Terremoto en Turquía y Siria: Europa, que destina miles de millones a la guerra, muestra su verdadero rostro desalmado

David Hearst, Middle East Eye, 10 febrero 2023

Traducido del inglés por Sinfo Fernández


David Hearst es cofundador y redactor jefe de Middle East Eye. Es comentarista y conferenciante sobre la región y analista sobre Arabia Saudí. Fue redactor jefe de asuntos exteriores de The Guardian y corresponsal en Rusia, Europa y Belfast. Se incorporó a The Guardian procedente de The Scotsman, donde era corresponsal para temas de educación.

Una zona doce veces mayor que Bélgica fue sacudida por veinte terremotos en dos días.

El seísmo que ha afectado a Turquía y Siria, de 7,8 grados en la escala de Richter, liberó una explosión equivalente a 7,5 millones de toneladas de TNT. Poco después se produjo una réplica de magnitud 6,7 en el centro y el este de Turquía, y otra de magnitud 5,6 en la frontera turcosiria.

¿El Reino Unido ofreció 2.700 millones de dólares en armas a Ucrania y 6 millones de dólares en ayuda para catástrofes para 23 millones de personas en Turquía y Siria? ¿Es esto cierto? Parece que sí.

Se han registrado casi 800 réplicas.

Hasta 23 millones de personas se han visto afectadas. En el momento de escribir estas líneas -y las cifras cambian a cada hora- 17.674 personas han perdido la vida en Turquía y 3.377 en Siria, y 72.879 han resultado heridas. Más de 100.000 personas han sido desplazadas en Turquía y 300.000 en Siria.

Literalmente, cientos de edificios de varias plantas, algunos de 12 alturas, han quedado reducidos a montones de escombros. Distritos enteros han quedado devastados. Las carreteras principales y las líneas de ferrocarril entre las principales ciudades han sido arrancadas o están atascadas por el tráfico de ayuda.

Si trasladamos el mapa de este terremoto a Gran Bretaña, la falla se extiende en diagonal desde el río Severn, en el oeste, hasta el estuario del Humber, en el norte. Gran parte de Inglaterra, incluidas las ciudades de Birmingham, Manchester y Sheffield, habría sufrido una sacudida de nivel siete.

Estas cifras no son más que un esbozo de la catástrofe. Los detalles llegarán en los próximos días y semanas.

Pérdida de la atención pública

Decenas de países han enviado equipos de búsqueda y rescate. Pero apenas tres días después de esta catástrofe, precisamente en el momento en que una operación de búsqueda y rescate se convierte en una lenta y sombría recuperación de cadáveres, la tragedia está desapareciendo de los titulares en Europa, el vecino inmediato de Turquía.

Sabemos lo que sigue a esta pérdida de la atención pública.

Esta semana, el terremoto se ha visto desplazado por la visita del presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, a Gran Bretaña y Bruselas. El intrépido Zelensky vestido de caqui, que se ha transformado en la conciencia política en un cruce entre Churchill, Boudica y Juana de Arco, se ha convertido en un billete político caliente, ya que cada parlamento compite por su presencia.

El hecho de que visitara Gran Bretaña en primer lugar, antes que Francia y Bruselas, fue motivo de orgullo nacional. También lo fue la ayuda militar, de 2.300 millones de libras (alrededor de 2.600 millones de euros), que Gran Bretaña concedió a Ucrania el año pasado, una suma que el primer ministro, Rishi Sunak, aseguró que se igualará este año. Esto convierte a Gran Bretaña en el segundo mayor donante militar a Ucrania.

Este es el tipo de dinero disponible en Gran Bretaña cuando existe voluntad política. Compárese con la suma que, según el gobierno británico, se destinará al terremoto entre Turquía y Siria. Cuando las 15 organizaciones benéficas que forman el Comité de Emergencia para Desastres lanzaron su llamamiento el jueves para proporcionar ayuda médica y de rescate, refugio, mantas y alimentos, el ministro de Asuntos Exteriores, James Cleverly, anunció que el Reino Unido igualaría hasta 5 millones de libras (5,6 millones de euros) de las donaciones públicas.

