Noam Chomsky y David Barsamian, TomDispatch.com, 4 octubre 2022
Traducido del inglés por Sinfo Fernández

Noam Chomsky es profesor de instituto (emérito) del Departamento de Lingüística y Filosofía del Instituto Tecnológico de Massachusetts y profesor laureado de lingüística y de la cátedra Agnese Nelms Haury del programa de medio ambiente y justicia social de la Universidad de Arizona. Es autor de numerosos libros políticos de gran éxito de ventas, que han sido traducidos a decenas de idiomas, entre ellos los más recientes Optimism Over Despair, The Precipice y, con Marv Waterstone, Consequences of Capitalism. Su último libro es Notes on Resistance.

David Barsamian es el fundador y presentador del programa de radio Alternative Radio y ha publicado libros con Noam Chomsky, Arundhati Roy, Edward Said y Howard Zinn, entre otros. Su último libro con Noam Chomsky es Notes on Resistance (Haymarket Books, 2022). Alternative Radio, creada en 1986, es un programa semanal de una hora de duración sobre asuntos públicos que se ofrece gratuitamente a todas las emisoras de radio públicas de Estados Unidos, Canadá, Europa y otros países.
[Extracto abreviado del capítulo 9 de Notes on Resistance de Noam Chomsky y David Barsamian, publicado por Haymarket Books]:
David Barsamian: A menudo se describe lo que estamos afrontando como algo sin precedentes: una pandemia, una catástrofe climática y, siempre al acecho, la aniquilación nuclear. Tres de los cuatro jinetes del apocalipsis.
Noam Chomsky: Puedo añadir un cuarto: la inminente destrucción de lo que queda de la democracia estadounidense y el cambio de Estados Unidos hacia un Estado profundamente autoritario, también protofascista, cuando los republicanos vuelvan a gobernar, lo que parece probable. Así que son cuatro caballos.
Y recuerden que los republicanos son el partido negacionista, empeñado en correr hacia la destrucción del clima con desenfreno en manos del principal demoledor al que ahora adoran como un semidiós. Son malas noticias para Estados Unidos y para el mundo, dado el poder de este país.
Barsamian: El Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral acaba de publicar el Informe sobre el Estado Global de la Democracia 2021. Dice que Estados Unidos es un país donde la democracia está «retrocediendo».
Chomsky: De forma muy severa. El Partido Republicano se dedica abiertamente -ni siquiera lo disimula- a socavar lo que queda de la democracia estadounidense. Están trabajando muy duro en ello. Desde los días de Richard Nixon, los republicanos han comprendido desde hace tiempo que son fundamentalmente un partido minoritario y que no van a conseguir votos anunciando su compromiso cada vez más abierto con el bienestar de los ultrarricos y del sector empresarial. Así que llevan mucho tiempo desviando la atención hacia las llamadas cuestiones culturales.
Comenzó con la estrategia sureña de Nixon. Se dio cuenta de que el apoyo del Partido Demócrata a la legislación sobre derechos civiles, por muy limitado que fuera, les haría perder a los demócratas del sur, que eran clara y abiertamente racistas extremos. El gobierno de Nixon sacó provecho de ello con su estrategia sureña, insinuando, no tan sutilmente, que los republicanos se convertirían en el partido de la supremacía blanca.
En los años siguientes, retomaron otros temas. Ahora es la definición virtual del partido: por lo tanto, vamos a atacar la Teoría Crítica de la Raza – ¡sea lo que sea que eso signifique! Es un término de encubrimiento, como han explicado sus principales portavoces, para todo lo que pueden reunir al público: la supremacía blanca, el racismo, la misoginia, el cristianismo, los derechos antiaborto.
