Levent Kemal, Middle East Eye, 14 junio 2022
Traducido del inglés por Sinfo Fernández

Levent Kemal es un periodista independiente afincado en Estambul. Ha estado siguiendo las guerras y los conflictos en Siria e Iraq. Más tarde trabajó como corresponsal en Siria para la agencia pública de noticias turca Anadolu.
La vida en Turquía se está volviendo cada vez más insoportable para muchos de los más de 3,7 millones de sirios que viven en el país, y algunos están optando por marcharse antes de seguir soportando el racismo, la falta de trabajo y la explotación.
«No he robado los puestos de trabajo de los turcos. No he acosado a nadie, tengo mis propias hermanas», dijo Abbas, un refugiado sirio de 34 años que recientemente abandonó Turquía para irse a Francia, en referencia a las recientes acusaciones de agresión sexual contra varios sirios.
«No he ocupado la casa de nadie. Pero se me acusa de todos estos cargos. Y al final acabaron agrediéndome. Pero ni siquiera fui a la policía. No iba a cambiar nada».
Turquía acoge a los refugiados sirios desde el estallido de la guerra en su vecino del sur en 2011, pero la desbocada inflación, acompañada de la rápida depreciación de la lira turca, ha hecho que el resentimiento y la xenofobia contra los refugiados se disparen.
Muhammed, un ingeniero sirio de 33 años que abandonó Turquía en febrero, dijo que le había resultado imposible permanecer en la ciudad fronteriza turca de Hatay -una región históricamente disputada con Siria y que desde hace tiempo cuenta con una gran población árabe- debido al cambiante sentimiento social.
«Estamos agradecidos a la nación turca que nos ha acogido durante los últimos siete años, pero el acoso y la falta de trabajo han sido terribles», dijo Muhammed, que solía trabajar como temporero en el campo y en la construcción, además de como reportero.
«Las declaraciones contra los refugiados y el sentimiento antirrefugiado de la sociedad turca nos dificultaron la satisfacción de nuestras necesidades básicas. Tuve que irme por mi familia y mis hijos».
Muhammed, que primero cruzó a Grecia y luego acabó en Holanda a principios de este año, dijo que le fue casi imposible encontrar un trabajo en los últimos dos años, ya que la normativa turca le prohibía salir de su ciudad de residencia para ir a otras ciudades, incluso para trabajar.
«Las empresas turcas nos pagaban sueldos menores y no nos registraban», añadió.
«Cuando busqué un trabajo legítimo con salarios legítimos los acosos se convirtieron en amenazas».
Muhammed dijo que hubiera preferido quedarse en Turquía, pero que le preocupaba la posibilidad de que le forzaran a regresar a Siria, donde figura en una lista de terroristas debido a su oposición al gobierno del presidente Bashar al-Assad
Capital político
Varios partidos de la oposición han tratado de sacar provecho de la cuestión de los refugiados sirios.
Tras una campaña del principal partido de la oposición, el Partido Republicano del Pueblo (CHP), que prometió el pasado agosto deportar a los sirios una vez saliera elegido, estallaron disturbios en Ankara, donde un sirio mató a un turco en una disputa callejera.
Desde entonces, el CHP ha suavizado su retórica y su líder, Kemal Kilicdaroglu, se ha reunido con representantes sirios para encontrar una forma de devolver a los sirios a su país de forma pacífica.
Sin embargo, otros han tratado de sacar provecho de la cuestión, como Umit Ozdag, político de derechas y presidente del Partido de la Victoria, que ha creado una gran expectación mediática en los últimos meses al prometer el regreso a sus países de millones de sirios, afganos y pakistaníes.

A pesar de su apoyo inicial a los refugiados sirios, el gobierno del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) también ha prometido devolver a cerca de un millón de sirios al norte del país.
Shamil, de 47 años, otro refugiado sirio que ha vivido en las localidades turcas de Sanliurfa y Kilis durante los últimos siete años, dijo que la visión turca sobre los sirios ha cambiado mucho.
«No he conseguido trabajo en los últimos tres años, excepto trabajos pesados eventuales, como el de acarreo», dijo Shamil, cuya profesión real es la enseñanza del inglés. «Mi jefe, que solía intentar hablarme en inglés, me lanzaba miradas de rechazo».
Después de abandonar Turquía en diciembre para ir a Alemania, Shamil dijo que acepta que ha habido algunos delitos cometidos por sirios en el país. «Sin embargo, no somos los responsables de todo lo malo que ocurre en Turquía», añadió. «Ahora, cada delito individual recae sobre nosotros».
Huida hacia Europa
Gran parte de la animosidad hacia los sirios se basa en supuestas diferencias de estilo de vida y en el nacionalismo étnico de algunos turcos, aunque los turcomanos, una minoría étnicamente turca en Siria que escapó a Turquía, también se han enfrentado a los abusos.
Ahmed, un turcomano sirio de 35 años que vivía en Turquía hasta que se marchó a Holanda en febrero, dijo que fue objeto de un trato racista por parte de quienes eran nominalmente compañeros turcos.
«Me acosaron por venir de Siria, aunque soy turco y hablo turco», dijo.
«No fue posible encontrar un trabajo en los últimos dos años porque los empleadores empezaron a insinuar que no merezco un trabajo solo por ser de Siria».
Ahmed dijo que había buscado refugio en Turquía porque era la única opción con la que contaba.
«Si Canadá estuviera en nuestro norte, podríamos haber emigrado allí», dijo. «Estoy seguro de que me habrían incluido en la lista de personas que iban a ser deportadas a Siria un día u otro. Pero estamos en la lista de terroristas del régimen debido a que nuestros familiares han resistido contra Assad en Homs».
El gobierno turco ha anunciado planes de construcción de viviendas y prestación de servicios en las regiones en poder de las fuerzas respaldadas por Turquía en Siria para devolver hasta un millón de sirios.
El mes pasado, el presidente Recep Tayyip Erdogan anunció que Ankara lanzaría otra operación militar para capturar las ciudades del norte de Siria, Manbij y Tal Rifaat, de las Unidades de Protección Popular (YPG) prokurdas.
Sin embargo, los refugiados que hablaron con MEE dijeron que no creían que esas zonas fueran adecuadas para acoger a muchos sirios.
Señalaron que las zonas estaban desesperadamente empobrecidas, con escasa inversión exterior y muy poco espacio.
Adil, de 30 años, que vive en Turquía y trabaja como traductor, dijo que preferiría ir a Europa.
«Ya no es realista vivir en Turquía», dice. «Como la economía va mal, algunos nos convierten en objetivos. Somos los chivos expiatorios de todas las malas acciones en este país».
Añade que le acosan a pesar de ser un turco que procede de Siria.
«Vivimos en condiciones más horribles que un ciudadano turco y, sin embargo, el trato contra nosotros es cada vez más duro. No quiero acabar en una cárcel del régimen sirio por culpa de algunos políticos turcos que se pelean».
(Nota: Se han cambiado los nombres de los refugiados sirios para proteger su identidad)
Foto de portada: Una familia siria camina cerca de Balikligol (o lago Halil-Ur Rahman), al suroeste del centro de la ciudad de Sanliurfa, sureste de Turquía, el 17 de mayo de 2022 (AFP)