El primer ministro británico, Rishi Sunak, y el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, en unas instalaciones militares en Lulworth, Dorset, Inglaterra, el 8 de febrero de 2023 (AP)

Cleverly declaró: «Cuando se producen catástrofes como estos terribles terremotos, sabemos que el pueblo británico quiere ayudar. Han demostrado una y otra vez que pocos son más generosos y compasivos».

¿2.300 millones de libras en armas a Ucrania y 5 millones de libras en ayuda en catástrofes para 23 millones de personas? ¿De verdad? Parece que sí.

Trascender la política

Hay dos maneras de medir esto en la escala de Richter de la inhumanidad del hombre hacia el hombre.

En el plano humanitario, las catástrofes a escala mundial exigen una respuesta global que trasciende la política, o el grado en que el presidente turco Recep Tayyib Erdogan o el presidente sirio Bashar al-Assad son tratados como parias en reuniones de grandes y buenos como Davos.

Un día después de la catástrofe, la revista satírica francesa Charlie Hebdo publicó una viñeta en la que aparecían un edificio dañado, un coche derribado y un montón de escombros con la leyenda: «No hace falta enviar tanques».

Se trataba de algo más que una viñeta puntual de mal gusto y Charlie Hebdo no es una revista satírica cualquiera.

En 2015, Hebdo se convirtió en el epicentro de lo que se describió como la defensa de la democracia y la libertad de expresión frente a los ataques de fanáticos y terroristas, algo muy parecido a lo que se presenta hoy Ucrania. Sus oficinas en París fueron atacadas por Said y Cherif Kouachi, que decían representar al grupo militante Al Qaida, matando a 12 personas e hiriendo a otras 11.

El atentado provocó manifestaciones masivas. El grito «Je Suis Charlie» se hizo viral. Charlie Hebdo se convirtió en un símbolo de la libertad de expresión atacada por bárbaros con barba. Para lograr estos fines, el racismo descarado de Charlie Hebdo se ocultó bajo la alfombra entonces, como sigue haciéndose hoy.

Pocos medios de comunicación se refirieron a su última excrecencia, aunque las redes sociales no tardaron en reaccionar.

Un error de grandes proporciones

Mucho se ha escrito sobre la lenta desaparición de Estados Unidos y Europa en la escena mundial, desfilando ante los ejércitos de trapo de los talibanes en Kabul o los suicidas asaltos frontales del ejército de convictos de Wagner en el Donbás.

Pero la reticencia de la UE a ser la primera en responder a esta crisis es totalmente voluntaria. Es un error no forzado de grandes proporciones. Es una oportunidad de mostrar liderazgo moral y humanidad a millones de personas. Es una oportunidad de hablarles directamente a ellos, no a sus gobiernos o presidentes que maniobran para ser reelegidos.

Es una oportunidad para demostrar al mundo que Occidente puede reconstruir además de destruir. Pero este es el último sentimiento que podría encontrarse en la mente de la Fortaleza Europa hoy. La Fortaleza Europa blinda su riqueza. Sus altas vallas electrificadas y sus patrullas de drones están ahí para mantener alejadas a las hordas paganas.

¿Qué estímulo más fuerte se podría dar a millones de personas para que busquen liderazgo en otra parte?

Aunque todavía no se han recaudado sumas significativas en Gran Bretaña, Francia o Alemania, los saudíes han recaudado más de 51 millones de dólares cuatro días después de que se lanzara la plataforma Sahem para socorrer a Siria y Turquía. (Twitter)

Son cacahuetes para cualquier miembro de la familia real saudí, pero una donación significativa de los propios saudíes. Avergüenza a Gran Bretaña. Sin embargo, abandonemos la moralidad o cualquier sentido de humanidad común.

