¿Terminará algún día la guerra que EE. UU. apoya en Yemen?

Arwa Mokdad, Commondreams.org, 28 marzo 2023

Traducido del inglés por Sinfo Fernández


Arwa Mokdad es defensora de la paz en la Yemen Relief and Reconstruction Foundation. Apoya los esfuerzos de ayuda sobre el terreno en Yemen, al tiempo que participa en EE. UU. en campañas contra la guerra. Twitter: @arwa_mokdad

El pasado sábado se cumplió el octavo aniversario del lanzamiento de la Operación Tormenta Decisiva, la intervención militar liderada por Arabia Saudí en Yemen.

Con el apoyo logístico y de inteligencia de Estados Unidos, Reino Unido, Francia y algunos otros Estados árabes, los saudíes llevaron a cabo una campaña aérea indiscriminada a partir del 26 de marzo de 2015 que ha estado dirigida contra hospitales, escuelas y centros de producción de alimentos, así como contra el bloqueo de su vecino del sur.

Su objetivo declarado era restaurar en el poder al gobierno del presidente interino Hadi en Saná y contrarrestar la influencia iraní. Pero el conflicto no logró estos objetivos y provocó una inseguridad alimentaria que rápidamente se convirtió en la mayor crisis humanitaria del mundo.

Aunque algunos acontecimientos recientes, como un acuerdo mediado por China para normalizar las relaciones entre Arabia Saudí e Irán, han ofrecido cierta esperanza de poner fin a esta catastrófica guerra, sigue sin estar claro si esa esperanza podrá hacerse realidad en un futuro próximo.

Situación actual en Yemen

Ha habido múltiples intentos fallidos de prorrogar la frágil tregua que terminó oficialmente el pasado octubre. La actual tregua de facto es un reflejo del estancamiento sobre el terreno.

Como ha sucedido a lo largo de todo el conflicto, las partes beligerantes parecen decididas a hacerse con el poder sin importarles las consecuencias negativas para la población yemení. A pesar de las sanciones, los bombardeos y la condena internacional, los combates han prevalecido e incluso se han intensificado. En particular, los hutíes, la parte dirigente de una coalición de grupos denominada Ansar Allah, no se han sentido disuadidos por la intervención internacional, sino más bien envalentonados.

En abril del año pasado, el enviado especial de la ONU para Yemen, Hans Grundberg, anunció que los hutíes, la coalición liderada por Arabia Saudí y el gobierno de Yemen reconocido internacionalmente, habían acordado una tregua de dos meses auspiciada por la ONU, que posteriormente se renovó dos veces por dos meses cada vez. Aunque la tregua ya ha expirado, los términos permanecen en cierto modo intactos sobre el terreno.

Si bien Arabia Saudí se ha abstenido en gran medida de realizar ataques aéreos desde que expiró la tregua patrocinada por la ONU en octubre, no existen mecanismos que le impidan relanzar su guerra aérea.

Mientras tanto, las condiciones sobre el terreno siguen siendo terribles. Los yemeníes siguen sufriendo restricciones a la circulación de personas y mercancías en el norte, concretamente en el aeropuerto de Saná y el puerto de Hodeidah.

Aunque la tregua levantó algunas restricciones clave, no ha sido ni mucho menos suficiente para aliviar sustancialmente la crisis económica y humanitaria en Yemen. La persistencia de esta situación puede acabar empujando a los hutíes a volver a atacar a Arabia Saudí, con independencia de que si Riad y sus aliados emprendan alguna ofensiva diplomática o militar.

A medida que los hutíes consolidan su control sobre el norte de Yemen, adoptan posturas más duras, como exigir que las mujeres tengan un tutor varón y restringir los vuelos humanitarios a Yemen.

La intervención extranjera no ha logrado debilitar militarmente a los hutíes y, en cambio, sólo ha reforzado el discurso legitimador del grupo de resistencia a la injerencia extranjera y unificación de Yemen. Los hutíes han ganado efectivamente la guerra y controlan la mayor parte del país con un fuerte apoyo local. Aunque su creciente radicalización supone una amenaza para la continuidad de su dominio, ninguna oposición en el norte es lo suficientemente fuerte como para desafiarlos, especialmente en las condiciones actuales de la guerra.

Pero los hutíes tendrán que compartir el poder con otros grupos en Yemen, que sigue siendo una sociedad tribal que no aceptará el gobierno de una minoría. No obstante, los hutíes prosperan en condiciones de guerra, y cuanto más se prolongue la guerra, más difícil será reconciliarlos con algo que no sea la completa autonomía del norte.

Sin embargo, se han producido algunos avances. Los hutíes y el nuevo consejo presidencial que sustituyó a Hadi acordaron la semana pasada, antes del inicio del Ramadán, un canje de prisioneros que incluiría la liberación de 887 detenidos, y se están negociando otras medidas de fomento de la confianza.

En la actualidad, los factores clave que impiden la conclusión satisfactoria de las negociaciones -el pago de los salarios a los trabajadores del gobierno en las zonas bajo control hutí, la apertura total del puerto de Hodeidah y el aumento del número de vuelos hacia y desde Saná- parecen haber sido objeto de acuerdo en su mayor parte, aunque informes contradictorios indican que siguen existiendo algunos problemas.

Sin embargo, independientemente del proceso de paz formal, las preocupaciones humanitarias y los derechos humanos deben seguir siendo prioritarios en las relaciones de la comunidad internacional con Yemen.

