un periodista yemení, the new arab, 21 febrero 2022
(El autor es un periodista yemení, que informa desde el Yemen y cuya identidad se oculta por motivos de seguridad.)
Traducido del inglés por Sinfo Fernández
Los esfuerzos diplomáticos en el Yemen están siendo un fracaso y la mayoría de las partes en el conflicto creen que la opción militar es la única manera de lograr sus objetivos.
Los mortíferos ataques aéreos, los encarnizados combates terrestres y los ataques con misiles están dominando el conflicto del Yemen desde principios de 2022.
La coalición liderada por Arabia Saudí ha lanzado un torrente de ataques aéreos sobre los territorios controlados por los hutíes, especialmente sobre Sanaa. Los combates terrestres entre las fuerzas progubernamentales de Yemen y el grupo hutí también se han intensificado en varios campos de batalla.
Mientras tanto, los misiles y aviones no tripulados de los hutíes siguen llegando a Arabia Saudí y, más recientemente, a los Emiratos Árabes Unidos. Esta realidad refleja la complejidad de la guerra, pero también deja al descubierto el fracaso de los esfuerzos de paz liderados por la ONU y Estados Unidos.
Ni la ONU ni Estados Unidos han conseguido desactivar el conflicto ni la desescalada de las hostilidades a través de sus enviados especiales. Han transcurrido varios meses desde el nombramiento de los actuales enviados de la ONU y de Estados Unidos, y cada vez es más difícil encontrar señales de paz en todo Yemen.
El martes 15 de febrero Hans Grundberg señaló que la reciente escalada, en particular los ataques de los hutíes contra los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí, “indican cómo este conflicto corre el riesgo de salirse de control a menos que las partes yemeníes, la región y la comunidad internacional realicen esfuerzos serios para poner fin al conflicto”.
En agosto la ONU nombró a Grundberg como su cuarto nuevo enviado a Yemen. Su declaración es una admisión del callejón sin salida en el que se encuentran sus esfuerzos y apunta a que el conflicto no va a remitir pronto.
La ONU cree que el poder militar por sí solo no puede resolver el conflicto. “Es necesario el diálogo y el compromiso, si no se quiere que los yemeníes sigan sufriendo en la forma en que lo están haciendo hasta que las partes se cansen de luchar”, dijo.
Pero por muy destructiva que sea, la mayoría de esas partes creen firmemente que la opción militar es el único medio viable para lograr sus objetivos.
Desde principios de este año se ha producido un notable repunte de la violencia en el país. Solo en enero, los ataques aéreos asesinaron a 139 civiles e hirieron a 287, según el Yemen Data Project.
Un solo ataque aéreo contra una prisión en Saada el mes pasado se cobró la vida de 70 personas. Estos actos de violencia fomentan aún más el antagonismo entre los bandos enfrentados y ponen de manifiesto la falta de confianza entre ellos.
El miércoles pasado, la dirección de los hutíes en Sanaa inició una campaña de movilización denominada “Huracán de Yemen” para atraer a más combatientes y dedicar más recursos en la guerra. El presidente designado por los hutíes, Mahdi al Mashat, hizo un llamamiento a los habitantes de las zonas bajo su dominio para que se unan a sus fuerzas para contrarrestar a los que definió como “invasores”.
Mashat declaró que la campaña de movilización incluiría a civiles, élites y funcionarios yemeníes en la configuración de una respuesta a los crímenes de Arabia Saudí y sus aliados.
Un investigador político de alto nivel con sede en Sanaa, ciudad bajo el dominio de los hutíes, dijo a The New Arab que las esperanzas de una solución política en el país se han desvanecido prácticamente.
“Quienes viven fuera de Yemen pueden hablar con esperanza de soluciones pacíficas para el país. Pero se debe a que no han comprendido del todo cómo la guerra ha fragmentado el país y arruinado el tejido social”.
El investigador, que habló bajo condición de anonimato, argumentó que sería difícil persuadir a los hutíes para que confíen en las conversaciones de paz, ya que el grupo depende totalmente de la fuerza para sobrevivir y tener éxito en la política.
“Cuando el año pasado se nombró al nuevo enviado de la ONU y al enviado de Estados Unidos, nos sentimos un poco optimistas”, dijo. “Ahora ha terminado otro año sin que se materialice ningún resultado positivo. Lamentablemente, la actual escalada anuncia que el fin de la guerra sigue estando lejano”.
A principios del año pasado, Estados Unidos seleccionó a Timothy Lenderking, un diplomático conocido por su profundo conocimiento de la región del Golfo, como primer enviado estadounidense a Yemen. Ese nombramiento supuso un nuevo esfuerzo de la administración Biden para empujar a las partes rivales en Yemen hacia el fin de la guerra.
Mientras que la anterior Administración estadounidense, en los últimos días de la presidencia de Donald Trump, designó a los hutíes como Organización Terrorista Extranjera (FTO, por sus siglas en inglés), la Administración de Biden anuló la decisión en las primeras semanas de su mandato.
La medida pretendía apaciguar a los hutíes y animarlos a entablar conversaciones constructivas de paz. El resultado hasta ahora ha sido descorazonador.
La eliminación de los hutíes de la lista de organizaciones terroristas no les ha incentivado a ofrecer concesiones. Mientras tanto, a principios de este año, Biden declaró que estaba de nuevo “considerándose” la inclusión de los hutíes en la lista negra, lo que refleja el fracaso de la política estadounidense en el trato con el grupo.
Teniendo en cuenta la actitud de Estados Unidos, se puede deducir que la coalición árabe liderada por Arabia Saudí seguirá recibiendo apoyo militar estadounidense. Esto indica que la guerra no amainará en breve, y que la tragedia humanitaria en Yemen se agravará si cabe aún más.
Esto ha llevado a los funcionarios de la ONU a advertir contra la inclusión del grupo hutí en la lista negra, por temor a que pueda acelerar una hambruna aún peor que la actual en el país.
“¿Cuál es el probable impacto humanitario? La respuesta es una hambruna a un nivel que no hemos visto en casi 40 años”, dijo el mes pasado Mark Lowcock, subsecretario general de la ONU para asuntos humanitarios.
Mientras continúen los combates, cualquier solución al conflicto será más difícil de alcanzar, ampliando el ya profundo cisma entre los bandos enfrentados.
Con siete años de guerra y una diplomacia ineficaz, los campos de batalla de Yemen siguen siendo mortales. La ONU y Estados Unidos han tratado de poner fin a la tragedia, pero sus intentos siguen fracasando. (*)
N. de la T.:
(*) No facilita precisamente que esos supuestos intentos tengan éxito el hecho de que EE. UU. siga enviando armamento a Arabia Saudí a pesar de las declaraciones y actuaciones iniciales del presidente Biden.
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