Sigamos el espíritu egoísta de nuestra época.

Cifras sorprendentes

Antes de la guerra de Ucrania, Oriente Medio representaba el 25 por ciento de los solicitantes de asilo en Europa en 2021, y de ellos el mayor número procedía de Siria, e Iraq, con Turquía en quinto lugar. Afganistán ocupaba el segundo lugar.

La guerra de Siria convirtió a Turquía en el mayor país de acogida de refugiados del mundo, con más de 3,6 millones de refugiados sirios y 320.000 personas de otras nacionalidades. El año pasado gastó 5.590 millones de dólares en ayuda humanitaria, lo que supone el 0,86% de su PIB, lo que la sitúa a la cabeza mundial, según un informe de Development Initiatives.

En términos de dinero gastado, Turquía solo es superada por Estados Unidos. Son cifras asombrosas para un gobierno tan a menudo denostado en Occidente.

Pero este esfuerzo no es inamovible. Los partidos turcos de extrema derecha, como el Partido de la Victoria, que están al acecho de inmigrantes, realizan campañas para recaudar fondos para billetes de autobús con los que deportar a los sirios. En busca de alguien a quien culpar por la lentitud de los esfuerzos de socorro, algunos turcos se están volviendo contra los refugiados a raíz de este desastre.

Se trata de acontecimientos lo suficientemente grandes y graves como para impulsar futuras oleadas de refugiados, ya que la operación de reconstrucción llevará años, si no décadas.

A Europa le interesa absolutamente garantizar que Turquía pueda hacer frente a la situación y continuar con su política de reasentamiento de refugiados en el norte de Siria. Pero también Siria, antaño foco de tanto armamento encubierto occidental, ha sido abandonada. Los refugiados sirios morían de frío mucho antes de que el terremoto golpeara Alepo e Idlib.

Se cree que un tercio de todas las víctimas se encuentran en la provincia de Hatay, justo al otro lado de la frontera siria. La destrucción en Hatay ha tenido un efecto inmediato en la ayuda a Siria que pasa por el paso fronterizo de Bab al-Hawa, el cordón umbilical de la ayuda para millones de personas del noroeste de Siria que viven en zonas fuera del control del gobierno sirio.

A los sirios bajo control gubernamental no les va mejor. El Estado está destrozado por la guerra y, como Irán en los primeros días de la República Islámica, está paralizado por las sanciones.

Un destino bíblico

Cada año crece más el abismo entre lo que hay que hacer y lo que acabamos haciendo. Cada año las palabras pronunciadas por los dirigentes europeos se vuelven más grotescas.

El pasado 13 de octubre, el máximo responsable de la política exterior de la UE, Josep Borrell, pronunció un discurso en la inauguración de la Academia Diplomática Europea en Bruselas. Esto es lo que dijo, según la transcripción oficial:

«Europa es un jardín. Hemos construido un jardín. Todo funciona. Es la mejor combinación de libertad política, prosperidad económica y cohesión social que la humanidad ha sido capaz de construir: las tres cosas juntas… La mayor parte del resto del mundo es una jungla, y la jungla podría invadir el jardín. Los jardineros tienen que ir a la jungla. Los europeos tienen que comprometerse mucho más con el resto del mundo. De lo contrario, el resto del mundo nos invadirá, por diferentes vías y medios«.

Si alguna vez hubo una oportunidad para poner fin a estas sandeces primitivas, es ahora.

¿Aprovechará Europa este momento? Lo dudo, pues hace tiempo que dejé de creer en el concepto de progreso.  Y el jardín del Edén de Borrell merece plenamente su destino bíblico.

Foto de portada: Jana al-Abdo, una niña siria de siete años, recibe tratamiento en un hospital de Idlib, Siria, el 8 de febrero de 2023 (AP).

Voces del Mundo

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