Mientras tanto, la dirección, con la ayuda de la derechista Sociedad Federalista, ha estado desarrollando medios legales -si se quiere llamar así- para que los republicanos se aseguren de que, incluso como partido minoritario, podrán controlar el aparato de votación y el resultado de las elecciones. Están explotando características radicalmente antidemocráticas incorporadas al sistema constitucional y las ventajas estructurales que tienen los republicanos como partido que representa a las poblaciones rurales más dispersas y a la población tradicionalmente cristiana y nacionalista blanca. Aprovechando esas ventajas, incluso con una minoría de votos, deberían ser capaces de mantener algo así como un poder casi permanente.
En realidad, esa permanencia podría no durar mucho si Donald Trump, o un clon de Trump, llega a la presidencia en 2024. No es probable entonces que Estados Unidos, por no hablar del mundo, pueda escapar al impacto de la destrucción climática y medioambiental que se han comprometido a acelerar.
Barsamian: Todos vimos lo que pasó en Washington el 6 de enero. ¿Ve usted la posibilidad de que se extiendan los disturbios civiles? Hay múltiples milicias en todo el país. El representante Paul Gosar, del gran estado de Arizona, y la representante Lauren Boebert, del gran estado de Colorado, entre otros, han hecho declaraciones amenazantes incitando a la violencia y al odio. En Internet abundan las teorías conspirativas. ¿Qué debemos hacer?
Chomsky: Es muy grave. De hecho, tal vez un tercio, más o menos, de los republicanos piensa que puede ser necesario utilizar la fuerza para «salvar nuestro país», como ellos dicen. «Salvar nuestro país» tiene un significado claro. Por si alguien no lo entendiera, Trump hizo un llamamiento a la gente para que se movilizara para evitar que los demócratas inundaran este país con criminales que salían de las cárceles de otras tierras, para que no «sustituyeran» a los estadounidenses blancos y llevaran a cabo la destrucción de Estados Unidos. La teoría del «gran reemplazo», eso es lo que significa «quitarnos el país», está siendo utilizada eficazmente por elementos protofascistas, siendo Trump el más extremo y el más exitoso.
¿Qué podemos hacer al respecto? Las únicas herramientas disponibles, nos guste o no, son la educación y la organización. No hay otro camino. Significa tratar de revivir un auténtico movimiento obrero del tipo que, en el pasado, estuvo a la vanguardia de los movimientos por la justicia social. También significa organizar otros movimientos populares, llevar a cabo esfuerzos educativos para combatir las asesinas campañas antivacunas que se están llevando a cabo, asegurarse de que hay esfuerzos serios para hacer frente a la crisis climática, movilizarse contra el compromiso bipartidista de aumentar el peligroso gasto militar y las acciones provocadoras contra China, que podrían llevar a un conflicto que nadie quiere y acabar en una guerra terminal.
Hay que seguir trabajando en esto. No hay otro camino.
Barsamian: En el fondo está la desigualdad extrema, que se sale de los gráficos. ¿Por qué Estados Unidos es tan desigual?
Chomsky: Mucho de esto ha sucedido en los últimos 40 años como parte del asalto neoliberal a Estados Unidos en el que también han participado los demócratas, aunque no en la medida de los republicanos.
Hay una estimación bastante cuidadosa de lo que se llama la transferencia de riqueza del 90% inferior de la población al 1% superior (en realidad, una fracción de ellos) durante las cuatro décadas de este asalto. Un estudio de la RAND Corporation lo estimó en cerca de 50 billones de dólares. Eso no son centavos, y está en curso.
Durante la pandemia, las medidas que se tomaron para salvar la economía del colapso condujeron a un mayor enriquecimiento de unos pocos. También mantuvieron en cierto modo la vida de muchos otros, pero los republicanos están ocupados tratando de desmantelar esa parte del acuerdo, dejando solo la parte que enriquece a los muy pocos. A eso se dedican.
Por ejemplo, el ALEC (Consejo de Intercambio Legislativo Americano por sus siglas en inglés), que se remonta a años atrás. Es una organización financiada por casi todo el sector empresarial, dedicada a golpear el punto débil del sistema constitucional, los estados. Es muy fácil. No hace falta mucho para comprar o impulsar a los representantes legislativos a nivel estatal, así que el ALEC ha trabajado allí para imponer una legislación que fomente los esfuerzos a largo plazo de quienes buscan destruir la democracia, aumentar la desigualdad radical y destruir el medio ambiente.
