Chris Hedges, The Chris Hedges Report, 8 octubre 2022
Traducido del inglés por Sinfo Fernández

Chris Hedges es un periodista ganador del Premio Pulitzer que fue corresponsal en el extranjero durante quince años para The New York Times, donde ejerció como jefe de la Oficina de Oriente Medio y de la Oficina de los Balcanes. Entre sus libros figuran: American Fascists: The Christian Right and the War on America, Death of the Liberal Class, War is a Force That Gives Us Meaningy Days of Destruction, Days of Revolt una colaboración con el dibujante de cómics y periodista Joe Sacco. Anteriormente trabajó en el extranjero para The Dallas Morning News, The Christian Science Monitor y NPR. Es el presentador del programa On Contact, nominado a los premios Emmy.
Contenido del discurso que dio Chris Hedges frente al Departamento de Justicia en Washington, D.C. el sábado 8 de octubre en una concentración que pedía a Estados Unidos que revocara su solicitud de extradición de Julian Assange:
WASHINGTON, D.C. – «Merrick Garland y quienes trabajan en el Departamento de Justicia son las marionetas, no los titiriteros. Son la fachada, la ficción, de que la larga persecución a Julian Assange tiene algo que ver con la justicia. Al igual que el Alto Tribunal de Londres, llevan a cabo una elaborada pantomima judicial. Debaten matices legales arcanos para distraer de la farsa dickensiana en la que un hombre que no ha cometido un crimen, que no es ciudadano estadounidense, puede ser extraditado bajo la Ley de Espionaje y condenado a cadena perpetua por el periodismo más valiente y consecuente de nuestra generación.
El motor que impulsa el linchamiento de Julian no está aquí, en la Avenida Pensilvania. Está en Langley, Virginia, en un complejo que nunca podremos rodear: la Agencia Central de Inteligencia. Está impulsado por un Estado interno secreto, uno en el que no contamos en la loca búsqueda del imperio y la explotación despiadada. Debido a que la máquina de este leviatán moderno fue expuesta por Julian y WikiLeaks, la máquina exige venganza.
Los Estados Unidos han sufrido un golpe de estado corporativo a cámara lenta. Ya no es una democracia que funciona. Los verdaderos centros de poder, en los sectores corporativo, militar y de seguridad nacional, se sintieron humillados y avergonzados por WikiLeaks. Sus crímenes de guerra, sus mentiras, sus conspiraciones para aplastar las aspiraciones democráticas de los vulnerables y los pobres, y su corrupción desenfrenada, aquí y en todo el mundo, quedaron al descubierto en porciones de documentos filtrados.
No podemos luchar en nombre de Julián si no tenemos claro contra quién estamos luchando. Es mucho peor que un poder judicial corrupto. La clase multimillonaria mundial, que ha orquestado una desigualdad social comparable a la del Egipto faraónico, se ha apoderado internamente de todos los resortes del poder y nos ha convertido en la población más espiada, vigilada y fotografiada de la historia de la humanidad. Cuando el gobierno te vigila las 24 horas del día, no puedes utilizar la palabra libertad. Esta es la relación entre un amo y un esclavo. Julian fue durante mucho tiempo un objetivo, por supuesto, pero cuando WikiLeaks publicó los documentos conocidos como Vault 7, que exponían las herramientas de hackeo que la CIA utiliza para vigilar nuestros teléfonos, televisores e incluso coches, él -y el propio periodismo- fueron condenados a la crucifixión. El objetivo es cerrar cualquier investigación sobre el funcionamiento interno del poder que pueda responsabilizar a la clase dirigente de sus crímenes, erradicar la opinión pública y sustituirla por la jerga que alimenta a las multitudes.
