De cómo el sionismo está alimentando una guerra religiosa por la mezquita de al-Aqsa

Joseph Massad, Middle East Eye, 15 abril 2022

Traducido del inglés por Sinfo Fernández


Joseph Massad es profesor de política árabe moderna e historia intelectual en la Universidad de Columbia, Nueva York. Es autor de numerosos libros y artículos académicos y periodísticos. Entre sus libros destacan: Colonial Effects: The Making of National Identity in Jordan; Desiring Arabs; The Persistence of the Palestinian Question: Essays on Zionism and the Palestinians, y más recientemente Islam in Liberalism. Sus libros y artículos han sido traducidos a una docena de idiomas.

Los continuos intentos de apoderarse de los lugares sagrados musulmanes, ya sea en Jerusalén, Hebrón o Nablus, continúan a buen ritmo, al igual que la valiente resistencia palestina a los mismos.

El grupo fundamentalista colonial judío israelí “Retorno al Monte”, que aboga por la construcción de un “Tercer Templo Judío” en al-Haram al-Sharif, el tercer lugar más sagrado del Islam, y que está asociado al grupo racista Kach, anunció esta semana que planea sacrificar animales, el viernes en al-Haram, como parte de los rituales de la Pascua judía.

En respuesta, Hamás declaró que no permitirá que se celebren esos rituales y los impedirá “a cualquier precio”. La Autoridad Palestina y el gobierno jordano también condenaron esos planes. El pasado mes de febrero, el grupo, haciéndose pasar por musulmanes, entró en al-Haram al-Sharif y rezó allí.

Ante el anuncio de los sacrificios de animales, el director de la mezquita, nombrado por Jordania, emitió una decisión por la que se prohibía a los fieles musulmanes permanecer en aislamiento en la mezquita -una práctica devocional habitual para los fieles musulmanes durante el Ramadán- hasta los últimos 10 días del Ramadán, es decir, después del final de la Pascua.

Aun así, los fieles palestinos insistieron en permanecer en la mezquita anoche para impedir que el grupo extremista entrara en Al Haram y fueron atacados esta mañana por la seguridad israelí, que hirió a más de un centenar de fieles.

Una prohibición religiosa

Tras la conquista de Jerusalén Este por los israelíes en 1967, el entonces ministro de Defensa de Israel, Moshe Dayan, decidió permitir que el Waqf (gestión del legado e instituciones religiosas) palestino, que pasó a ser jordano y que siempre administró al-Haram al-Sharif, o lo que los judíos llaman “El Monte del Templo”, siguiera administrándolo.

Los principales rabinos asquenazíes y sefardíes de Israel, junto con cientos de otros rabinos, emitieron una resolución halájica por la que se prohibía a los judíos entrar en la zona, y mucho menos rezar allí, ya que eso supondría una violación de la ley religiosa judía, o Halajá, debido a la “impureza” de todos los judíos tras la destrucción del Segundo Templo.

Incluso los rabinos fundamentalistas, discípulos del fanático rabino Zvi Yehuda Kook, muchos de cuyos seguidores se convirtieron en colonos religiosos en Cisjordania y Jerusalén Este después de 1967, estuvieron de acuerdo con la prohibición religiosa.

Sin embargo, algunos de los grupos sionistas extremos no religiosos, especialmente los asociados al grupo terrorista pre-Estado Lehi, sostenían que los rabinos estaban equivocados y que los judíos debían construir una sinagoga allí. En 1969 un fundamentalista cristiano australiano prendió fuego a la mezquita de al-Aqsa y fue detenido por los israelíes, al parecer se trataba de un enfermo mental y fue deportado años después.

Sin embargo, sería Shlomo Goren, rabino del ejército israelí, quien en 1973 se convertiría en el principal rabino asquenazí de Israel y quien tendría más peso en la cuestión. Goren sostuvo que los judíos podían visitar y rezar en las zonas del antiguo templo que se habían ampliado al final del período del Segundo Templo, y que esto no violaría la Halajá.

Argumentó que había pruebas de que los judíos habían construido un lugar de oración permanente en el “Monte” hasta el siglo XVI, una afirmación que los historiadores refutan.

En su afán por permitir el acceso de los judíos a los santuarios musulmanes, Goren afirmó correctamente que el Muro Occidental no había sido un lugar de oración judío hasta el siglo XVII, e incluso entonces se debió a las restricciones otomanas al culto judío en otros lugares de la zona de al-Haram al-Sharif.