Y uno de los más importantes de esos esfuerzos es conseguir que los estados legislen para que ni siquiera puedan investigar -y desde luego no castigar- el robo de salarios, que sustrae miles de millones de dólares a los trabajadores cada año al negarse a pagar las horas extras, así como mediante otros dispositivos. Ha habido esfuerzos para investigarlo, pero el sector empresarial quiere detenerlos.
Un análogo a nivel nacional es el intento de que el Servicio de Impuestos Interno (IRS por sus siglas en inglés) no persiga a las ricas empresas que hacen trampas fiscales. En todos los niveles que puedas pensar, esta guerra de clases por parte de los amos, el sector empresarial, los súper ricos, está haciendo estragos de forma intensa. Y van a utilizar todos los medios que puedan para asegurarse de que así continúe hasta que hayan conseguido destruir no solo la democracia estadounidense, sino la posibilidad misma de supervivencia como sociedad organizada.
Barsamian: El poder corporativo parece imparable. La clase supermillonaria -Jeff Bezos, Richard Branson y Elon Musk- vuela ahora hacia el espacio exterior. Pero me acuerdo de algo que la novelista Ursula K. Le Guin dijo hace unos años: «Vivimos en el capitalismo, su poder parece ineludible». Y luego añadió: «También lo era el derecho divino de los reyes».
Chomsky: También la esclavitud. También lo hizo el principio de que las mujeres son propiedad, que perduró en Estados Unidos hasta la década de 1970. También las leyes contra el mestizaje, tan extremas que ni siquiera los nazis las aceptaban, que duraron en Estados Unidos hasta los años sesenta.
Todo tipo de horrores han existido. Con el tiempo, su poder se ha erosionado, pero nunca se ha eliminado por completo. La esclavitud fue abolida, pero sus restos permanecen en formas nuevas y viciosas. No es la esclavitud, pero es lo suficientemente horripilante. La idea de que las mujeres no son personas no solo se ha superado formalmente, sino también en gran medida en la práctica. Aun así, queda mucho por hacer. El sistema constitucional fue un paso adelante en el siglo XVIII. Incluso la frase «Nosotros el pueblo» aterrorizaba a los gobernantes autocráticos de Europa, profundamente preocupados por que los males de la democracia (lo que entonces se llamaba republicanismo) pudieran extenderse y socavar la vida civilizada. Pues bien, se extendió, y la vida civilizada continuó, incluso mejoró.
Así que, sí, hay periodos de retroceso y de progreso, pero la guerra de clases nunca termina, los amos nunca ceden. Siempre buscan todas las oportunidades y, si son los únicos participantes en la lucha de clases, tendremos efectivamente una regresión. Pero no tienen por qué serlo, más que en el pasado.
Barsamian: En tu libro Masters of Mankind, tienes un ensayo, «¿Puede la civilización sobrevivir al capitalismo realmente existente?» Escribes que «la democracia capitalista realmente existente -DCRE- para abreviar» es «radicalmente incompatible» con la democracia y añades que «me parece poco probable que la civilización pueda sobrevivir al capitalismo realmente existente y a la democracia fuertemente atenuada que lo acompaña». ¿Podría una democracia que funcione marcar la diferencia? La consideración de sistemas inexistentes solo puede ser especulativa, pero creo que hay algunas razones para pensar que sí». Dígame sus razones.
Chomsky: En primer lugar, vivimos en este mundo, no en un mundo que nos gustaría imaginar. Y en este mundo, si simplemente se piensa en la escala de tiempo para hacer frente a la destrucción del medio ambiente, es mucho más corto que el tiempo que sería necesario para llevar a cabo la remodelación significativa de nuestras instituciones básicas. Eso no significa que haya que abandonar el intento de hacerlo. Se debería estar haciéndolo todo el tiempo: trabajando en formas de aumentar la conciencia, aumentar la comprensión y construir los rudimentos de las instituciones futuras en la sociedad actual.