Pasé dos décadas como corresponsal extranjero en los confines del imperio en América Latina, África, Oriente Medio y los Balcanes. Soy muy consciente del salvajismo del imperio, de cómo las brutales herramientas de represión se ponen a prueba primero en aquellos que Frantz Fanon llamó «los desdichados de la tierra». Vigilancia al por mayor. Tortura. Golpes de Estado. Sitios negros. Propaganda negra. Policía militarizada. Drones militarizados. Asesinatos. Guerras. Una vez perfeccionadas en la gente de color en el extranjero, estas herramientas migran de nuevo a la patria. Al vaciar nuestro país desde el interior a través de la desindustrialización, la austeridad, la desregulación, el estancamiento salarial, la abolición de los sindicatos, los gastos masivos en la guerra y la inteligencia, la negativa a abordar la emergencia climática y un boicot fiscal virtual para los individuos y las corporaciones más ricas, estos depredadores pretenden mantenernos en la esclavitud, víctimas de un neofeudalismo corporativo. Y han perfeccionado sus instrumentos de control orwelliano. La tiranía que se impone a otros se nos impone a nosotros.
Desde su creación, la CIA ha llevado a cabo asesinatos, golpes de Estado, torturas y espionaje ilegal y abusos, incluso de ciudadanos estadounidenses, actividades expuestas en 1975 por las audiencias del Comité Church en el Senado y del Comité Pike en la Cámara de Representantes. Todos estos crímenes, especialmente después de los atentados del 11-S, han vuelto con fuerza. La CIA es una organización paramilitar, sin escrúpulos, con sus propias unidades armadas y su programa de aviones no tripulados, escuadrones de la muerte y un vasto archipiélago de sitios negros globales donde se tortura y hace desaparecer a las víctimas secuestradas.
Estados Unidos destina un presupuesto negro secreto de unos 50.000 millones de dólares al año para ocultar múltiples tipos de proyectos clandestinos llevados a cabo por la Agencia de Seguridad Nacional, la CIA y otras agencias de inteligencia, normalmente más allá del escrutinio del Congreso. La CIA dispone de un aparato bien engrasado para secuestrar, torturar y asesinar a objetivos en todo el mundo, por lo que, dado que ya había establecido un sistema de vigilancia por vídeo de Julian durante las 24 horas del día en la Embajada de Ecuador en Londres, habló con toda naturalidad de secuestrarlo y asesinarlo. Ese es su negocio. El senador Frank Church -después de examinar los documentos de la CIA fuertemente redactados que se entregaron a su comité- definió la «actividad encubierta» de la CIA como «un disfraz semántico para el asesinato, la coerción, el chantaje, el soborno, la difusión de mentiras y el consorcio con conocidos torturadores y terroristas internacionales».
Todos los despotismos enmascaran la persecución estatal con procedimientos judiciales falsos. Los juicios espectáculo y las troikas en la Unión Soviética de Stalin. Los jueces nazis delirantes en la Alemania fascista. Los mítines de denuncia en la China de Mao. El crimen de Estado se envuelve en una falsa legalidad, una farsa judicial.
Si Julian es extraditado y condenado y, dadas las proclividades al estilo de Lubyanka del Distrito Este de Virginia, esto es casi una certeza, significa que aquellos que hemos publicado material clasificado, como hice yo cuando trabajaba para The New York Times, nos convertiremos en criminales. Significa que se bajará un telón de acero para enmascarar los abusos de poder. Significa que el Estado, que, a través de las Medidas Administrativas Especiales, o SAM, las leyes antiterroristas y la Ley de Espionaje que han creado nuestra versión doméstica del Artículo 58 de Stalin, puede encarcelar a cualquiera en cualquier parte del mundo que se atreva a cometer el delito de decir la verdad.
Estamos aquí para luchar por Julian. Pero también estamos aquí para luchar contra las poderosas fuerzas subterráneas que, al exigir la extradición y la cadena perpetua de Julian, han declarado la guerra al periodismo.
Estamos aquí para luchar por Julián. Pero también estamos aquí para luchar por el restablecimiento del Estado de Derecho y la democracia.
Estamos aquí para luchar por Julian. Pero también estamos aquí para desmantelar la vigilancia estatal erigida en todo Occidente al estilo de la Stasi.
Estamos aquí para luchar por Julian. Pero también estamos aquí para derrocar -y permítanme que repita esta palabra en beneficio de los miembros del FBI y de la Seguridad Nacional que han venido a vigilarnos-, para derrocar al Estado corporativo y para crear un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, que valore, en lugar de perseguir, a los mejores de entre nosotros.»
(Puede verse el discurso aquí)
Ilustración de portada: Armado y peligroso (Mr. Fish)