma de salir de este absurdo y de la brutalidad que hemos presenciado durante las últimas dos décadas a menos que nos unamos, nos conozcamos y nos apoyemos.
No sabíamos mucho los unos de los otros antes de hace un par de años. Y sí, la situación en Siria es compleja, obviamente. Pero esto no debería ser nuestra forma de decir: «Me quedo fura de la política, es demasiado complicado». Todo es complicado. Pero hay activistas sirios y ucranianos que dedican su vida a facilitar las cosas. Escucha a los activistas. Escucha a los sirios y escucha a los ucranianos. Escúchanos.
Estoy afincada en Berlín y esta es mi manera de invitar a todos los que están en Berlín a venir a la manifestación que tenemos el sábado. El sábado hay una convocatoria de protesta de la Marcha de Pascua de Berlín para exigir «la paz con Rusia». Sí, es así de absurdo. Estamos convocando otra protesta para el mismo día, como activistas sirios y ucranianos, así como personas y activistas de Bielorrusia, para decir que no es tan superficial, no es tan estúpido: no hay manera de que haya una paz sostenible sin detener primero los crímenes en curso y procesar a todos los criminales de guerra. No hay forma de conseguir ninguna paz si no nos centramos en las víctimas de estas guerras.
En Berlín (y sé que es el caso en muchos lugares), sirios y ucranianos se están uniendo, se están conociendo, se están apoyando, están organizando protestas y eventos, están tratando de ayudarse mutuamente de todas las maneras posibles. Este es el primer paso.
Espero que esto no suene pesimista, pero si algo he aprendido en once años es que la lucha es muy larga. He llegado a un punto en el que estoy satisfecha de no haber podido ver a Siria como país libre y democrático. Puede que ni siquiera la próxima generación lo vea. Está bien, porque sé que contra lo que estamos luchamos es así de brutal y así de criminal. El mundo en el que vivimos es así de absurdo. Hoy luchamos juntos, y Ucrania lucha hoy, todos los días, y seguimos luchando a nuestra manera, cada uno desde su posición, porque sabemos que no hay forma de que esta brutalidad y estas tiranías y dictaduras duren. No hay manera de que nos gobiernen para siempre. Es imposible que sigamos siendo esclavos del capitalismo, del imperialismo y de las dictaduras. Es imposible que esta sea la realidad de las próximas generaciones. Esta es una esperanza bastante justa que me hace luchar diariamente.
Además, no solo estamos luchando contra el mismo enemigo, sino que ese enemigo es Rusia. Cuando se trata de Rusia, la propaganda no es solo un aspecto de su guerra contra nosotros. A diario, en mi vida personal, lucho por convencer a la gente de que mi padre no es un terrorista, de que mi padre no es del ISIS, de que mi padre no merece estar entre la vida y la muerte, y de que mi familia merece saber dónde está retenido y por qué ha estado desaparecido durante todos estos años. Estar aquí hoy es un paso para informarnos unos a otros y también para luchar contra estas narrativas. Hoy en día, en Siria, puede que la guerra sobre el terreno haya terminado, pero la batalla sobre las narrativas continúa. Lo menos que podemos hacer es luchar contra ella y presentar una contranarrativa a la de Rusia y otras dictaduras.
YHS: Como ha dicho Taras: Por favor, ganen la guerra. Eso será bueno para nosotros. En primer lugar, será bueno para ustedes. Y también será -y no menos importante- bueno para Rusia. Hay mucha gente valiente, decente y honorable que está en contra del putinismo y de toda esta maquinaria de guerra y mentiras y propaganda. La derrota del putinismo sería buena para ellos.
En segundo lugar, cuantas más redes, cuantos más espacios comunes compartamos, como el del sábado en Berlín, estas son las actividades que deberían continuar. Quizá creemos espacios. No tenemos un espacio ucraniano-sirio. Necesitamos un espacio. De vez en cuando organicemos encuentros fuera de donde estamos, aqui en Berlín. Pero en otros lugares, en Francia, en el Reino Unido, en Estados Unidos, donde podamos, y ojalá algún día en Kiev y Damasco. Hoy he leído sobre unos sirios que fueron a Ucrania en un autobús: llevaron comida y medicinas, y trajeron de vuelta a los refugiados. Esto es increíble. Es algo muy bueno. Son actividades simbólicas, pero son las que necesitamos, y seguir reuniéndonos y hablando y escuchándonos unos a otros.
Sebastian Ordoñez: Hola a todos, solo quiero cerrar el espacio agradeciendo a Joey, Yassin, Wafa, Taras y Yuliya por haber sostenido este encuentro con tanta dignidad: un espacio de atención, un espacio de escucha, un espacio donde se unieron personas de todo el mundo. Porque sabemos, como acaba de recordarnos Wafa, que luchamos, pero luchemos juntos. Quiero daros las gracias por la amplitud para tener una conversación como esta: enraizada en el dolor pero que nos da esperanza: esperanza de ganar, como todos habéis destacado, y esperanza de construir poder desde abajo contra el imperialismo en todas sus expresiones. Y también quiero daros las gracias por ayudarnos a dar sentido a las realidades actuales a las que os enfrentáis y a las que nos enfrentamos todos al situarnos frente a la complejidad e invitarnos a aprender unos de otros.
Esta conversación ha abierto la posibilidad de hablar de otros conflictos y otros lugares de lucha: Etiopía, Yemen, Haití, por nombrar algunos. Esas oportunidades de conversación serán también oportunidades de asociación y de paz, para seguir construyendo puentes sobre el dolor.
Quiero dar las gracias a nuestros intérpretes: gracias por su compromiso con la justicia lingüística y su brillantez. Por último, quiero daros las gracias a todos por estar hoy aquí. Nos han acompañado más de 200 personas. Gracias por vuestro tiempo y energía para aportar esa presencia, que pone de manifiesto la importancia del diálogo y la conexión.