Al mismo tiempo, las medidas para salvarnos de la autodestrucción tendrán que tener lugar dentro del marco básico de las instituciones existentes, alguna modificación de las mismas sin un cambio fundamental. Y se puede hacer. Sabemos cómo se puede hacer.
Mientras tanto, hay que seguir trabajando en la superación del problema de la DCRE, la democracia capitalista realmente existente, que en su naturaleza básica es una sentencia de muerte y también profundamente inhumana en sus propiedades fundamentales. Por lo tanto, trabajemos en eso y, al mismo tiempo, asegurémonos de salvar la posibilidad de lograrlo superando la crisis inmediata y urgente que enfrentamos.
Barsamian: Habla de la importancia de los medios progresistas independientes como Democracy Now! y Fairness & Accuracy in Reporting. ¿Y puedo decir de Alternative Radio? Editoriales como Verso, Haymarket, Monthly Review, City Lights yThe New Press. Revistas como Jacobin, The Nation, The Progressive y In These Times. Revistas online como TomDispatch, The Intercept y ScheerPost. Radios comunitarias como KGNU, WMNF y KPFK. ¿Qué importancia tienen para contrarrestar la narrativa corporativa dominante?
Chomsky: ¿Qué otra cosa va a contrarrestarla? Ellos son los que mantienen la esperanza de que seamos capaces de encontrar formas de contrarrestar estos desarrollos altamente dañinos y destructivos que estamos discutiendo.
El método principal es, por supuesto, la educación. La gente tiene que llegar a entender lo que está pasando en el mundo. Eso requiere medios para difundir información y análisis, abriendo oportunidades para el debate, que no vas a encontrar, en su mayor parte, en la corriente principal. Quizás ocasionalmente en los márgenes. Mucho de lo que hemos estado hablando no se discute en absoluto, o solo marginalmente, dentro de los principales medios de comunicación. Así que estas conversaciones tienen que ser llevadas al público a través de estos canales. No hay otra manera.
En realidad, hay otra manera: la organización. Es posible y, de hecho, fácil llevar a cabo programas educativos y culturales dentro de las organizaciones. Esa fue una de las principales contribuciones del movimiento obrero cuando era una institución vibrante y viva, y una de las principales razones por las que el presidente Ronald Reagan y la primera ministra británica Margaret Thatcher estaban tan decididos a destruir el trabajo, como hicieron ambos. Sus primeros movimientos fueron ataques al movimiento obrero.
Había programas educativos y culturales que reunían a la gente para pensar en el mundo, entenderlo y desarrollar ideas. Se necesita organización para hacer eso. Hacerlo solo, como persona aislada, es extremadamente difícil.
A pesar de los esfuerzos de las empresas por hacer retroceder a los sindicatos, ya en los años 50 existía en Estados Unidos una prensa obrera viva e independiente que llegaba a mucha gente y que condenaba al «sacerdocio comprado», como lo llamaban, de la prensa dominante. Se necesitó mucho tiempo para destruirla.
Hay una historia en Estados Unidos de una prensa laboral vibrante y progresista que se remonta al siglo XIX, cuando era un fenómeno importante. Eso puede y debe revivir como parte del renacimiento de un movimiento obrero militante y funcional a la vanguardia del progreso hacia la justicia social. Sucedió antes y puede volver a suceder. Y los medios de comunicación independientes son un elemento fundamental para ello.
Cuando era niño, en los años 30 y principios de los 40, podía leer a Izzy Stone en el Philadelphia Record. No era el principal diario de Filadelfia, pero estaba ahí. A finales de los años 40, podía leerlo en el periódico neoyorquino PM, que era un diario independiente. Suponía una gran diferencia.