Acceso a los santuarios musulmanes

En 1994 Goren escribió al primer ministro Isaac Rabin: “No podemos afirmar derechos en el Muro de las Lamentaciones, y los judíos deberían poder rezar en toda la zona del Monte del Templo”.

En la década de 1980 los principales rabinos de Israel empezaron a considerar la idea como parcialmente aceptable, y tanto sus rabinos principales sefardíes como asquenazíes propusieron la construcción de una sinagoga en la esquina sureste de la zona, detrás de la mezquita de al-Aqsa, es decir, fuera de la zona de al-Haram, aunque el rabino sefardí insistió en que la sinagoga debía ser más alta que la mezquita.

De hecho, el propio Muro de Buraq, o lo que se conoce como “el Muro Oeste”, y mucho menos al-Haram al-Sharif, nunca había tenido una importancia religiosa central como lugar de oración para los judíos antes de la llegada del sionismo.

Aunque a los judíos palestinos se les permitía rezar allí durante la época otomana, fueron los colonos y los fanáticos sionistas los que empezaron a reclamar el Muro, lo que instigó una serie de violentos enfrentamientos con los musulmanes palestinos en la década de 1920, que culminaron en la violencia de 1929 que envolvió al país, a la que los palestinos se refieren como “la revuelta de Buraq”, y en la que murieron más de 200 fieles entre judíos y palestinos.

 En 1986 70 rabinos convocados por Goren emitieron un nuevo mandato que permitía a los judíos “entrar y rezar en el Monte del Templo en la mayor parte de su superficie”, y sostenía que efectivamente allí se podía construir una sinagoga.

En 1990 el rabino lubavitcher Menachem Schneersohn dio instrucciones a sus seguidores para que llevaran a cabo celebraciones en al-Haram; entretanto,  los “Fieles del Monte del Templo”, grupo creado en 1967 y dirigido por un tal Gershon Salomon, planeaban colocar la primera piedra para construir el “Tercer Templo” en los terrenos de al-Haram al-Sharif.

Salomon es un nacionalista israelí y no era religioso en aquel momento, aunque parece haberse convertido a mediados de los años 90, como refleja la creciente literatura religioso-nacionalista de su movimiento y sus conexiones y vínculos financieros con grupos fundamentalistas cristianos.

Los palestinos se manifestaron contra los planes de los Fieles del Monte del Templo. El 8 de octubre las fuerzas israelíes mataron a más de 20 manifestantes palestinos e hirieron a más de 150, lo que dio lugar a dos resoluciones de la ONU que condenaban el uso de la fuerza por parte del gobierno israelí y su negativa a permitir que el secretario general de la ONU visitara Al Haram al Sharif.

Baste decir que la masacre y el consiguiente revuelo internacional abortaron los planes del rabino Schneersohn.

El factor Oslo

Un grupo sionista aún más radical que reclama un supuesto “derecho” judío a ocupar y rezar en al-Haram al-Sharif es el movimiento Hai Ve-Kayam, dirigido por Yehuda Etzion, cuyo padre fue miembro del grupo terrorista Lehi. Etzion pasó siete años en cárceles israelíes por su pertenencia a un grupo terrorista judío en la década de 1980 que pretendía volar la Cúpula de la Roca.

Eztion y su grupo insistían en rezar en al-Haram, lo que obligó a la policía israelí a desalojarlos, imágenes que galvanizaron más apoyo al movimiento en la sociedad judía colonial de Israel, ya sea religiosa o laica.

Otros grupos que hacen reivindicaciones similares son “Yemin Israel”, “Kach” y “Kahane Hai”, el “Instituto del Templo”, el “Movimiento para Establecer el Templo” y “Ateret Kohanim”, entre otros.

Muchos de estos grupos se movilizaron después de los Acuerdos de Oslo por temor a que se concediera a la Autoridad Palestina la autoridad sobre Al Haram y, especialmente, después de los Acuerdos de Paz entre Israel y Jordania de 1994, en los que Israel “respeta” el “papel especial de Jordania… en los santuarios sagrados musulmanes de Jerusalén”.

