Vladimir Putin: Asesino global

John Feffer, Foreign Policy in Focus, 15 junio 2022

Traducido del inglés por Sinfo Fernández


John Feffer  es autor de la novela distópica Splinterlands y de su segundo volumen: Frostlands. Completa la trilogía, de reciente aparición, Songlands.  Ha escrito también The Pandemic Pivot. Es director de Foreign Policy in Focus en el Institute for Policy Studies, donde está desarrollando un nuevo proyecto para una Transición Global Justa.

De un lado, tenemos los muertos: 10 personas en una tienda de comestibles de Buffalo. Del otro lado, el asesino en masa que les disparó.

¿Por qué los medios de comunicación se centran tanto en los supervivientes del tiroteo de Búfalo y en las historias de las víctimas? ¿Por qué los periodistas no han dado al pistolero la oportunidad de contar su historia? No tenía amigos. Se sentía rechazado por sus compañeros en la escuela.

Es decir, escuchemos al pistolero.

Por supuesto, esto es ofensivo. Jacinda Ardern, la primera ministra de Nueva Zelanda, se negó a pronunciar el nombre del tirador de Christchurch para no contribuir a su búsqueda de notoriedad. Insistió, con razón, en que había que centrarse en las víctimas y en evitar que se produjeran tragedias semejantes en el futuro.

En un tribunal de justicia, el sistema acusatorio permite a ambas partes presentar sus casos. Sin embargo, no hay razón para seguir ese modelo fuera de la sala en el caso de un asesinato en masa. Lo último que queremos es escuchar al pistolero, especialmente a uno que adopta puntos de vista tan racistas y odiosos como el tirador de Buffalo.

¿Qué tiene que ver esto con la política exterior?

Cuando el mes pasado estaba organizando un evento sobre Ucrania en el que participaba un académico y activista polaco, alguien respondió en las redes sociales: «¿No deberías tener al menos dos fuentes, una de un lado y otra del otro? Espero que haya un análisis crítico y no solo un ¡ra, ra, ra! a favor de Ucrania».

Es tan ofensivo dar la oportunidad de hablar a los portavoces de Vladimir Putin como ofrecer una tribuna a un tirador de masas. Ya fue bastante infame tratar con apologistas que desestimaron las pruebas de la injerencia rusa en las elecciones de 2016 como si se tratara de terraplanistas en la era de los viajes espaciales. Ahora, con vidas en juego, es hora de acabar con este bipartidismo, esta insistencia en dar al «otro lado» el mismo tiempo sin importar lo ilegítima que sea su causa.

Pero esperen, ¿qué pasa con todos los agravios legítimos que tiene Rusia: la expansión de la OTAN hacia el este, las repetidas propuestas de Occidente a los países a lo largo de las fronteras de Rusia, la participación de Occidente en el vaciamiento económico de Rusia en la década de 1990?

Son, en efecto, agravios legítimos. Pero también lo fue el aislamiento y quién sabe qué otros desafíos que el pistolero de Buffalo experimentó de niño.

Estos factores ayudan a explicar las acciones. Pero no hacen nada para mitigar la culpabilidad.

En esta guerra, Rusia es el agresor. Al haber atacado indiscriminadamente a civiles, por tierra y por aire, es responsable de múltiples crímenes de guerra. Debe ser castigada: ahora con sanciones económicas y después con el derecho internacional. Los asesinos en masa pierden su derecho a justificar sus actos ante el tribunal de la opinión pública.

Permítanme anticipar su objeción: «En un caso estás hablando de un individuo. En el otro, estás hablando de un país entero. Tu analogía es defectuosa por razón de la escala, aunque solo sea por eso».

Esta cuestión de escala se reduce al hecho de que Rusia, una superpotencia, sigue teniendo la capacidad de infligir un enorme sufrimiento a personas, lugares y al planeta. El tirador de Buffalo, en cambio, está ahora impotente, esperando en la cárcel que se le juzgue.

Nadie hace el absurdo argumento de que deberíamos, cuando ya se han producido los asesinatos, evitar humillar al tirador de Búfalo. Nadie insta a negociar con este sociópata racista. El crimen se ha cometido. El castigo espera.

Pero Vladimir Putin, a pesar de todos sus crímenes, sigue siendo un líder poderoso. Incluso con las sanciones económicas, Rusia sigue exportando sus combustibles fósiles: casi 100.000 millones de dólares en ventas en los primeros 100 días de la guerra.