Aunque hay quien ha argumentado que la reciente aprobación por parte de los saudíes de tres vuelos semanales de entrada y salida de Saná y de la entrada de petróleo en el país a través de Hodeidah supone un avance importante, estos cambios son totalmente insuficientes por sí solos para poner fin a la crisis humanitaria general. El pago de los salarios del gobierno, la libertad de circulación y el acceso a los puertos siguen siendo esenciales para el bienestar del pueblo yemení y, por tanto, deben desvincularse de las negociaciones de paz.

Aunque los saudíes no han reanudado los bombardeos, un acuerdo de alto el fuego formal y duradero es esencial para allanar el camino hacia la paz. Será el primer paso en un largo camino de recuperación y reconstrucción, pero, a la postre, un primer paso.

El papel de Washington

Estados Unidos sigue proporcionando una ayuda militar y técnica crucial a los saudíes. El ejército estadounidense entrena a soldados saudíes, asesora al personal militar saudí y proporciona asistencia en la selección de objetivos. La campaña aérea liderada por Arabia Saudí, que duró entre 2015 y 2022, dependió en gran medida de que Estados Unidos repostara los aviones saudíes. Las empresas de defensa estadounidenses mantienen, reparan y mejoran los vehículos y aviones saudíes a través de contratos de su ejército con el ejército saudí por un total de 120 millones de dólares al mes, sin incluir el apoyo adicional proporcionado por los contratistas estadounidenses.

De 2015 a 2021, el Departamento de Defensa administró al menos 54.600 millones de dólares en apoyo militar a Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, que actuó como socio menor de Riad en la Operación Tormenta Decisiva y sigue apoyando a las milicias que luchan contra los hutíes y el gobierno reconocido internacionalmente, entre otros grupos.

Aunque existe oposición en el Congreso hacia el apoyo militar estadounidense a Arabia Saudí, un proyecto de ley invocando la Resolución de Poderes de Guerra que fue aprobado por ambas cámaras del Congreso en 2019, y que habría limitado significativamente el apoyo estadounidense a la campaña liderada por Arabia Saudí en Yemen, fue vetado por Trump.

En 2022, el senador Bernie Sanders (independiente por Vermont) intentó impulsar una votación en el pleno sobre la Resolución de Poderes de Guerra, pero retiró la medida tras consultar con la Casa Blanca. Ha prometido volver a presentar la resolución después de discutir los ajustes de lenguaje con la Casa Blanca, presumiblemente a finales de este año.

La Casa Blanca ha sostenido que la resolución es innecesaria y corre el riesgo de complicar los esfuerzos diplomáticos en curso. Sin embargo, como sostiene Jamal Benomar, ex subsecretario general de la ONU, «ha habido una tregua en los combates, pero como no ha habido un esfuerzo concertado para hacer avanzar el proceso político, la tregua es temporal y todas las partes se están preparando para lo peor».

De hecho, el conflicto actual es más volátil que en el pasado, ya que Yemen se ha fragmentado aún más, con una miríada de milicias rivales que se disputan el poder y tensiones sectarias entre la población que aparecen por primera vez. Los años de guerra han exacerbado las divisiones geográficas, religiosas e históricas, y cuanto más dure, más profundas serán.

Crisis humanitaria

Tras ocho años de guerra continua, crímenes de guerra por todas las partes y bloqueo saudí, Yemen sigue siendo la peor crisis humanitaria del mundo. Más de 11 millones de niños necesitan ayuda humanitaria, y más de 540.000 menores de cinco años sufren desnutrición potencialmente mortal.

A pesar de estas terribles circunstancias, con implicaciones generacionales, el bloqueo permanece prácticamente intacto. Sólo se permite una cantidad limitada de combustible y vuelos dentro del país, y los envíos comerciales siguen bloqueados. Esto viola el derecho internacional y agrava la crisis, creando condiciones propicias para la radicalización.

Acuerdo Irán-Arabia Saudí

El reciente acuerdo entre los rivales regionales Irán y Arabia Saudí ha contribuido a las esperanzas de paz en Yemen, pero puede que no tenga un gran impacto en el conflicto.

Aunque los medios de comunicación occidentales suelen describir a los hutíes como un apoderado iraní, hay pocas pruebas de que Teherán ejerza una influencia decisiva en sus decisiones estratégicas. De hecho, al parecer los iraníes se opusieron a la toma de Saná por los hutíes en 2015, el acontecimiento que precipitó la Operación Tormenta Decisiva.

Aunque el apoyo iraní es principalmente político, Teherán facilita cierta asistencia y equipamiento militar, como entrenamiento, a veces a través de su aliado libanés, Hizbolá. Sin embargo, un comandante de Hizbolá reconoció que los hutíes ya son combatientes experimentados dadas sus seis guerras con el gobierno central, lo que pone en duda el impacto real de Irán en el curso del conflicto.

Aislados internacionalmente y operando con recursos limitados, los hutíes han estrechado lazos con Irán como último recurso para contrarrestar a los saudíes. Así pues, la alianza entre los hutíes e Irán debe considerarse más un matrimonio de conveniencia que una alianza duradera o estratégica.

Sin embargo, el acuerdo entre Arabia Saudí e Irán representa una oportunidad para que los saudíes se desvinculen del costoso conflicto al tiempo que salvan la cara. Como señaló el enviado especial de la ONU, Hans Grundberg: «Las partes deben aprovechar la oportunidad que les brinda este impulso regional e internacional para dar pasos decisivos hacia un futuro más pacífico”.

Foto de portada: Partidarios de los rebeldes hutíes de Yemen participan en una concentración con motivo del octavo aniversario de la intervención liderada por Arabia Saudí en su país, en Saná, el 26 de marzo de 2023.  (Mohammed Huwais/AFP vía Getty Images)

Voces del Mundo

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