Mujeres musulmanas rezan durante la primera oración del viernes de Ramadán en la mezquita de al-Aqsa (Reuters)

En febrero de 1997, el Comité de Rabinos de Yesha, un elemento central dentro del movimiento sionista religioso-nacionalista de colonos, emitió una resolución que permitía a los rabinos que creían que los judíos debían rezar en al Haram hacerlo.

Mientras tanto, muchos jueces y políticos del Tribunal Supremo israelí empezaron a pedir al gobierno y al gran rabinato que levantaran la prohibición de la oración judía en al-Haram. Estos esfuerzos culminaron con la visita del líder del Partido Likud, Ariel Sharon, a al-Haram al-Sharif en septiembre de 2000, acompañado por la policía antidisturbios de Israel.

Se produjeron protestas palestinas y cuatro palestinos murieron asesinados y decenas resultaron heridos por disparos. La visita de Sharon desencadenó el segundo levantamiento palestino, o Intifada. En la semana siguiente, Israel mató a 70 palestinos. Sharon fue elegido primer ministro de Israel cinco meses después.

La resistencia continúa

Antes de 2003 el gobierno israelí comenzó a permitir que no más de tres judíos religiosos visitaran al-Haram a la vez, pero desde entonces ha aumentado constantemente ese número hasta más de 50, y lo hace sin la aprobación de las autoridades del Waqf islámico.

En 2009, tras hacer comentarios racistas sobre los palestinos, el ministro de Seguridad Interior de Israel, Yitzhak Aharonvitch, del partido derechista Yisrael Beitenu, realizó otra visita a al-Haram. Las provocaciones y profanaciones sionistas continuaron. En septiembre de 2015 el gobierno israelí impidió a los palestinos entrar en al-Haram para dar paso a que los judíos fueran a rezar allí.

Se produjo un levantamiento palestino en el que la policía israelí disparó a decenas de palestinos. Aunque el gobierno israelí prohibió a los miembros de la Knesset visitar al-Haram tras el levantamiento, Benjamin Netanyahu levantó la prohibición en 2018.

De hecho, la cuestión de si los judíos están autorizados halájicamente a entrar, y no digamos a rezar, en al-Haram al-Sharif sigue siendo un importante punto de controversia en los círculos religiosos judíos de Israel, hasta el punto de que el año pasado se rumoreó que Netanyahu había llegado a un acuerdo con un rabino conservador y jefe de un partido político para prohibir temporalmente a los judíos la entrada a al-Haram a cambio de que se unieran a su gobierno de coalición.

La actual resistencia palestina contra el colonialismo israelí de las últimas semanas, tanto en Israel como en Cisjordania y Gaza, ha alcanzado un punto álgido, con matanzas israelíes de palestinos en toda Cisjordania, especialmente en Yenín.

Mientras los palestinos se dan cuenta de que el colonialismo de los colonos se ha dirigido y sigue dirigiéndose a toda la tierra de los palestinos, los continuos intentos de apoderarse de los lugares sagrados musulmanes palestinos, ya sea en Jerusalén, Hebrón o en el Maqam Yusuf al-Dwayk de Nablus, un santo local, o lo que los fanáticos sionistas alegan que es la bíblica “tumba de José”, continúan a buen ritmo, al igual que la valiente resistencia palestina frente a ellos.

Aunque los israelíes habían estado acosando a sus partidarios entre los líderes árabes en el último mes, ya fuera al gobierno jordano para que presione a la Autoridad Palestina y que reprima cualquier posible levantamiento durante el actual mes sagrado del Ramadán, o al gobierno egipcio para advertir a Hamás de que no se enfrente a Israel mientras reprime a los palestinos de Cisjordania y Jerusalén Este, es posible que en las próximas dos semanas se tambaleen esos planes.

La resistencia y los levantamientos palestinos contra los asentamientos coloniales no han cesado desde la llegada de los primeros colonos judíos en la década de 1880. Israel puede llamar a los líderes árabes que quiera para que le ayuden a sofocar las protestas palestinas, pero no hay razón para creer que los palestinos vayan a dejar de resistir mientras siga existiendo el colonialismo sionista de colonos.

Foto de portada: Un miembro de las fuerzas de seguridad israelíes ataca a los fieles de la Mezquita de la Cúpula de la Roca durante los enfrentamientos en el recinto de la Mezquita de al-Aqsa de Jerusalén, el 15 de abril de 2022 (AFP)

Voces del Mundo

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