Más tarde, la única forma de leer a Stone era suscribirse a su boletín. Esos eran los medios independientes en los años 50. En los 60, empezó a repuntar un poco con la revista Ramparts, programas de radio como el de Danny Schechter en la WBCN de Boston, y otros similares.
Y esto continúa hoy por todo el país. Los que ha mencionado son fuerzas para la independencia, para el pensamiento.
Barsamian: Hay múltiples menciones a Antonio Gramsci en dos de tus libros más recientes, Consequences of Capitalism y Climate Crisis and the Global Green New Deal, concretamente, de su comentario: «La crisis consiste precisamente en que lo viejo está muriendo y lo nuevo no puede nacer; en este interregno aparece una gran variedad de síntomas mórbidos». Sin embargo, en este momento, la cita suya que me gustaría que abordara es «Pesimismo del intelecto, optimismo de la voluntad». Hable de su relevancia en la actualidad y del significado de esa cita.
Chomsky: Gramsci fue un destacado activista obrero de izquierdas en Italia a finales de la década de los años 20. Fue muy activo en la organización de colectivos de trabajadores de izquierda. En Italia, el gobierno fascista tomó el poder a principios de los años veinte. Uno de sus primeros actos fue enviar a Gramsci a la cárcel. Durante su juicio, el fiscal declaró: tenemos que silenciar esta voz. (Esto nos lleva, por supuesto, a la importancia de los medios de comunicación independientes).
Mientras estuvo allí, escribió sus Cuadernos de la Cárcel. No fue silenciado, aunque el público no pudo leerlo. Continuó el trabajo que había comenzado y en ese escrito estaban las citas que usted señaló.
A principios de la década de 1930, escribió que el viejo mundo se estaba derrumbando, mientras que el nuevo mundo aún no se había levantado y que, en el ínterin, se enfrentaban a síntomas mórbidos. Mussolini era uno, Hitler otro. La Alemania nazi estuvo a punto de conquistar gran parte del mundo. Estuvimos muy cerca de ello. Los rusos derrotaron a Hitler. De lo contrario, la mitad del mundo probablemente habría sido gobernada por la Alemania nazi. Pero se estuvo muy cerca. Los síntomas mórbidos eran visibles en todas partes.
El adagio que usted ha citado, «Pesimismo del intelecto, optimismo de la voluntad», que se hizo famoso, procede de la época en que aún podía publicar. En su espíritu, debemos mirar el mundo razonablemente, sin ilusiones, comprenderlo, decidir cómo actuar y reconocer que hay presagios sombríos. Están ocurriendo cosas muy peligrosas. Eso es pesimismo intelectual. Al mismo tiempo, tenemos que reconocer que hay salidas, oportunidades reales. Así que tenemos optimismo de la voluntad, es decir, nos dedicamos a utilizar todas las oportunidades disponibles -y existen- mientras trabajamos para superar los síntomas mórbidos y avanzar hacia un mundo más justo y decente.
Barsamian: En estos tiempos oscuros, es difícil para muchos sentir que hay un futuro brillante por delante. Siempre te preguntan: ¿qué te da esperanza? Y yo tengo que hacerle la misma pregunta.
Chomsky: Una cosa que me da esperanza es que la gente está luchando duramente en circunstancias muy severas, mucho más severas de lo que podemos imaginar, en todo el mundo para conseguir derechos y justicia. No pierden la esperanza, así que nosotros tampoco podemos hacerlo.
La otra es que simplemente no hay opción. La alternativa, es decir, vale, ayudaré a que ocurra lo peor. Esa es una opción. La otra es decir intentaré hacer lo mejor que pueda, lo que hacen los agricultores de la India, lo que hacen los pobres y miserables campesinos de Honduras, y muchos otros como ellos en todo el mundo. Lo haré lo mejor que pueda. Y tal vez podamos llegar a un mundo decente en el que la gente pueda sentir que puede vivir sin vergüenza. Un mundo mejor.
No es una gran elección, así que deberíamos ser capaces de conseguirlo fácilmente.