El líder ruso es diferente del pistolero de Buffalo en este importante sentido: sigue siendo una amenaza. Para establecer un mayor paralelismo, es como si un Putin fuertemente armado siguiera dentro de la tienda de comestibles de Búfalo manteniendo como rehenes a todos esos compradores.

Respuestas mundiales

Veamos algunas reacciones internacionales a Putin que minimizan sus crímenes:

  • El presidente francés Emmanuel Macron dijo recientemente: «No debemos humillar a Rusia para que el día en que cesen los combates podamos construir una rampa de salida por medios diplomáticos.»

Este tipo de enfoque podría haber sido eficaz antes del estallido de la guerra. Del mismo modo que no se quiere avergonzar o humillar a un joven que coge un arma y mata a la gente indiscriminadamente, tampoco se quiere avergonzar o humillar a un país que está luchando con múltiples problemas. Pero, después de la invasión, la respuesta adecuada es algo diferente. Como ha escrito el exembajador de Estados Unidos en Moscú, Michael McFaul: «Putin solo negociará cuando su ejército no pueda seguir avanzando, humillado o no. Macron debería centrarse en crear esa situación».

  • El Papa condenó la invasión de Ucrania, pero señaló que la OTAN «de alguna manera provocó, o no impidió» la agresión de Rusia.

El pontífice se esfuerza por parecer ecuánime. Pero por muy estúpida que fuera la expansión de la OTAN hacia el este, no «provocó» la invasión de Rusia. Después de todo, la OTAN no invadió a Rusia. Los países de la periferia tomaron la decisión libre y democrática de unirse a la alianza de seguridad. Dada la conducta anterior de Rusia -apoyar movimientos secesionistas en países vecinos, apoderarse de Crimea, llevar a cabo ciberataques contra las naciones bálticas- no es francamente sorprendente que la OTAN pueda parecer una opción atractiva.

  • Italia ha presentado un plan de cuatro puntos para una solución negociada que, entre otras cosas, otorga a los territorios en disputa una completa autonomía dentro de Ucrania.

Rusia intentó y fracasó en su intento de apoderarse de toda Ucrania. Ahora los militares rusos están centrados en apoderarse de todo el Donbás, la región oriental del país. Antes de la invasión, Rusia controlaba aproximadamente un tercio de esta región. ¿Y ahora Italia quiere recompensar a Rusia concediendo plena «autonomía» a esta región? A veces las fuerzas invasoras establecen su propia versión de la «justicia del vencedor». La comunidad internacional no debe facilitar estos resultados.

Castigo colectivo y responsabilidad colectiva

¿Deben los 144 millones de ciudadanos de Rusia ser castigados por las decisiones de un número relativamente limitado de dirigentes rusos?

Putin ha gozado durante mucho tiempo de unos índices de aprobación muy altos, del orden del 70%. Y algunos rusos que antes estaban en contra de Putin han apoyado a su gobierno debido a las sanciones. Pero las sanciones no están diseñadas para fomentar una revolución en Rusia. Se centran en dificultar que el país haga la guerra en Ucrania. Si la gran mayoría de los rusos sigue apoyando el esfuerzo bélico, entonces sí, deberían esperar sufrir las consecuencias de sus decisiones.

Del mismo modo, ¿deberían todos los propietarios de armas renunciar a sus rifles de asalto por los actos violentos de unos pocos? Sí, deberían. Se ha demostrado que estas armas son peligrosas. La gente no puede poseer armas nucleares. No pueden almacenar armas biológicas. Y tampoco deberían poseer rifles de asalto porque, al igual que las armas nucleares o biológicas, su único propósito real es matar a un gran número de personas.

De acuerdo con el principio de responsabilidad colectiva, tenemos que limitar nuestros deseos individuales y acciones de grupo -comprar armas, invadir otros países- para vivir en una cierta apariencia de armonía en la sociedad y en la comunidad internacional. En este sentido, tanto Estados Unidos como Rusia siguen siendo naciones fuera de la ley.

Como la famosa frase atribuida falsamente a Stalin: «La muerte de un hombre es una tragedia. La muerte de millones es una estadística». Aquí, en Estados Unidos, nos hemos enfrentado a una tragedia tras otra relacionadas con las armas de fuego. Los ucranianos, en cambio, van camino de convertirse en una estadística. Los autores de ambas categorías de crímenes deben rendir cuentas. Y, desde luego, no se les debe dar una plataforma para que expongan sus ideologías asesinas.

Foto de portada: Shutterstock.

Voces del Mundo

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